Nadie puede dudar de que el actual ministro de Salud de la Nación Mario Russo fue un joven académicamente brillante. Se recibió de médico en la Universidad de Buenos Aires (UBA) a los 22 años y empezó la primaria a los 4 años en la ciudad de Catriel, provincia Río Negro, cuando acompañaba a su hermano mayor -con quien siempre lo unió una relación entrañable- de oyente a la única escuela que tenía el pueblo, y terminó la secundaria a los 16.
Es hijo de un matrimonio de inmigrantes italianos que supo hacerle pasar una niñez temprana acomodada pero que duró poco. Cuando tenía 12 años murió su padre y su vida se transformó para siempre. Junto a su madre y su hermano, viajaron los tres a Buenos Aires y se instalaron en una casa modesta de uno de sus abuelos en el partido bonaerense de San Martín.
“Para ir al baño, había que salir afuera de la casa. Por eso, a mí no me vengan a relatar la pobreza. Yo la viví, yo sé lo que es ir a las 4 de la madrugada al Hospital Castex (hoy llamado Hospital General de Agudos Eva Perón) a sentarme en el piso a pedirle un turno a mi vieja. Sé cómo funcionan las cosas, no me lo van a explicar a mí”, recordó Russo a Infobae, en una charla a corazón abierto y sin filtros.
En esa casa de San Martín se crió -en una habitación compartida para tres- hasta que se recibió. “Soy un ejemplo de cómo la universidad pública te puede transformar la vida para siempre, me pasó”, señaló.
Luego, eligió la especialización en cardiología, y reconoce que la unidad coronaria y la sala de cuidados intensivos moldearon su temple. “Nunca fui un médico de consultorio”, dijo. Esa lucha digna y resiliente entre la pobreza en el conurbano y el esfuerzo por salir adelante, lo determinaron hasta hoy.
Más tarde, llegó el tiempo del cardiólogo exitoso: en los inicios de su carrera fue jefe de Residentes del Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular del Hospital Español de Buenos Aires, donde luego coordinó el Servicio de Recuperación Cardiovascular y dirigió la Unidad Coronaria hasta diciembre de 2000. Sus últimos desafíos en el sistema privado de salud los enfrentó en el prestigioso FLENI, donde fue jefe de Unidad Coronaria de Alta Complejidad de 2001 hasta 2004. Y más tarde, fue jefe del Departamento de Cardiología en FLENI.
Russo se formó en el frenesí de las guardias y es parte de una generación que creció cuando la cardiología alcanzó su esplendor: vivió de cerca la impronta del mejor, René Favaloro, el auge de los trasplantes, los stents de arterias coronarias… todo cambió. “También hay que decirlo, la cardiología es una especialidad que está muy atravesada por el ego de quienes la practican, esa es la parte que me alejó”, postuló el ministro Russo.
—René Favaloro fue un faro para la cardiología argentina y mundial. ¿Lo conoció?
—Sí, lo conocí. Uno se lo imagina tranquilo, pero no era así para nada; en medio de una cirugía paraba todo y les gritaba a todos. Era durísimo, pero con un compromiso social único y distinto. Tenía una utopía: creer que en la Argentina se podía crear un lugar de excelencia en investigación, financiado por sindicatos y obras sociales. Esa inocencia le pasó factura. Fue muy duro para él y para todos los que lo admiramos.
Fortaleza en el vaivén
Sus colaboradores más cercanos señalan que el ministro tiene como gran activo, una conducta de trabajo con efecto vaivén. Que oscila entre la precisión suiza de un cardiocirujano; y una gran sensibilidad y empatía sobre qué necesitan los más vulnerables.
Es uno de los ministros que goza del apoyo y el respeto de ambos hermanos Milei, del presidente en ejercicio y de su hermana Karina, “la Jefa”. Incluso Russo da una paso más y afirma que se siente avalado para ser parte del gabinete de la nueva etapa o refundación del actual gobierno. No se ve afuera.
Esta nueva etapa nace a partir de la aprobación de la Ley Bases -que tomará 60 días para su implementación- y según explicó Russo: “Luego de ese periodo, vendrá mi propio paquete legislativo para profundizar los cambios en la gestión del Ministerio de Salud. Hay cambios que quiero implementar para profundizar el criterio de la descentralización, pero se necesitará un marco de leyes. Por ejemplo, el próximo 31 de julio vence la emergencia sanitaria en la Argentina, que hace más de 20 años está vigente. Es demasiado, hay que levantarla, buscar una solución y una reforma tributaria para el sector”.
“No soy un militante libertario”
El ministro de Salud de la Nación Mario Russo no se considera un militante libertario, pero tras más de tres décadas en la gestión de la salud privada y pública, abraza las ideas de un Estado ordenado y eficiente, pero no mínimo.
Descentralización es el concepto clave que le da la impronta a su gestión. Milita esa idea detrás de cada decisión y es en donde asienta la mejor de sus virtudes -ser un buen administrador- como señalaron a Infobae sus propios colaboradores de la cartera que lidera: “Cuando agarra el lápiz es implacable con los números, hace valer el criterio de la eficiencia y el orden en los presupuestos; algo que en salud es fundamental para hacerlos perdurables en el tiempo. Pero, a la vez tiene la empatía suficiente para dimensionar que la salud pública es un activo fundamental para los argentinos”.
Russo dice que no llegó al Ministerio para poner en riesgo a la salud, a ese activo fundamental, pero sí cree firmemente que hay que optimizar los presupuestos y empoderar a las jurisdicciones. “Como hace el modelo español y el europeo en general con el sistema público. Lo que es deseable implementar son mecanismos de control”, explicó.
¿Quién es Mario Russo? ¿Cuál es su historia? ¿Quien está sentado detrás de un Ministerio que parecía que Javier Milei venía a cerrar?. “Lo vinimos a mejorar y también a refundar en algunas cuestiones esenciales“, afirmó Russo a Infobae
Como ya había declarado a Infobae, concibe el Ministerio de Salud de la Nación con un rol de rectoría, de gran coordinador que brinda lineamientos a las otras carteras sanitarias de cada jurisdicción. Esto implica hacer valer la prioridades con una profunda mirada federal, no es lo mismo la agenda de la salud en el NOA, en el NEA o en la zona centro del país.
Russo salió golpeado del pico histórico de dengue de este año 2024, incluso con la aparición de una vacuna disponible (Qdenga® del Laboratorio Takeda que en los estudios clínicos mostró un descenso del 84% en las hospitalizaciones y una disminución del 61% en los casos sintomáticos tras la aplicación de dos dosis) .
La vacuna no está incluida hoy para todos en el Calendario Nacional de Vacunación (CNV), de forma gratuita y obligatoria por el Estado nacional. Hasta el momento, Russo tomó el criterio de la OMS, que es pagar y sugerir la inmunización para grupos priorizados y no para la población general. Sobre todo en los territorios argentinos de NEA y NOA. Y verá qué hace con la zona Centro.
“Luego del brote de marzo-abril de este año , diseñamos un Plan Integral Nacional contra el Dengue”, señaló Russo. Cómo adelantó Infobae, el Ministerio de Salud definió una estrategia nacional contra el dengue. Las decisiones fueron tomadas en consenso con organismos expertos como Comisión Nacional de Inmunizaciones (CoNaIn) y la Organización Panamericana de la Salud (OPS).
“La vacunación se realizará a partir de una estrategia focalizada, priorizando la franja entre los 15 a 19 años y la garantizará el Estado. Cada jurisdicción deberá asumir el control territorial del mosquito vector y recibirá transferencias por cumplimiento de metas”, explicaba.
“En Argentina, somos más flexibles y permitimos que quien quiera vacunarse pueda hacerlo, aunque debería empezar a enfocarse sólo en los grupos de riesgo. Es necesario mejorar la comunicación y el Registro Nomivac (Registro Federal de Vacunación Nominalizado) para asegurar la efectividad real del plan de vacunación. Saber en qué lugar y quiénes, con nombre y apellido, se aplicaron las vacunas”, sostiene el ministro.
Llegamos para transformar
Russo aclaró: “Hasta nuestra llegada, el Ministerio era una peregrinación de pedidos de todo el país, un cuello de botella que concentraba dinero y poder. Y administraba tareas que le corresponde a cada jurisdicción administrar”.
En la extensa charla con Infobae se muestra firme ante las medidas que considera necesarias tomar, dice no estresarse frente a las presiones y la puja de intereses que desde siempre se tejen en torno a la cartera nacional de salud. Ni las presiones de los laboratorios, ni de las prepagas, ni de las obras sociales. “Y tampoco de mis colegas, porque entre los profesionales de la salud gobierna el ego”, define.
“La resiliencia no es una virtud, la vida te va haciendo”, agrega Russo, como parte de la historia de su vida. Cuando llegó al FLENI, considerado uno de los institutos élite en neurociencias de la región y el mundo, y mientras tocaba lo que para cualquier médico podría considerarse el cenit profesional, Russo se volvió al conurbano. A su origen, a su tierra natal y de alguna manera volvió a empezar.
Nacido en 1967, el actual ministro lleva 15 años en la función pública antes de su llegada al Ministerio de la Nación. Los inicios de Russo en la gestión pública arrancan en el 2001, con la puesta en marcha y la dirección del Servicio de Cardiología del Hospital Polo Sanitario del municipio de Malvinas Argentinas.
Ya en territorio bonaerense entre 2009 y 2015 fue secretario de Salud de San Miguel, bajo la intendencia de Joaquín de la Torre (Partido de la Victoria primero y Cambiemos después), mientras que en el período 2015-2017 ocupó el mismo cargo en Morón, cuyo jefe comunal era Ramiro Tagliaferro (PRO). Posteriormente, Russo fue secretario de Gobierno del intendente de Morón.
Durante la gestión de María Eugenia Vidal (Cambiemos) en la Provincia de Buenos Aires, fue subsecretario de Coordinación de Políticas Sanitarias y de Planificación y Contralor Sanitario del Ministerio de Salud bonaerense. Ocupó, hasta diciembre de 2019, el lugar de consejero en representación de la provincia en el Consejo de Administración del Hospital El Cruce, de Florencia Varela.
— A partir de la promulgación de la Ley Bases, siendo que necesita aún 60 días para su implementación, ¿Considera usted que estamos ante una nueva etapa en el Gobierno? ¿Cuáles son los próximos pasos en la agenda del Ministerio de Salud?
— Ministro Mario Russo: Es cierto que este es un nuevo tiempo para el Gobierno, de hacer sólidos los equipos, y de que las ideas se asienten. Nosotros en Salud fuimos pioneros, antes de la Ley Bases, ya que en el DNU 70/2023 pusimos el sello de la gestión, hacia dónde queremos ir en Salud: el tema de la desregulación de obras sociales y prepagas, descentralizar la gestión de la salud hacia las jurisdicciones de todo el país, la receta electrónica, que para nosotros es muy importante; será el primer paso para que este Ministerio empiece a manejar datos robustos, fidedignos y validados, para que empecemos a entender bien cuál es la carga de enfermedad en el país.
Sobre esa plataforma, vamos a montar la historia clínica informatizada en el futuro. Y estamos revisando el Nomivac (Registro Federal de Vacunación Nominalizado). Seremos mucho más exigentes, para nosotros va a ser un vector de gestión, es decir que si un adulto recibe una ayuda del Estado para que sus chicos puedan alimentarse y recibir salud, tendrán que vacunar a los chicos para que estos crezcan sanos y tengan todas sus oportunidades. Debemos profundizar la idea del Estado rector, sin quitar derechos. Pero no podemos hacer de cada patología una ley, de cada ley un programa, y de cada programa un laboratorio atrás que vende justo eso.
—En estos seis meses de Gobierno, ¿cuál es el impacto real hasta ahora de la descentralización en los números y las políticas de Salud de la Nación?
—Al principio, por todo lo que el Presidente generaba, los ministros de Salud de las provincias no creían en la descentralización. Creían que el Ministerio Nacional iba a desaparecer. Pero luego de varias reuniones donde fundamentamos nuestra dirección, avisamos que, por ejemplo, el programa ENIA (Plan Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia) iba a seguir, que las cosas buenas y controladas y bien implementadas no iban a cambiar. El resto sí. En eso todos estuvieron de acuerdo, porque todos veían el despilfarro.
Otro ejemplo es el cobro a extranjeros en el sistema público argentino. Ahora, Salta, Neuquén y Mendoza empiezan a cobrar a extranjeros y esto ocurre por un cambio cultural. Es cierto que algunos nos juzgan como insensibles, las provincias empiezan a ordenarse también. Celebro que la PBA empiece a comprar medicamentos oncológicos, y que además lo anuncien. Entonces el concepto es redefinir y priorizar las políticas de salud de cada jurisdicción.
— Usted pondera como eje de su gestión la idea de la descentralización, derramar el poder y la gestión hacia las jurisdicciones (provincias). Algo similar al rol de los Centros de Prevención y Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) de los Estados Unidos, ¿Cree en aplicar este formato en la Argentina?
—¡Sí! En salud existen procedimientos estándar. Si alguien llega con dolor en el pecho, en vez de mandarlo a casa con la excusa de que es solo una gripe, en un buen sistema se le haría una placa de tórax y un electrocardiograma. Si algún resultado fue anormal, se lo deja en observación 12 horas y se analiza si hubo daño en el corazón. Hoy el sistema de salud está quebrado, eso lo saben muy bien las prepagas y todos los actores protagonistas. Y nosotros vinimos a refundarlo.
En el sistema público no hubo control durante muchos años, a muchas embarazadas se les realiza una ecografía mensual, cuando quizás no es necesario. Para eso está la evidencia científica, por eso debe haber una orientación rectora, se deben implementar mecanismos de control, ya lo hizo Europa en el sistema público.
Otro tema es la gestión sanitaria. La financiación municipal depende de la coparticipación provincial y los impuestos locales. Con esos ingresos, un municipio de 500.000 habitantes no puede cubrir desde una neurocirugía hasta la atención pediátrica. En paralelo existe un sistema donde “los que se avivaron” dijeron “vamos a poner un hospital de complejidad”, porque la coparticipación por cada cama de alta complejidad es un montón de plata.
Entonces se terminó armando un sistema en función de la plata que se le puede “sacar” a los recursos provinciales. Cuando revisás esto, ves que dieron vuelta al sistema sanitario.
¿Por qué no explota este tipo de sistema? Porque desde Nación pagamos los medicamentos de alto costo, o las vacunas como corresponde; pagamos los tratamientos caros, como los trasplantes. Entonces, viene una nueva etapa, el Ministerio de Salud no es una ONG benéfica, nosotros debemos ser vectores para ir ordenando el sistema con el financiamiento adecuado, con prioridades.
— Otra medida en la conversación pública son los llamados “sistemas de vouchers de salud”, con el primer caso testigo en el municipio de San Nicolás ya en marcha, ¿Cómo define este sistema ? ¿Cree que hay que ampliarlo?
—El (mal) llamado voucher de salud es en realidad una herramienta digital que permite la trazabilidad de los pacientes, para que cada persona con su teléfono, su DNI o lo que fuere, vaya a un centro médico, le hagan la consulta y el municipio pague por la consulta.
En San Nicolás, se ha construido un centro de atención pública hasta media complejidad. Si un paciente necesita atención más compleja, es derivado al Hospital Provincial. Este sistema se complementa con la atención primaria del sector privado, lo que reduce costos.
Con una población de 150.000 personas, el 30% no tiene cobertura, es decir, unas 50.000 personas. El municipio paga por las consultas del sector privado, que también interna a pacientes con obras sociales y prepagas. Este modelo crea sinergia entre lo público, lo privado y las obras sociales, con financiamiento mixto. No obligamos a los municipios a adoptar el sistema de vouchers, pero lo fomentamos porque creemos que es la forma adecuada de gestionar.
Creo que este modelo funcionará bien en 5 años, debemos ser realistas: no hay médicos y la salud es híper costosa. Por ejemplo, no puede haber dos angiógrafos en dos cuadras a la redonda en una misma ciudad, cuando hay cuatro hemodinamistas en toda una provincia.
“Ahí es donde entra la vieja política, cuando a un gobernador o intendente lo que le importa es inaugurar el hospital y cortar la cinta”
El programa de cannabis medicinal, bajo la lupa
Según pudo saber Infobae, uno de los próximos pasos del Ministerio de Salud es ordenar la implementación del Registro Nacional de personas autorizadas al cultivo controlado con fines medicinales y/o terapéuticos (Reprocann), conocido como el programa de cannabis medicinal.
Tras una evaluación del registro, se establecerán nuevos requisitos que incluirán la habilitación municipal y la ausencia de antecedentes penales para quienes participan en el proceso de acceso al programa: particulares, cultivadores y organizaciones no gubernamentales (ONG). El objetivo es incrementar los controles y darle transparencia. El Reprocann hoy cuenta con más de 100.000 solicitudes pendientes de revisión, la mayoría relacionadas con trastornos de ansiedad, insomnio y dolores.
Según supo Infobae las autoridades nacionales encontraron que el 16% de las prescripciones fueron hechas por solo seis profesionales médicos y 60 profesionales concentran más de mil prescripciones cada uno. Ante esta situación, se priorizó la autorización de trámites según la criticidad del diagnóstico, comenzando por niños y adolescentes con epilepsia refractaria.
“El Reprocann es un claro ejemplo de un Estado bobo o indolente. Comenzó con la medicación para chicos menores de seis años con epilepsia refractaria. Cuando revisamos el sistema, encontramos 380.000 solicitudes y siguen entrando 50.000 al mes”, explicó Russo.
Al auditar el sistema encontraron irregularidades que hacen sospechar de redes ilegales que utilizan un programa de salud pública para negocios clandestinos: “Encontramos que 60 médicos prescriben cerca del 70% de las recetas. Uno solo indicó 13.000 recetas. Existe todo un negocio detrás, les cobran 10 mil pesos por receta. Nosotros no podemos avalar eso. Existen tres tipos de solicitantes: individuos con recetas médicas para diversas condiciones, cultivadores comunitarios o solidarios, y ONG que pueden cultivar hasta 1.500 plantas para 150 personas. Este sistema incluso ha sido aprovechado por grupos ilegales, como la barra brava de Rosario, que usan el carnet de Reprocann para cultivar”, detalló Russo.
“El Calendario Nacional de Vacunación no se toca”
Argentina cuenta con uno de los calendarios de vacunación más completos del mundo y abarca todas las etapas de la vida, las vacunas incluidas en el calendario se aplican de forma gratuita y obligatoria para los grupos recomendados, desde los bebés hasta adultos mayores que conforman los grupos de riesgo.
— La sociedad argentina percibe como un activo al Calendario Nacional de Vacunación, ¿va a continuar intacto?, ¿cómo se financiará?
—Sí, el Calendario Nacional de Vacunación no se toca, para nosotros es prioritario. Pero tenemos que estar atentos, como con el dengue o con el virus sincicial respiratorio. Es parte de nuestra responsabilidad ponernos firmes en lo que realmente tenga un impacto para la salud. Para saber el impacto necesitamos los datos.
En definitiva, la idea es volver más eficiente un ministerio descentralizado con datos. Y esta idea rectora atraviesa desde la recetas electrónicas hasta las sinergias público-privadas. Se trata de resolver problemas sin ideologías, aprovechando la infraestructura y recursos humanos disponibles, tanto públicos como privados.