Está ampliamente demostrado que el juego tiene múltiples beneficios en el desarrollo de los niños, relacionados con el cerebro, el lenguaje, la comunicación y la creatividad. Al jugar se generan hormonas cerebrales que favorecen la atención, la memoria, el aprendizaje, el bienestar físico, la disminución del estrés, el aumento del placer, etc.
Según un informe clínico de la de la Asociación Americana de Pediatría jugar con ambos padres y otros niños es fundamental para formar mejores cerebros, cuerpos y vínculos sociales que prosperen. La investigación muestra que jugar puede mejorar las capacidades de los niños para planificar, organizar, llevarse bien con los demás y regular sus emociones. Además, el juego ayuda con las destrezas matemáticas y sociales.
Pero ¿qué condiciones debe reunir un buen regalo para los niños? La licenciada Paola Braslavsky, psicóloga del Departamento de Pediatría del Hospital de Clínicas de la UBA (MN 27780), respondió a Infobae: “El primer punto a considerar es el de escuchar y atender al niño o a la niña, registrar lo que en este momento de su vida lo/a moviliza, entusiasma, lo que quiere. Tenerlo/a en cuenta. Luego el adulto a cargo analizará si puede o no comprarle ese juego u objeto y de qué manera”.
Por su parte, la doctora Claudia Amburgo, médica psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), especialista en niños y adolescentes indicó que depende de cada familia: “A veces hay padres que no saben lo que le gusta a los chicos. No están comunicados y no conocen lo que les gusta a sus propios hijos. Y lo esperable es que los chicos pidan lo que les gustaría. A veces los adolescentes quieren ropa, y celulares y eso depende de cada familia, pero también hay que ver con qué frecuencia de uso. Lo más importante es escuchar a los niños para discernir su deseo”.
Y agregó: “Hay chicos que son muy deportistas, entonces los regalos podrían tener que ver con la actividad que practican. También se pueden regalar juegos de mesa, dependiendo de la edad. Los juegos reglados son a partir de los 6 años. Lo mejor para desarrollar la creatividad es cuando un papá o una mamá comparten ese juego con el hijo y se tiran juntos al piso a armar; o los juegos didácticos, los que tienen los bloques, según las edades. Después hay juegos de armar cosas en la computadora que para ciertos chicos de 12 a 15 años son muy interesantes, pero los chicos ya pasan mucho tiempo frente a las tablets”.
También es importante que el adulto evalúe si eso que el niño quiere es adecuado, pertinente, señaló Braslavsky: “Por ejemplo, si una niña de dos años pide una tablet, por más que el adulto se la pueda comprar, no es un buen regalo porque están contraindicados los dispositivos electrónicos para menores de cuatro años. Mientras que ante un niño, por ejemplo, de nueve años que quiere un dispositivo electrónico -porque sus amigos juegan en línea y quiere participar-, habría que considerar el uso que le dará el niño al dispositivo ya que eso debe quedar bajo supervisión del adulto, quien debe estar informado sobre los recaudos necesarios a la hora de dar un objeto digital.
Además del uso, tratándose de una pantalla, el adulto deberá cuidar el tiempo de exposición a la misma, dijo la psicóloga: “Está comprobado que más de dos horas diarias de exposición a pantallas interfieren tanto en los vínculos humanos como en el aprendizaje de niños y de niñas hasta los trece por lo menos. Incluso, por más horas, ya hablamos de conductas adictivas”, advirtió la psicóloga.
Y afirmó que en la consulta encuentra que niños y niñas quieren tener con quién jugar. “Por eso les gusta tanto ir a la plaza. Ahí siempre hay alguien con quien compartir tiempo para jugar -además de los juegos y el espacio para desplazarse, lo cual es fundamental en la infancia-”, señaló.
En una nota reciente en Infobae, especialistas en desarrollo infantil del Área de Lenguaje del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA) expresaron que según un informe realizado por ellos, la mitad de los adultos no tiene disponibilidad en su agenda para jugar con sus hijos, a pesar de que conocen de su importancia, y 2 de cada 10 no saben qué juegos son los más adecuados.
“Los motivos frecuentes son la falta de tiempo, pensar que el único que tiene que jugar es el niño o no saber cómo hacerlo, qué juguetes o cosas pueden utilizar que sean interesantes. Otra situación habitual es que muchas veces el adulto quiere comandar el juego cuando hay que encontrar un punto de equilibrio para que el niño sea activo, en función de sus necesidades y su desarrollo”, sostuvo la licenciada en Fonoaudiología Patricia Villalba, coordinadora del equipo de Lenguaje del hospital (MN 9319 y MP 1866).
Por su parte, la licenciada Braslavsky explicó que es muy frecuente que los chicos quieran juegos muy caros o dispositivos electrónicos “pero si nosotros los escuchamos, podemos darnos cuenta de que disfrutan mucho si les ofrecemos tiempo de calidad para jugar, si nos comprometemos con ellos en el juego”.
Y agregó un ejemplo: “Es muy común que entren al consultorio con el teléfono celular y que, sin que se den cuenta, lo dejen en el escritorio, incluso siendo adolescentes, cuando encuentran bloques para armar, hojas y elementos para dibujar, cartón y plasticola. Quieren inventar, crear, hacer arte. El propio juguete para encastrar o tableros que operan como pistas para autos o mapas, rompecabezas, circuitos, es algo que les genera tanto entusiasmo que hasta invitan a que el adulto que está con ellos también lo haga, porque quieren que uno vivencie esa experiencia o que los ayude con lo que están armando porque están seriamente interesados. Se trata de hacer el propio juego. Y después llega el momento en que quieren compartirlo y llevárselo”.
Recomendaciones para regalar juguetes
Los juegos cambian en función del desarrollo del niño. “Así, mientras que el bebé suele jugar con un objeto que le llama la atención por la luz o el sonido a medida que empieza a caminar, explora el ambiente y comienza a tocar todo lo que está a su alrededor. Le gustan los juegos motrices, de arrastrar, sacar y poner cosas. Cuando va aprendiendo el lenguaje y se va desarrollando intelectualmente, comienza a utilizar los juegos relacionados con la vida cotidiana, imitando lo que ve a su alrededor”, expresó Villalba en la nota citada.
Y agregó: “Más adelante se disfraza, hace que juega al doctor, a la mamá o papá, a cocinar, o realiza acciones que tienen que ver con sus rutinas diarias. Aproximadamente a los 4 años empieza a utilizar juegos con reglas. A partir de los 5, juega con letras, números y relacionados con animales, transportes, comidas, vestimenta y demás. Entre los 6 y 8 años, usa juegos que estimulan la parte atencional, la memoria, la velocidad visual, la planificación. Juega con cartas, por ejemplo”, afirmó.
De acuerdo a Braslavsky, los juegos más recomendables son los que estimulan la capacidad de invención propia, de iniciativa, por ejemplo, los bloques o juegos de encastre -de acuerdo a la edad se debe considerar el tamaño de las piezas- así como materiales diversos para que hagan sus propios juegos”.
Y agregó que por cumplirse el año del último Mundial de Fútbol, un buen regalo son las figuritas ya que les permite abrirse a diversas realidades: “aprender sobre la vida de jugadores; conocer otros países, reglas y funcionamiento del fútbol; compartir experiencia de intercambio con familiares, conversando y disfrutando. Y hasta los chicos se divierten solos cuando piensan en qué figurita cambiar, en cuál guardar. Además, los se pueden conectar con el mundo deportivo en general. Es increíble todo lo que brindan y no es necesario comprar cantidades de paquetes”, resaltó la psicóloga.
Para Amburgo, “un niño nunca va a olvidar el juguete que de chico le daba tranquilidad, le calmaba la angustia de abandono, el cual a veces coincide con el juguete del apego u objeto transicional”.
Y añadió que es muy buena idea comprar regalos para compartir en familia: “Estimulan los afectos, la comunicación, ayudan a levantar la autoestima de los chicos. El afecto y dedicación al jugar con los niños es el mejor estímulo educativo. Ejemplos: juegos de mesa, metegol, fútbol en familia, juegos en la pileta etc”.
Otros buenos regalos, dijo Braslavsky, son los juegos tradicionales, como dados y cartas: “Para quienes se inician en el aprendizaje de los números y las letras, se encuentran en las jugueterías cartas con personajes conocidos, lo que ayuda a que se interesen por juegos que ya son de mesa y no del orden de lo corporal, del espacio y del desplazamiento -que son los primeros recomendables hasta los cuatro años por el desarrollo que favorecen-”.
También están los juegos de mesa clásicos como damas, ajedrez o ludo, donde hay que llegar desde un punto de partida a uno de llegada compitiendo contra el otro y salvando obstáculos. “Esos desafíos son interesantes para trabajar ‘el ganar y el perder’ así como la frustración, por citar algunas cuestiones que los niños y las niñas deben ir transitando en su desarrollo emocional y vincular”, expresó Braslavsky.
Cuando a veces los chicos tienen que estar muchas horas solos, tener elementos para hacer arte, música o juegos de ingenio son también una alternativa. “Ayudan ante las emociones que a veces resultan insoportables en soledad y que niños y niñas no las pueden registrar o no pueden resolverlas”, expresó la psicóloga del Hospital de Clínicas.
Opciones para todas las edades
- Para los chicos de 0 a 4 años, lo que interesa es el descubrimiento del mundo y de sí mismos mediante la sorpresa y el asombro y a través de los sentidos, dijo Braslavsky y recomendó que los juguetes tengan “diversidad de texturas, colores -no que encandilen-; sonidos variados, armónicos, no puro ruido; ser objetos que el niño pueda manipular, que tengan que ver con el agua -flotadores, animales inflables, aros para la pileta, pelotas-, burbujas; trasvasar entre potes de distintos tamaños, baldes, vasitos”.
Luego, aconsejó los juegos que permitan ir desplazándose a medida que va creciendo: “Aquí aparecen los objetos para llevar, transportar cosas de un lado a otro como carritos de supermercado, triciclos, monopatines… Pero lo fundamental es que se trata de jugar siempre con los adultos de referencia, apoyándose y sosteniéndose en vínculos significativos”, remarcó la experta.
Y agregó: “También se puede regalar la experiencia de la lectura de cuentos, libros para que se contacten desde la primera infancia y más tarde los puedan ir tomar y leer a su manera. Es muy significativa la lectura de cuentos a la hora de ir a dormir como una experiencia vincular y un ritual de sueño”.
Según Amburgo, jugar con los libritos de plástico en la bañera es muy recomendable porque forma parte del diálogo entre la mamá, el papá y el chico. Es un momento de tranquilidad para leer un libro y disfrutar”.
- A partir de los 4 años, los juegos más recomendables son los disfraces, los que tienen que ver con los roles, los personajes de ficción, los oficios, jugar a la familia… a hacer de otro, dijo Braslavsky; “Empiezan a funcionar las reglas de otra manera y a alejarse poco a poco de lo puramente corporal”.
- Desde los 6, a 7 años: “Son recomendables los juegos de mesa que pueden involucrar a toda la familia. Y se sigue con las experiencias compartidas de juego en plazas, espacios donde hacer alguna actividad física” indicó la psicóloga.
Ofrecer experiencias a los chicos también es un excelente regalo, destacó Braslavsky: “Por ejemplo, en función del interés del niño o el de la niña evaluar si le gustaría que se lo/a anote en una colonia de vacaciones, en clases de algún deporte, ir a una pileta u otra actividad recreativa. O que el adulto pueda organizarse así pueden compartir un día de vacaciones con primos y compañeros de escuela… También es un regalo enriquecedor que deja su impronta”.
En cuanto a regalar juguetes que tradicionalmente eran de niñas (cocinitas, escobas, jueguitos de té, etc) a los varones Braslavsky explicó: “Se debe contextualizar y considerar especialmente caso por caso. A muchos chicos les gusta cocinar porque en sus casas, para hacer alguna actividad con los adultos, se les permite participar y luego quieren jugar al restaurante o “la cocinita”. Otros niños ven los programas donde hay competencias sobre comidas o ven a sus hermanos mayores cocinar y quieren jugar a eso porque desean ser grandes”.
Y sumó: “A veces, recrean en el juego situaciones placenteras en las cuales participaron y quieren revivirlas y el juego es el espacio por excelencia para ello. Además, se suma a lo anterior, en ciertos momentos del desarrollo, el jugar a cambiar de roles: que te den de comer, darle al otro de comer, que es fundamental en los vínculos humanos. En algunos casos, los nenes piden juegos tradicionalmente de las nenas por lo que se huele, siente y circula sobre cambio de roles en la cultura”.
Finalmente, completó: “Así como a muchas nenas se les compran los autos con colores tradicionalmente de nenas o tal cual se les compra a un niño. Y no está ni bien ni mal, depende de lo que esté atravesando esa niña en su desarrollo, en su devenir, en el reconocimiento de sí misma y de los otros, en lo que esté explorando. Tal vez, su mamá no quiere que se la fije como la nena que solo juega con muñecas, por eso desea que explore todo tipo de juegos. O tal vez ella lo pidió porque observa cómo disfrutan sus compañeros jugando con los autitos. No se fijan destinos si un niño quiere experimentar cómo se siente jugar a hacer de princesa o cómo una niña quiere probarse la máscara de un superhéroe”.
Por otro lado, hay que tener precaución con el sonido de los juguetes. Según una nota reciente de Infobae la Academia Estadounidense de Audiología informó que los juguetes ruidosos pueden causar daños duraderos a la audición de un niño. La institución recomendó a los padres tener cuidado al comprar juguetes con sonido, incluidos los videojuegos. Elegir aquellos en los que se pueda bajar el sonido, poner el sonido a un nivel aceptable y no dañino y enseñar a los niños a mantenerlos en ese nivel.
Requisitos para un buen regalo
La licenciada Baslavsky, recomendó antes de elegir un obsequio tener en cuenta los siguientes puntos:
- Escuchar al niño qué es lo que en este momento lo moviliza, mueve, lo que quiere o entusiasma.
- Poner el acento en la experiencia de jugar más que en el objeto en sí mismo.
- Priorizar experiencias de juego en familia, con seres significativos o con pares más que objetos materiales.
- Facilitar experiencias de juego en las que se puedan expresar y desplegar las emociones.
- Optar por juegos que propicien la invención, la construcción, donde los chicos puedan hacer su propio juego. “Esto genera sorpresa y aporta una sensación de autoconfianza y percepción de sí mismo muy significativa en el desarrollo. Y favorecer inventarse momentos de juego o juegos para aprender a estar solo, lo cual también es necesario en el crecimiento: estar sostenido por otros, pero aprender a jugar solo”, remarcó Braslavsky.
- Incentivar juegos para descubrir el mundo, al otro y a sí mismo mediante la imaginación, la invención y el desarrollo o despliegue o uso de su inteligencia en sentido amplio y de acuerdo a la etapa del desarrollo que atraviesa, “donde más allá del regalo que se entregue, el adulto o la familia participe y comparta la experiencia del jugar. El jugar es un espacio privilegiado de expresión y despliegue de las emociones y de la comunicación con los otros en la infancia, de ahí su gran valor”, concluyó la psicóloga.