El doctor argentino Edgardo Young falleció el domingo a los 86 años, según confirmaron fuentes de la Academia Nacional de Medicina a Infobae. El experto fue una eminencia en medicina reproductiva y ginecología, y dejó una huella indeleble con su incansable dedicación a la especialidad.
Pese a que no se encontraba en buen estado de salud, según indicaron sus allegados, participó hasta sus últimos días de las reuniones de la Academia, en la cual figuraba como tesorero. “Era un buen investigador que, toda la vida, se centró en un tema haciendo aportes importantes para la medicina reproductiva argentina y del mundo”, contaron colegas de su entorno a Infobae.
En 1985, Young fundó el Instituto de Ginecología y Fertilidad (IFER), donde se desempeñó como director médico durante 39 años. “Incluso, hasta la última semana, concurrió y dirigió su instituto”, aportaron fuentes cercanas al doctor. Y remarcaron que tenía “un compromiso indisoluble con la atención del paciente”.
Young fue egresado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y continuó su formación en ginecología en la misma institución. Posteriormente, alcanzó el grado de Doctor en Medicina y desempeñó un papel crucial en la Sociedad Argentina de Medicina Reproductiva (SAMER), donde fue presidente entre 1989 y 1991.
Entre 1973 y 1985, Young fue jefe del Departamento de Fertilidad Femenina de la 1ª Cátedra de Ginecología de la UBA, una etapa en la que sus aportes resultaron fundamentales para el avance de la medicina reproductiva. Su prolífica producción académica incluye más de 200 publicaciones en congresos y revistas especializadas, lo que subraya su dedicación a la investigación y la difusión del conocimiento.
Además, fue miembro activo de diversas sociedades científicas tanto nacionales como internacionales, y ocupó distintos cargos que destacan su liderazgo y reconocimiento en el ámbito médico. Desde 2005, ejerció como Profesor Consulto de Ginecología en la UBA.
Young fue Académico de Número de la Academia Nacional de Medicina y ha sido distinguido como Maestro de Medicina Argentina por la Prensa Médica Argentina, un honor que reconoció su contribución excepcional a la medicina en el país. Su trayectoria no solo reflejó un compromiso incansable con la práctica médica y la investigación, sino también un legado perdurable en la ginecología y la medicina reproductiva.
En su vasta trayectoria, Young también ocupó el cargo de jefe del Departamento de Fertilidad Femenina de la Cátedra de Ginecología de la UBA. Sus enfoques innovadores y logros en la inducción de la ovulación sentaron las bases para futuras investigaciones y tratamientos en el campo de la fertilidad. La influencia de su trabajo trascendió fronteras, e impactaron en la práctica médica a nivel global, transformando la vida de numerosas pacientes.
Durante su tiempo en el Hospital de Clínicas, Young logró un hito sin precedentes al inducir la ovulación en mujeres estériles para obtener óvulos de mayor calidad. Esta técnica pionera, previa a la fertilización in vitro, permitió sincronizar el momento fértil y aumentar las posibilidades de embarazo sin incrementar las gestaciones múltiples.
El Instituto de Ginecología y Fertilidad, bajo la dirección del experto, se ha consolidado como un referente en la medicina reproductiva en Argentina. Desde su fundación en 1985, el IFER se ha destacado por su rigurosa formación científica: no por nada, posee una Unidad Académica de Ginecología dependiente de la Universidad de Buenos Aires. Además, es sede de la Carrera de Especialista Universitario en Medicina Reproductiva.
Al momento de ser consagrado como Maestro de Medicina Argentina por la Prensa Médica Argentina, en 2017, Young señaló: “Hace apenas dos años fui nombrado miembro de la Academia Argentina de Medicina y no creí que volvería a estar en este escenario. Pero hoy recibo este inmerecido premio de Maestro de la Medicina Argentina. La vida me da nuevamente la oportunidad de agradecer”.
Al tiempo que resaltó la importancia de la docencia y transmitir el conocimiento, ya que destacó que es un ámbito que deja de lado “el egoísmo, que se ve muy frecuentemente, donde pareciera que transmitir los conocimientos es exponerse a que a uno le roben las ideas”.