La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a una epidemia como el aumento “inusual del número de casos de una enfermedad determinada en una población específica, en un período determinado”; mientras que una pandemia es “una epidemia que se ha extendido por varios países, continentes o todo el mundo y que, generalmente, afecta a un gran número de personas”.
Estos conceptos están arraigados en la práctica científica desde hace tiempo, pero sin dudas, durante y después de la pandemia por el COVID-19 tomaron un cariz particular en la cotidianidad de las personas. Una de las voces de referencia para reflexionar al respecto es la de la argentina Marta Cohen, médica patóloga pediatra, profesora honoraria del Departamento de Oncología y Metabolista de la Universidad de Sheffield.
Cohen, quien reside en el Reino Unido, llegó a Buenos Aires esta semana para dar una serie de conferencias en las que aportará, entre otros puntos, las lecciones que dejó el SARS-CoV-2 en la humanidad y las claves para prevenir nuevas epidemias. Para ella, “hay que apostar a la detección y a la prevención más que a la cura para evitar brotes epidémicos u otra pandemia”. Esta frase que dejó la especialista en diálogo con Infobae sintetiza parte de sus observaciones en torno a temas como la salud infantil, la situación del dengue en el planeta y el cambio climático. Estos tres ejes están conectados entre sí. Veamos por qué.
“Con respecto al cambio climático, hay que dimensionar que tiene incidencia en la salud. ¿Por qué? Porque la salud del planeta y de sus habitantes dependen en parte de la salud de los ecosistemas. En ese sentido, en 2022, en Estados Unidos, un estudio planteó que en las próximas centurias muchas especies van a sobrevivir mudando sus áreas geográficas, es decir, cambiando su hábitat. Esto sucedería con unos 10 mil mamíferos entre los que estamos los seres humanos. Los hábitats van a cambiar en hasta 100 kilómetros, y también se trasladarán patógenos”, dijo Cohen.
Y siguió: “Entonces, los virus de un animal van a entrar en contacto con otro animal y van a empezar a compartir hábitat. Esto generará oportunidades para la interacción del humano con mamíferos salvajes y para el intercambio de patógenos virales; lo que se llama el salto interespecie. Con el cambio climático, se supone que los mamíferos sean los que originen una nueva zoonosis que pueda convertirse en una epidemia como MPOX (antes viruela del mono). Todo va a depender del calentamiento global. El modelo predice que si el calentamiento global se mantiene dentro de los objetivos del Acuerdo de París que es por debajo de 2°C, el cambio de hábitat podría generar 300 mil instancias de encuentro inter especie y 15 mil eventos de esta clase. Esto, de hecho, es lo que sucedió con el COVID”.
Por lo tanto, para Cohen, “hay que vigilar epidemiológicamente de manera continua, detallada y eficaz. Si no podemos identificar lo que está pasando en otros lugares y en la región, nos va a agarrar tarde y va a pasar como en la pandemia. Necesitamos cooperación internacional, además de políticas epidemiológicas y sanitarias adecuadas. Y por supuesto, se precisan fondos para la ciencia: hay que revertir la inequidad actual, ya que tanto en África como en Asia y Latinoamérica es donde el mundo tiene menos inversión”.
“En el futuro, van a surgir nuevos virus y por eso se habla de la enfermedad X (aún desconocida). Lamentablemente, tenemos resistencia antibiótica: cada vez hay más bacterias que resisten a los antibióticos porque hemos abusado de ellos, y las bacterias y los virus han mutado para resistir. El cuadro de enfermedades infecciosas en la post pandemia ha sido como la lava de un volcán”, postuló la patóloga.
La experta argentina también abordó el tema del dengue, en un momento en que Argentina vive su pico histórico de casos. Esta enfermedad “también tiene que ver con el cambio climático y con la urbanización”. “Al mosquito Aedes aegypti le gusta vivir en barrios populosos, por lo que hay que repensar cómo lo enfrentamos. En el mundo, en este momento, hay 4 mil millones de personas expuestas zonas de dengue. Hay países que se están preparando mediante prevención, como Francia, en el que entre otras cosas hubo fumigación. ¿Qué estamos haciendo nosotros en Argentina? No veo que haya un gran plan”, consideró.
Al tiempo que remarcó: “El mosquito transmite otras enfermedades como el zika, que es un virus asociado a malformaciones congénitas: en Brasil se vieron muchos casos de esto último. Entonces, al eliminar el Aedes aegypti estás protegiendo para que no sucedan estos casos que realmente son preocupantes, porque un niño mal formado implica una situación de inversión económica para toda la vida. Por eso digo que conviene prevenir más que curar”.
“En la misma línea —indicó Cohen—, el dengue en la mujer embarazada es de riesgo. Según un estudio realizado en Brasil, el 92% de las placentas de embarazos perdidos por abortos espontáneos o con bebés que nacieron muertos tenía dengue. Esta es una transmisión vertical”.
La médica pediatra recordó que, “cuando la temperatura baja y no hay mucha lluvia, los huevos que pone el mosquito quedan en los lugares húmedos, en una maceta, en la tapa de una botella, entre otros, y pueden vivir 8 o 9 meses porque se adhieren como si fuera una goma. Por eso hay que descacharrar en invierno y fumigar si hay muchos casos. La idea es eliminar huevos infectados con dengue, porque aunque haga frío, cuando llegue el calor y llueva, vamos a estar adelantados. No hay que bajar los brazos ahora”.
Las conferencias que dará la doctora Cohen en Buenos Aires
Las charlas que dará Cohen en Buenos Aires serán este martes a las 17 en un salón auditorio de la Cámara de Diputados de la Nación y el jueves 18 de abril a las 15 en la Cámara de Diputados bonaerense, en La Plata. Allí, según le adelantó a Infobae, detallará sobre enfermedades emergentes que dejó la pandemia y sobre “cómo los niños que nacieron durante ese período —sobre todo los que tenían más de 6 meses de vida cuando comenzó— aunque las mamas no se contagiaron COVID, tuvieron un desarrollo psicomotor afectado”.
“A estos niños los compararon con aquellos nacidos antes de la pandemia, de la misma edad y de estratos sociales similares, y se vio que su desarrollo psicomotor estaba por detrás. Esto tiene consecuencias en el futuro de nueva generación; las escuelas deben poner herramientas para identificar a estos niños que pueden tener desarrollos cognitivos, psicológicos y motores que estén por detrás”, amplió Cohen.
Y sumó: “Por otro lado, está el COVID prolongado: hay niños que pueden tener síntomas de un desarrollo neurocognitivo diferente. Hay que poner en marcha tratamientos y diagnósticos porque hay niños y también adultos que tuvieron COVID y evolucionaron los trastornos de respiración como disnea, trastornos cognitivos, falta de concentración, dolores de cabeza, hipertensión, casos de diabetes, infartos. Todo esto ocurre por el COVID prolongado y, por ejemplo, en Europa ya hay centros para tratarlo e identificarlo”.
Según Cohen, “durante la pandemia, los niños dejaron de ir afuera y de socializarse, y se concentraron en el teléfono de los padres”. “Eso va a tener implicancias en la neurodiversidad, que tiene que ver con el autismo, el Asperger y los trastornos de atención de los niños. En ese sentido, en el Reino Unido hay escuelas en las que se prohíbe el celular y me parece fantástico”, dijo.