El virus del dengue no siempre estuvo circulando en la Argentina, como hoy lo está haciendo. En 19 de las 24 jurisdicciones ahora hay personas que adquieren la infección cerca del lugar donde viven. Esto significa que hay “circulación autóctona” del virus.
En 1997, el patógeno se detectó en personas en la provincia del Norte, Salta, y luego se fue propagándose hacia otras provincias en dirección sur. Pero durante los últimos 15 años, ya produjo 5 epidemias nacionales, si se incluye la que está en curso, y logró superar las fronteras políticas y llegó cada vez más al sur.
En 2024 y, por primera vez, se notificaron casos autóctonos de dengue en Olavarría, Azul y Bahía Blanca, provincia de Buenos Aires, a más de 600 kilómetros al sur de la Capital. Además, esta semana se volvió a reportar otro caso autóctono en Tandil, como había sucedido el año pasado.
En cambio, en la primera de las cinco epidemias nacionales, que ocurrió en 2009, la circulación autóctona solo había alcanzado hasta el partido bonaerense de Quilmes, a 20 kilómetros de la Capital.
“Olavarría, Bahía Blanca, Azul y Tandil son las localidades más australes del país con circulación del virus del dengue hoy”, informó a Infobae el doctor Darío Vezzani, investigador en ecología de mosquitos del Conicet, el Instituto Multidisciplinario sobre Ecosistemas y Desarrollo Sustentable y la Universidad Nacional del Centro.
Además, existe el riesgo de que el dengue se extienda hacia las provincias patagónicas de Río Negro y Neuquén. En esas jurisdicciones solo hubo casos importados de dengue hasta el momento.
“Para que haya transmisión del virus del dengue es necesario que haya mosquitos Aedes aegypti en el lugar. También que esos mosquitos del lugar se infecten a partir de personas que traigan el virus desde otras zonas. Como el mosquito está ampliando su distribución hacia el sur, de alguna manera puede “anticipar” la posibilidad de que la circulación de dengue se extienda en los siguientes años”, explicó a Infobae la doctora Sylvia Fischer, investigadora del Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) del Instituto de Ecología, Genética y Evolución, que depende de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y al Conicet
El doctor Vezzani junto con personal de los municipios de Tandil, Laprida, Olavarría y Bahía Blanca realizaron durante el verano y el otoño de 2023 un monitoreo de las poblaciones de mosquitos a través de las llamadas “ovitrampas”. En Bahía Blanca, Tandil y Olavarría, los investigadores detectaron similares abundancias mensuales de mosquitos.
“En cada epidemia nacional que hubo desde 2009 el número de personas afectadas fue aumentando drásticamente. El período entre las epidemias bajó de 7 a 4 años hasta 2023. Pero el año pasado ocurrió algo que antes no había sucedido. La circulación autóctona continuó en el invierno en el Noreste del país, y luego los casos se aceleraron en diciembre pasado en esa región. Se sumó en enero la circulación autóctona en la región Centro y Noroeste. Por lo cual, no hubo un período inter-epidémico”, comentó.
El límite sur de distribución del mosquito -entonces- se ha ido corriendo, y podría crecer su población en las nuevas localidades afectadas o extenderse incluso más. Es por esto que se requiere de la colaboración entre las autoridades sanitarias y la comunidad para evitar los criaderos con huevos y larvas de mosquitos, y la capacitación de los equipos de salud para que puedan diagnosticar oportunamente a personas que adquieran la infección”, señaló Vezzani, quien publicó el trabajo en la revista Medicina (Buenos Aires).
La epidemia actual ya marcó varios récords en cuanto a casos y muertes. Si se considera la temporada que va desde fines de julio pasado hasta la primera semana de marzo de este año, hubo 109.313 sin antecedentes de viaje (autóctonos) y hubo 79 muertes. Mientras que en la temporada anterior se habían registrado 65 fallecidos, según había informado a Infobae el Ministerio de Salud de la Nación.
También se están produciendo epidemias de dengue en Brasil y Paraguay. Uruguay está registrando la peor situación por la infección en su historia, y se teme que haya más casos por los viajes durante Semana Santa.
Qué motivó la expansión del dengue
“El avance del dengue en la Argentina es preocupante porque la incidencia fue en aumento sostenido desde 1997 hasta la actualidad, tanto en número de casos, hospitalizaciones, muertes, y distribución geográfica”, señaló a Infobae el especialista en epidemiología e investigador del Conicet, Pablo Orellano.
“Hubo diferentes factores -desde cuestiones del clima a factores sociales- que favorecieron que los mosquitos colonizaran más territorio ya que no se ha hecho lo suficiente. Desde el sistema sanitario, en las décadas pasadas, se creía que el dengue no iba a tener un ciclo cerrado y a convertirse en una enfermedad endémica. Se pensaba como un problema de los países limítrofes y que solo afectaba a las provincias del Norte argentino, pero no propio. Sin embargo, hoy la situación epidemiológica confirma que el dengue sí avanzó. Ya se encuentra en ciudades como Bahía Blanca, y hubo circulación autóctona con continuidad desde el año pasado”.
Para Elizabet Estallo, investigadora en el Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas, que depende del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba, “las temperaturas en aumento asociadas al cambio climático del planeta han favorecido las condiciones adecuadas para que el vector del virus del dengue, el mosquito, prolifere desde el norte hacia el sur de la Argentina. El cambio climático y las tendencias de temperaturas mínimas en aumento ayudan a prolongar los meses en los que el vector y el virus encuentran las condiciones adecuadas para vivir”.
Junto con María Soledad López y otros investigadores, la doctora Estallo publicó un estudio en Environmental Health Perspectives que demuestra una mayor frecuencia e incidencia del dengue desde 1998 a 2023 y que podrían estar relacionadas principalmente con el aumento de la temperatura mínima registrada en los últimos 60 años en el país.
¿El dengue ya es endémico en la Argentina?
Hasta ahora, se ha considerado que el dengue no era “endémico” en el país, una característica que significa la enfermedad no era constante o que no tenía una presencia sostenida a lo largo del año. Eso podría cambiar.
De acuerdo con el doctor Orellano, podría considerarse ya “endemicidad” del dengue en la Argentina como parte de un proceso gradual de establecimiento de la enfermedad.
“Más allá de la clasificación del país en cuanto a si el dengue es endémico o no, es urgente intensificar las medidas de prevención a través de una estrategia nacional a largo plazo que considere todas las aristas, desde la participación comunitaria y el control vectorial hasta la incorporación de las vacunas al sistema de salud público”, sostuvo el epidemiólogo.
En tanto, Tomás Orduna, ex presidente de la Sociedad Latinoamericana de Medicina del Viajero, ex jefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero en Hospital de Infecciosas F. J. Muñiz y miembro del comité científico de la Fundación Mundo Sano, mencionó que la categoría de “endemicidad” ha sido parte de debate en el pasado.
“Si se considera que desde 2005 hubo casos de dengue de manera ininterrumpida, pero con diferentes intensidades -expresó Orduna-; que hubo 5 epidemias nacionales, incluyendo la actual que puede superar en casos a la del año pasado; que no hubo un período inter-epidemia (al menos en el Noreste) en 2023, y que hay expansión geográfica hasta Bahía Blanca, en la provincia de Buenos Aires, no hay duda de que ya se trata de una enfermedad endémica en la Argentina. Como se han detectado mosquitos, también podría haber circulación autóctona incluso más al Sur, en las provincias de Neuquén y Río Negro”.
Frente a la epidemia en curso, Aníbal Carbajo, biólogo e investigador en ecología y control de mosquitos del Conicet y del Instituto de Investigación e Ingeniería Ambiental de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), destacó en diálogo con Infobae que hoy es “crítico” que se contengan los casos graves en las zonas con circulación autóctona.
“No ha habido ninguna medida eficaz para contener al vector (salvo algunos registros puntuales en tiempo y espacio). Se requiere de voluntad muy fuerte a nivel continental y convicción social de que se quiere encarar esa tarea”, afirmó Carbajo.