Una reciente publicación de la revista especializada Proceedings of the National Academy of Sciences halló que existen tres principales predictores del desarrollo del lenguaje a nivel mundial.
La profesora asociada de Psicología Elika Bergelson, que estudia cómo los bebés y los niños pequeños aprenden el lenguaje del mundo que los rodea, en un trabajo realizado con la coautora principal Alejandrina Cristia, de la École Normale Supérieure de la Universidad PSL de Francia, precisaron que la edad, los factores clínicos como la prematuridad o la dislexia y la cantidad de habla que los niños reciben del mundo que los rodea resultan determinantes para la adquisición del lenguaje.
A diferencia de investigaciones anteriores, las expertas no encontraron efectos relacionados con el género, el multilingüismo o la situación socioeconómica.
Hasta ahora, los científicos habían reconocido que el estallido de producción de palabras ocurre alrededor de los 18 meses. Sin embargo, Bergelson y sus colegas encontraron una mejora cualitativa similar en la comprensión del lenguaje cerca del primer cumpleaños del niño, aproximadamente cuando llegan las primeras palabras genuinas. “Es como si los niños alrededor del año de edad pasaran de apenas comprender la mecánica del lenguaje a convertirse de repente en verdaderos compañeros comunicativos”, señaló la experta.
Para el trabajo, analizaron una gran muestra de niños de 2 a 48 meses. Las grabaciones de audio que duraron un día capturaron el balbuceo y el lenguaje infantil de 1.001 niños de 12 países y 43 idiomas.
Consultada al respecto por Infobae, la médica pediatra Ángela Nakab (MN 68.722), secretaria de la Subcomisión de Medios y Comunicación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) y jefa del Hospital de Día Polivalente del Hospital Elizalde, consideró que “la adquisición del lenguaje en los niños es un proceso complejo que varía de un niño a otro”.
Para ella, “hay múltiples factores que influyen en por qué algunos niños hablan antes que otros”. Y enumeró algunas razones comunes:
- Factores individuales: la predisposición personal puede influir en la capacidad de un niño para adquirir el lenguaje. Algunos niños pueden tener una predisposición genética que los hace más propensos a desarrollar habilidades lingüísticas más temprano.
- Entorno familiar y social: la calidad y cantidad de interacción verbal que un niño tiene en su entorno familiar y social juega un papel crucial. Los niños que son expuestos a un ambiente rico en lenguaje, donde se les habla, se les lee y se les estimula de manera positiva, tienden a desarrollar habilidades lingüísticas más rápidamente.
- Estilos de crianza: los estilos de crianza también pueden afectar la adquisición del lenguaje. Por ejemplo, los padres que fomentan la comunicación y responden activamente a las vocalizaciones y gestos de sus hijos pueden contribuir al desarrollo del lenguaje. Cuanto más se les hable, se les describa lo que va pasando, se lean cuentos simples y a la vez se repitan, se canten canciones sencillas y fáciles de aprender Los chicos aprenden por imitación, por repetición, por afectividad y por la emoción que se ponga en la conexión e interacción. Si se habla con ternura, en forma afectiva, cambiando la entonación, y poniendo entusiasmo se va incorporando el lenguaje.
- Estimulación temprana: los niños que reciben estimulación temprana, como juegos interactivos, y actividades que promueven el desarrollo del lenguaje, tienden a desarrollar habilidades lingüísticas más rápidamente.
- Desarrollo cognitivo y motor: el desarrollo cognitivo y motor también está relacionado con la adquisición del lenguaje. A medida que los niños desarrollan habilidades cognitivas y motoras, como la coordinación mano-ojo y la memoria, pueden empezar a comunicarse de manera más efectiva.
- Exposición a múltiples idiomas: los niños expuestos a varios idiomas desde una edad temprana pueden mostrar patrones de desarrollo lingüístico diferentes, a menudo demostrando habilidades multilingües.
- Desarrollo individual: cada niño es único, y el desarrollo del lenguaje varía ampliamente. Algunos niños pueden enfocarse más en el desarrollo físico o cognitivo en las etapas iniciales, y luego experimentar un rápido crecimiento en las habilidades lingüísticas más adelante.
Cada vez más niños con trastornos del lenguaje
Desde el sector de Lenguaje y Comunicación del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires sostienen que aumentaron las consultas por niñas y niños cada vez más pequeños con ausencia del lenguaje o dificultades en la comunicación.
“En las consultas observamos en ellas/os una pobre comunicación e intención comunicativa al momento de mirar, señalar, pedir; presentan poco desarrollo del juego. En algunos casos, esto puede deberse a la exposición temprana de pantallas, ya sea celular o televisión, donde pasan horas frente a estos y es tiempo que no invierten en jugar o en interactuar con su familia. Otro caso que vemos es que los padres tienen intención de jugar o de estimularlos pero no tienen el conocimiento adecuado para hacerlo”, analizó la licenciada en Fonoaudiología Patricia Villalba (MN 9319), coordinadora del sector Lenguaje y Comunicación del hospital.
Con ella coincidió Nakab, quien resaltó que “se han incrementado significativamente las consultas por trastornos del lenguaje en niños en los últimos años, siendo el abuso del uso de los dispositivos tecnológicos como un factor más a considerar, porque no son interlocutores válidos para el niño en desarrollo y promueven una cultura de la inmediatez, en detrimento de los tiempos y espacios para hablar y ser escuchados, para dialogar, interactuar y jugar”.
“Es lo que conocemos como ‘crianza entre pantallas’”, resaltó la especialista de la SAP, quien recomendó “estimular el contacto visual y las interacciones verbales y no verbales en los contextos cotidianos, nombrar los objetos que el niño señala, mencionar las acciones que realiza sin exigirle la repetición, esperar que tome su turno en las interacciones (ser pacientes) y realizar preguntas adecuadas a su nivel de desarrollo”.
Sonia Almada es licenciada en Psicología de la Universidad de Buenos Aires, magíster Internacional en Derechos Humanos para la mujer y el niño, violencia de género e intrafamiliar (UNESCO), y en una nota reciente para Infobae citó una publicación de la Academia Americana de Pediatría (AAP), que revisó toda la evidencia existente sobre el impacto de los medios digitales en los niños, esto incluía televisión, videos y tecnologías móviles/interactivas y el potencial beneficio educativo y los problemas relacionados a la salud en niños pequeños (0 a 5 años).
“Las conclusiones fueron que los niños y niñas menores de dos años necesitan exploración práctica e interacción social con cuidadores de confianza para desarrollar sus habilidades cognitivas, de lenguaje, motrices y socioemocionales”, destacó la especialista, y ahondó: “Esto significa poder jugar con juguetes y diversos materiales, como plastilina o masa sensorial, diferentes texturas y aromas, trasvasamiento de líquidos e interacción con la comida. La interacción social se refiere a los vínculos que entablan los bebés y niños pequeños con los adultos a su alrededor y con otros niños y niñas”.
Cuándo es momento de preocuparse por un niño que no habla
En opinión de Nakab, “es importante tener en cuenta que la variabilidad en la adquisición del lenguaje es normal, y cada niño sigue su propio ritmo. Sin embargo, si los padres tienen preocupaciones significativas sobre el desarrollo del lenguaje, es aconsejable consultar a un profesional de la salud, como un pediatra o una fonoaudióloga, para obtener orientación y evaluación”.
En ese sentido, la especialista dio una serie de signos o señales de alerta que los padres pueden observar para evaluar el desarrollo de su hijo.
- Antes de los 6 meses, previo a la aparición de las palabras existe una etapa llamada pre-lingüística o no verbal en la que los niños deben emitir sonidos como gorjeos, balbuceos, llantos y sonrisas que se van constituyendo como instancias comunicativas del bebe.
- A los 6 meses: si no sigue con la mirada cuando el adulto señala y le pide que mire un objeto familiar.
- A los 12 meses: si no tiene atención conjunta en relación a un objeto o actividad; no emplea gestos (señalar, hacer chau con la mano); no se observa anticipación ni risa compartida.
- A los 15 meses: si no lleva a cabo órdenes simples (dame, mostrame, etc.); retraso en las pautas de desarrollo de lenguaje; no inicia un juego o rutina social.
- A los 18 meses: si no hay acción proto-declarativa (señalar y establecer contacto visual con el adulto con la única intención de dirigir su atención).
- A los 24 meses: si no muestra interés por otros niños; ausencia de juego de ficción; no dice frases espontáneas de 2 palabras (no aquellas repetitivas de frases ya armadas por el adulto)