Hay una palabra que es tendencia últimamente: pragmatismo. Si bien se la menciona en relación a la ciencia política, este movimiento filosófico y educativo surgido en los Estados Unidos en la década de 1880, se abre a otros campos y disciplinas, como la educación, la psicología, la sociología y el derecho.
Según la Real Academia Española, “es la preferencia por lo práctico o útil”, y este concepto puede ser parte también de nuestra vida cotidiana. Dentro de él, los objetivos son los verdaderos protagonistas, porque determinan el blanco al que apuntar de forma práctica para alcanzar lo deseado.
La licenciada Marina Dolmatzian, neuropsicóloga, miembro del Equipo de Neuropsicología de INECO explicó a Infobae: “El pragmatismo viene de una corriente filosófica que postula que algunas personas eligen una idea solo si esta funciona bien. Es decir, es aceptar una postura muy relacionada a las consecuencias prácticas y útiles de esa idea. Así, se podría definir a las personas pragmáticas como aquellas que se centran en cumplir sus objetivos de manera práctica”.
Por su parte, el licenciado en Psicología Alexis Alderete (MP 85367), especialista en trastornos de ansiedad y entrenamiento en habilidades de Fundación Foro, señaló a Infobae que el pragmatismo significa valorar la toma de acción para la obtención de resultados con una utilidad práctica en la vida: “Ser una persona pragmática implica centrarse en la eficacia, la utilidad y la acción, tomando decisiones basadas en lo que funciona en la cotidianidad de nuestras vidas para la resolución de problemas y así obtener los resultados óptimos para cada situación”.
La neuropsicóloga sumó: “Es una actitud que nos permite poner el foco en lo útil, lo concreto y/o lo eficiente de una acción que nos orienta a cumplir nuestras metas” y describió a las personas pragmáticas o prácticas como aquellas que se ponen metas u objetivos y prestan atención en cómo las consecuencias de sus acciones impactarán en ellos.
“De esta manera, suelen ser sujetos organizados, que ponen especial atención en la planificación de sus acciones, en el automonitoreo y en la evaluación de riesgos. Suelen evitar las improvisaciones o postergaciones, tienen facilidad para gestionar sus emociones de manera que no les impacten negativamente en sus metas u objetivos. Aquellos más pragmáticos suelen centrarse más en las acciones que en las ideas y tienen preferencia por pasar de los ideales o los pensamientos a la práctica de manera eficiente”, resumió Dolmatzian.
La capacidad para establecer metas, para organizarnos, para planificar, para tomar decisiones y para resolver problemas son algunas funciones cognitivas conocidas como funciones ejecutivas.
Explicó Dolmatzian: “Estas son un grupo de funciones ubicadas en nuestro cerebro, en el lóbulo prefrontal específicamente, que nos permiten diseñar un plan de acción, iniciarlo, mantenerlo y finalizarlo. Cualquier objetivo que nos pongamos en mente requiere de la actividad de estas funciones. En otras palabras, ser pragmático es ser ejecutivo, o tener un buen uso o entrenamiento de nuestras funciones ejecutivas”.
Y agregó: “En la era en la que vivimos, rodeados de información, tareas, tecnología, etc., se pondera positivamente a aquellas personas que son prácticas, que pueden cumplir una acción y son eficientes en el proceso. Utilizar la menor cantidad de recursos (como tiempo, dinero, etc.) y cumplir rápidamente nuestros objetivos no es tarea sencilla, las personas pragmáticas suelen tener cierta facilidad para hacerlo, por eso será que está tan de moda esta cuestión”.
Los pros y contras
Ser pragmático tiene muchos beneficios en distintas áreas, afirmó Dolmatzian. “Tanto en la esfera laboral, social, académica, económica, etc. poseer la capacidad de establecer objetivos, iniciarlos, sostenerlos y finalizarlos de manera práctica puede llevarnos muy lejos”.
La experta citó un ejemplo: “Una persona que cuenta con una adecuada capacidad de resolver problemas de manera eficiente, tendrá más chances de sobrellevar la economía y organización de su hogar, o bien de dar una buena impresión en una entrevista laboral. Las personas más resolutivas, que suelen ir a lo concreto y tienen cierta tendencia a la acción, suelen tener resultados más tangibles, sentirse más productivos y autoeficaces, lo que aumenta la sensación de bienestar”.
Además, ser pragmático implica utilizar algunas funciones ejecutivas. “Según algunos estudios recientes, se vio asociado un alto funcionamiento ejecutivo con un aumento de la sensación de bienestar. Es decir, personas con adecuada capacidad para planificar sus acciones y que logran inhibir la gratificación inmediata en pos de cumplir sus objetivos a largo o mediano plazo, reportaron tener mayor bienestar. Los procesos que subyacen al pragmatismo son específicos, tal como la capacidad para inhibir impulsos, controlar nuestra conducta, sostener información en nuestra mente y manipularla y la flexibilidad cognitiva, que nos permite adaptarnos y responder adecuadamente a las demandas del entorno”, manifestó Dolmatzian.
Para el licenciado Alderete, los beneficios de aplicar como filosofía de vida el pragmatismo es que las personas se vuelven más resolutivas en la gestión de sus problemas y en la obtención de metas, lo que les da mayor motivación para continuar con situaciones más complejas: “En las personas que están atravesando problemas emocionales, adoptar el pragmatismo en sus vidas les da un mayor control en su cotidianidad, dando como resultado que aprendan a gestionar sus altibajos emocionales. Las personas pragmáticas aprenden a través de su propia experiencia, lo que puede resultar en un aprendizaje más sólido y aplicable”.
Sin embargo, nada en exceso es bueno. Señaló la neuropsicóloga que las personas que son muy pragmáticas podrían percibirse como menos creativos o bien ser muy rígidos y resistirse al cambio: “Podría aparecer cierta tendencia a no poder adaptar la planificación realizada y mantener la rigidez, lo que podría impactar negativamente en la resolución de conflictos o en la flexibilidad cognitiva. También, las personas más pragmáticas podrían estar expuestas a contextos de mucho estrés, que asimismo afecta de manera negativa en el rendimiento de las funciones ejecutivas si es sostenido en el tiempo y excesivo. Incluso, en las relaciones interpersonales pueden aparecer algunas dificultades, ya que los pragmáticos pueden ser catalogados como poco empáticos”.
Según el licenciado Alderete, “con el correr del tiempo la obtención de resultados lleva al automatismo de ciertas tareas, donde no se aplica una reflexión consciente, llevando a que la persona se vuelva impulsiva y trate de quitarse de encima los inconvenientes que le van apareciendo sin su correcta evaluación”.
Por otro lado explicó que las personas pragmáticas valoran por encima de todo la obtención de resultados, “le prestan menor importancia a las emociones implicadas o con quien están lidiando y esto puede llevarlos a conflictos interpersonales, ya que los individuos pueden sentirse menospreciados o que no son tomados en cuenta en pos del resultado a toda costa. La clave radica en adaptar el pragmatismo a cada situación de manera equilibrada y consciente”, recomendó Alderete.
Cómo ser más pragmáticos
Dicen los expertos que si las personas pragmáticas son quienes tienen facilidad para establecer metas y objetivos, y cumplirlos, y un buen nivel de funcionamiento ejecutivo, el entrenar y potenciar dichas funciones podría ayudar a ser más prácticos en nuestra vida cotidiana.
Dijo Dolmatzian: “Establecer objetivos es una función que se entrena, se aprende y puede mejorar gracias a la capacidad plástica de nuestro cerebro. Para eso, podemos utilizar algunas estrategias que nos facilitarán pensar de esta manera”. La experta brindó las siguientes recomendaciones:
- Tener en cuenta la manera en la “seteamos” nuestros objetivos. “Deberán ser realistas, alcanzables, medibles y específicos. Si el objetivo es correr una maratón y aún no corrí una carrera, dicho objetivo me parecerá inalcanzable y aparecerá la procrastinación o bien habrá muchas chances de que abandone mi meta”, afirmó la neuropsicóloga.
Los objetivos para ser alcanzables deben ser claros y pequeños. “Está muy bien tener objetivos a largo plazo, siempre y cuando podamos especificar los pasos (objetivos intermedios) para lograrlo”, dijo Dolmatzian.
Por su parte, Alderete agregó: “Cuando escribimos nuestros objetivos en un papel ya estamos concretando el primer paso y podemos visibilizar los primeros movimientos para la acción”.
- La meta debe estar orientada hacia nuestros valores, o hacia aquellas cosas que nos parezcan importantes. “Si no, perder la motivación será muy sencillo”. afirmó Dolmatzian y completó: “Una vez que determinamos el objetivo, debemos decir la mejor manera de llevarlo a cabo, la planificación y organización”.
- Definir cómo realizar el objetivo y prever los obstáculos que pueden surgir en el camino. “Hoy en día existen múltiples herramientas que nos permiten organizarnos: calendarios, agendas, listas de tareas, etc., utilizarlos y construir nuestro propio sistema, sin duda nos ayudará a volvernos más pragmáticos”, agregó la psicóloga.
- Realizar el automonitoreo o el seguimiento de nuestros objetivos es otra pieza fundamental de este rompecabezas. “Es importante ir revisando cómo voy avanzando de acuerdo a mi planificación, si puedo o no sostener mi actividad, iniciarla, etc. Para este punto también existen aplicaciones que nos ayudan a realizar seguimiento de los pasos para cumplir nuestro objetivo.”, expresó la experta.
Y agregó que la toma de decisiones también está muy involucrada. “La capacidad de pensar en las consecuencias a largo/mediano plazo de nuestras conductas es una parte fundamental de las funciones ejecutivas que nos permiten ser pragmáticos”.
El licenciado Alderete recomendó enfocarse en las acciones que tengan un resultado inmediato para lograr una mayor motivación, para luego continuar con las tareas más complejas. Además aconsejó: “Priorizar el disfrute en la realización de las tareas más allá de los resultados nos dará una motivación para realizar aquellas que no son de nuestro agrado. Y también instó a celebrar los logros intermedios: “Reforzará un compromiso con las metas a largo plazo”, aseguró.
Por su parte, Dolmatzian concluyó: “En resumen, podemos ser más pragmáticos, seteando los objetivos claros, específicos y alcanzables, que se orienten a nuestros valores y será clave que encontremos una manera de hacer seguimiento del proceso”.
Cómo manejar la frustración cuando las metas no se concretan
Puede suceder que los objetivos que nos proponemos o que deseamos no se hagan realidad. “En esos casos, es muy probable que aparezcan emociones o estados de ánimo específicos, como frustración, tristeza, irritabilidad o desmotivación”, explicó Dolmatzian.
Y recomendó: “No se sugiere evitar las emociones una vez que ya aparecieron. Se pueden reconocer y aceptar en primer lugar, y luego pensar sobre qué hacer con eso o bien qué falló en ese caso. Las emociones son naturales y adaptativas, es adecuado sentirse frustrado cuando algo no nos salió”.
También, ser muy rígidos con nuestras metas puede llevarnos a un alto nivel de frustración o tristeza si estas no se logran, “entonces se podría adoptar una postura más flexible en donde los objetivos que nos establecemos no sean de vida o muerte. Saber que nuestras metas se pueden cumplir de diversas maneras nos aporta flexibilidad y disminuye la frustración de ese momento”, expresó la experta.
Las estrategias de relajación o mindfulness pueden ayudar a sobrellevar estas emociones no tan placenteras. “Tomarse unos minutos, hacer respiraciones profundas o salir de la situación podrían ayudar a sobrellevar las emociones. Hacer ejercicio físico también nos ayuda a regular nuestras emociones”, dijo Dolmatzian.
El psicólogo, en coincidencia, remarcó la importancia de la práctica de mindfulness o meditación porque “va a ayudarnos a gestionar la frustración al mantenernos presentes y enfocados en el momento actual en lugar de quedar atrapados en la rumiación constante de pensamientos negativos sobre acontecimientos que no sabemos si van a ocurrir”.
Por su parte, Alderete afirmó que para “evitar la frustración y entrar en una espiral de emociones que suelen empezar con la tristeza y la autopercepción de fracaso hay que ir evaluando y ajustando las metas a medida que vamos avanzando, mediante la atención plena a la actividad que estamos desarrollando. Observar los cambios que se van produciendo y adaptarnos a los mismos”.
Y añadió: “Es importante desarrollar la resiliencia, cuando somos capaces de recuperarnos de las adversidades que atravesamos y obtener un aprendizaje de los fracasos para futuros proyectos. La mayoría de las veces aprendemos más de los fracasos que de los resultados positivos que logramos”, destacó Alderete.
Por otro lado, dijo Dolmatzian: “Detenerse a ver qué falló nos ayuda a generar aprendizajes para futuras situaciones y adoptar las estrategias necesarias para mejorar. Sería útil preguntarnos dónde estuvo la dificultad principal y cómo podríamos de manera específica solucionarla para la próxima”.
Y completó: “Por último, pero no menos importante, buscar apoyo social siempre genera sensaciones positivas y permite aliviar la frustración”.
En algunos casos, se precisa psicoterapia para estudiar nuestro caso de manera individualizada y proponer soluciones a medida.
Alderete manifestó que al adoptar el pragmatismo podemos convertirnos en actores activos de la vida que deseamos, “permite sortear las tormentas que nos toque atravesar, saber que debemos continuar en una dirección clara para alcanzar nuestras metas y tomar el control de nuestras vidas. En el final del proceso no solo transformaremos nuestra cotidianidad, sino que también obtendremos bienestar emocional y mental”.