Los relojes biológicos son los dispositivos de tiempo naturales del cuerpo que regulan el ciclo de los ritmos circadianos, que son los cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo de 24 horas.
Casi todos los tejidos y los órganos biológicos contienen relojes. El cerebro es el coordinador de todos ellos y los mantiene sincronizados. Nuestro organismo reacciona a la señal dada por la luz al amanecer y su disminución al anochecer, es decir los ritmos de vigilia y sueño. Y estos afectan directamente el buen funcionamiento del organismo.
Un nuevo estudio publicado en PLOS One mostró que trabajar de noche y horarios variables en la edad adulta temprana puede aumentar los riesgos de depresión y mala salud en la mediana edad.
La investigación examinó los horarios de trabajo y los patrones de sueño de más de 7.000 estadounidenses entrevistados durante tres décadas, con edades comprendidas entre los 22 y los 50 años. Para sorpresa del autor del estudio, el profesor Wen-Jui Han de la Escuela de Trabajo Social Silver de la Universidad de Nueva York , sólo una cuarta parte de los participantes trabajaban exclusivamente en horario diurno tradicional, de 9 a 17 horas.
El resto (tres cuartas partes de la muestra de trabajadores estadounidenses nacidos en la década de 1960) trabajaba en horas variables. Aquellos con turnos de trabajo más cambiantes, incluidas horas nocturnas y horarios rotativos, informaron dormir menos y una mayor probabilidad de mala salud y depresión a los 50 años que aquellos con horarios diurnos más estables.
“Las recientes transformaciones del mercado laboral provocadas por los avances digitales y tecnológicos, junto con el auge de la economía de servicios desde la década de 1980, han sometido a más trabajadores a condiciones precarias, como horarios de trabajo irregulares y salarios bajos o impredecibles, amenazando su bienestar económico y salud”, dijeron los investigadores, quienes expresaron que le gustaría que su investigación genere nuevas formas de “proporcionar recursos para ayudar a las personas a tener una vida feliz y saludable cuando están físicamente exhaustas y emocionalmente agotadas debido a su trabajo”.
Según el estudio de Han, las mujeres blancas con educación universitaria y trabajo diurno estable reportaron un promedio de seis horas más de sueño a la semana que los hombres negros que no habían completado la escuela secundaria y que trabajaron en horarios variables durante la mayor parte de sus vidas.
En tanto, las mujeres negras que no completaron la escuela secundaria y cambiaron de un horario diurno regular a un empleo volátil a los 30 años tenían cuatro veces más probabilidades de reportar problemas de salud que los hombres blancos con educación universitaria y una vida laboral diurna estable y estándar.
El estudio mostró una relación entre el trabajo nocturno y los turnos rotativos con la falta de sueño y la mala salud, pero no puede probar que uno cause el otro.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EEUU vinculan la falta de sueño con enfermedades crónicas, como la diabetes, las enfermedades cardíacas y la obesidad.
La cantidad de sueño que una persona necesita para mantenerse saludable depende de la edad, pero la Academia Estadounidense de Medicina del Sueño y la Sociedad de Investigación del Sueño recomiendan que los adultos entre 18 y 60 años duerman al menos siete horas por noche.
Investigaciones anteriores han demostrado que el sueño, la dieta y los hábitos sociales necesarios para trabajar de noche y en turnos rotativos pueden aumentar el riesgo de desarrollar diabetes. En 2019, las personas negras tenían el doble de probabilidades que las blancas de morir de diabetes, según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU.
Muchos de los participantes en el estudio de Hans que tenían horarios de trabajo volátiles tendían a tener trabajos a tiempo parcial, en algunos casos múltiples trabajos a tiempo parcial.
Otro estudio, el más grande del mundo sobre la exposición a la luz y su impacto en la salud mental, realizado con 85.000 participantes y publicado en 2023 en la revista Nature Mental Health, indicó que estar a la luz durante la noche aumenta el riesgo de una persona de sufrir trastornos psiquiátricos como ansiedad, trastorno bipolar y trastorno de estrés postraumático así como autolesiones.
De acuerdo a la investigación, en las personas expuestas a grandes cantidades de luz durante la noche, el riesgo de depresión aumentó en un 30%, mientras que aquellos que estuvieron expuestos a grandes cantidades de luz durante el día redujeron su riesgo de depresión en un 20%.
“Estos hallazgos indican que la simple práctica de evitar la luz durante la noche y buscar una luz más brillante durante el día podría ser un medio eficaz y no farmacológico para reducir los problemas de salud mental”, dijeron en este último estudio.