La ketamina, inicialmente desarrollada como medicamento anestésico y analgésico, ha demostrado ser eficaz en situaciones de emergencia o para pacientes con determinadas afecciones médicas. Sin embargo, en los últimos años, el uso recreativo de esta sustancia se ha vuelto cada vez más frecuente, lo que genera crecientes preocupaciones sobre sus riesgos.
El uso regular recreativo de la ketamina puede llevar a la dependencia y adicción. Además, puede producir secuelas neuropsiquiátricas, como psicosis y deterioro cognitivo.
Pero existe también un efecto a veces no considerado en el uso de la ketamina y es aquel sobre el sistema renal-urológico. Esto nos lleva a poner el foco en el impacto sobre el sistema urinario y ver de qué manera se han multiplicado los casos de afecciones vesicales, inclusive de tipo tumoral, en relación al uso de ketamina.
El efecto sobre este sistema, menos considerado que los exclusivamente neuropsiquiátricos, sirve para remarcar el impacto sistémico de las drogas y en este caso la ketamina, que subraya un efecto “recreacional” inocuo sobre el psiquismo que es en realidad la fantasía de “una psique sin cerebro” y también sin un organismo completo sometido a la agresión de la droga.
Qué es la ketamina
La ketamina es un derivado de la fenciclidina (PCP) que actúa como un antagonista del receptor N-metil-D-aspartato (NMDA), que es un tipo de receptor de glutamato presente en las sinapsis neuronales, y participan en la regulación del potencial excitatorio postsináptico e interviene en la plasticidad neuronal, el aprendizaje y la memoria.
Este receptor, a su vez, participa en el mecanismo patogénico de la epilepsia, el accidente cerebrovascular, o de enfermedades neurológicas degenerativas tales como Parkinson o el Huntington.
La ketamina, al bloquear a estos receptores, lleva a la disociación, percepción alterada y analgesia. Por otro lado, esta sustancia modula otros neurotransmisores como el glutamato, la dopamina y la serotonina.
Los usos terapéuticos de la ketamina
Conocida bajo diversos nombres comerciales, la ketamina fue inicialmente usada como un anestésico con efectos disociativos, principalmente para inducir anestesia general durante procedimientos médicos que no requieren relajación muscular.
Sin embargo, se han ido encontrando en el campo de la neuropsiquiatría diversos usos:
- Anestesia: se usa ampliamente para la inducción de anestesia gracias a su rápida acción y a la mínima depresión respiratoria que provoca. Así es útil en casos en que es central mantener los reflejos de las vías respiratorias durante un procedimiento.
- Como analgésico para el manejo del dolor agudo y crónico: el uso a dosis bajas de ketamina no causa disociación, y puede aliviar el dolor severo por trauma, fracturas, dolor abdominal, dolor en brazos o piernas o lumbar, así como en particular el molesto dolor neuropático presente en varias patologías, y también en cuadros de dolor crónico como en la fibromialgia.
- Como analgésico para sedación breve: usada en procedimientos de urgencia o en guardias para, por ejemplo, hacer abordaje inicial de fracturas o dislocaciones articulares o se trabaja en heridas más simples pero en niños o en individuos con excitación o no cooperativos.
- Tratamiento del estatus epiléptico: esta es una condición grave y de urgencia, y emerge cuando alguien no responde los medicamentos anticonvulsivos estándar. De todas maneras, no es un tratamiento establecido de manera definitiva ya que todavía no la evidencia no es concluyente respecto a su uso en esta condición y por los efectos secundarios.
- Tratamiento de la depresión: en los últimos años, diversas investigaciones desde algunos años han abordado los efectos antidepresivos de la ketamina. Las infusiones intravenosas de ketamina aparecen como un tratamiento prometedor en formas de depresión resistentes al tratamiento, proporcionando un alivio rápido y aparentemente con una duración de acción importante.
Este último efecto explica quizás su uso como droga de consumo en su efecto sobre el dolor tanto físico y como el emocional.
El uso recreativo y su potencial adictivo
Hace un tiempo, a raíz de unas declaraciones de Elon Musk y su uso de esta y otras drogas como la psilocibina, se abordó de manera pública dada la importancia del personaje en cuestión, una práctica frecuente en la actualidad y es el uso de, supuestamente, microdosis para abordar episodios depresivos.
Este uso automedicado y en algunos casos considerado recreativo, ha sido divulgado mucho principalmente en Estados Unidos, en particular en podcasts de amplia difusión, que relativizan otros riesgos y efectos adversos, como los siguientes:
1. Efectos psicotomiméticos como alucinaciones y desconexión-disociación: los usuarios de ketamina de alguna manera niegan el hecho de que puede producir alucinaciones similares a otras drogas como el LSD y el PCP (Fenciclidina) y no son solo drogas de esta familia que provocan fenómenos alucinatorios. Así, pueden experimentar percepciones distorsionadas de sonidos y visuales y estas, en parte por ser un efecto no esperado, generar mucha angustia. Los efectos son más pronunciados a dosis más altas.
2. Potencial adictivo:
- Dependencia y abuso: la ketamina tiene potencial de abuso, especialmente en el llamado uso recreativo o como se mencionaba antes para incrementar capacidades o estados anímicos. El uso regular puede llevar a la tolerancia, dependencia y adicción.
- Sobredosis: por un lado, genera una depresión del estado de conciencia con disminución de la alerta en etapas iniciales que puede no ser percibida con el riesgo de accidentes y, por el otro, a convulsiones y depresión respiratoria, entre otros síntomas.
A su vez el uso prolongado puede tener varios efectos secundarios preocupantes. Entre estos:
- Enfermedades de la vejiga y los riñones: el uso prolongado de ketamina puede llevar a la inflamación de la vejiga (cistitis) y daño del tracto urinario. Los síntomas son la micción frecuente, así como dolor al orinar, y en algunos casos hasta sangre en la orina (hematuria).
Un trabajo de 2022 señala la importancia de estar al tanto de estos síntomas ya que puede llevar a errores diagnósticos y a intervenciones riesgosas al no considerar a la adicción o el uso de ketamina entre los factores causantes.
- Secuelas neuropsiquiátricas:
Psicosis: Aparte de los efectos en el consumo agudo, el uso prolongado puede llevar a una constelación de síntomas que lo definan como psicótico y no como un episodio psicótico breve. Se suelen ver pacientes con alucinaciones, ideas paranoides y alteraciones del curso del pensamiento. Es importante notar que estos efectos pueden persistir incluso después de discontinuar la ketamina, y ser motivo de la necesaria investigación diagnóstica.
Deterioro cognitivo: es habitual, y en sentido contrario al uso que se pretende como potenciador cognitivo, que el uso frecuente de ketamina lleve a una disminución de la atención, deterioro de la memoria y de la función ejecutiva. Esto se acompaña o da como consecuencias dificultades de aprendizaje, depresión y ansiedad.
En conclusión, el uso de ketamina al igual que otros principios activos farmacológicos no es bueno o malo de manera abstracta sino que depende de su uso y el control por profesionales capacitados.
Es una herramienta valiosa en medicina, como por ejemplo en el tratamiento de depresiones resistentes con resultados muy prometedores pero también una sustancia con importantes riesgos y su abuso “recreativo” puede ser peligroso para la vida.
Los efectos no solo generan sintomatología que en la ilusión de un psiquismo “sin cerebro” pueden parecer pasajeros y sin consecuencias, sino que en todo el organismo y en particular en el cerebro, atacan toda la existencia del individuo.
* El doctor Enrique De Rosa Alabaster se especializa en temas de salud mental. Es médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista