El consumo de alimentos ultraprocesados afecta al cuerpo, aseveran los expertos, pero existe cada vez más evidencia de cuánto impacta en el cerebro.
Una nueva investigación sugiere vínculos entre los alimentos ultraprocesados (como las papas fritas, algunos cereales y la mayoría de los snacks envasados en el supermercado) y cambios en la forma en que se aprende, recuerda y siente. Estos alimentos pueden actuar como sustancias adictivas, dicen los investigadores, y algunos científicos están proponiendo una nueva condición de salud mental llamada “trastorno por uso de alimentos ultraprocesados”. Las dietas llenas de estos alimentos pueden aumentar el riesgo de problemas de salud mental, como depresión y ansiedad, y de sueño.
Emilia Caro, bióloga molecular, directora ejecutiva de GEDYT, manifestó a Infobae en una nota reciente que la relación entre la dieta y la salud mental es mucho más profunda y compleja de lo que se suele imaginar.
“No es solo una cuestión de saciar el hambre o satisfacer un antojo; la comida que consumimos desempeña un papel central en el funcionamiento del cerebro, afectando directamente el estado de ánimo, la capacidad para manejar el estrés y, en general, nuestra salud mental”, dijo.
Caro destacó que “esto se debe a que ciertos alimentos, especialmente aquellos ricos en omega-3, aminoácidos, vitaminas y minerales, proporcionan el combustible esencial para la producción de neurotransmisores, las sustancias químicas del cerebro que transmiten mensajes y juegan roles clave en regular cómo nos sentimos. Entre estos, la serotonina y la dopamina son fundamentales para experimentar sensaciones de felicidad y motivación”.
Por su parte, el doctor Matías Iglesias, del Servicio de Psiquiatría de Fleni, expresó a Infobae en la misma nota que, “desde la síntesis de neurotransmisores en el cerebro, hasta la influencia en la microbiota intestinal, la dieta desempeña un papel crucial en nuestra salud mental y emocional. Existen varias deficiencias nutricionales, como por ejemplo de las vitaminas B12 y B9 y zinc, que pueden causar síntomas de depresión o demencia como ánimo bajo, fatiga, irritabilidad y problemas cognitivos”.
Más allá de los posibles déficits, una dieta rica en alimentos ultraprocesados se ha relacionado con la obesidad, la diabetes tipo 2, el cáncer y las enfermedades cardiovasculares, pero los investigadores aún están averiguando exactamente por qué, más allá del recuento de calorías y la composición de nutrientes.
Los fabricantes de alimentos como carnes procesadas y muffins defienden sus productos y señalan que no existe una definición consistente y universalmente aceptada de alimentos ultraprocesados.
Antojo de papas fritas
Muchos alimentos ultraprocesados llegan rápidamente al cerebro cuando los comemos y tienen un fuerte efecto en su sistema de recompensa, que interviene en el placer, la motivación y el aprendizaje. Esos efectos son similares a los que se producen cuando las personas consumen nicotina, alcohol y otras drogas adictivas, dijo Ashley Gearhardt, profesora de psicología de la Universidad de Michigan a The Wall Street Journal.
“La gente anhela intensamente los alimentos ultraprocesados, los consume de forma compulsiva y descubre que no puede dejar de comerlos”, dijo Gearhardt.
La forma en que se producen los alimentos podría explicar en parte por qué. “Para fabricar productos como papas fritas, cereales para el desayuno y barritas, los fabricantes suelen descomponer la estructura celular de los ingredientes, eliminándoles el agua y la fibra, lo que los hace más fáciles de masticar, comer y digerir. Los componentes llegan rápidamente a nuestro cerebro, lo que los vuelve más adictivos”, dijo Gearhardt.
La combinación de altos niveles de grasas y carbohidratos en muchos alimentos ultraprocesados es otra razón por la que se los desea y cuesta dejar de comerlos.
Según los estudios de Gearhardt, el chocolate, el helado, las papas fritas, la pizza se encuentran entre los principales alimentos que la gente afirma comer de forma adictiva. Muchos de ellos tienen un alto contenido de carbohidratos refinados y grasas, una combinación que normalmente no se encuentra en la naturaleza. Los alimentos en la naturaleza suelen tener un alto contenido de grasas o carbohidratos, pero no ambos. “Las bananas tienen un alto contenido de azúcar por naturaleza, pero si comes una, estarás bien”, dijo.
El estudio de los snacks
En un estudio reciente publicado en la revista Cell Metabolism, los investigadores prepararon a los participantes con dos tipos diferentes de refrigerios y observaron cómo sus cerebros respondían más tarde a una señal de un alimento alto en grasas y azúcar, como lo son muchos alimentos ultraprocesados.
Los escáneres de sus cerebros mostraron que los participantes que comieron un refrigerio rico en grasas y azúcar durante ocho semanas tenían una actividad mucho mayor en partes del cerebro que crean dopamina, un neurotransmisor involucrado en la motivación, el aprendizaje, la expectativa y la recompensa, cuando veían una señal que les decía que esperaran otro alimento con alto contenido de azúcar y grasa.
Los investigadores creen que las personas que comen con frecuencia alimentos ricos en grasas y azúcares y luego ven señales de ellos en el mundo real probablemente tengan una respuesta similar.
“Cuando ven el cartel de su lugar de comida rápida favorito o el empaque de ella, tienen más actividad cerebral y potencialmente sienten más antojos que podrían hacerlos más propensos a consumir ese alimento”, dijo Alexandra DiFeliceantonio, directora asociada del Centro de Investigación de Comportamientos de Salud de Virginia Tech, quien fue coautora del estudio.
Los científicos se sorprendieron al descubrir que las personas que habían estado comiendo snacks ricos en grasas y azúcares también experimentaron cambios en la forma en que sus cerebros aprendían.
Mientras se escaneaba el cerebro de los participantes, los investigadores les pidieron que realizaran una tarea de aprendizaje básica, requiriendo que presionaran un botón asociado con una imagen cuando escuchaban ciertos tonos. Cuando las personas que habían estado comiendo el refrigerio alto en grasas y azúcar no obtuvieron la imagen que esperaban, sus cerebros mostraron una mayor actividad en las partes involucradas en la evaluación de situaciones.
Esta dieta rica en azúcar y grasas “está cambiando algo realmente básico sobre cómo aprendemos”, dijo DiFeliceantonio.
En un estudio diferente, cuatro días de desayunar con alto contenido de grasas saturadas y azúcar agregada se relacionó con reducciones en el rendimiento en algunas pruebas de aprendizaje y memoria, según investigadores de Australia. Las personas que tomaron un desayuno más saludable no experimentaron cambios en el rendimiento.
Trastorno por uso de alimentos ultraprocesados y microbioma
La salud mental también se ve afectada por la dieta. Varios estudios recientes han encontrado un vínculo entre las dietas ricas en alimentos ultraprocesados y un mayor riesgo de depresión. Una amplia revisión de una investigación publicada el mes pasado en la revista BMJ encontró un mayor riesgo de depresión, ansiedad y problemas de sueño con dietas ricas en alimentos ultraprocesados.
Gearhardt y sus colegas están proponiendo un nuevo trastorno de salud mental que planean llamar “trastorno por uso de alimentos ultraprocesados” o “trastorno por uso de alimentos altamente procesados” para incluirlo en la guía oficial que utilizan los psiquiatras y psicólogos para diagnosticar a los pacientes. Los síntomas incluyen antojos intensos, dificultad para reducir el consumo y síntomas de abstinencia como irritabilidad y agitación cuando las personas intentan reducir su consumo.
Una de las principales formas en que la dieta afecta la salud mental es probablemente a través del microbioma intestinal, dijo Felice Jacka, directora del Centro de Alimentación y Estado de Ánimo de la Universidad Deakin en Australia.
Pero ¿qué es la microbiota? Emilia Caro explicó en la nota citada: “Dentro de nuestro intestino reside una vasta comunidad de microorganismos, conocida como la microbiota intestinal. Esta no solo es vital para la salud física, facilitando procesos como la digestión y la absorción de nutrientes, sino que también tiene un impacto significativo en la salud mental”.
“Influye en la función inmune, el sistema de respuesta al estrés y la producción de neurotransmisores como la serotonina, todo lo cual afecta la salud mental”, añadió Jacka.
“Seguir una dieta estadounidense típica llena de alimentos ultraprocesados puede cambiar su microbioma para que sea menos diverso y tenga menos tipos de bacterias beneficiosas”, dijo Arpana Gupta, codirectora del Centro de Microbioma Goodman-Luskin de la Universidad de California, Los Ángeles.
Los cambios en el sistema de recompensa del cerebro causados por alimentos ricos en grasas y azúcares probablemente también podrían contribuir a problemas de salud mental, dijo DiFeliceantonio. “El hecho de que su dieta esté alterando ese sistema de recompensa de manera bastante profunda en realidad significa que todo en su vida se está viendo afectado”, concluyó.
“Nuestra dieta puede ser una herramienta poderosa para mejorar nuestra salud mental. Esto no solo abre un campo prometedor para el desarrollo de alimentos funcionales y tratamientos naturales, sino que también nos invita a cuidar de nuestra mente a través de los alimentos que elegimos”, concluyó Emilia Caro.
El doctor Iglesias indicó: “Mantener una dieta equilibrada, consumiendo pescado, mariscos, legumbres, verduras, aceite de oliva (grasas monoinsaturadas), yogur, frutos secos, que sea rica en fibra y alimentos fermentados, así como evitar el uso excesivo de antibióticos y reducir el estrés, pueden ayudar a promover una microbiota intestinal saludable y diversa. Además, la ingesta de probióticos y prebióticos puede ser beneficiosa para restaurar y mantener el equilibrio del microbioma. De la misma manera, evitar los alimentos procesados y los azúcares refinados puede ayudar a reducir la inflamación y promover una mejor salud mental”.