La Navidad y año nuevo es ese periodo del año que se ama o muchas veces también se odia. Hay quienes la disfrutan como niños a la espera de Papá Noel y otros que no ven la hora de que pase el vértigo y todo vuelva a la normalidad.
Sin duda, la Navidad suele generar sentimientos encontrados en muchas personas, debido al estrés que produce las tareas por hacer, las expectativas familiares, la nostalgia de tiempos pasados, la soledad y el balance personal.
La doctora Laura Maffei (MNº 62441), endocrinóloga, especialista en estrés y directora de Maffei Centro Médico explicó a Infobae: “Al llegar a final del año nos encontramos a menudo agotados, sumidos en el estrés derivado de las prisas, las compras de regalos, las decisiones sobre con quién pasar las fiestas, el cansancio acumulado y la sensación de no hallarnos en un estado de calma”.
Por su parte, el doctor Alejandro Andersson, médico neurólogo, director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires, INBA describió a Infobae: “Para muchas personas, la Navidad está asociada con emociones positivas, con alegría, conexión social, espiritualidad, pero para otras está directamente relacionada con la pérdida, con la gente que ya no está, entonces se ponen melancólicas, lo que facilita la angustia y un estado de ánimo más depresivo”.
Y continuó: “También es un momento de mayor sensibilidad que a veces predispone a situaciones conflictivas, porque para algunas personas las fiestas, por todo lo que tienen que hacer y planificar, significan niveles más elevados de estrés y de ansiedad”.
Además, dicen los expertos, el estrés afecta de manera diferente a cada persona e influye según la personalidad, género y edad. Además, la doctora Maffei destacó que las reuniones de fin de año suelen generar emociones diversas, especialmente para aquellos que están acostumbrados a pasar la Navidad en familia y no la tienen.
“Para algunos, estas celebraciones despiertan sentimientos relacionados con el ‘síndrome de la silla vacía’, al recordar eventos tristes o la ausencia de seres queridos, una experiencia que se intensificó tras la pandemia. Por otro lado, quienes están acostumbrados a pasar estas fiestas en familia y ahora no la tienen pueden experimentar agobio al estar solos, o viceversa, sentirse abrumados en entornos con demasiada gente”, dijo la doctora Maffei.
Y añadió: “En resumen, es fundamental comprender y abordar la diversidad de experiencias emocionales durante estas festividades, promoviendo estrategias de afrontamiento saludables y fortaleciendo los lazos familiares en medio de la complejidad que estas celebraciones pueden conllevar”.
El papel de los neurotransmisores
Toda esa sobrecarga de tareas, estrés, emociones, reencuentros, alegrías y tristezas tienen sus causas y sus consecuencias en cuerpo y mente.
La Navidad influye en la química de nuestro cerebro. Se produce la liberación de una serie de hormonas que son neurotransmisores y que cuando las producimos generan emociones.
Dijo la doctora Maffei: “En este escenario de fin de año, los neurotransmisores afectados varían según la persona, pero suelen involucrar a la dopamina, la serotonina y el cortisol”. Las dos primeras están relacionadas con la felicidad; el cortisol, con el estrés.
“Hay quienes tienen una predisposición a vivir la Navidad con un espíritu relajado, experimentan una sensación mayor de bienestar, felicidad y compañía. Ellos seguramente contarán con niveles más elevados de serotonina, lo que los ayudará a sobrellevar este período. Por otro lado, la dopamina puede llevarnos a actuar de manera más impulsiva, siendo más propensos a abordar todas las responsabilidades sin dejar nada de lado”, manifestó la doctora Maffei.
Y añadió: “El denominado ‘síndrome del villancico’ ilustra el estrés asociado con los picos de dopamina durante las compras impulsivas. Este consumismo innecesario y la presión social pueden afectar la autoestima, lo que genera un nivel adicional de estrés. Además, la separación de los hijos, cada vez más común en familias dispersas geográficamente, también impacta emocionalmente”.
Por otro lado, en este “festival” de neurotransmisores aparece el famoso cortisol, conocido como “la hormona del estrés”. La doctora Maffei explicó que se incrementa cuando nos sentimos incapaces de controlar una situación, ante imprevistos o cuando la autoestima se ve afectada.
“Durante las festividades, las decisiones pueden parecer sencillas desde una perspectiva externa, pero la voluntad de complacer a todos choca a menudo con la realidad, generando tensiones y estrés difícil de controlar. Las expectativas de realizar ciertas acciones o comprar regalos para todos a veces resultan inalcanzables, y las decisiones sobre qué familia priorizar pueden generar conflictos. Hay situaciones que hacen que el estrés aparezca y no siempre se pueda controlar o gestionar adecuadamente”, expresó la especialista.
Cómo afecta a nuestro cerebro
Todas estos efectos en la química del cuerpo atrajo la curiosidad de los investigadores que decidieron estudiar cómo la Navidad afecta al órgano que comanda nuestro cuerpo y mente.
Científicos daneses hicieron un experimento y comprobaron que cuando se le enseña a la gente imágenes navideñas se activa una zona del cerebro en todos quienes decían ver la Navidad de forma positiva. Eso no pasaba con los que no celebraban la Navidad. Esto demostró que, efectivamente, hay una especie de presencia del espíritu navideño en el cerebro humano.
El doctor Andersson explicó el estudio danés: “Tomaron un grupo de 10 personas que celebraban la Navidad y otras 10 personas que no la celebraban, que no tenían tradición navideña. ¿Qué fue lo que buscaron? Ver el tipo de activación cerebral utilizando un equipo de resonancia magnética funcional. Les presentaron imágenes navideñas y neutrales a estos 20 participantes y después analizaron el tipo de actividad cerebral. Las resonancias magnéticas, además de tener imágenes estáticas brindan imágenes dinámicas que se relacionan con el funcionamiento del órgano. Entonces, encontraron áreas de aumento significativo de la activación en la corteza sensoriomotora, en el córtex premotor y motor primario y en el lóbulo parietal del cerebro de los voluntarios que celebraban la Navidad y tenían asociaciones positivas con ella. Estas áreas cerebrales ya previamente han sido asociadas con la espiritualidad”.
Y continuó Andersson: “Estos resultados sugieren que existe, por así decirlo, una red neuronal de circuitos que tienen que ver con el espíritu navideño y que claramente se activa significativamente en las personas que tienen esa tradición en comparación con aquellos sin tradiciones”.
La doctora Maffei sumó: “Este estudio es interesante porque nos permite profundizar en la forma que tenemos de reaccionar, no solo para la Navidad, sino también para celebraciones en diversas comunidades, como Hanukkah para el pueblo judío o Diwali para los indios, donde se conmemora una victoria simbólica del bien sobre el mal. La predisposición a experiencias espirituales se refleja en la activación de los lóbulos mencionados, así como de la corteza frontal y prefrontal. Esto sería algo transcultural”.
Y concluyó: “Es decir, no es solamente en la Navidad, ocurre en todos los seres humanos, en todas las comunidades que tienen tradiciones festivas en relación a aspectos espirituales. Esto nos permite saber cada vez más cómo se interrelaciona la psicología, la neurología, la endocrinología en la comprensión de nuestros fenómenos psíquicos”.
Y los regalos navideños también traen beneficios. Un estudio demostró que tanto dar como recibir obsequios produce satisfacción emocional.
En conclusión, esta época activa evocaciones y recuerdos profundos en los seres humanos. Esa es la razón por la que el cerebro parece presentar una activación diferente en estas fechas que en otros momentos del año. Y estas crean la necesidad de revivir la experiencia. Por eso, los festejos se repiten cada año.
Cómo disfrutar de las fiestas
Es importante aprender a gestionar el estrés para pasar unas felices fiestas. “La manera en que celebramos, nos relajamos y participamos en estos eventos es crucial. La preparación anticipada, acompañarse y la toma de decisiones familiares colaborativas son elementos clave para mitigar la tensión”, expresó la doctora Maffei.
Y recomendó: “Tratar de evitar las experiencias con muchos estímulos auditivos, visuales, aglomeraciones, prisas, gastos y reflexiones de fin de año. Lo ideal es prepararse con tiempo, tomar decisiones respecto a cómo celebrar y dónde estar, y procurar la compañía, ya que estas festividades suelen no ser propicias para la soledad, ya que son momentos en los que surgen diversas emociones”.
Por su parte, el doctor Andersson destacó tres acciones para disfrutar de las fiestas: planificar, aceptar y ponerse expectativas realistas. “Hay que reconocer que las fiestas pueden tener momentos de alegría y desafío, pero no todas las experiencias van a ser perfectas. Hay que aceptar a cada uno de los integrantes de la reunión. También es importante planificar las cosas con anticipación para ayudar a reducir el estrés”.
El médico también destacó la importancia de mantener los hábitos saludables: “Seguir una alimentación equilibrada, tratar de no excederse en las comidas o en las bebidas; realizar una actividad física regular y priorizar el descanso. Hay que escuchar al propio cuerpo”.
Si una persona se siente abrumada por las fiestas, el doctor recomendó pedir algún tipo de ayuda profesional para mantener el equilibrio emocional.
Y agregó: “Es importante aprovechar toda la parte buena que tienen las fiestas. Reflexionar sobre el año transcurrido y las situaciones por las cuales uno puede estar agradecido. La gratitud suele mejorar el estado de ánimo y cambiar la perspectiva de las cosas”.
En definitiva, si es posible, revivir aquellas bellas experiencias navideñas y recuperar la ilusión junto al cariño de nuestros seres queridos parecen ser las claves para disfrutar de estas fiestas.