La llegada de las Fiestas moviliza emociones, algunas alegres, optimistas, otras no tanto, cargadas de evocaciones y sentimientos tristes. Recuerdo que siendo adolescente esperábamos que pasaran las 12 para salir y divertirnos, como si la medianoche marcara el límite entre el control y el descontrol, la familia y los amigos, lo sagrado y lo profano.
Después de las 12 el reino era de Baco (para los romanos) o Dionisos (para los griegos), el dios que guía los cuerpos a la desinhibición y a la alegría compartida. Las cosas no han cambiado para aquellos que tienen motivos para hacerlo. La llegada de Navidad o el Fin de Año puede ser una buena oportunidad para disfrutar de un reencuentro de la pareja, sobre todo cuando existen tensiones actuales, o el año que se deja ha sido complicado para el vínculo.
Parejas Dionisíacas
Por lo general la previa a los festejos está acompañada de ansiedades y desacuerdos en relación a los lugares de encuentro cuando hay diferentes opciones familiares. El mejor escenario es decidir qué hacer sin que nadie se sienta molesto u obligado; el peor: reflotar rivalidades familiares, o de pareja.
Sabemos que los problemas no resueltos encuentran siempre resquicios para meterse y las fiestas pueden ser el momento para que estallen discusiones y reproches varios. Las demandas del entorno: madres, padres, suegros, amigos, se entrecruzan con los problemas internos provocando más conflicto. Muchas personas se sienten tironeadas por ambos lados y no saben si cumplir con las exigencias externas o defender el vínculo de pareja.
Así como el fin de año sirve para hacer un balance de lo vivido, también debería ser la oportunidad para decir ¡basta! a aquellas situaciones que provocan dolor, y a partir de esta nueva postura, aspirar a lo mejor en lo personal y vincular. Más allá de las crisis, aquellas parejas que aún se siguen eligiendo, debieran aprovechar este momento festivo para reafirmar el amor y defenderlo ante cualquier situación foránea que pretenda entrometerse.
Muchas crisis de pareja son innecesarias ni dependen de severos problemas del vínculo, solo demuestran la incapacidad para poner límites a la influencia externa, como si todavía, alguno de ellos o los dos tuviera que responder a su hogar de origen.
Consejos: si hay algo que festejar y reafirmar es el compromiso de estar juntos. El calor de la noche, y por qué no, una copita de vino, o champan, sirven para iniciar el contacto cuerpo a cuerpo. La intimidad puede ser también la protagonista de estas noches concurridas, solo es cuestión de darle el lugar que se merece. Hacer insinuaciones con frases, caricias, “toqueteos” bajo la mesa, o un brindis provocador, pueden ser el inicio de una noche “caliente”. Para los que se atreven a algo más pueden optar por regalo que active fantasías: lencería erótica o juguetes sexuales. Todo con el fin de convocar las acciones de Dionisos.
La soledad de Baco
Algunas personas solas prefieren pasar las fiestas en la soledad extrema, o bien reunirse con familiares, hijos, o amigos. Los sentimientos son variados, desde el escepticismo o la desesperanza, hasta el optimismo total, ya sea por estar “bien” solos, o por las ansias de conocer a alguien.
La reunión con amigos colabora como grupo de apoyo, contención, y por qué no, estimula planes de salida en estas noches especiales. Salir del lugar del dolor y festejarse, como si nosotros mismos fuésemos el motivo de la fiesta, debería ser el pensamiento supremo.
Si durante el resto del año estamos respondiendo constantemente a obligaciones externas, este instante festivo tendría que ser diferente: la responsabilidad es con nuestro propio ser. A partir de esta nueva dirección del deseo será posible recupera la estima y la confianza personal.
Tips para una noche especial
Aprovechar las Fiestas para reencontrarse con la pareja.
Preparar regalos que sorprendan: tarjetas con frases sugerentes, lencería erótica, juguetes sexuales, etc.
Regalarse una noche de hotel.
Usar disfraces alusivos a las fiestas (ejemplo: Papa Noel) con un toque sensual y erótico.
Susurrar fantasías al oído, o tocar al otro en forma provocativa, escondidos a los ojos de los demás invitados.
Invitar a la pareja a un brindis en la intimidad.