El último invierno, más crudo y prolongado de lo habitual, dejó secuelas evidentes en la salud respiratoria de la población, con un aumento de contagios que sigue afectando a muchas familias incluso tras la llegada de la primavera.
Así, en una época en la que usualmente predominan los cuadros de alergia, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) afectan a entre 400 y 600 millones de personas en todo el mundo, a causa de las bajas temperaturas que se extendieron durante meses, se intensificó la circulación de virus.
Particularmente, el virus sincicial respiratorio (VSR). Según informó el último Boletín Epidemiológico Nacional (BEN) difundido por el Ministerio de Salud correspondiente a la semana epidemiológica 37, “el 96% de los casos detectados hasta el momento en 2024 se registraron a partir de la semana epidemiológica 20 y hasta la actualidad, con el mayor número entre las semanas 23 y 30″. “Si bien desde entonces disminuyó el número de casos aún se registraron más de 100 casos semanales hasta la semana 36″, destacaron las autoridades sanitarias, aunque reconocieron que, si bien la tendencia continua en descenso desde el pico, aún se registran más de 100 casos por semana.
Según explicó a Infobae el médico especialista en Alergia e Inmunología y presidente de la Fundación para el Estudio del Asma y otras Enfermedades Alérgicas (Fundaler), Pablo Moreno (MN 88030), “este virus, que usualmente disminuye con el aumento de las temperaturas, mantuvo altos niveles de circulación debido al frío persistente”.
“Este año, las condiciones climáticas y el frío prolongado han permitido que el virus sincicial respiratorio siga circulando”, destacó el experto, quien remarcó que las cifras del BEN reportan “una cifra inusual de casos para esta época del año”.
En su mirada, “esta situación es especialmente preocupante para los grupos de riesgo, como los adultos mayores y las personas con enfermedades preexistentes, quienes ven en este virus una amenaza significativa para su salud”.
Un invierno crudo y su impacto en la salud
Desde la Asociación Argentina de Medicina Respiratoria (AAMR) advirtieron en un comunicado que “desde mayo se registraron numerosos picos de infecciones respiratorias, especialmente de influenza A, virus sincicial respiratorio y otros virus respiratorios. Estos picos fueron notables en ciudades como Buenos Aires, Rosario, y Córdoba”.
Según los expertos, la mayoría de los casos son de origen viral, lo que resultó en un aumento notable de pacientes con síntomas prolongados, como tos y mucosidad persistente, que pueden extenderse hasta por un mes o más.
Así es que las bajas temperaturas, que se extendieron durante meses, no sólo intensificaron la circulación de virus, sino que combinaron otros factores como la polución y los cambios climáticos, creando un cóctel propicio para la proliferación de síntomas respiratorios, afectando en mayor medida a los sectores más vulnerables.
“Este invierno en particular fue bastante especial, no solo por la duración, sino porque las temperaturas, en comparación con el año pasado, fueron bajas, persistentes y realmente duraron varios meses”, destacó al respecto la médica neumonóloga y coordinadora de la Sección Infecciones Respiratorias de la AAMR, Laura Pulido (MN 127115), quien destacó la excepcionalidad de la temporada fría.
Para ella, “fue un invierno largo y crudo” y estas condiciones favorecieron la circulación viral. El frío extremo, sumado a la falta de ventilación adecuada por las bajas temperaturas, contribuyó a que las enfermedades respiratorias aparecieran de manera temprana y generalizada.
Asimismo, las condiciones de hacinamiento y el cierre de espacios ventilados por el frío generaron un ambiente ideal para la propagación de infecciones, acelerando la transmisión de virus entre familias y comunidades. “Los cuadros respiratorios no se hicieron esperar y a esto se sumó la baja tasa de vacunación que el país viene experimentando en los últimos años —sostuvo Pulido—. Esta baja cobertura de vacunas contra enfermedades respiratorias como la influenza y el neumococo dejó desprotegidas a muchas personas, en particular a quienes presentan factores de riesgo, como adultos mayores o pacientes con enfermedades crónicas”.
En su mirada, la situación se agravó este año por la agresividad de los virus respiratorios circulantes. “Tanto la influenza como el virus sincicial respiratorio vinieron bastante virulentos, con síntomas respiratorios inflamatorios —puntualizó Pulido—. No fue raro encontrar coinfecciones, es decir, la presencia de más de un virus en el mismo paciente, lo que complicaba aún más los cuadros clínicos, especialmente en niños, donde las infecciones se detectaron con mayor facilidad a través de hisopados y controles médicos en las guardias pediátricas”.
Por qué la llegada de la primavera complicó las cosas
Lejos de traer alivio, el fin del invierno no eliminó los problemas respiratorios. Con el inicio temprano de los días primaverales, en los primeros días de septiembre, aparecieron nuevos elementos que complicaron aún más la situación.
A pesar de que las temperaturas comenzaron a subir con la llegada de la primavera, la transición de estación trajo consigo nuevos problemas respiratorios, principalmente ligados a las alergias estacionales. En este sentido, Moreno advirtió que “el aumento de las alergias respiratorias durante la primavera se debe principalmente al polen y los ácaros, que empeoran los síntomas de quienes padecen rinitis y asma”. La alta concentración de polen y otros alérgenos en el aire ha provocado un aumento significativo de casos de polinosis, con síntomas como estornudos, congestión nasal y tos persistente.
Aunque el frío cedió, el aire ahora se vio cargado de otros irritantes que, sumados a las secuelas del invierno, agravaron los síntomas respiratorios en buena parte de la población.
A esto se añade el impacto del cambio climático, un fenómeno que exacerba aún más los problemas respiratorios. “El calentamiento global, junto al efecto invernadero, produce un aumento de gases como el dióxido de carbono y el metano, lo que genera cambios en la temperatura e impacta en diversos fenómenos meteorológicos”, explicó en este punto la médica otorrinolaringóloga, alergista y expresidenta de la Asociación de Otorrinolaringología de la Ciudad de Buenos Aires (AOCBA), Stella Maris Cuevas (MN 81701).
Para ella, las inundaciones, incendios, sequías, lluvias intensas, olas de calor y cambios bruscos de temperatura afectan la salud de las personas, empeorando cuadros preexistentes como las alergias.
Durante el proceso de fotosíntesis, las plantas absorben dióxido de carbono y otros gases para alimentarse, lo que ayuda a combatir el cambio climático. Sin embargo, Cuevas advirtió que el cambio climático también acelera este proceso, “lo que incrementa la polinosis y la concentración de alérgenos, promoviendo crisis de rinitis alérgica, que puede volverse insoportable para quienes la padecen”.
Las alergias, que se originan en el sistema inmunitario, desencadenan respuestas adversas cuando éste confunde sustancias inofensivas como el polen o el polvo con agentes peligrosos. “Estas sustancias son responsables incluso de empeorar el estado de personas que ya tienen un diagnóstico de rinosinusitis crónica”, aclaró Cuevas, quien agregó que en algunos casos se complica con poliposis, una inflamación que agrava aún más los síntomas respiratorios.
Moreno señaló también que “las alergias respiratorias no tratadas, como la rinitis y el asma, empeoran los cuadros clínicos y dificultan la recuperación”. A medida que se intensifican los niveles de alérgenos en el aire, los pacientes con alergias no controladas experimentan un deterioro significativo de su estado de salud. Esta coincidencia entre el virus y las alergias estacionales genera un cuadro clínico complejo que requiere atención médica oportuna para evitar complicaciones graves.
“Muchísima polución, mucho viento que hace que circule tanto plátano, floración, polen, etcétera”, enumeró Pulido, para describir el panorama de la primavera en curso. Este incremento en la contaminación ambiental, asociado a factores naturales como la floración y los incendios en regiones cercanas, elevó la irritación de las vías respiratorias, particularmente en personas alérgicas. El polvo, el humo y los pólenes en el aire actuaron como detonantes de episodios de rinitis, congestión nasal, irritación ocular y, por supuesto, tos, lo que exacerbó los cuadros preexistentes en quienes ya venían afectados por los virus del invierno.
El problema es que estos irritantes no sólo afectan a los pacientes con alergias, sino que también empeoran las condiciones de quienes padecen enfermedades respiratorias de base. “Esta primavera empezó con mucho cambio climático, mucho viento, floración, y la verdad que hay mucha polución en el aire -advirtió Pulido-. Las partículas en suspensión y los cambios bruscos de temperatura propician las exacerbaciones de enfermedades respiratorias, lo que ha generado que muchas personas permanezcan con síntomas como tos y mocos, e incluso que algunos casos se hayan vuelto crónicos”.
¿Por qué dura tanto la tos?
La tos persistente después de una infección viral es común y puede deberse a la irritación de las vías respiratorias o a la inflamación de los bronquios. En la mayoría de los casos, desaparece por sí sola con el tiempo, pero si persiste o se acompaña de otros síntomas como fiebre, dificultad para respirar o pérdida de peso, es importante consultar al médico.
Según Pulido, “la tos y la mucosidad prolongadas no suelen ser indicativas de una patología grave, sí es importante consultar a un médico para recibir tratamiento que pueda aliviar estos síntomas. La medicación adecuada puede ayudar a reducir la inflamación de las vías respiratorias y acelerar el proceso de recuperación, evitando un malestar prolongado que puede afectar la calidad de vida de los pacientes.”
En ese sentido, desde la AAMR señalaron que el tiempo para recuperarse completamente de una infección respiratoria varía: los resfríos y la gripe suelen mejorar en aproximadamente una semana, la neumonía puede tardar entre una semana y 10 días en mejorar en personas sanas, aunque las personas mayores o con otras enfermedades pueden tardar más.
La tos después de una infección (tos postinfecciosa) puede durar hasta ocho semanas. Al respecto, Pulido destacó que “es importante prestar atención a algunos signos que podrían indicar que se necesita ver a un médico, como tos que dura más de ocho semanas, sibilancia, ronquidos fuertes, dificultad para respirar, fiebre, pérdida de peso, sudoración nocturna”.
La baja vacunación como principal causa del aumento de enfermedades respiratorias
El panorama general de enfermedades respiratorias no habría sido tan grave de haberse mantenido altos los niveles de vacunación, según los especialistas.
Según el último informe de Unicef y la OMS, las tasas de inmunización están en descenso desde 2019, antes de la pandemia de coronavirus. Desde 2020, estas coberturas continuaron disminuyendo, y en 2023, ninguna de las tasas de inmunización alcanzó el 90% de la población objetivo. Cabe destacar que los niveles de cobertura de la inmunización deberían estar por encima del 95%.
Ante esta situación, según advirtió en una nota previa con Infobae la doctora Daniela Hozbor, integrante de la Comisión Nacional de Inmunización (CoNaIn) y científica del Instituto de Biotecnología y Biología Molecular, dependiente del Conicet y la Universidad Nacional de La Plata, “existe un mayor riesgo de brotes de enfermedades prevenibles por vacunación”.
“Argentina tiene uno de los mejores calendarios de vacunación del mundo, y esto hay que aprovecharlo”, resaltó Pulido. Sin embargo, la vacunación en los últimos años disminuyó, un hecho que resulta alarmante para los especialistas, sobre todo en tiempos donde los virus respiratorios se muestran más agresivos y persistentes.
En ese sentido, la experta de la AAMR destacó la reciente incorporación de la vacuna contra el VSR, que, aunque aún no forma parte del calendario obligatorio, es una buena herramienta para prevenir infecciones en pacientes de riesgo, en particular aquellos mayores de 60 años o con enfermedades crónicas. “Es una excelente vacuna para todos los pacientes de riesgo y, sobre todo, aquellos mayores de 60 años que tengan alguna enfermedad crónica y mayores de 75 años”, recomendó Pulido, quien insistió en la importancia de consultar siempre con el médico para evaluar la necesidad de inmunización.
En coincidencia con su colega, Moreno señaló que “como se dijo, el virus sincicial respiratorio sigue afectando a pacientes de riesgo, como adultos mayores y personas con enfermedades preexistentes”, y la falta de vacunación en estos grupos facilitó la propagación del virus en plena primavera. Para él, “este fenómeno es particularmente peligroso, ya que muchos de los síntomas del VSR, como la tos y la dificultad para respirar, se ven agravados por la presencia de alérgenos”.