Más de 430.000 personas son diagnosticadas con cáncer de riñón y casi 180.000 mueren a causa de esta enfermedad, cada año, en todo el planeta, asegura el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (CIIC, por sus siglas en inglés), agencia especializada de la Organización Mundial de la Salud. Esta patología se caracteriza por el crecimiento anormal de células en el tejido renal, formando una masa llamada tumor.
Cada tercer jueves de junio, se conmemora el Día Mundial del Cáncer de Riñón, impulsado por la Coalición Internacional contra el Cáncer de Riñón (International Kidney Cancer Coalition), con el objetivo “de sensibilizar y concienciar a la población en general, cuidadores, organizaciones y profesionales de la salud acerca de esta patología que afecta a millones de personas en el mundo”.
Es más frecuente en personas entre 65 y 74 años. El Fondo Internacional para la Investigación del Cáncer (WCRF, por sus siglas en inglés) asegura que esta patología es el 14.º cáncer más común en todo el mundo, ubicándose en el 10.º lugar en los hombres y 13.° en mujeres, siendo que el tipo más común es el carcinoma de células renales (CCR), que representa aproximadamente el 90% de todos los casos. Por lo general, solo se ve afectado un riñón, pero en casos raros puede desarrollarse en ambos. Otros tipos menos comunes incluyen el carcinoma urotelial y el tumor de Wilms, más frecuente en niños pequeños aunque todavía raro.
En Estados Unidos es uno de los 10 cánceres más comunes tanto en hombres como en mujeres y representa alrededor del 4% al 5% de todos los diagnósticos oncológicos. Mientras que la Asociación de Pacientes VICARE de Cáncer Renal y de Vejiga destaca que en América Latina la incidencia de esta enfermedad se estima en 4,4 casos por cada 1,000,000 de habitantes anualmente. En Argentina se diagnostican más de 5 mil casos al año, siendo el quinto tumor más frecuente en nuestro país, detrás de los cánceres de mama, colon, próstata y pulmón.
¿Cuáles son los síntomas del cáncer de riñón?
“El cáncer renal suele no presentar síntomas en sus estadios iniciales y la detección se realiza por hallazgos casuales en estudios de rutina o motivados por otras sintomatologías, como puede ser análisis de sangre o ecografías abdominales”, afirmó el doctor Matías Chacón, médico oncólogo y expresidente de la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC) en una nota con Infobae.
En sus primeras etapas, el cáncer de riñón a menudo no produce ningún síntoma perceptible. A medida que el tumor crece, los síntomas pueden comenzar a aparecer. Según la Clínica Cleveland de EEUU, los síntomas del cáncer de riñón pueden incluir:
- Sangre en la orina (hematuria)
- Un bulto o masa en el área del riñón
- Dolor de costado
- Cansancio
- Una sensación general de no sentirse bien
- Pérdida de apetito
- Pérdida de peso
- Fiebre leve
- Dolor de huesos
- Hipertensión
- Anemia
- Alto calcio
Estos síntomas pueden ocurrir con otras enfermedades y, por lo tanto, no necesariamente significan que tenga cáncer de riñón. Si tiene alguna inquietud, comuníquese con su médico.
Cuáles son los factores de riesgo del cáncer de riñón
Se desconocen las causas exactas del cáncer de riñón, pero existen ciertos factores de riesgo que pueden aumentar las posibilidades de desarrollar la enfermedad. Estos son:
- Tabaquismo: los fumadores tienen casi el doble de riesgo de desarrollar la patología.
- Obesidad.
- Hipertensión: llamada también presión arterial alta, se ha relacionado con un mayor riesgo.
- Antecedentes familiares.
- Radioterapia: mujeres tratadas con radiación para el cáncer de sus órganos reproductivos pueden tener un riesgo ligeramente mayor.
- Cambios genéticos (mutaciones): los cambios en ciertos genes pueden aumentar el riesgo.
- Tratamiento de diálisis a largo plazo.
- Complejo de esclerosis tuberosa: esta enfermedad provoca convulsiones y formación de tumores en diversos órganos.
- Enfermedad de von Hippel-Lindau (VHL): trastorno hereditario que causa tumores en vasos sanguíneos, aumentando el riesgo de cáncer de riñón.
Cómo se diagnostica el cáncer de riñón
Para diagnosticar el cáncer de riñón, se utilizan varias pruebas y procedimientos:
- Análisis de sangre y orina: controlan la salud general y detectan signos de problemas renales.
- Pruebas de imagen: se incluyen ecografías, radiografías de tórax, tomografías computarizadas (TC), resonancias magnéticas (RM) y gammagrafías óseas, para ver si el cáncer se ha propagado.
- Biopsia: aunque no siempre es necesaria antes del tratamiento, puede extraer una muestra de tejido renal para examinarla bajo un microscopio.
Otras pruebas adicionales incluyen:
- Tomografía computarizada (TC): radiografía especial que crea imágenes detalladas del interior del cuerpo.
- Imágenes por resonancia magnética (MRI): utiliza un imán grande, ondas de radio y una computadora para producir imágenes del interior del cuerpo.
- Ultrasonido: usa ondas sonoras de alta frecuencia para crear imágenes de los tejidos del cuerpo.
- Biopsia de masa renal: procedimiento en el que se inserta una aguja delgada en el tumor para extraer una muestra de tejido.
El diagnóstico temprano es crucial para mejorar las posibilidades de tratamiento y supervivencia. Si presentas síntomas persistentes o tienes factores de riesgo, es esencial consultar con un profesional de la salud para una evaluación adecuada.
Cáncer de riñón: cuáles son los tratamientos
El tratamiento del cáncer de riñón varía según la etapa de la enfermedad, la localización del tumor y la salud general del paciente, resaltan los expertos del Hospital Universitario George Washington y la Asociación Americana contra el Cáncer. Las principales opciones incluyen cirugía, terapias dirigidas e inmunoterapia.
- Cirugía: es el tratamiento más común y efectivo en las etapas tempranas del cáncer de riñón y puede ser nefrectomía radical (extirpación completa del riñón afectado, junto con la glándula suprarrenal y los tejidos circundantes, que puede hacerse mediante cirugía abierta, laparoscópica o asistida por robot) y la parcial (se elimina solo la parte del riñón que contiene el tumor, es indicado para los que son pequeños y para pacientes con un solo riñón funcional, el procedimiento es igual al caso anterior).
- Terapias: para los casos avanzados se pueden aplicar terapias dirigidas, que actúan sobre moléculas específicas que promueven el crecimiento de las células cancerosas, y buscan reducir el tamaño del tumor y frenar su progresión; o inmunoterapia, que utiliza el sistema inmunológico del paciente para combatir el cáncer y pueden mejorar la supervivencia de los pacientes.
- Otros tratamientos: ablación por radiofrecuencia (usa calor extremo para destruir el tumor sin necesidad de cirugía tradicional, es menos invasivo y es adecuado para ciertos pacientes con tumores pequeños); crioablación (utiliza el frío extremo para destruir el tumor, también es una opción menos invasiva para tumores pequeños); y cirugía robótica (emplea tecnología avanzada para realizar nefrectomías parciales con mayor precisión, siempre con la premisa de ser menos invasivo, sus beneficios incluyen menos dolor postoperatorio, menor pérdida de sangre y tiempos de recuperación más cortos).
Cómo prevenir el cáncer de riñón
Para prevenir esta patología es esencial mantener un estilo de vida saludable y reducir factores de riesgo. Aquí una lista, elaborada por expertos del Hospital Universitario George Washington y la Asociación Americana contra el Cáncer, sobre qué evitar y por qué
- Fumar: las sustancias químicas en el tabaco dañan las células renales, aumentando el riesgo de cáncer.
- Obesidad: la obesidad está relacionada con cambios hormonales y metabólicos que pueden contribuir al desarrollo del cáncer de riñón.
- Exposición a sustancias químicas nocivas: estas sustancias, como el cadmio y el asbesto, pueden dañar el ADN de las células renales, aumentando el riesgo de cáncer.
- Presión arterial alta no controlada: la hipertensión puede dañar los vasos sanguíneos de los riñones, incrementando el riesgo de cáncer renal.
- Dieta alta en grasas: una dieta rica en grasas saturadas y trans puede aumentar el riesgo de cáncer de riñón. Consumir una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y granos enteros, es fundamental para reducir este riesgo.