Vivir solo proporciona autonomía, privacidad, la libertad para organizar la vida cotidiana, permite el desarrollo personal, minimiza conflictos domésticos, fomenta la independencia y promueve la autosuficiencia al personalizar el entorno. Sin embargo, estas personas presentan mayor tasa de mortalidad si es que no reciben visitan de amigos o familiares, según una reciente investigación.
Un estudio reciente publicado por la revista científica BMC Medicine ha puesto de manifiesto que la frecuencia de interacciones sociales y el vivir solo influyen en el riesgo de muerte por todas las causas, especialmente enfermedades cardiovasculares (ECV). La investigación, que tuvo una mediana de seguimiento de 12,6 años, tuvo como muestra a 458.146 participantes del Biobanco del Reino Unido.
Los investigadores encontraron que aquellas personas que reciben visitas de amigos o familiares menos de una vez al mes presentan un riesgo aumentado de fallecer por diferentes causas, entre ellas las enfermedades cardiovasculares. Además, quienes viven solos y carecen de interacciones tienen una probabilidad mayor de morir.
Los resultados destacaron que la interacción entre los componentes funcionales y estructurales de la conexión social era clave para comprender el impacto en la mortalidad. Por ejemplo, las personas consideradas aisladas tanto funcional como estructuralmente mostraron un mayor riesgo de muerte por ECV en comparación con aquellos que estaban aislados en solo uno de los dos aspectos. Estos hallazgos resaltan la complejidad de las interacciones sociales como factores determinantes de la salud.
La importancia de este estudio reside en su enfoque integrado al evaluar cómo distintas facetas de la conexión social pueden actuar individualmente y en conjunto para influir en el riesgo de mortalidad. Las conclusiones subrayan la necesidad de políticas y programas que promuevan la integración, especialmente dirigidos a aquellos que viven solos y que pueden ser más vulnerables al aislamiento.
Otras consecuencias de la soledad
Un informe elaborado por la empresa Meta y Gallup en más de 140 países encontró que las tasas más bajas de sentimiento de soledad se reportan entre los adultos mayores (de 65 años o más), con un 17 % que se siente muy o bastante solo. Asimismo, los niveles más altos se identificaron entre los adultos y jóvenes (de 19 a 29 años) con un 27 %.
Tal como señaló Infobae, un análisis de la Sociedad Americana del Cáncer indica que los adultos estadounidenses que residen sin compañía presentan un incremento del 32 % en el riesgo de fallecimiento debido a cáncer comparado con aquellos que viven acompañados. El estudio detalla que en hombres que viven solos el riesgo es aún mayor, siendo del 38 %, mientras que en mujeres la probabilidad aumenta en un 30 %.
Asimismo, una investigación publicada en el JAMA Neurology revela que la sensación de soledad podría elevar en un 37 % las posibilidades de desarrollar Parkinson, un trastorno neurodegenerativo que avanza con el tiempo. Esta conclusión proviene del monitoreo a largo plazo, de hasta 15 años, involucrando a más de 490000 personas que forman parte del Biobanco del Reino Unido.
¿Cómo mantenerse conectado para luchar contra la soledad?
Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) recomienda que mantener conexiones sociales es crucial para la salud, ya que la soledad puede incrementar el riesgo de depresión y enfermedades cardíacas, además de afectar al sistema inmunológico.
Como estrategias para combatirla, la agencia también aconseja realizar ejercicio para reducir el estrés y elevar el ánimo o considerar la compañía de una mascota. Otra de las opciones puede ser utilizar medios tecnológicos como llamadas y videochats para estar en contacto con seres queridos y ofrecer asistencia a otros o involucrarse en acciones solidarias puede enriquecer el propósito de la vida y servir como remedio contra la soledad o la sensación de desapego.