La felicidad es una meta fundamental de los seres humanos. Según la Real Academia Española se trata de un estado de grata satisfacción que se experimenta a nivel físico y espiritual.
De acuerdo a Aristóteles, se logra con una vida basada en acciones virtuosas, sustentadas en el pensamiento, la justicia y la razón. Más austero, Albert Einstein opinaba: “Una vida humilde y tranquila trae más felicidad que la persecución del éxito y la constante inquietud que implica”. Mientras tanto, Gandhi afirmaba que este estado de ánimo se alcanza cuando hay armonía entre lo que uno piensa, lo que uno dice y lo que uno hace.
Este estado tan efímero y especial es, sin duda, una de las metas más importantes en la vida de una persona y la motivación de cada uno de sus pasos.
Pero ¿qué es la felicidad? Daniel Antar, psicólogo, MN 9877, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, expresó a Infobae: “Para definirla, hay que necesariamente hacer referencia a la etimología del término, cuya raíz tiene que ver con el pecho materno, la satisfacción y el placer; y ello remite entonces a las experiencias de satisfacción primaria. En tal sentido, el ser humano a diferencia de los otros mamíferos, necesita de una provisión ambiental que lo ayude a ligar el placer efímero, evanescente, al placer de vivir como proceso”, señaló Antar.
De acuerdo al doctor Enrique De Rosa Alabaster, médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista, “la felicidad es un estado mental, semejante a la eutimia, que es el otro concepto que tiene que ver con un estado de paz, de estabilidad que es relativo a la salud mental. La felicidad es un estado bastante amplio, a partir del cual uno puede empezar a hablar de salud mental, pero no es que incide, obviamente es un resultado”.
Con el fin de crear conciencia sobre lo que es la felicidad se celebra el Día Internacional de la Felicidad todos los años el 20 de marzo. La resolución de este día especial se aprobó el 12 de julio de 2012 y fue impulsada por el rey de Bután, un país situado en pleno Himalaya, en la frontera entre China e India, quien destacó la importancia de fomentarla, mediante la creación de un día que conmemore la felicidad internacional.
Para ello inventó el concepto de Felicidad Nacional Bruta (FNB) y, hoy en día, la FNB es un indicador de nivel de vida que se utiliza internacionalmente como complemento al Producto Bruto Interno. Se calcula midiendo nueve puntos: el bienestar psicológico, el uso del tiempo, la vitalidad de la comunidad, la cultura, la salud, la educación, la diversidad medioambiental, el nivel de vida y el gobierno.
Sin embargo, la felicidad al día de hoy está seriamente amenazada, advierte las Naciones Unidas: “El camino hacia la misma requiere de valores fundamentales como la amabilidad y la compasión, especialmente en tiempos de crisis a causa de conflictos bélicos, pandemias o hambrunas. La felicidad individual pasa por la felicidad global con la colaboración de todos”.
El psicólogo Daniel Antar expresó acerca de este tema: “Es muy curioso, cada vez más advertimos de la necesidad de bienestar interno. Pero al mismo tiempo hay factores que efectivamente lo amenazan. No creo que sea una cuestión epocal, sino más bien la expresión de un juego de fuerzas que sempiternamente reinan en el interior del ser humano. Por un lado, está su anhelo de dicha, y por el otro, la confusión de las herramientas que este tiene para conseguir esa dicha, fundamentalmente nacida de una idea omnipotente de la misma. No es el lugar para explayarme sobre este punto importante, pero estoy aludiendo al tremendo tema del poder”.
De acuerdo al doctor De Rosa Alabaster, los índices de felicidad se miden desde hace muchos años. “Hay un reporte internacional que es muy interesante, sobre una serie de variables, 16 o 17 variables, en el cual ese estado de bienestar, que hoy debiera reemplazar la palabra felicidad, y tiene que ver con que los otros factores que pasan desde la seguridad, desde la incertidumbre, de todo lo que nos pasa, inciden en esa ausencia de felicidad”.
¿Y cómo influye esto en la salud mental? Antar explicó que la relación entre felicidad y salud mental son inextricablemente solidarias. “No se pueden separar una de la otra. El problema es que a menudo confundimos ‘normalidad’ con ‘salud mental’. La normalidad apunta a la adaptación al medio, a sus normas y sus expectativas de las personas, pero en modo alguno implica necesariamente salud mental. Esta requiere articular algo de lo anterior con la necesidad de un estado de bienestar interno, el que indudablemente redunda en una idea de felicidad”.
Y agregó: “Creo que como dice Noah Harari, estamos frente a un techo de cristal de la felicidad. Esto quiere decir que el progreso científico y tecnológico ha colmado muchas expectativas del ser humano, pero al mismo tiempo nos ha dejado frente a un vacío existencial, donde la persecución de la misma no parecen apagar la sed de sentido que tiene el mamífero humano. Las expectativas son expresión del deseo humano, y el mismo está direccionado por el principio del placer. El problema es que si el mismo no está articulado a la creación de sentido, las sensaciones de desdicha posteriores al placer efímero son muy grandes”.
Y completó: “Por lo tanto, diría que para ser más felices necesitamos que nuestras aspiraciones de confort, progreso, etc., estén acompañadas de políticas que promuevan la relación del ser humano con su vida interior y con la necesidad imperiosa del vínculo con el otro. La felicidad tiene que ver básicamente con el encuentro consigo mismo y con el otro”.
Entonces, podríamos decir que ¿somos menos felices que antes? El doctor De Rosa Alabaster respondió: “La felicidad y los conceptos de felicidad son contextuales, tienen que ver con cada época y con los parámetros en los cuales este concepto se establece y como la felicidad no es un concepto fijo, no se puede manejar. En algún sentido, si tenemos una visión corta de la historia, somos más infelices en la medida que a veces se toma mucho la posguerra, los años 50, 60, 70 y el momento actual, en el que el mundo se ha vuelto más inseguro. Ahora, cuando se hace una visión histórica, claramente somos más felices, más plenos, gozamos de mayor bienestar con más seguridad que hace siglos y la comparación habitualmente es que hoy la misma clase media vive mejor que los reyes de alguna época medieval, por ejemplo”.
Según la psicóloga Sonja Lyubomirsky, destacada investigadora graduada en la Universidad de Harvard y doctorada en la de Stanford, todas las personas del mundo colocan la felicidad en el primer lugar de su lista cuando se les pregunta qué es lo que más quieren en la vida. Sin embargo, dijo la experta, tendemos a buscar la felicidad en lugares equivocados, ya que lo que creemos que supondrá realmente una gran diferencia en nuestras vidas sólo supone una pequeña diferencia, mientras que pasamos por alto las verdaderas fuentes de la felicidad y el bienestar.
En su libro “La ciencia de la felicidad, un método probado para conseguir el bienestar”, la investigadora planteó que la felicidad no se relaciona con un golpe de suerte, como ganarse un premio en la lotería, obtener un aumento de sueldo o encontrar a la pareja que buscábamos. Tampoco se relaciona con la acumulación de bienes materiales, logros profesionales o experiencias placenteras ni es fruto del azar. Según las investigaciones realizadas, solo un 10% de nuestra felicidad se relaciona con eventos externos.
Del porcentaje restante, un 50% estaría dado por nuestras condiciones genéticas y, esta es la buena noticia: el 40% depende de las actividades que podamos realizar intencionadamente, es decir, la felicidad está en nuestras manos.
Los parámetros de la felicidad
La iniciativa de evaluar el progreso de la sociedad a través de indicadores de bienestar no es exclusiva de Bután. Países como Canadá, Australia, Francia y el Reino Unido, así como la Organización de Naciones Unidas, han reconocido la relevancia de la felicidad y el confort para el desarrollo de políticas y han comenzado a evaluar de forma sistemática el bienestar de la población.
Cada año, Gallup y las Naciones Unidas (ONU) encuestan a personas en más de 200 países, preguntando sobre su satisfacción con la vida. Los psicólogos, economistas y académicos de la ONU analizan las respuestas en busca de pistas sobre qué hace que ciertas nacionalidades sean más felices e informan sus hallazgos en el Informe Mundial de la Felicidad (World Happiness Report).
Por sexta vez consecutiva, Finlandia se quedó con el primer puesto y es el país más feliz del mundo, según el listado de World Happiness Report 2023. Los primeros 10 países más felices del mundo de 2023 son:
1. Finlandia
2. Dinamarca
3. Islandia
4. Israel
5. Suecia
6. Noruega
7. Suiza
8. Luxemburgo
9. Nueva Zelanda
10. Austria
Costa Rica es el primer país latinoamericano que lidera el ranking. Argentina, por su parte, escaló cinco puestos respecto al último informe y se posicionó en el número 52 en la lista de los países más felices del mundo.
Según el Informe de Felicidad de este año muestra que, a pesar de “varias crisis superpuestas”, la mayoría de las poblaciones en todo el mundo continúan siendo “notablemente resilientes”. Además, advirtieron que en muchos casos la felicidad “se distribuye de manera desigual” dentro de los países.
Según Debbie Peterson autora de un artículo en Psychology Today, “la ONU informa que los hallazgos de estos millones de encuestados durante 10 años son consistentes y claros: las creencias rectores de las culturas y la calidad de sus instituciones son lo que más afecta la felicidad. Donde las personas son confiables, generosas y se apoyan mutuamente, son más felices. El Informe de la Felicidad sugiere que una forma de entender el impacto de los demás en el bienestar es observar cuán consistentemente el comportamiento y las actitudes de los otros afectan nuestro estado emocional”.
Y agregó Peterson: “Los millones de encuestados sobre la felicidad en todo el mundo han iluminado los factores clave que afectan la felicidad que aparecen constantemente en los países donde las personas se califican a sí mismas como más felices”. Estos son:
1. Salud física y mental
2. Relaciones con la familia, en el trabajo y en la comunidad
3. Ingresos y empleo: salud y riqueza suficientes
4. Virtudes ciudadanas de la prosocialidad y la confianza
5. Apoyo social
6. Libertad personal para tomar decisiones en la vida
7. Ausencia de corrupción
8. Gobierno eficaz
“La ONU informa que, en igualdad de condiciones, los países con niveles más altos de gasto social gubernamental entregado de manera confiable (con la excepción del gasto militar), tienen un mayor bienestar”, afirmó Peterson.
“El informe proyecta que la revolución del bienestar se expandirá en los próximos 10 años a medida que crezca la base de conocimientos sobre cómo promover y medir la felicidad, acreditando los avances en la ciencia neuronal, el análisis mejorado del lenguaje de las redes sociales y una mayor comprensión de los componentes genéticos de la felicidad”, agregó Peterson.
Cuándo somos más felices
En los últimos años comenzó a asentarse una teoría que asegura que lo mejor de la vida se vive a partir de los 50 años. Esto se debe en parte porque a medida que las personas cumplen años saben enfrentar mejor el estrés y las situaciones negativas. Así lo determinó un estudio de la Penn State University publicado por la American Psychological Association que demostró que los factores estresantes diarios y la reacción negativa de las personas a estos disminuye con la edad.
Daniel Antar expresó a Infobae en una nota reciente: “Hay evidencia en términos estadísticos que a la edad promedio de los 50 años un ser humano, habiendo acumulado un cierto caudal experiencial, habiendo aprendido recursos para enfrentar ciertas contrariedades y en el mejor de los casos, teniendo más tiempo libre, luego de haber estado durante buena parte de su vida sujeto a ciertas experiencias vitales de presión, hijos a los que cuidar, padres a los que atender, la carrera profesional o laboral, etc., posee un potencial de satisfacción más importante. Pero hay que aclarar que ello es en los casos donde la disposición anímica ligada a su integración psíquica, se lo permita”, aclaró.
Antar explicó: “Cuándo somos más felices, no debe ser confundido con cuándo tenemos más placer. Nuevamente, la ‘felicidad estado’ es la que está ligada a la posibilidad del placer efímero, que no implica en modo alguno a la idea de una plenitud interna, más allá de los inevitables sinsabores de la vida. Somos más felices cuando nuestra integración psíquica, o sea la consolidación de la identidad producto de una larga gradiente de intercambios fecundos y lúdicos con la vida, alcanzan un buen despliegue. El conocimiento de uno mismo y la capacidad de juego son ese sentido, determinantes”.
Un reconocido estudio realizado en 132 países de todos los continentes por el economista británico y académico David Blanchflower de Dartmouth College, aseguró que la felicidad en la vida de una persona se puede ver en “forma de U”, con picos tanto en la juventud como después de los 50, mientras que es en el medio en el que se viven los “peores años”. Esto se da principalmente porque entre los 20 y los 30 se trabaja para llegar a un objetivo que recién se alcanza después de los 40 o 50 años.
La felicidad de los 50 se basa, entre otras cosas, en que es a partir de esa edad cuando se pueden ver los resultados de todo lo realizado en los últimos 30 años de vida mientras se cuenta en general con una salud física y mental como para disfrutar de esos logros.
Para Antar, “La idea de la U como representación de curva de la felicidad, donde somos más felices al comienzo, decayendo luego para volver a elevarse a una edad entradamente madura, es una representación relativa, dada que no puede quedar atada a la mera consecución de placer eventual sino a la ganancia progresiva de capacidad de satisfacción existencial. La clínica nos muestra que ese logro, como dije antes, está ligado a la idea de un trabajo psíquico que tiene que ver con los procesos de maduración anímica que pueden o no darse”.
Cómo se consigue la felicidad
Para Daniel Antar, “la clave para alcanzar la felicidad es el desarrollo de lo que he denominado ‘función lúdica de la mente’. Es aquella función que debemos desplegar en relación a la capacidad de juego y de humor, elementos fundamentales a la ‘alegría del vivir’”.
Y sumó: “Dicha función es un precipitado en nuestra estructura psíquica, que remite a la capacidad para la ilusión, capacidad ligada a los primeros intercambios del ser humano con su ambiente temprano, especialmente con la madre. Se trata del desarrollo y la posibilidad de ampliación de lo que el célebre pediatra y psicoanalista inglés, Donald. W. Winnicott, denominó como “transicionalidad”, proceso emocional que nunca termina (de ahí la posibilidad de que nuestra vida sea un juego infinito y creativo), en el que nuestro mundo interno se entreteje creativamente con la realidad externa.”
El experto destacó también el valor de la creación de organismos y actividades que estén dedicados a trabajar los temas de la felicidad porque “son tan o más importantes que los demás estamentos de una Nación. Ya que la vida humana debe basarse en un contrato social que siempre contemple el bienestar ampliado de todos, donde indudablemente debemos incluir al medio ambiente que nos rodea y nos sostiene”, sostuvo.
Para el doctor De Rosa Alabaster, “ Primero definir cuál es el término que para uno es ese estado de bienestar que identifica con la con la felicidad y luego establecer estrategias que le sirvan a cada uno. Por supuesto, seguir reglas generales para combatir el estrés, pero básicamente establecer algo en el cual uno puede estar en paz con la consigo mismo. Para mí la felicidad está más relacionada con la paz, para otra gente estará más asociada con la obtención de ciertas cosas y esta diversidad es la que hace que se establezcan diferentes estrategias para cada persona.”
Los 5 pilares de la felicidad
La Psicología Positiva, fundada por el psicólogo norteamericano Martin Seligman, que ha investigado de manera científica y empírica la felicidad desarrolló un modelo llamado PERMA en el que distingue 5 pilares que tienen un impacto en el bienestar de las personas:
1. Desarrollo de emociones positivas, tales como la alegría, la esperanza, la gratitud, el perdón y el optimismo, la invitación en torno a este pilar es potenciar las vivencias que nos contactan con estados afectivos positivos, centrarnos en tener una mirada esperanzadora de las circunstancias, aún cuando estas puedan ser difíciles y dolorosas, atender a las cosas positivas que hay en la vida de cada uno, poniendo el acento en lo que tenemos y no sólo en lo que nos falta.
2. Involucramiento, la idea de este pilar es potenciar aquellas actividades que se relacionan íntimamente con nuestra esencia y fortalezas, aquellas actividades que nos hacen perder la noción del tiempo, las actividades que disfrutamos tan profundamente que alcanzamos en su ejecución un estado de flujo, en definitiva hacer aquello que amamos y nos apasiona.
3. Relaciones interpersonales: el cultivar vínculos variados y de calidad es un predictor de bienestar transversal a las distintas culturas, muchas de nuestras vivencias de felicidad se dan en momentos y actividades en las que compartimos con otros, tan solo es necesario pensar en experiencias en que nos hemos sentido plenamente felices y probablemente muchas de ellas se relacionen con situaciones de cercanía e intimidad con otros. Las relaciones interpersonales no sólo son importantes en los vínculos íntimos sino que también nos aportará la posibilidad de participación social y la vida en comunidad.
4. Sentido: este pilar apunta a desarrollar actividades que tengan un significado más allá de nosotros mismos, es utilizar nuestras fortalezas, virtudes y habilidades al servicio de algo que trasciende nuestro ser. Experiencias como el voluntariado, el contribuir a causas de bienestar común o incluso el visualizar nuestro trabajo en su aporte a la sociedad puede ser una experiencia muy gratificante.
5. Logro: este pilar nos invita a alcanzar nuestros objetivos, por lo tanto destaca la necesidad de establecer metas y trabajar en ellas. Se relaciona con aprender a fijarnos metas realistas, definir los tiempos que cada una nos tomará y ser autodisciplinados con nuestros propósitos.