La hipertensión arterial es una enfermedad común y tratable que afecta a todo el sistema de vasos sanguíneos. Se produce por el aumento, sostenido en el tiempo, de la presión arterial; es decir, de la fuerza que ejerce la sangre sobre las paredes de las arterias. Se mide en milímetros de mercurio (mm Hg) y se considera alta cuando las lecturas son igual o superiores a 140/90 mm Hg.
“Se trata de una afección multifacética que requiere una comprensión completa y un enfoque integral para su manejo y tratamiento efectivos. Con un diagnóstico oportuno, cambios en el estilo de vida y una atención médica adecuada, es posible controlar la presión arterial y reducir el riesgo de complicaciones graves”, consideró la presidente del Comité de Hipertensión Arterial de la Federación Argentina de Cardiología (FAC), doctora Marcela Tripolone (MP 1792) en el Día Mundial de la Hipertensión.
La fecha busca generar conciencia en torno a esta afección y fomentar los esfuerzos para prevenirla, diagnosticarla y controlarla. A nivel internacional, casi la mitad de los adultos hipertensos desconoce su condición y solo uno de cada cinco tiene bajo control el problema. Así lo asevera la Organización Mundial de la Salud (OMS), que asimismo destaca que la hipertensión es una de las causas principales de muerte prematura en el globo.
Por qué la hipertensión arterial preocupa a los especialistas
En Argentina, se estima que una de cada tres personas adultas sufre de hipertensión arterial, cuyos efectos pueden ser devastadores a largo plazo para la salud.
En tanto, según alertaron desde la FAC, “en los últimos años, ha habido un aumento preocupante en la hipertensión infantil debido a la obesidad y otros factores de estilo de vida poco saludables, como el sedentarismo”. “El control de la presión arterial en niños es vital”, sostuvo Tripolone.
Cuáles son las causas de hipertensión arterial
La hipertensión primaria, o esencial, es la forma más común y generalmente se desarrolla gradualmente a lo largo de los años sin una causa identificable específica.
Sin embargo, hay otros factores que predisponen a esta enfermedad, entre los que el doctor Sebastián Obregón, jefe del Centro de Hipertensión Arterial y Envejecimiento Cardiovascular del Hospital Universitario Austral mencionó a la genética, que “hoy se sabe está involucrada, pero al ser una enfermedad tan prevalente, que afecta a casi 1500 millones de personas en todo el mundo, es difícil pensar que únicamente los genes sean determinantes”.
“Claramente, hay una relación causal con el consumo de sodio, un metal que -al interactuar con el calcio- provoca que las arterias se contracturen -agregó-. La ingesta excesiva de sodio también afecta a las bacterias que están en nuestro intestino y nos protegen de la inflamación, además de acelerar las funciones del cerebro, y provocar estrés interno”.
Otra causa de hipertensión es el sedentarismo. Al respecto, Obregón sostuvo que “cuando una persona hace actividad física, la cantidad de vasos sanguíneos abiertos y activos es mayor, entonces el mismo volumen de sangre se reparte en una mayor superficie y baja la presión”.
También el sobrepeso y la obesidad son factores que inciden, ya que “obligan al corazón a hacer más fuerza para repartir más sangre en un cuerpo de tamaño aumentado, lo que provoca un alza en el choque de cantidad de sangre sobre las paredes de las arterias y, por tanto, de la presión arterial en el sistema”, señaló el especialista del Hospital Austral.
Y agregó: “El estrés crónico, la contaminación ambiental y la contaminación acústica son otras causas de hipertensión, al igual que los cambios bruscos de temperatura, algo cada vez más importante en Argentina por la alteración de nuestro clima subtropical”.
A lo que Tripolone sumó: “Por otro lado, la hipertensión secundaria puede ser el resultado de afecciones subyacentes, como problemas renales, trastornos hormonales o el uso de ciertos medicamentos”.
¿Por qué la hipertensión aumenta el riesgo de sufrir una enfermedad del corazón?
Según explicó Obregón, “la hipertensión provoca que el corazón deba trabajar forzado todo el tiempo”. “Es como andar en bicicleta siempre cuesta arriba: el corazón lo logra, pero hace un esfuerzo inmenso que desgasta sus mecanismos hasta que, finalmente, claudica -ahondó el especialista-. El corazón primero se refuerza, o sea, entrena como si hiciera pesas, pero finalmente los músculos se agotan y sobreviene un desgaste de la estructura que hace que el corazón se dilate y pierda efectividad. Es como si nuestras piernas que empujan la bicicleta ya no tuvieran la fuerza necesaria; y lo que sobreviene entonces es la insuficiencia cardíaca”.
En la misma línea, la experta de la FAC destacó que “la hipertensión no controlada puede dañar gravemente los vasos sanguíneos y los órganos del cuerpo, lo que aumenta el riesgo de complicaciones graves como ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares (ACV), aneurismas, insuficiencia cardíaca, problemas renales, problemas oculares, síndrome metabólico, demencia y más”.
Y tras asegurar que “una vez diagnosticada, el tratamiento puede incluir medicamentos, pero es fundamental un cambio de vida del paciente”, Tripolone enumeró que “dejar de fumar, reducir el consumo de alcohol, controlar el peso, hacer ejercicio regularmente y seguir una dieta saludable baja en sal y grasas saturadas son los primeros pasos para regular naturalmente la presión arterial”.