Una persona puede tener hasta 6.200 pensamientos en un solo día, según determinó una investigación sobre el cerebro humano publicada en la revista Nature Communications.
Y esos pensamientos pueden “explotar” uno tras otro, como los granos de maíz cuando se convierten en pochoclo, causando una mente dispersa, sin orientación, desenfocada y caótica.
Una forma coloquial de describir este estado, en que el cerebro que nunca está en calma, se lo ha dado en llamar justamente popcorn brain o “cerebro de popcorn”.
¿Qué es el popcorn brain y por qué ocurre?
Este término fue acuñado por el investigador de iSchool de la Universidad de Washington David Levy en 2011 y se produce cuando el cerebro está acostumbrado a las notificaciones constantes, la multitarea y la sobreestimulación del mundo digital.
La doctora María Teresa Calabrese, endocrinóloga, psiquiatra y psicoanalista especializada en enfermedades psicosomáticas, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), de la misma institución internacional (IPA) y docente de la Universidad de Buenos Aires, sostuvo en una nota reciente que este fenómeno tiene que ver con la dispersión y la cantidad de estímulos de información de los celulares.
“Las redes sociales y las notificaciones hacen que estemos más desatentos. Porque, recordemos, que el multitasking no existe, ya que nuestro cerebro está capacitado para prestar atención a una cosa a la vez; sí podemos hacer varias tareas al mismo tiempo, pero no de la misma manera que si nos focalizamos en una sola cosa. En ese caso, no tenemos la concentración al ciento por ciento en la actividad y en ese sentido es que nuestra mente va en piloto automático por las vías facilitadas”.
Y agregó la doctora: “Cuando se baja la atención del día, generalmente al irnos a dormir, la mente no tiene tantos estímulos, entonces empiezan a aparecer todos los temas que quedaron pendientes, que se van por esas vías facilitadas que tenemos en nuestro pensamiento no consciente”.
Los estudios científicos corroboran estas consecuencias en el cerebro. Una investigación titulada “El ‘cerebro en línea’: cómo Internet puede estar cambiando nuestra cognición” publicada en World Psychiatry, da cuenta de que la interacción continua y frecuente con las redes sociales entrena al cerebro para recibir ráfagas cortas de información, lo que tiene consecuencias en la atención y la concentración sostenida.
Prueba de esto es lo que comentó Gloria Mark, investigadora de la Universidad de California, en un podcast de la Asociación Americana de Psicología que la capacidad de atención ha disminuido de un promedio de 2.5 minutos en 2004 a 47 segundos en los últimos 5 años.
Cuál es la diferencia entre la falta de atención y el TDAH
Un estado mental disperso puede tener síntomas semejantes al Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), como son, por ejemplo, la dificultad para mantener la atención, hiperactividad y cambiar de tareas. Sin embargo, hay diferencias importantes con este trastorno.
El médico pediatra Fernando Burgos (MN 81.759), miembro de la Subcomisión de Medios y Comunicación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y del Departamento Científico de la Fundación Vacunar definió en Infobae que “el trastorno por déficit de atención e hiperactividad es una afección crónica que se incluye dentro de lo que se llama la neurodiversidad”.
“Es decir, niños y personas adultas muchas veces tienen este trastorno que básicamente se basa en un trastorno conductual”, puntualizó. A diferencia del TDAH, el cerebro disperso es un estado producido por el abuso de la tecnología y la exposición continua a estímulos digitales.
Puede ser un estado temporal, a diferencia del TDAH, que es un trastorno crónico. En cuanto al tratamiento, “es con terapia conductual y, en algunos casos de hiperactividad o déficit de atención complicados, se utilizan algunos medicamentos para mejorar la atención del niño y de esa forma mejorar su aprendizaje”, afirmó el doctor.
En el caso del cerebro de popcorn, se puede superar haciendo cambios hacia un estilo de vida más saludable, con un uso equilibrado de la tecnología.
¿Cómo enfrentar el popcorn brain?
Investigadores de la Universidad de California hallaron que la meditación puede ayudar a las personas a concentrarse durante más tiempo.
La doctora Calabrese también recomendó la meditación, pero si la persona está muy ansiosa, es probable que no pueda tampoco concentrarse para meditar, señaló. “Por eso, a quienes les pasa esto con mucha frecuencia, es necesario hacer un tratamiento psicológico para ver las causas de ese déficit de atención”, afirmó.
Y continuó: “Una vez que se encuentran los mecanismos inconscientes que nos perturban y que hacen que pasemos de una idea a otra, ahí hay que hacer un esfuerzo consciente para no dejar que nuestro pensamiento se vaya por esa vía facilitada y crear una nueva.”
Liz White, psicóloga clínica consultora y directora de Harley Clinical Psychology, y autora del artículo “Una nueva forma de afrontar el pensamiento excesivo”, publicado en Psycologhy Today, recomendó: “Uno de los primeros pasos esenciales para ayudar a alejarse de los pensamientos es observar y notarlos. Esto se puede hacer de muchas maneras, pero todas implican desviar la atención hacia los pensamientos. Una pregunta realmente sencilla que se puede hacer en momentos difíciles es la siguiente: ¿Me resulta útil este pensamiento? ¿Me ayuda a vivir la vida que quiero vivir? ¿Me ayuda a ser la persona que quiero ser en este momento/situación?”.
Practicar yoga también es útil. “Esta disciplina puede ayudar a la mente a cesar los pensamientos”, dijo Gisela Moya, psicóloga e instructora de Yoga. “Movemos el cuerpo para volver al presente, y cada movimiento consciente nos ayuda a fortalecer la concentración. Cada vez que vamos a conectar con el cuerpo, permitimos que la mente descanse, que ‘suelte el mando’ y podemos expandir nuestra percepción del presente desde la sensorialidad del cuerpo”, añadió.
La actividad física también ayuda a desconectar y calmar la mente, y no solo en los adultos. Los investigadores de la Universidad de Illinois descubrieron que una caminata de 20 minutos puede ayudar a los niños a prestar mejor atención en clase.