Según los datos del último Boletín Epidemiológico Nacional del Ministerio de Salud, los casos de dengue alcanzan los 151.310 en la temporada 2023/2024, mientras que los muertos ya suman 106 en lo que ya se considera el peor brote registrado en el país.
Las cifras oficiales dan cuenta de que el 91% de las infecciones son autóctonas, 6% están en investigación y sólo un 3% son casos importados. El dengue es una enfermedad viral transmitida por la picadura del mosquito Aedes aegypti, por lo que el contagio no se da entre las personas sino a través de la picadura de un mosquito infectado.
Las personas infectadas son las portadoras y multiplicadoras del virus y, al ser picadas por mosquitos no infectados, la fuente de difusión hacia otras personas sanas.
De allí que la principal forma de prevenir la enfermedad es evitar la picadura del mosquito. Y si bien hasta hace algunos años los profesionales de la salud diferenciaban la severidad de la infección clasificándola como dengue y dengue hemorrágico, en la actualidad se distingue entre “dengue” y “dengue grave”.
Cuáles son los síntomas del dengue
En su página web, Mundo Sano, una fundación cuya misión es transformar la vida de las personas afectadas por enfermedades desatendidas, enumeró que “la fiebre es el síntoma más común del dengue”, y agregó que puede ir acompañado de cualquiera de los siguientes:
- Molestias y dolores en los ojos (generalmente detrás), musculares, en las articulaciones o en los huesos
- Náuseas y vómitos
- Sarpullido
“Los síntomas suelen comenzar de cuatro a diez días después de la picadura de un mosquito infectado”, añadieron desde Mayo Clinic, y precisaron que “la mayoría de las personas se recupera en el lapso aproximado de una semana con abundante hidratación y descanso”.
Cuándo un caso se considera “dengue grave”
Una infección previa por el virus del dengue aumenta el riesgo de desarrollar dengue grave, advierten desde la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Asimismo, los grupos con factores de riesgo para desarrollar dengue grave son los menores de un año, las embarazadas y los adultos mayores de 65 años. También son más vulnerables las personas con comorbilidades, es decir con condiciones subyacentes como diabetes, obesidad, hipertensión, asma, coagulopatía, enfermedad hepática crónica, enfermedad hemolítica y enfermedad renal.
El dengue grave puede manifestarse de formas variadas en los pacientes, que van desde hemorragias intensas, choque (shock) por dengue, o daños severos en órganos vitales que pueden desembocar en complicaciones como miocarditis, encefalitis o hepatitis.
Cuáles son los síntomas del dengue grave
Según los datos del último Boletín Epidemiológico, “los signos y síntomas más frecuentes entre los casos fallecidos con información clínica completa fueron fiebre, cefalea, mialgias y artralgias, diarrea y dolor abdominal”.
“En menores de 16 años , el 72% de los casos graves presentaron alguna manifestación gastrointestinal”, precisaron en el informe, y agregaron: “En cuanto a la distribución por sexo y edad, 54 casos corresponden a personas de sexo legal masculino y 52 al femenino, con una mediana de edad de 47 años, con un mínimo de menor de un año y un máximo de 91. Los casos fallecidos se registraron en todos los grupos de edad, siendo los más afectados en términos de tasas de mortalidad los mayores de 80 años seguidos por 70 a 79, 60 a 69 y 30 a 39, mientras que el mayor número de casos se presentó en personas de entre 30 y 49 años”.
El doctor Jorge Pascual, médico neumólogo de Mayo Clinic y director médico ejecutivo de la región de las Américas, explicó en una nota exclusiva con Infobae que “los casos graves se caracterizan por afectar los vasos sanguíneos. Comienza a manifestarse con fiebre leve, dolor ocular, molestia y dolor en articulaciones y músculos y hasta sarpullidos en la piel. Pero luego puede manifestarse con abundante sangrado estomacal, de los intestinos, y por nariz”, completó el doctor Pascual.
Y tras asegurar que “los signos de alerta del dengue grave suelen iniciarse 24 a 48 horas después de que ha desaparecido la fiebre”, desde los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades de los Estados Unidos (CDC, por sus siglas en inglés) destacaron que una persona debe consultar al médico de manera inmediata si presenta cualquiera de los siguientes síntomas:
- Dolor o sensibilidad en el estómago
- Vómitos (al menos 3 veces en 24 horas)
- Sangrado por la nariz o las encías
- Vómitos con sangre o sangre en las heces
- Sensación de cansancio, inquietud o irritabilidad
Evitar la picadura, la mejor prevención
Como se vio, las personas infectadas son las portadoras y multiplicadoras del virus y, al ser picados por mosquitos no infectados, la fuente de difusión hacia otras personas sanas.
De allí que la principal forma de prevenir la enfermedad es evitar la picadura del mosquito, más aún en personas que ya contrajeron la enfermedad con anterioridad.
“Debemos evitar que nos pique el mosquito Aedes aegypti, que es el transmisor del dengue y otras virosis como zika y chikungunya”, señaló la médica especialista en Medicina Familiar e integrante del equipo médico de la Fundación Mundo Sano, Mariana Fernández. Y continuó: “Para ello existen los métodos de barrera químicos como el uso de repelentes individuales, la colocación de insecticidas medioambientales en el interior de los domicilios, y físicos, como los mosquiteros en puertas y ventanas. También, es importante evitar exponerse en espacios abiertos en los horarios del amanecer y el atardecer, que es el momento de mayor presencia del vector”.
Además, las principales recomendaciones para evitar la reproducción del mosquito incluye eliminar los reservorios donde el mosquito se reproduce.
Esto es: desechar todos los objetos inservibles capaces de acumular agua (latas, neumáticos, macetas rotas, juguetes rotos, y toda la basura que esté alrededor de la vivienda); limpiar las canaletas y recodos de desagües periódicamente, para permitir que el agua corra sin obstáculos; verter agua hirviendo en lugares de difícil acceso y con presencia de huevos; deshacerse de las botellas llenas de agua que se suelen colocar alrededor de los árboles o mantenerlas tapadas; mantener el césped cortado al ras y el jardín o predio desmalezado; tapar el tanque de agua o los tambores donde se reserve agua para consumo en caso de no contar con agua potable corriente; renovar diariamente el agua de los bebederos.