Las alarmas sanitarias se volvieron a encender y el mundo ya sabe de qué se trata. Un brote de neumonía infantil en China preocupa y la Organización Mundial de la Salud (OMS) está alerta frente a este tema. Es por eso que ha solicitado más información a China en medio de un brote. La doctora Maria Van Kerkhove, epidemióloga de la OMS, anunció que la agencia está supervisando la situación en China, dado que los hospitales de todo el país están experimentando una carga abrumadora.
Se ha recomendado nuevamente el uso de mascarillas faciales y la práctica de distanciamiento social en China, evocando los recuerdos de los primeros días de la pandemia de COVID-19. Este brote se conoce como el “síndrome del pulmón blanco”, debido a cómo se refleja el daño pulmonar en las imágenes médicas. Aunque se ha atribuido a un aumento de enfermedades respiratorias en lugar de a un virus completamente nuevo, está generando preocupación.
La OMS está exigiendo que China proporcione nuevos datos sobre este brote del “síndrome del pulmón blanco”. Al mismo tiempo, se está instando a la población china a retomar el uso de mascarillas y el distanciamiento social, lo que recuerda los primeros días de la pandemia de COVID-19.
China ha implementado uno de los bloqueos más rigurosos y prolongados en comparación con otros países, lo que, según la OMS, podría haber dejado a los niños sin la inmunidad necesaria contra las enfermedades estacionales.
La doctora Van Kerkhove, en una conferencia reciente, señaló el aumento de las infecciones respiratorias en todo el mundo, especialmente durante el otoño e invierno. La OMS está monitoreando la situación en China y trabajando con su red clínica y médicos locales para comprender mejor la carga que los sistemas de atención médica enfrentan en términos de infecciones respiratorias agudas.
El organismo ha tomado la inusual medida de hacer un llamado público a China para que sea transparente sobre este brote, en medio de acusaciones de que ese país ocultó información crítica sobre el COVID-19 en las etapas iniciales de la pandemia.
El portavoz del Ministerio de Salud chino, Mi Feng, ha instado a la población a reconsiderar el uso de mascarillas faciales y el distanciamiento social en una conferencia de prensa reciente. Se han propuesto medidas para aumentar la capacidad de las clínicas y áreas de tratamiento, así como para garantizar un suministro adecuado de medicamentos. También se enfatiza la importancia de la prevención y el control de epidemias en lugares clave y concurridos.
Además, según se desprende de una nota publicada en Daily Mail, se ha enfatizado la necesidad de implementar estas medidas en lugares como escuelas, centros de cuidado infantil y residencias de ancianos, con el objetivo de reducir el flujo de personas y visitas.
En opinión de la médica neumonóloga Laura Pulido (MP 26371) coordinadora de la sección de Infecciones Respiratorias de la AAMR y del área de Neumonología del Hospital Italiano de Rosario, sostuvo en una nota reciente con Infobae: “esto es algo que ya se repitió en otros países”.
“Se habla de la concurrencia de varios patógenos: la bacteria mycoplasma pneumoniae, que es causal frecuente de neumonía entre los jóvenes, sumado al coronavirus, el virus sincicial respiratorio y la influenza”, precisó la especialista, para quien, este escenario da cuenta de dos situaciones.
“Esta bacteria [mycoplasma pneumoniae] se está viendo con un porcentaje de resistencia a los antibióticos, siendo que es una bacteria que suele tratarse de manera sencilla con este tipo de medicamentos y cursa sin mayores dificultades. Que una bacteria común genere un pico es algo que nos tiene que dar una alerta, ya que habla del problema de la resistencia a los antibióticos”, remarcó la experta.
Marco Antonio Solis Aramayo es médico neumonólogo broncoscopista (MN 124242) y profesor de Neumonologia en la Universidad Privada del Valle Cochabamba, en Bolivia. Consultado por este medio analizó: “Asegurar que se trata de un nuevo patógeno es hablar de un nuevo germen que no conocemos, y en realidad muy probablemente esto no sea un nuevo patógeno, sino que los patógenos a los que estamos en contacto van mutando, van cambiando su información, y generan nuevas enfermedades a veces síntomas similares pero con evoluciones diferentes por el desconocimiento de nuestro sistema inmune hacia esas nuevas mutaciones”.
Los dos ejemplos claros de esto —según el experto— “son el de la influenza, cuya mutación en 2009 generó la primera pandemia y actualmente el COVID, que en realidad es causado por un coronavirus, que tampoco es un nuevo patógeno, sino que la variación del SARS-CoV-2 fue el que generó la pandemia por esa mutación que existió”.
En su opinión, “no se trata de un nuevo patógeno totalmente desconocido sino de mutaciones de patógenos y el desconocimiento de éstos por parte del sistema inmune lo que genera la ‘nueva’ enfermedad”.
Situación crítica
La situación en Beijing es especialmente preocupante, ya que los principales hospitales pediátricos están reportando hasta 7,000 ingresos diarios en algunas áreas de la ciudad. El hospital más grande de Tianjin, una provincia costera cercana a Beijing, supuestamente ha estado recibiendo más de 13,000 niños enfermos a diario. También se han observado aumentos en las enfermedades infantiles en la provincia de Liaoning y en Shanghai, la ciudad más grande de China.
Los pacientes que están siendo hospitalizados muestran síntomas como fiebre alta e inflamación pulmonar, aunque no presentan tos ni nódulos pulmonares, que generalmente se asocian con infecciones previas. Los exámenes médicos también han revelado áreas opacas o claras en los pulmones, lo que ha llevado a algunos médicos a denominar esta enfermedad como el “síndrome del pulmón blanco”.
China también está siendo objeto de intensa presión para que sea más transparente en su manejo del brote actual, especialmente después de la aparición del COVID-19 en 2019. Ese país tardó varias semanas en advertir al mundo sobre la misteriosa neumonía que se estaba propagando en su territorio en ese momento, y también afirmó que la enfermedad no podía transmitirse de persona a persona, a pesar de la falta de evidencia sólida para respaldar esa afirmación.
La primera alerta sobre el brote misterioso en China se produjo el 21 de noviembre a través del sistema de vigilancia de enfermedades ProMED, el mismo sistema que también fue el primero en alertar al mundo sobre la aparición del COVID-19 en diciembre de 2019. ProMED se dedica a detectar eventos de salud inusuales relacionados con infecciones emergentes y esta alerta llevó a la OMS a solicitar oficialmente una reunión con las autoridades chinas, que posteriormente acordaron una teleconferencia con la agencia la semana pasada.
La OMS ha informado que la información proporcionada sugiere que los grupos de casos están relacionados con patógenos previamente conocidos. Además, China ha compartido datos que indican un aumento en el número de niños enfermos con Mycoplasma pneumoniae (una bacteria que causa infecciones leves del sistema respiratorio) desde mayo. También se ha observado un aumento en los casos pediátricos de virus respiratorio sincitial (VRS), adenovirus, influenza y COVID-19 desde el otoño, según los datos que la OMS ha tenido acceso.
Estas tendencias han generado preocupaciones sobre la posibilidad de que las personas estén enfermando debido a una enfermedad similar a las etapas iniciales del brote de COVID-19. El mundo se enteró por primera vez de este brote a través de un informe publicado en ProMED la semana pasada, el mismo sistema que alertó al mundo sobre la aparición del COVID-19 en Wuhan.
Los funcionarios chinos afirman que no se ha detectado ninguna nueva enfermedad y que los casos están siendo causados por un resurgimiento de otras enfermedades, como la gripe y el virus respiratorio sincitial (VRS). Argumentan que los repetidos confinamientos y otras medidas, que en algunos casos fueron más estrictos en China, contribuyeron a suprimir la propagación de estas enfermedades y debilitaron la inmunidad contra ellas, lo que a su vez ha facilitado la propagación una vez que se levantaron las restricciones.
Es relevante destacar que Estados Unidos experimentó una situación similar el invierno pasado durante su propia “ola de salida” de la pandemia, con muchas unidades pediátricas abrumadas, al igual que en el Reino Unido. Los expertos también han sugerido que la alta incidencia de enfermedades en niños en este brote podría deberse a que los adultos ya han sido expuestos a estas enfermedades y tienen inmunidad, lo que hace que los niños sean más susceptibles.
Consultada acerca de si esta crisis sanitaria que atraviesa China podría replicarse en el resto del mundo, Pulido consideró que “se trata de una sociedad con características muy particulares que difícilmente podrían extrapolarse a otros países”.
“Si bien China se caracteriza por su política de COVID cero, y el uso de barbijo es costumbre en ese país desde antes de la pandemia, lo cierto es que sus políticas sanitarias son muy diferentes, al igual que las aglomeraciones de gente que allí tienen lugar, que no se registran en otro lugar del planeta”. “Además, en política de vacunación, sus tasas de cobertura son mucho menores a, por ejemplo, la Argentina —sostuvo la experta—. Sería comparar distintas poblaciones con distintas realidades”, agregó.
Para Solis Aramayo, “la posibilidad de replicarse una nueva pandemia o una nueva generación de infecciones con nuevas cepas o variables de un patógeno conocido siempre está latente”. Sin embargo, destacó que “esto se ve beneficiado por la posibilidad de la transmisión de gérmenes, primero de persona a persona —que se vio con el COVID que su contagiosidad fue tan alta que obviamente llevó al colapso del sistema de salud—, pero también en comparación con pandemias en siglos pasados la posibilidad de viajes entre países, que ahora es mucho más accesible, facilita el transporte de gérmenes con el ser humano como huésped”.