El dengue como enfermedad viral cuyo vector de transmisión es el mosquito Aedes aegypti a pesar del frenesí que dispara este brote histórico de casos y muertes que atraviesa el territorio argentino -en 19 de sus 24 jurisdicciones-; y en el resto de la región -el podio por ahora lo ocupan Brasil, Paraguay y Argentina, en ese orden- demostró en su marcha constante y acelerada algunas certezas: que el dengue llegó para quedarse, convirtiéndose en una infección viral endémica; que los Estados en todos sus estamentos deberán involucrarse para desarrollar estrategias eficaces de control del vector (mosquito Aedes aegypti).
Se deberán tomar por lo menos tres decisiones de salud pública consensuadas entre las diferentes autoridades sanitarias; la primera, es con respecto a la estrategia preventiva de vacunación -por ahora el inoculante disponible y aprobado por la reguladora local ANMAT es la vacuna tetravalente (contra 4 cepas del dengue) del laboratorio Takeda-; la segunda es sobre la fumigación y la tercera, garantizar al acceso de los repelentes.
Dentro de las certezas, se suman, el impacto de las acciones individuales frente a que el mosquito Aedes abandonó su vida silvestre y se convirtió en un mosquito domiciliario-urbano.
Las últimas cifras actualizadas del Ministerio de Salud de la Nación informaron que 161 personas murieron por dengue y 232.996 notificaron la infección en la temporada 2023/2024 (desde la semana 31 de 2023 hasta la semana 13 de 2024). De esos casos, más de 215.000 ocurrieron este año.
La magnitud de las infecciones, con mayor porcentaje de la población que cursó la enfermedad con síntomas o de manera asintomática, eleva y amplifica el número de personas que pueden cursar cuadros graves. El dengue grave es silencioso, la mayoría de los pacientes desconocen cómo avanza la curva de la infección. Los primeros días son agobiantes -de ahí su sobrenombre popular de “enfemedad quebrantahuesos”-; y el cuadro puede verse potenciado por los peligros que acarrea para las personas con factores de riesgo y/o enfermedades asociadas o comorbilidades.
La curva del dengue es larga -puede durar entre 12 a 15 días y más-. Y dentro de la evolución de la enfermedad habrá que estar atento a los síntomas que aparecen luego del día 5 a 8, cuando -y ahí el mayor problema- la enfermedad pareciera haber cedido.
Los expertos coinciden en que se debe prestar especial atención, si al bajar la fiebre o en las jornadas posteriores -entre el día 5 a 8 de la infección-, los síntomas se intensifican, vuelven o aparecen nuevos signos alarmantes como dificultad para respirar, dolor abdominal intenso, sangrado de mucosas, irritabilidad o somnolencia y vómitos recurrentes. También pueden intensificarse el descenso de plaquetas.
Frente a estas señales, hay que hidratarse y buscar atención médica inmediata.
Infobae entrevistó a expertos en infectología, cardiología, neumonología y a un médico forense, para entender cómo el dengue daña el cuerpo humano y si existe un vínculo con otras enfermedades respiratorias, como la neumonía; y cuáles son los hitos en la progresión hacia el dengue grave o hemorrágico.
Qué daños puede causar el dengue en el cuerpo
El epidemiólogo, infectólogo y profesor de la Universidad Nacional de Córdoba Hugo Pizzi, planteó en diálogo con Infobae que, ante la epidemia actual de dengue, no se debe olvidar una máxima fundamental de la medicina: “No hay enfermedades sino enfermos”. Esto implica que a veces puede haber síntomas no tan claros o cuadros con manifestaciones físicas muy diversas de una misma enfermedad”.
El dengue es una enfermedad viral que se propaga a través de la picadura de las hembras del mosquito Aedes aegypti. No se transmite de persona a persona, sino únicamente por mosquitos infectados.
“El dengue no suele desencadenar un cuadro de neumonía, lo que sí puede ocurrir en casos de dengue grave es la aparición de secuelas en distintos órganos del cuerpo humano, entre ellos los pulmones. Los casos de dengue grave pueden traer alteraciones, que en casos de disminución severa de la cantidad de plaquetas pueden derivar en insuficiencia respiratoria”, dijo a Infobae la doctora Ana María Putruele, jefa de la División Neumonología del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA)
El doctor Ricardo Teijeiro, infectólogo del Hospital Pirovano y miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI) remarcó a Infobae: “El dengue hemorrágico, que afortunadamente no es muy frecuente, puede acarrear consecuencias y secuelas graves. Los pacientes tienen que estar atentos a la observación del médico, en cuanto a las indicaciones respecto a los controles y estudios que deben realizarse. Porque la forma de prevenir las complicaciones es tener un control adecuado y temprano”, indicó.
En igual sentido, el doctor Pizzi destacó que, “en algunos casos, la fiebre puede desaparecer al segundo día del inicio de síntomas, lo cual no significa el fin de la enfermedad. Mantener comunicación constante con el médico es esencial, porque puede ser necesario repetir análisis de sangre a las 48 horas para monitorear las plaquetas”, dijo Pizzi.
¿Quiénes son los pacientes con mayor riesgo a desarrollar dengue grave?
El daño que el dengue grave puede causar está vinculado fuertemente a las llamadas enfermedades asociadas o comorbilidades. Este término describe la “mortalidad asociada” de aquellos que tienen alguna condición de salud preexistente considerada un factor de riesgo. Este es el caso de las personas que tienen diabetes, obesidad, hipertensión u otra afección cardiovascular, y también aquellas con inmunocompromiso, es decir, con sistemas inmunes más vulnerables.
El doctor Oscar Cingolani, médico cardiólogo argentino e investigador de la Universidad Johns Hopkins, en Estados Unidos, describió en Infobae: “Aquellos que tienen dengue severo y una complicación (previa) del corazón, la falla multiorgánica termina produciendo ataques cardíacos o descompensaciones”, señaló.
Según las cifras difundidas por el último Boletín Epidemiológico Nacional indican que en la temporada 2023/2024 se registraron en Argentina 512 casos de dengue grave (0,2% del total de infecciones notificadas), mientras que la tasa de letalidad en Argentina es de 0,073%.
En tanto el último reporte de la Organización Panamericana de la Salud sobre la situación epidemiológica del dengue en las Américas indica que, en el 2024, los casos graves y la letalidad promedio de la región son de casi la mitad en relación a la Argentina: 0,1% de cuadros severos y 0.032% de mortalidad.
En Brasil, que contabiliza cerca de 3 millones de infecciones por dengue en lo que va del año, la letalidad es similar al promedio de la región: 0,03%
Múltiples factores explican el aumento exponencial del dengue en las Américas, pero un ingrediente cobra especial protagonismo: el cambio climático
El calentamiento global impulsado por la suba de temperaturas inició un proceso de tropicalización en zonas inesperadas. Los datos epidemiológicos lo confirman: en ciertas áreas, como el norte de Argentina, en 2023 se registraron casos durante todo el año, cuando lo habitual era que en invierno -época de marcas térmicas más bajas que impiden al Aedes Aegypti desarrollarse y reproducirse- disminuyera la circulación del virus del dengue.
El dengue llegó para quedarse
Los cuadros severos integran un grupo pequeño frente a las miles de infecciones, pero su impacto en la salud es devastador porque puede causar “shock, hemorragia interna e incluso la muerte”, según indican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de los Estados Unidos.
“El virus del dengue tiene una proteína que deja permeable al endotelio (la capa más interna de los vasos sanguíneos) y entonces, para decirlo de forma sencilla, el virus hace que la sangre que estaba en el aparato circulatorio se ´escape´ hacia otras zonas del organismo, como el espacio torácico o abdominal. Y eso es incompatible con la vida”, describió Pizzi.
El doctor Mario Vignolo lleva más de tres décadas de carrera como médico forense y participó de varias autopsias de personas que fallecieron por dengue grave o hemorrágico. Consultado por Infobae sobre los efectos de los cuadros severos en el organismo, Vignolo describió que “es habitual que el virus baje las plaquetas, los leucocitos y los neutrófilos. Entonces, los pacientes se quedan sin defensas, sin factores de coagulación y hay una permeabilidad sobre el endotelio de los vasos sanguíneos”.
“Esto produce un sangrado en las cavidades. No es que sangran los órganos porque ´no hay nada roto´, sino que al lesionarse el endotelio sangran las cavidades libres, sobre todo la toráxica, peritoneal y retroperitoneal, y en algunos casos hemos visto a nivel cerebral también”, completó Vignolo, quien presidió varios años la Asociación de Médicos Forenses de la Argentina.
El médico forense cordobés agregó que las plaquetas tienen la función de inhibir las hemorragias porque son las encargadas de formar los coágulos, y ejemplificó que, una persona en condiciones normales de salud suele tener entre 250.000 y 300.000 plaquetas, en cambio en los casos de infección por dengue pueden descender a 100.000 o menos, lo que debe considerarse como un “signo de alerta”.
El infectólogo Ricardo Teijeiro, remarcó a Infobae que, en los cuadros severos, los pacientes afectados experimentan una dramática disminución en el nivel de plaquetas sanguíneas, esenciales para la coagulación, lo que incrementa el riesgo de hemorragias tanto en la piel como en órganos vitales. “El dengue grave puede producir hemorragia en cualquier órgano y las secuelas se valorarán de acuerdo al órgano impactado”, precisó.
¿Existe un vínculo entre el dengue y la neumonía?
La doctora Putruele, jefa de la División Neumonología del Hospital de Clínicas explicó que, según se observó en algunos casos de dengue grave estudiados en autopsias, la infección viral en su fase aguda puede causar hemorragia pulmonar o microhemorragias, a veces asociadas con edema de los alvéolos.
Estas complicaciones suelen manifestarse con tos, con esculpo con sangre, anemia y radiológicamente se puede observar infiltrados pulmonares difusos, que pueden derivar en insuficiencia respiratoria, una complicación grave del dengue.
La neumonóloga señaló que se debe considerar que en esta época del año, con los días más frescos y la menor ventilación en interiores se observan más casos de neumonía, “que pueden ser de diferentes orígenes (viral o bacteriana) y que se manifiesta con tos, fiebre, expectoración y un signo típico que es la puntada de costado en la zona de los pulmones, un dolor provocado por tanto toser”.
En cuanto a los órganos en los que el dengue grave puede ocasionar daño severo, la neumonóloga Putruele indicó que “en el hígado puede ocasionar alteraciones de las enzimas hepáticas, también puede dañar los riñones, los pulmones, el sistema nervioso central y también puede afectar el corazón en algunos casos”.
Por su parte, el doctor Vignolo precisó que en las autopsias de personas con dengue grave se observó también edema en pulmones e hígado: “Cuando se manifiesta edema de hígado, también hay un aumento de las transaminasas, que son las enzimas que marcan la insuficiencia hepática y por ende la disminución de los factores de la coagulación”.
Por todos estos daños, recomendó que si el paciente comienza con algún indicio de sangrado debe consultar enseguida para que se tomen medidas médicas necesarias, y la primera es aumentar la hidratación. “Cuando el cuadro es muy grave, se consumen todos los factores de coagulación y las plaquetas y se produce inflamación hepática. En esos casos, se generan las hemorragias que la mayoría de las veces llevan a la muerte”, sintetizó el médico forense.
Sin embargo, en situaciones epidemiológicas como la que está atravesando la Argentina desde hace unos meses, con el crecimiento exponencial de casos de la infección transmitida por el Aedes aegypti, es fundamental que en el examen médico de urgencia se observen los biomarcadores clave de dengue: disminución de los glóbulos blancos, reducción de las plaquetas y aumento de las enzimas hepáticas, que denotan la inflamación del hígado producida por la infección.
Putruele, señaló que, para evitar diagnósticos incorrectos, son fundamentales tanto el examen físico que se hace en la guardia como los estudios que se le realizan al paciente que presenta síntomas presuntivos de dengue.
La neumonóloga remarcó que “es sencillo diferenciar (dengue de otro cuadro respiratorio) si uno solicita los análisis correspondientes”, esto incluye un análisis de sangre además de la prueba PCR para detectar la presencia del virus del dengue.
“Cuando se observan otras alteraciones en los estudios, se debe pensar no solo en dengue sino, en algunos casos, en una neumonía clásica, ya sea en paciente que presentan comorbilidades -diabéticos, hipertensos, o con otras afecciones respiratorias de base como asma- y también en personas sanas sin enfermedades previas. Al realizar un buen examen físico, cuando uno hace la auscultación y se escuchas ruidos, hay que observar la radiografía y/o tomografía según el caso”, resumió Putruele.
La experta advirtió que el riesgo de una neumonía no detectada a tiempo radica en que puede transformarse en una “sepsis generalizada”, pero aclaró que “un interrogatorio médico bien hecho” y un examen físico exhaustivo con análisis de laboratorio, en el que se observen tanto el nivel de plaquetas como otros indicadores y la de placa radiológica de tórax si el médico entiende que es necesario, deberían ser suficientes para evitar diagnósticos incorrectos.
En algunos casos, la neumonía puede empezar solo con fiebre por dos días, pero lo habitual es que luego siempre aparece “una tríada de sintomas que integran la tos, expectoración (que puede ser amarilla) y un dolor tipo puntada de costado”, consideró Putruele.
Para concluir, el doctor Pizzi valoró la importancia del interrogatorio y examen físico: “Los médicos son avezados y saben distinguir, el dengue nunca le va a dar catarro ni tos pulmonar, es muy difícil confundirlo con otras afecciones respiratorias como neumonía. Por eso la consulta es fundamental, que el médico observe al paciente y evalúe las señales y síntomas”.