Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte en todo el mundo. A nivel global, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), son responsables de la muerte de 18 millones de personas cada año.
Y si bien existen factores de riesgo que no se pueden evitar, como la edad o los antecedentes familiares, muchas patologías cardíacas responden a factores de riesgo relacionados con hábitos poco saludables, como el tabaquismo, la obesidad o el sedentarismo.
La buena noticia es que siempre la medicina de prevención es la gran aliada para detectar a tiempo condiciones de salud para tratarlas y/o revertirlas. En el caso de las enfermedades cardiovasculares, los chequeos médicos -junto con un cambio de hábitos- pueden revertir el actual panorama de situación.
En ese sentido, un creciente número de evidencia científica asegura que existen dos análisis de sangre que si bien no son tenidos en cuenta por la mayoría de los profesionales de la salud, podrían predecir el riesgo de sufrir enfermedades cardíacas mejor que las pruebas estándar.
Se trata de un marcador que mide una proteína llamada apolipoproteína B -más conocida como apoB-, que contribuye a la formación de placa que obstruye las arterias, y otro llamado lipoproteína(a), que mide un tipo de colesterol malo.
Los niveles elevados de estos dos valores se relacionan con un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas.
Y si bien estas pruebas permiten identificar en personas cuyos perfiles de lípidos estándar parecen normales la posibilidad de que desarrollen una patología coronaria en el futuro y cada vez más especialistas creen que deberían complementar los controles de rutina, que generalmente se recomienda para los adultos, lo cierto es que las directrices de las organizaciones médicas estadounidenses no las recomiendan de manera universal, según un artículo publicado en The Wall Street Journal.
En la práctica, no son pocos los especialistas y médicos de atención primaria que consideran que estas pruebas pueden ayudar a proporcionar una indicación más precisa y temprana de posibles problemas cardíacos que las pruebas más comunes para valores como el colesterol LDL, el marcador de colesterol malo más conocido.
Sin embargo, otros aún se muestran reticentes a solicitar estas pruebas debido a que aseguran que falta consenso acerca de qué constituye un nivel normal de colesterol y si es necesario tratarlo y cómo hacerlo, además del costo adicional que el análisis supone a los sistemas de salud.
El papel de estas pruebas en la evaluación de la salud
Cada vez más estudios están mostrando que la apoB podría ser un predictor más efectivo del riesgo de enfermedad cardíaca que el colesterol LDL, que es más conocido. Según el médico cardiólogo Marc Penn, director médico en Quest Diagnostics, hasta un 20% de los pacientes con colesterol LDL dentro del rango normal pueden tener niveles altos de apoB.
El doctor Shriram Nallamshetty, cardiólogo preventivo en el Centro Médico VA de Palo Alto, afirmó que la medición de apoB proporciona una evaluación más precisa de la cantidad de partículas de colesterol en la sangre, que podrían conducir potencialmente a la aterosclerosis”.
Además, los niveles elevados de lp(a), que suelen ser preocupantes cuando superan los 30 a 50 mg/dL y afectan a alrededor del 20% al 30% de la población, se han asociado con un mayor riesgo de infarto, accidente cerebrovascular y otras patologías del corazón.
Y si bien los niveles de lp(a) son genéticos y no tienden a variar mucho a lo largo de la vida, los expertos creen que si los análisis muestran niveles elevados, se puede mitigar el riesgo de enfermedades cardíacas mediante el uso de medicamentos y modificaciones en la alimentación.
Qué tipo de paciente se beneficiaría de estos análisis
Como se vio, los médicos no se ponen de acuerdo sobre quién debería hacerse estas pruebas. Y otro de los argumentos es que “algunas personas sufren mucha ansiedad con todo lo relacionado a su salud, y a veces mucha de la información que se obtiene de este tipo de estudios no aporta demasiado si no se modifican efectivamente los hábitos de vida”, según consideró la investigadora y becaria de cardiología intervencionista del Hospital Alfred de Melbourne, en Australia, Nalin Dayawansa.
El Colegio Estadounidense de Cardiología y la Asociación Estadounidense del Corazón no recomiendan estas pruebas para todo el mundo. En cambio, recomiendan la prueba de Lp(a) en adultos con antecedentes familiares de enfermedad cardíaca prematura o si padecen enfermedad cardiovascular aterosclerótica que no se explica por factores de riesgo comunes como el tabaquismo.
Asimismo, consideran que medir la apoB puede tener ventajas para algunas personas, especialmente si tienen niveles altos de triglicéridos o grasa en la sangre.
Para el doctor Daniel E. Soffer, internista y lipidólogo de la Universidad de Pensilvania y ex presidente de la Asociación Nacional de Lípidos, “las personas con signos de resistencia a la insulina y obesidad abdominal también tienen probabilidades de beneficiarse de la prueba de apoB”.
Varios de los principales organismos médicos europeos aconsejan que todos los adultos se sometan a una prueba de niveles de Lp(a) al menos una vez en su vida. En Estados Unidos, la Asociación Nacional de Lípidos, que agrupa a especialistas en trastornos lipídicos, ha emitido una recomendación similar en marzo de este año.
Por último, en opinión de la doctora Christie Ballantyne, presidenta de la Asociación Nacional de Lípidos y profesora de medicina en el Baylor College of Medicine, “los niños también pueden beneficiarse de una prueba de Lp(a), especialmente si uno o ambos padres han experimentado un infarto u otro problema cardiovascular a una edad temprana”. Para ella, “la aterosclerosis es más tratable en las etapas iniciales de la vida”.