¿Siempre lo pasado fue mejor?: qué es el síndrome de Pollyanna

Mirar los años vividos con anteojos exageradamente optimistas e independientes de las circunstancias externas, puede alterar los recuerdos y hasta provocar situaciones de autoengaño y negación. La “falsa memoria” bajo la lupa de los expertos

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Este rasgo de carácter está
Este rasgo de carácter está relacionado con mecanismos primitivos de defensa del psiquismo como la idealización, la negación y la manía (Getty)

“Pollyanna” es una novela de Eleanor H. Porter publicada en 1913. Cuenta la historia de una niña llamada así, huérfana de padre y madre que es enviada a vivir con su estricta Tía Polly. Pollyanna tiene una filosofía que se resume en lo que ella llama “el juego de la alegría”, una actitud optimista que aprendió de su padre, que le enseñó a mirar y apreciar el lado bueno de las cosas a pesar de los obstáculos de la vida. “El juego consiste en encontrar algo por lo que estar siempre contento”, dice la protagonista de la novela.

Hasta aquí el argumento de la novela. Pero parece que según los expertos en Psicología este modo de ver la vida, aunque sea muy positivo quizá no es el mejor… incluso le han dado ese nombre a un síndrome, el de Pollyanna.

La doctora Alejandra Gómez, médica psicoanalista, psiquiatra, miembro de Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) y Magister en Psiconeurofarmacología, describió a Infobae el Síndrome de Pollyanna como “un conjunto de síntomas o rasgos que se manifiestan en determinados sujetos tales como una mirada del mundo exageradamente optimista tanto como lectura de la propia historia, de lo presente y obviamente de lo que sucederá en el futuro”.

El síndrome de Pollyanna tiene
El síndrome de Pollyanna tiene que ver con recordar la parte positiva del pasado y hacer un sesgo donde se deja de lado lo negativo. Un ejemplo son las madres que han pasado por un parto, y no recuerdan el dolor sino la experiencia del nacimiento del hijo (Gettyimages)

Y completó: “Estos rasgos, devenidos en ‘síndrome’ tienen su apoyatura en la literatura, en la novela citada. La misma narraba la historia de una niña que había quedado huérfana de padres, tempranamente y que para poder transitar esta situación tan traumática, el duelo de sus padres y su adopción en su nuevo hogar (con una tutora estricta y poco afectuosa) desarrolla esta modalidad ‘optimista’ de encarar la vida. Con esa actitud ante el mundo, Pollyanna se dedica a buscar solo el lado bueno de las personas y de lo que le pasa. Esta modalidad ha tenido relecturas posteriores desde diferentes disciplinas y perspectivas”.

Esta actitud tan extremadamente positiva trae consigo una serie de efectos, según explica Gómez: “La consecuencia negativa tiene que ver, con que el sujeto anda por la vida sostenido en un imaginario falso, de sobreestimación, idealización narcisista y negación de las situaciones posibles negativas. Además de una lectura viciada de su propia historia”.

Por su parte, la doctora Graciela Moreschi médica, psiquiatra y escritora, expresó a Infobae que “el síndrome de Pollyanna tiene que ver con recordar la parte positiva del pasado y hacer un sesgo donde se deja de lado lo negativo. Esto siempre se decía por ejemplo de los partos, en los que la mujer después de tener el bebé no recuerda los dolores, sino el beneficio, que esto era parte de la naturaleza. Cuando hay un síndrome de Pollyanna ocurre esto, se recuerda fundamentalmente la parte positiva, no la negativa”.

“El juego consiste en encontrar
“El juego consiste en encontrar algo por lo que estar siempre contento”, dice Pollyanna, la protagonista de la novela y del síndrome

Y añadió: “El apuntar a lo positivo es como una manera de embellecer la historia. No nos olvidemos que el pasado es de lo que estamos hechos, y cuando uno lo pule y le da brillo, en realidad lo que está haciendo es corregir el retrato. A mi entender hay partes positivas y no tienen una consecuencia, y partes que no lo son tanto. Hay gente que queda tan pegada a un pasado en el que todo fue mejor que no puede avanzar, por lo tanto esto no le da una característica positiva a la actualidad porque está permanentemente comparándola con el pasado. Esto redunda no en una visión más optimista o mejor de las cosas, sino al contrario, es como una comparación donde el presente se desluce”.

De acuerdo a la psicoanalista Rossana Kopf, en su artículo publicado en Jornal Do Medico de Brasil, “En el síndrome de Pollyanna, el cerebro procesa la información agradable y reconfortante de una manera más precisa y exacta en comparación con la información desagradable. De hecho, tendemos a recordar experiencias pasadas de manera más positiva de lo que realmente ocurrieron”.

Y agrega que el síndrome de Pollyanna también se observa con frecuencia en las redes sociales: “Por ejemplo, los usuarios tienen preferencia por compartir información positiva y a menudo se ven afectados emocionalmente por ella”.

El enfoque psicoanalítico

Moreschi comentó que este síndrome
Moreschi comentó que este síndrome también tiene que ver con la edad. “A medida que la gente envejece, pareciera que sus recuerdos se vuelven más positivos. Porque las personas mayores sienten que tienen más historia que futuro y quieren recordarla y recordarla bien", expresó (Imagen ilustrativa Infobae)

Durante la década de los setenta, los psicólogos David Stang y Margaret Matlin tomaron de base en sus estudios a Pollyanna para profundizar en el optimismo extremo que experimentan algunas personas y las consecuencias del mismo. A raíz de esto, es cuando se comienza a hablar del síndrome.

Explicó la psicoanalista Gómez: “El sesgo positivo (Matlin y Stang, 1978) describe a las personas cuando recuerdan eventos del pasado. Según este concepto el cerebro tiende a procesar la información agradable de una forma más exacta y precisa que la información desagradable”.

La doctora Gómez compartió algunos conceptos psicoanalíticos que explican esta situación: “En principio, la niña de la novela es huérfana, desvalida, ha atravesado y atraviesa una situación extremadamente traumática. Es decir, que desarrolla estas características en medio de un proceso de duelo, en un intento de elaboración de la dolorosa pérdida”.

La psiquiatra destacó que el rasgo “optimismo” se lo atribuye al padre de la niña. “Puede leerse como una manera de tramitar la dolorosa pérdida. La niña toma ese rasgo y se identifica a él como un todo (ella identificada así posee en sí misma al padre bueno perdido), negando los aspectos dolorosos de esa pérdida o la pérdida misma”.

Según este síndrome el cerebro
Según este síndrome el cerebro tiende a procesar la información agradable de una forma más exacta y precisa que la información desagradable. El psicoanálisis puede ayudar a desentrañar la historia en forma completa (Getty)

La experta explicó que el concepto de identificación, en la teoría psicoanalítica, describe el proceso por el cual se adquiere uno o varios rasgos de otra persona siendo una operación que constituye el sujeto, estructurante del psiquismo en el Complejo de Edipo. “Sin embargo, en este caso un solo rasgo aparece, agrandado, idealizado. Ante la pérdida traumática, asimila un aspecto, una propiedad, un atributo de ese otro y se transforma, totalmente, sobre ese modelo. Esta idealización del rasgo, ante la pérdida la lleva a valorar la perfección, y las buenas cualidades de ese objeto de amor (su padre) lo sobreestima y niega también su propia hostilidad al ser involuntariamente abandonada por sus padres. Es una manera de compensación del narcisismo dañado”, describió Gómez.

Y agregó: “Sostener solo el lado “positivo” de las cosas es una defensa maníaca ante el duelo (de difícil elaboración por la edad temprana de la protagonista y la hostilidad descripta del nuevo ambiente sustitutivo)”.

También explicó Gómez que se puede entender que la niña solo recuerda lo positivo al modo de “recuerdo encubridor”: “Este es un término acuñado por Freud para referirse a recuerdos conscientes que encubren a otros inconscientes y que están asociados con el recuerdo reprimido. Son formaciones sustitutivas, en este caso podría estar referido a recuerdos no placenteros o positivos en relación a su familia perdida, entonces solo recuerda lo ‘bueno’”.

Como consecuencia de esta visión
Como consecuencia de esta visión extremadamente positiva, se produce un exceso de confianza en el que no hay espacio para aspectos negativos, como equivocarse o perder (Getty Images)

Y concluyó: “Este rasgo puede tener influencia en los otros, pero como todo exceso, incorporado como rasgo de carácter, está relacionado con mecanismos primitivos de defensa del psiquismo como la idealización, negación y manía, contracara de la depresión, producto de un duelo no elaborado”, expresó Gómez.

Cómo superarlo

De acuerdo a Gómez, con la terapia psicoanalítica: “Ofrece la posibilidad de que un sujeto se interrogue sobre los orígenes y la historia de esta modalidad de excesivo optimismo, analice las situaciones traumáticas que pudieron darle origen, recuerde, elabore, y deje de repetirlas en un vínculo transferencial confiable con un psicoanalista”.

Por otra parte, dijo Moreschi que hay una parte en el síndrome de Pollyanna que se puede utilizar positivamente: “Esto sería ‘pasaste muchos eventos pero los superaste y llegaste hasta acá’. Entonces esto, para aquellos que en algún momento se sientan trabados es como una manera de recordar. Pero hay también que hacerles ver qué aprendieron de esto, bucear sobre cómo superaron la situación, qué cosas tuvieron que atravesar para lograrlo, cuál fue la parte más dolorosa, pero necesaria para superar el hecho. Es esta tal vez la pregunta que tengamos que hacernos ante estas situaciones de la vida”, indicó la psiquiatra.

Moreschi a su vez comentó que este síndrome también tiene que ver con la edad. “A medida que la gente envejece, pareciera que sus recuerdos se vuelven más positivos. Por eso decía que tal vez sea una de las maneras de reparar, de contar o de hacer lucir mejor la historia. Porque las personas mayores sienten que tienen más historia que futuro y quieren recordarla y recordarla bien. Creo que en estos casos no hace falta hacer nada. Creo que hay que permitir que la naturaleza actúe y preguntarnos si a esa altura de la vida el síndrome de Pollyanna no es un impulso natural y sabio”.

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