A más de tres años de la pandemia por COVID-19, los efectos colaterales de la mayor crisis sanitaria del mundo moderno aún afectan a la población.
Mucho se habló de las consecuencias del aislamiento social en la salud mental de las personas.Y un tema no menor son las consecuencias que ésto generó entre quienes habían padecido o tenían tendencia a padecer un trastorno de la alimentación.
Es que según un nuevo informe de este año sobre salud mental en niños y jóvenes en Inglaterra, publicado por el Servicio Nacional de Salud (NHS por su sigla en inglés) mostró que el 12,5% de los jóvenes de 17 a 19 años tiene un trastorno alimentario en ese país, frente al 0,8% en 2017.
La cifra cobra relevancia, en el marco del Día Internacional de Lucha contra los Trastornos Alimentarios, que se conmemora hoy, si se tiene en cuenta que -según el organismo inglés- “los trastornos alimentarios entre los jóvenes se han multiplicado por más de 15 en Inglaterra”, lo que se traduce en que “uno de cada ocho jóvenes de entre 17 y 19 años sufre ahora bulimia, anorexia o atracones, frente a menos de uno de cada 100 en 2017″.
Consultada al respecto por Infobae, la médica psiquiatra Mabel Bello (MN 36440), directora médica de la Asociación Lucha contra la Bulimia y la Anorexia (Aluba), señaló que si bien en la Argentina no hay cifras oficiales, “el encierro hizo que los más chicos perdieran contacto con sus pares y a muchos aun hoy les cuesta socializar”. “Eso, en personas con predisposición a desarrollar trastornos alimentarios, hizo que la patología alimentaria se desencadenara de manera preocupante, así como en muchas otras que habían superado un trastorno con la comida, se vieron recaídas”.
Con ella coincidió la licenciada en Psicología Roma Tiberi (MN 65822), quien señaló que “en 2021, la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) lanzó un comunicado alertando que una de cada tres mujeres se encontraba sufriendo un trastorno de conducta alimentaria”. Y si bien reconoció que no existen cifras post pandemia para ver cuál fue el efecto residual de semejante cambio psíquico de aislamiento, la especialista sostuvo que “la realidad es que muy frecuentemente se escucha en el consultorio que la principal ‘batalla’ con el cuerpo tiene que ver con los kilitos que ganaron en pandemia de los que no pueden deshacerse”.
“No obstante, lo que es más preocupante es que los trastornos dismórficos corporales y alimentarios están aconteciendo a edad cada vez más temprana -avisó la psicóloga-. Hay una alerta entre los psicólogos que nos dedicamos a esto en la que sabemos que hay un grupo de niños de entre cuatro y cinco años con angustia corporal”.
Asimismo, Bello remarcó que “los trastornos se presentan a edades cada vez más tempranas”. “Vemos casos de niños de cuatro años que no quieren comer para no engordar”, destacó, al tiempo que consideró que “la patología alimentaria se extiende por la cultura del adelgazamiento, y la exposición permanente de los más chicos a redes sociales y medios de comunicación donde se exhiben cuerpos con un estereotipo de belleza difícil de alcanzar”.
Y tras asegurar que “existe una predisposición genética a desarrollar este tipo de trastornos”, la psiquiatra sostuvo que “no necesariamente los padres deberán haber padecido trastornos con la alimentación, sino que cuando los adultos tienen un carácter o una personalidad obsesiva en general en su vida, potenciado por el entorno y la cultura, es más probable que en los jóvenes se pueda disparar este tipo de trastornos”.
En el mismo sentido, la experta analizó: “Cuando se tienen conflictos con el cuerpo, cuesta más el contacto con el otro, por el peso que la mirada ajena tiene en estas personas, y ahí empieza una cadena de sucesos, que pueden incluir adelgazar para ser aceptado, aislarse, entre otras conductas que suelen ser el desencadenante de estos problemas”.
Cuáles son los trastornos más frecuentes de la alimentación
Si bien, como se dijo, no existen registros cercanos en el tiempo oficiales en el país acerca de estas patologías, según las últimas cifras de las que dispone Aluba, el 70% de las mujeres argentinas no está conforme con su cuerpo. Además, el 60% de las mujeres del país quieren adelgazar, y la Argentina es el segundo país del mundo con más casos de trastornos alimenticios.
En la asociación, “aumentaron un 40% los trastornos alimentarios como consecuencia del encierro prolongado y las crisis derivadas de la alteración de las rutinas familiares”.
Y entre los que más aumentaron su diagnóstico en el último tiempo, los expertos coincidieron en destacar:
1- Anorexia nerviosa
Generalmente se caracteriza por la pérdida de peso y comúnmente implica una fuerte restricción en la cantidad de calorías consumidas y un miedo intenso a aumentar de peso, según la Asociación Nacional de Trastornos de la Alimentación.
En opinión del profesor asociado de psiquiatría y ciencias del comportamiento en la Universidad del Sur de California y director del Laboratorio de Investigación Traslacional en Trastornos de la Alimentación Stuart Murray, “las señales de advertencia de este trastorno incluyen una sobrevaloración de la forma y el peso, reglas estrictas sobre la comida, verificación de ingredientes, secretismo y evitación de situaciones sociales relacionadas con la comida y el cuerpo”.
2- Bulimia nerviosa
La bulimia nerviosa es una afección cíclica en la que alguien se da atracones y luego lo compensa con un comportamiento de purga, como vomitar o tomar laxantes, según explicaron desde la misma asociación.
Algunas señales para reconocer este trastorno pueden ser que las personas van al baño justo después de una comida o suelen comentar que van a esforzarse más en el gimnasio si comen mucho.
3- Trastorno por atracón
Los atracones son una de las formas más comunes de trastornos alimentarios. Ocurren cuando alguien come grandes cantidades de comida en un breve lapso de tiempo -a menudo hasta el punto de sentirse incómodo-, definieron desde la Asociación Nacional de Trastornos de la Alimentación.
“En apariencia no es muy distinto a lo que muchos de nosotros hacemos de vez en cuando, especialmente en días festivos u ocasiones especiales -señaló Murray-. Pero este trastorno se caracteriza por una pérdida de control a la hora de comer, añadió. Y está rodeada de vergüenza y secretismo”.
4- Trastorno restrictivo de la ingesta de alimentos por evitación
El trastorno restrictivo de la ingesta de alimentos por evitación, también llamado ARFID, es uno de los trastornos alimentarios reconocidos más nuevos, reconoció Leah Graves, vicepresidenta de nutrición y servicios culinarios de Accanto Health, un sistema de salud para el tratamiento de trastornos alimentarios en los EEUU.
Para él, “este trastorno se caracteriza por evitar grupos de alimentos, lo que puede malinterpretarse como una persona ‘quisquillosa’ con la comida, pero es un problema mayor”.
“Por lo general, las personas con ARFID tienen una pequeña variedad de alimentos con los que se sienten cómodos comiendo y se angustian al salir de esa zona de confort”, agregó.
Las consecuencias de esta restricción alimentaria puede causar problemas para satisfacer las necesidades energéticas o nutricionales y puede conducir a la pérdida de peso, un crecimiento vacilante o problemas con el funcionamiento psicológico y social.
Asimismo, existen otros comportamientos comúnmente discutidos pero aún no diagnosticados en la comunidad médica como trastornos de la conducta alimentaria, entre los que figuran la ortorexia (entendido por la fijación en comer de una manera que la persona determina que es saludable, pero que es demasiado rígida) así como la dismorfia muscular, que se considera un síntoma del trastorno dismórfico corporal, pero a menudo describe un patrón en el que las personas tienen comportamientos similares a la anorexia o la bulimia nerviosa, como restringir las calorías, seguir reglas rígidas y hacer ejercicio extenuante, así como controlar la ingesta de proteínas para lograr un cuerpo musculoso.