Un reciente informe de la Universidad Católica Argentina (UCA), del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia del Observatorio, reveló que el 62,9% de los niños y adolescentes vive en situación de pobreza y el 16,2% se encuentra en la indigencia. Estas son las cifras más altas registradas desde 2010, de acuerdo a la investigación.
Pero tras ese escenario de carencias, también se observan otros déficits que involucran la salud y el desarrollo de los niños argentinos.
El informe, titulado “Trazando el Camino: Privaciones Estructurales, Avances y Desafíos en los Derechos de la Infancia y Adolescencia. Argentina 2010-2023″, resalta que existen múltiples privaciones que afectan a los niños y adolescentes que no son visibles mediante la estructura de ingresos o gastos de los hogares.
“Hay otros aspectos fundamentales para el desarrollo humano y social de la infancia que no se reflejan en los indicadores de ingresos. Estos incluyen la percepción de inseguridad ciudadana, que influye en los procesos de socialización; el maltrato a través de la violencia física o verbal, presente en algunos estilos parentales; la falta de estímulos emocionales e intelectuales clave para la formación de la identidad”, indica el informe.
A partir de este concepto, se creó un índice de pobreza basado en cinco dimensiones del desarrollo de la infancia y adolescencia. Así, entre estos factores y dentro de la educación, se encuentran cifras preocupantes sobre la falta de estimulación verbal en los niños argentinos. Según el estudio, tres de cada 10 niños menores de 8 años en áreas urbanas muestran un déficit en esta área crucial para su desarrollo.
Ianina Tuñón, coordinadora de los estudios de infancia del Observatorio de la Deuda Social Argentina UCA, expresó a Infobae que el indicador de estimulación a través de la palabra, es histórico del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia.
“Siempre tuvo el objetivo de aproximarse al clima de estimulación intelectual y emocional que tienen los niños en sus hogares, sobre todo en en los primeros años de vida, hasta los ocho años cuando se piensa que el niño debería lograr leer y escribir”.
Y agregó la experta: “Por supuesto que contar cuentos a un niño, narrarle historias orales es un indicador posible. Pero hay otros, como por ejemplo, cantar canciones, jugar con él. Hay muchas diferentes formas de estimularlos, pero sin dudas el vínculo que el niño tiene con el libro, con la narración de historias, es muy importante para que vaya adquiriendo de manera temprana un amplio vocabulario, pueda imaginar situaciones, pueda relatar, pueda reconocer diferentes roles y emociones”.
La importancia de la estimulación intelectual y emocional
La experta explicó que el proceso de alfabetización se desarrolla a lo largo de toda la vida, pero en esos primeros años es clave esa estimulación que no se da solamente con los cuentos o con la narración oral. “El niño incluso interpela al adulto en ese proceso de alfabetización cuando va por la calle e intenta, por ejemplo, leer un cartel. Ayudarlo en ese proceso también es una forma de favorecer sus habilidades de lectoescritura”.
¿Cómo estimularlos? La experta recomendó, además de leer juntos, “contarles historias, escribir cartas, hacer listas de compras, cantar canciones, jugar, leer los instructivos de los alimentos, preparar una receta de cocina son todos ejercicios que estimulan mucho a los niños en esos primeros años de vida”.
Finalmente afirmó: “La alfabetización es una problemática que hoy es muy actual en nuestro país. Hay diferentes debates sobre cómo un niño debe aprender a leer y escribir en la escuela. De hecho, entiendo que es una de las principales preocupaciones que tiene el actual gobierno, que el niño logre alfabetizarse en ese primer ciclo entre el primero y el tercer grado. En ese sentido, no hay discusión entre los expertos sobre el valor que tiene que un niño tempranamente tome contacto con la narración oral, con los cuentos y con el libro”.
Exceso de pantallas
La investigación resalta la estabilidad del déficit de estimulación verbal desde 2010 hasta 2019. Sin embargo, durante la pandemia se registró un incremento significativo de esta carencia, lo que suma un desafío adicional a las políticas de desarrollo infantil.
La experta señaló que los chicos cada vez toman menos contacto con el libro y tienen un mayor uso de la tecnología y particularmente de los celulares. “En ese sentido, que un niño tempranamente tenga un celular es algo que desde el mundo experto, sobre todo de la salud pero también de la educación, se señala como algo negativo.
Justamente, fundado en esa evidencia es que, por ejemplo, el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires ha decidido que los celulares no pueden estar en las clases en la escuela primaria y muy particularmente en los niños del primer ciclo, que tienen el desafío de aprender a leer y escribir”.
Al respecto, la experta señaló: “Hay una amplio consenso, e incluso de la Sociedad Argentina de Pediatría, que señala que es nocivo para el niño tomar contacto en sus primeros años de vida con un celular y recomiendan no hacerlo en sus primeros dos o tres años”.
Luego, explicó Tuñón, el informe arroja que el promedio de horas diarias que los chicos están frente a pantallas está muy por encima del recomendado a nivel de toda la infancia y aumenta significativamente a medida que los chicos crecen. “Y, sin dudas, el uso que se da de la tecnología es muy importante, no solamente el tiempo. Hay muchos estudios que señalan que es muy desigual en términos de qué hacen los chicos con los contenidos que pueden encontrar en en la web”.
Chicos sedentarios
Además, el informe señaló otras cifras a considerar, por ejemplo, que el 52,4% de la población entre 5 y 17 años no realiza deporte fuera de la escuela.
Esto indudablemente tiene su impacto en la salud, donde las cifras también son alarmantes: el 55,8% de la población de niños y adolescentes no cuentan con obra social, mutual ni prepaga por lo que dependen exclusivamente del sistema estatal de salud para recibir atención médica.
Por otra parte, el 80,8% de chicos entre 5 y 17 años no concurre a actividades culturales. Es decir, la mayoría de los niños/as y adolescentes de estas edades están excluidos de estos espacios alternativos al escolar.
El estudio realizado por el Observatorio de la UCA pone de manifiesto la necesidad de políticas públicas que aborden estas carencias estructurales y promuevan la estimulación verbal desde el hogar y las primeras etapas educativas. La lectura y las narraciones orales son fundamentales para el desarrollo del lenguaje, la creatividad y la capacidad de socialización de los niños, y su déficit puede perpetuar ciclos de pobreza y exclusión.
Los resultados de esta investigación buscan incentivar un cambio en las metodologías de evaluación de la pobreza infantil, considerando factores que van más allá de los económicos, y abogando por un enfoque integral que valore el bienestar y el desarrollo pleno de los niños y adolescentes en Argentina.