La reciente noticia de que el rey Carlos III de Gran Bretaña ha sido diagnosticado con cáncer de próstata ha conmocionado y movilizado una serie diversa de emociones en personas de todo el mundo. La idea de que alguien de relevancia en cualquier área de la vida pública padezca de algún tipo de enfermedad que afecte su salud, es algo que nos permite tomar nota de la condición humana en la cual la desventura y la enfermedad no se guía por marcos jerárquicos.
A la vez, la respuesta de ellos permite quizás tomar mayor conciencia. Comentaba sobre esto en una nota pasada respecto a los famosos hablando de sus enfermedades (Los famosos que hablan de sus enfermedades mentales ayudan a tomar conciencia y a superar los estigmas).
En el caso concreto de Carlos III ha declarado que el comentar sobre su condición permitirá a otros tomar medidas y conciencia de la salud y la enfermedad.
Al igual que cualquier persona que recibe el diagnóstico no esperado, una de los factores positivos aún ante esa noticia es el diagnóstico temprano. En su caso una hiperplasia benigna de próstata controlada mostró en este último control la presencia de tejido tumoral pero aparentemente de bajo grado.
El cáncer, en particular este en hombres y el de mama en mujeres, es una enfermedad que afecta a millones de personas cada año, y que suele generar un profundo impacto en el bienestar físico, emocional y social. La vida debe ser replanteada en su cotidianeidad y de alguna manera obliga a ciertos replanteos personales conscientes, si no, frecuentemente, los mismos ocurrirán de otros modos pero sin poder hacer algo con esos cambios internos.
¿Cómo se pueden afrontar los cambios que implican el diagnóstico, seguimiento y tratamiento de un cáncer?
En una nota pasada (Psicooncología, un enfoque integral cuerpo-mente para tratar a los pacientes que padecen cáncer) hemos hablado de las formas de abordaje particularmente profesional, ligadas a la psicooncología, pero ¿qué recursos puede tener uno y en especial nuestro medio frente a esta noticia inesperada?
Antes que nada, no llegar a conclusiones catastróficas o negativas. En este concepto en cuanto a la información, la clave es el ocuparse y no rumiar, evitar el “overthinking”, el “sobrepensar” (La trampa del overthinking, cómo dejar de pensar en exceso a cada momento).
No dejarse llevar por pensamientos catastróficos o búsquedas caóticas, pero tampoco cerrarse a la información que reasegura. El camino del medio es aquel en el cual, asumiendo la realidad, es bueno informarse, en principio con su médico tratante quien haya hecho el diagnóstico, explorando de qué se trata en concreto para buscar convertirlo en dato que pueda ser procesado.
La palabra “cáncer” está cargada de un significado dramático, pero como planteó el comunicado de la casa real el entender, por ejemplo, el estadio de la enfermedad y las consecuencias de este en cuanto a evaluación o tratamiento, puede sacar de una nebulosa de generalizaciones y con los consiguientes sesgos cognitivos adversos que implica (dramatizar, generalizar etc.).
En cuanto a la información complementaria hay que buscarla en sitios de información para el público pero de fuentes fiables, en nuestro medio: el Ministerio de Salud, LALCEC, la ONG Vivir con cáncer o información en sitios del exterior como el NIH, Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos, la Asociación Americana de Cáncer, el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), la Clínica Mayo, etc.
A su vez, se desaconseja leer literatura médica ya que lleva a mayor confusión. Inclusive para quien tenga cierta capacidad para entender la terminología y las implicancias, los papers son por sus características contradictorios en muchos casos, y así un trabajo puede proponer una conducta y otro, una diferente. Los protocolos de conductas frente a diferentes estadios varían según estudios llevados a cabo por diferentes grupos. Eso en algunos casos lleva a confusiones y pérdida de adherencia con el profesional a cargo.
De manera más enérgica es desaconsejable entrar en grupos de redes sociales de tratamientos alternativos en los cuales se postulan diversos tratamientos que en general no son probados y generan falsas expectativas, así como la pérdida de la adherencia y confianza en el tratamiento indicado.
El caso de Carlos III es interesante ya que él será tratado con una combinación de tratamientos tradicionales y alternativos, pero en una larga historia de adherir a ciertas prácticas por parte de la familia real, muy evaluadas científicamente en su caso y que llevan a que el tratamiento central será el convencional y las otras prácticas serán complementarias.
En relación a las asociaciones conocidas como grupos de apoyo, online o presenciales, son útiles para proporcionar un espacio seguro para compartir sentimientos, experiencias y consejos de otras personas que están pasando por situaciones similares. Buscar ayuda en un profesional suele ser una buena y necesaria medida y de hecho la mayoría de los centros actúan con servicios de psicooncología.
El expresar las emociones, los miedos, por absurdos o vergonzantes que parezcan, es fundamental ya que son normales y válidos, y no se debe reprimirlos o negarlos. Buscar una forma positiva de expresarlos, en lugar de encerrarse o, por el contrario, hacer una fuga hacia adelante, ambas formas salidas de la misma matriz del miedo actuado, pero no aceptado.
En relación a esta última palabra la aceptación es la clave de muchas de estas acciones.
Recomendaciones
Cuidar la salud general. Según el tipo de cáncer, el estadio, las dimensiones, el/los órganos/s afectados/s, va a variar el impacto, pero las indicaciones de salud de siempre, como seguir una dieta equilibrada, beber suficiente agua, descansar y evitar fumar y el alcohol. En el apartado de la alimentación es donde se encuentran muchas propuestas de tratamientos milagrosos y hay que tener cuidado.
Realizar actividad física suave: caminar, estirar o hacer yoga, siempre que su médico según su estado lo apruebe, es fundamental. En relación a esto hay ciertas formas de cáncer en las cuales la actividad enérgica ha probado inclusive tener muy buenos resultados. De cualquier forma, la actividad física puede ayudar a mejorar el estado de ánimo, distraernos de estar demasiado centrados en “el problema” y a reducir en algunos casos los efectos secundarios del tratamiento. En este apartado se recomiendan técnicas de meditación, relajación, respiración profunda, relajación muscular progresiva o la visualización guiada, para calmar la mente y el cuerpo.
Mantener su rutina diaria y sus intereses. Hay un nuevo factor en la vida, pero esta no ha quedado detenida. Si bien tener cáncer puede alterar la vida normal y hacer sentir aislado o impotente, también es el momento de darle sentido a algo que no solemos hacer y es al momento presente, y a trabajar la concentración, la focalización, el priorizar, el establecer qué es lo importante de lo accesorio. La vida continúa y hay que estar muy atento a no tomar el diagnóstico como autoexcusa para salirse del camino de la existencia. Por ejemplo, esa “mala noticia” no implica que uno deba renunciar a lo que ocasiona placer, quizás todo lo contrario.
No está solo, no se quede solo. Como muchas enfermedades graves, o en particular algunas mentales, tener cáncer genera la sensación de ser al único que le pasa esto, de estar solo y que los demás no pueden comprenderlo, pero no está solo. Quizás sea el momento de ver quiénes son los que nos quieren y desean ayudar. Liberarse de quienes “deben o deberían” estar a quienes están permitirá descubrir que no se está solo. En este contexto el dato anterior de grupos de apoyo, puede ser importante.
En lo cotidiano, permitirse pedir ayuda con tareas cotidianas que se dificultan sea por el/los tratamientos o el estadio de la enfermedad, no es una falla. Conectarse con los demás tomando la iniciativa también permite entender que mucha gente no se aproxima e inclusive se aparta por no saber cómo hacerlo y corresponde a uno mismo abrir la puerta, “desde adentro” y no esperar que sea abierta “desde afuera”. Es muy posible que nos sorprendamos positivamente de la respuesta.
Pensar en términos esperanzadores. Es algo que usamos en la psicología positiva, de la felicidad, del optimismo y es la parte sobre la cual puedo trabajar y actuar, no sobre una serie de malas noticias como pueden ser un resultado parcial de un estudio o una biopsia, que será tarea del profesional y equipo tratante, quienes le dará nsignificado en un contexto.
La psicología positiva ha demostrado ser una parte importante en la calidad de vida según diversos estudios, así como en la práctica clínica (”Relación entre optimismo y calidad de vida en pacientes recientemente diagnosticados con cáncer”).
A todo esto, las técnicas asistidas por profesionales, como las terapias cognitivo-comportamentales focalizadas (TCC), las técnicas de reducción del estrés, la atención plena (mindfulness), las terapias específicas sumadas eventualmente a la complementación con algún tratamiento farmacológico en algunos casos permiten mejorar la calidad de vida, la evolución de la patología y el poder sostener la terapia oncológica.
En resumen, la difusión en la enfermedad del rey, quizás sea la ocasión para pensar que quienes estén atravesando esta etapa no están solos, que las instancias de la vida nos atañen a todos y aún así hay mucho por hacer, no imaginar que la única respuesta es la resignación.