Según el Instituto Nacional del Cáncer de los Institutos Nacionales de Salud (NIH, por sus siglas en inglés), “la leucemia linfocítica crónica (que también se llama LLC) es un tipo de cáncer de la sangre y la médula ósea que, por lo general, empeora poco a poco. La LLC es uno de los tipos más comunes de leucemia en adultos. Se suele presentar en personas de mediana edad o mayores; y no es frecuente en los niños”.
“Hay diferentes tipos de tratamiento disponibles para los pacientes con LLC. Algunos tratamientos son estándar (que se usan en la actualidad) y otros se están probando en ensayos clínicos”, señalan desde la entidad.
En ese sentido, la quimioterapia que se utiliza hace años para esta enfermedad ha sido reemplazada, en algunos casos, por opciones como anticuerpos monoclonales, inmunoterapia y, más recientemente, terapias dirigidas, que inhiben determinadas proteínas que intervienen en el desarrollo de esta leucemia.
“La llegada progresiva de estos avances fue brindándoles a los pacientes la posibilidad de vivir más, lograr una mejor calidad de vida, proyectar un futuro, recuperar su rutina, volver a trabajar y retomar todas sus actividades cotidianas: algo impensado para una enfermedad así y que refleja el aporte de la ciencia para mejorar salud”, destacó Fernando Piotrowski, paciente y director Ejecutivo de la Asociación Leucemia Mieloide Argentina (ALMA).
Es que el uso combinado de dos terapias de administración oral, libre de quimioterapia, por un período de tiempo acotado (15 meses), lo que se conoce como “tratamiento finito”, mostró una buena eficacia y perfil de seguridad. Esta fue una de las novedades presentadas durante el XXVI Congreso Argentino de Hematología, organizado por la Sociedad Argentina de Hematología, que se desarrolla hasta el 4 de noviembre en Mar del Plata.
En el cónclave, los expertos coincidieron en que, para determinar la terapia más conveniente en cada caso, se debe tener en cuenta el perfil genético del paciente, su estado general de salud, contexto y posibilidades de recibir y cumplir con el tratamiento.
Sobre este punto, la doctora Silvana Cugliari, jefa de hematología del Instituto de Oncología Ángel Roffo, sostuvo que se debe ser “optimista sobre esta enfermedad, porque sigue en el candelero de la investigación. Existe una amplia comunidad científica investigando específicamente en LLC y la última tendencia es a estudiar los beneficios de combinar las distintas terapias existentes y aprobadas”.
“El tratamiento finito tiene beneficios significativos, además de su elevada eficacia, porque permite a los pacientes periodos libres de tratamiento, evita resistencias a los fármacos y evita la toxicidad acumulada del tratamiento, en comparación con los que se administran en forma continua”, describió Cugliari.
Y precisó que en Argentina, la ANMAT aprobó en los últimos años las indicaciones de tratamientos finitos, por periodos de tiempo acotados, de dos años o un año, combinando anticuerpos monoclonales con terapias dirigidas, logrando incrementar significativamente el control de la LLC con elevadas tasas de respuesta profunda, también llamada enfermedad mínima residual negativa, que es la ausencia de enfermedad detectable en sangre; mientras que el avance más reciente consiste en la aprobación de la indicación del uso combinado de dos terapias dirigidas, ambas de toma oral, con mecanismos de acción diferentes, pero complementarios, que obtuvieron resultados sinérgicos, superando los beneficios que lograba cada una individualmente.
Tratamiento personalizado
¿Al paciente se le realizaron estudios moleculares y se determinó su perfil genético? ¿Es un adulto joven o un adulto mayor? ¿Qué tan frágil se encuentra? ¿Tiene un adecuado esquema de contención familiar? ¿Vive cerca del centro donde se atiende? ¿Cuáles son sus preferencias? ¿Cómo es su estado general de salud? ¿Presenta otras comorbilidades cardiovasculares, metabólicas o inmunológicas?
“Responder estas y otras preguntas nos permite a los profesionales de la salud tomar las mejores decisiones terapéuticas posibles. Procuramos consensuarlas con el paciente, partiendo del conocimiento de su perfil genético, entendiendo qué mecanismos desarrollaron la enfermedad en su organismo, pero considerando también su realidad, su contexto y sus preferencias. Esto hace que el tratamiento de la LLC sea altamente personalizado, lo que representa un verdadero cambio de paradigma respecto de cómo se interpretaba y trataba esta enfermedad poco tiempo atrás”, explicó Cugliari.
Es que el mejor tratamiento es aquel que el paciente puede recibir y cumplir, lo que hace que -en ocasiones- la decisión terapéutica se vea influida también por aspectos no médicos vinculados a las posibilidades de acceso a la salud, por ejemplo.
Cuándo iniciar el tratamiento
Hay pacientes que no precisan tratamiento desde el principio del cuadro. Son personas que, muy probablemente, llegaron al diagnóstico en forma fortuita en un estudio de control. En ese marco, tratar la LLC antes de que esté activa no provoca ningún beneficio, por lo que en este grupo debe monitorearse con frecuencia si la enfermedad progresa o no.
Otros individuos nunca necesitarán tratamiento, porque su enfermedad no va a progresar, pero eso solo puede determinarse a través de controles. Esta leucemia se presenta en promedio en la séptima década de la vida; entonces, si no progresa en 15 o 20 años, quizás el paciente llegue a la expectativa de vida natural sin haber tenido que iniciar un tratamiento.
Otros pacientes precisan tratarse desde el diagnóstico, y suelen ser aquellos que fueron al médico por algún síntoma específico, lo que da la pauta de que la patología se encuentra activa. Si no se tratan, esta leucemia seguirá progresando.
Bajo estos preceptos, Piotrowski concluyó: “Enfermarse hoy de leucemia linfocítica crónica es muy diferente de haberlo hecho 20 o 30 años atrás. Las claves son realizarse controles de salud para detectar cualquier enfermedad a tiempo, forjar un buen diálogo con el equipo médico tratante una vez que se llegue al diagnóstico y, luego, cumplir con sus indicaciones para lograr el mejor manejo posible de esta enfermedad”.