Las actividades de verano pueden ser pensadas estratégicamente para no ser solo entretenidas, sino también provechosas desde el punto de vista cognitivo y emocional de los niños.
“Al fusionar el entretenimiento con el aprendizaje se puede establecer un entorno en el que los niños no solo se diviertan durante sus vacaciones de verano, sino que también tengan beneficios significativos para su desarrollo cognitivo y emocional”, planteó la doctora Andrea Abadi (MN 76.165), psiquiatra infantojuvenil y directora del Departamento Infantojuvenil de INECO.
A continuación, la experta brinda una serie de sugerencias basadas en principios de las neurociencias:
Organizar sesiones de arte y manualidades en casa. De ese modo, los niños pueden pintar, realizar manualidades con papel, arcilla, entre otros materiales. La participación en actividades artísticas, como la pintura, la música y la danza, puede fortalecer las conexiones neuronales y fomentar la expresión creativa.
En general, los adultos suelen incitar a los más chicos a que salgan a disfrutar del sol, pero si se les proponen juegos para hacer en conjunto puede que se vean más entusiasmados. Por ejemplo, se les puede ofrecer ir a andar en bicicleta por el barrio o en una plaza cercana, patinar, jugar a la pelota, a la soga o al elástico, como cuando sus padres eran chicos.
La naturaleza y la exposición a la luz solar son cruciales para el desarrollo cognitivo. Asimismo, la actividad física no solo es buena para el cuerpo, sino también para el cerebro. Los juegos deportivos y actividades que involucren movimiento pueden mejorar la función cerebral y reducir el estrés.
Explorar lugares que presenten diversas culturas y realidades sociales puede ampliar la perspectiva de los niños y fomentar la empatía hacia personas con diferentes experiencias de vida. Una buena idea podría ser destinar una tarde a separar juntos juguetes o ropa en buen estado para donar a aquellos que lo necesiten.
Se recomienda establecer límites de tiempo para el uso de dispositivos electrónicos y fomentar actividades más interactivas y físicas.
Vinculado con ello, es importante planificar actividades que permitan a los niños aprender a través de la experiencia directa, lo cual puede incluir visitas a museos, parques naturales o participación en talleres de ciencia.
Además, puede ser de utilidad crear un calendario con diferentes actividades para cada día, el cual pueda incluir actividades al aire libre, por citar un ejemplo. Otra buena alternativa para pasar tiempo junto a los niños en las vacaciones de verano es involucrarlos en la cocina. De esa manera, podrán ayudar a preparar comidas sencillas y, al mismo tiempo, aprender sobre nutrición. Simultáneamente, estarán poniendo en práctica sus capacidades de organización, cantidades, cambios de consistencias, entre otros.
La lectura no solo mejora las habilidades lingüísticas, sino que también puede estimular áreas cerebrales relacionadas con la empatía y la comprensión. Además, se puede buscar programas de lectura de verano en la biblioteca del barrio .
Puede realizarse este plan con pochoclo y colchones en el piso, permitiéndole a los niños elegir las películas y disfrutar de una noche relajada en familia.
La meditación puede ayudar a mejorar la atención, la concentración y la gestión del estrés.
Los juegos de mesa que requieren estrategia y planificación, como el ajedrez, son excelentes para el desarrollo cognitivo y la toma de decisiones.
Es recomendable utilizar los tipos de juegos que estimulan la mente, por ejemplo rompecabezas, juegos de construcción, de memoria y rompecabezas lógicos. Estos desafían el cerebro y fomentan el pensamiento crítico.
Por ese motivo, se sugiere que participen en actividades que involucren música, juegos y cuentos en otros idiomas.
Se debe incluir alimentos ricos en ácidos grasos omega-3, vitaminas y minerales. Además, los adultos deberían asegurarse de que los niños obtengan suficiente descanso durante el verano, dado que el sueño es fundamental para la consolidación de la memoria y el bienestar general.