El accidente cerebrovascular o ACV es una emergencia médica semejante a un infarto cardíaco, y se produce cuando un vaso sanguíneo que lleva sangre y oxígeno al cerebro se obstruye o se rompe. Las primeras cuatro horas y media son cruciales para la atención de quien sufre un accidente cerebrovascular o ACV: desde el momento en que se inicia, por cada minuto se mueren 2 millones de neuronas, de ahí la importancia de actuar con velocidad.
Según un nuevo informe de Comisión de Neurología WSO-Lancet se prevé que la mortalidad mundial por ACV aumentará en un 50% y se cobrarán 9,7 millones de vidas al año para 2050. El informe afirma que el accidente cerebrovascular es la segunda causa de muerte, la tercera causa de discapacidad y una de las principales causas de demencia en todo el mundo. Y destaca: “Es alarmante que la incidencia de accidentes cerebrovasculares esté aumentando en personas jóvenes y de mediana edad (es decir, menos de 55 años) a nivel mundial”.
De acuerdo a la Federación Argentina de Cardiología (FAC), “cada año, 14 millones de personas en el mundo sufren esta patología y constituye la cuarta causa de muerte en Argentina”.
La doctora Virginia Pujol Lereis, subjefa del Centro Integral de Neurología Vascular de Fleni afirmó a Infobae que en los últimos años, se ha observado un aumento preocupante de la incidencia de ACV en menores de 50 años. “Este fenómeno, que anteriormente se asociaba a adultos mayores, ahora se está convirtiendo en un desafío. El incremento de la enfermedad cerebrovascular en menores de 50 años es un fenómeno multifactorial, donde los factores de riesgo cardiovascular, el estilo de vida poco saludable, el consumo de sustancias, el estrés y los factores genéticos pueden contribuir de manera significativa”.
Por su parte, el doctor Mario Boskis (MN 74002), cardiólogo, miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología, actual Director General del Instituto Cardiovascular San Isidro (ICSI) del Sanatorio Las Lomas en Buenos Aires y del Grupo Cardiológico , expresó a Infobae que la causa de este aumento está relacionada en primer lugar por el mal manejo de los factores de riesgo cardiovascular.
“La hipertensión arterial, el tabaquismo, la obesidad (que muchas veces viene de la mano con la diabetes y el colesterol elevado), generan, ya sea juntos o por separado, un incremento significativo en la aparición de ACV, especialmente del tipo hemorrágico, que es el más peligroso, ya sea por su alta mortalidad como así también por las secuelas que este deja, y es especialmente preocupante ya que condiciona la vida futura de gente joven”, expresó Boskis.
Y destacó: “Un lugar especial en las causas lo ocupa el consumo de drogas, especialmente la cocaína. No hay excusas para llamarlas drogas “recreativas”, son tremendamente dañinas a nivel del sistema cardiovascular y una de las causas principales de infarto de miocardio, aun con las coronarias sanas”, remarcó el cardiólogo.
Según la doctora Natalia Balian (MN 120076), médica especialista en Neurología y Medicina Interna, jefa de la Sección de Enfermedades Cerebrovasculares del Hospital Italiano de Buenos Aires, la población está teniendo mayor conocimiento y conciencia acerca del ACV: “Al presentar mayor alerta, se suele consultar más y por eso nos enteramos de los casos en distintos grupos etarios”, precisó a Infobae.
En cuanto a las causas subyacentes en los pacientes jóvenes dijo que pueden diferir de los factores de riesgo cardio y cerebrovasculares clásicos. “Aquí los trastornos cardíacos congénitos, algunas condiciones hereditarias (genéticas), las trombofilias –portación de algún factor de la coagulación que predispone a la formación de trombos-, las disecciones arteriales -la lesión en algunas de las capas de las arterias y los estados inflamatorios de los vasos-, son algunas de las causas que los diferencian de los pacientes de mayor edad. Pero, por supuesto, un paciente joven no deja de estar exento de los factores clásicos, ya que también aquí tendrán su peso negativo las alteraciones del colesterol, el sedentarismo, la mala gestión del estrés, una alimentación inadecuada, etc”.
En cuanto a la incidencia de las drogas, la doctora opinó: “Del mismo modo que lo es el consumo excesivo de alcohol, el de drogas es un factor de riesgo muy serio, no sólo para el ACV isquémico, donde se obstruye o tapa un vaso cerebral, sino también para el ACV hemorrágico -conocido como derrame cerebral- donde se rompe una arteria y la sangre se extravasa al tejido encefálico”.
Por su parte, el doctor, el doctor Sebastián Ameriso, jefe del departamento de Neurología y del Centro Integral de Neurología Vascular de Fleni explicó a Infobae: “Un estudio de Fleni llamado ‘La evitabilidad del ACV’, muestra que el 82% de los ACV podrían evitarse haciéndose chequeos periódicos para detectar la presencia de cualquier factor de riesgo. Entre el 70 y el 80% de las personas que sufren un ACV presentan algún factor de riesgo modificable que no se encuentra correctamente tratado”.
Por qué se produce el ACV
El doctor Juan Manuel Calleja Castillo, médico especialista en Neurología del Centro Médico ABC de México, médico cirujano egresado de la Universidad Nacional Autónoma de México, explicó: “Es una enfermedad súbita, grave, que antes no tenía tratamiento y, que ahora, se puede tratar con mucha efectividad en la sala de urgencias. Cuando se presenta un ACV, en realidad lo que está pasando es que hay un coágulo en el cerebro que tapa una arteria, por lo tanto, una parte de este órgano empieza a morir porque no tiene circulación sanguínea”.
Por su parte, el doctor Aurelio Méndez Domínguez, especialista en Neurología del Centro Médico ABC de México, egresado de la la Universidad Nacional Autónoma de México, con subespecialidad en Enfermedad Vascular Cerebral, explicó que el ACV se divide en dos grandes grupos según su mecanismo de producción:
ACV isquémico: Se produce por oclusión de una arteria, lo que impide que la sangre irrigue una zona del cerebro. Cuando esto ocurre, la zona afectada carece de oxígeno y nutrientes y las células sufren una lesión isquémica. La oclusión puede deberse a un trombo local, a un coágulo remoto que se aloja en la circulación cerebral o a enfermedades de la vasculatura cerebral.
ACV hemorrágico: En este caso, la ruptura de una arteria produce hemorragia que, a su vez, condiciona una lesión o compresión cerebral. La hemorragia puede ser intracerebral o en la superficie del cerebro (espacio subdural o subaracnoideo). En el primer caso, la causa suele estar asociada a hipertensión y, menos frecuentemente, por malformaciones en los vasos; en el segundo, es más frecuente que la causa sea un traumatismo craneal o una dilatación de la arteria (aneurisma).
Los factores de riesgo en los jóvenes
Según la doctora Pujol Lereis “El 90% del riesgo de sufrir un ACV depende de 10 factores de riesgo modificables. Estos son aquellas situaciones o patologías que aumentan las probabilidades de sufrir una enfermedad, y pueden ser modificables (como la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la obesidad, la diabetes, el tabaquismo, el sedentarismo, enfermedades cardíacas, el alcohol, entre otras) o no modificables (como la edad, el sexo o los antecedentes familiares)”.
La médica enumeró los principales factores de riesgo de ACV, y cómo afectan en especial en las personas más jóvenes:
-Factores de riesgo cardiovascular: “En los últimos años ha habido un incremento en la prevalencia de estos en personas jóvenes, como son la hipertensión, la diabetes, la obesidad y el tabaquismo, lo que aumenta su vulnerabilidad a sufrir un ACV”, expresó la doctora.
-Estilo de vida sedentario y mala alimentación: “La falta de actividad física y el consumo excesivo de alimentos procesados y ricos en grasas saturadas pueden contribuir al desarrollo de aterosclerosis y otras afecciones cardiovasculares en edades cada vez más tempranas”, indicó la médica.
- Consumo de drogas (sustancias recreativas) y alcohol: “Las bebidas alcohólicas en exceso y las drogas ilícitas, puede desencadenar un ACV, especialmente en personas jóvenes. Estas sustancias pueden provocar cambios en la presión arterial y la coagulación sanguínea, aumentando el riesgo de un episodio vascular cerebral”, destacó.
- Estrés y trastornos de salud mental: “Estos factores como así también la depresión y la ansiedad, están relacionados con un mayor riesgo vascular. Además de cambios en el sistema circulatorio generados por el estrés crónico, contribuyen a conductas como la mala alimentación, la inactividad física y el consumo excesivo de alcohol, que aumentan los riesgos para la salud”, remarcó.
Sin embargo, la buena noticia es que el ACV es una enfermedad altamente prevenible. “En principio, se puede lograr controlando los principales factores de riesgo mencionados anteriormente con un chequeo médico regular y, junto a ello, un cambio en el estilo de vida evitando el cigarrillo, el alcohol, las drogas y el sedentarismo”, describió Pujol Lereis.
Los expertos siempre dicen que lo que es bueno para el corazón es bueno para el cerebro. ¿Cuál es la causa de esta afirmación? El cardiólogo Boskis respondió: “Los factores de riesgo actúan sobre todas las arterias del organismo. Si lo hacen en el corazón, generan placas de ateroma que llevan a un infarto; si lo hacen en las arterias del cerebro, causan un ACV, por lo tanto, si los tenemos en cuenta estaremos protegiendo ambos órganos con los mismos cuidados”, enfatizó.
Prevención y buenos hábitos para adoptar
Llevar adelante un estilo de vida saludable, junto con la consulta periódica al médico para realizar una evaluación del estado de todo el sistema cardiovascular son acciones preventivas del ACV.
El doctor Boskis recomendó hacer al menos 150 minutos por semana de actividad física aeróbica, por ejemplo una caminata vigorosa. “No fumar, esto es categórico; bajar de peso si se está excedido; alimentarse con una dieta sana, como la dieta mediterránea, baja en carnes rojas y grasas saturadas y rica en pescado, verduras, cereales y legumbres. Limitar la cantidad de alcohol diario y conocer qué valores de presión, colesterol y azúcar tiene su organismo”.
A su vez, la doctora Pujol Lereis agregó que llevar una dieta saludable, rica en frutas y verduras, cereales integrales, grasas saludables y baja en sal junto con la práctica de actividad física pueden ayudar a prevenir y controlar la hipertensión, uno de los principales factores de riesgo cardiovascular.
“Se aconseja realizar 30 minutos de ejercicio exigidos – que generen transpiración -, al menos cinco veces por semana y, controlar el estrés, el cual en niveles altos aumenta temporalmente la presión arterial, y puede contribuir a conductas como la mala alimentación, la inactividad física y el consumo excesivo de alcohol, que incrementarán los riesgos para la salud.”
La doctora Balian sumó la importancia de un sueño adecuado: “Procurar descansar bien e intentar controlar el estrés con diversas técnicas, desde psicoterapia, meditación, yoga, mindfulness y, por supuesto, con cualquier actividad física gratificante, que libera endorfinas”.
La importancia de actuar rápido
De acuerdo con Pujol Lereis, “El ACV no solo es prevenible sino también posee un tratamiento específico que si se recibe a tiempo permite sobrevivir con mínimas secuelas o sin secuelas. Es importante saber reconocer los síntomas de un ACV para poder activar rápidamente los servicios de emergencias y aumentar las posibilidades de un tratamiento adecuado. Esto es un elemento clave para evitar la muerte o discapacidad, siendo que las primeras horas desde el inicio del ACV son esenciales para la recuperación del paciente”, afirmó la doctora.
“Ante cualquiera de los síntomas, es fundamental no perder ni un segundo y acudir con urgencia a la guardia. El diagnóstico y tratamiento precoz salvan vidas y pueden evitar o disminuir las secuelas”, dijo la doctora Balian y describió los síntomas a los que se debe estar atentos:
- Cara: asimetría en la sonrisa. Una comisura caída.
- Habla: dificultad de la persona para pronunciar (“habla arrastrada”). También que no comprenda lo que se le dice.
- Brazo y/o pierna: pérdida de fuerza, de golpe, súbita.
- Dolor de cabeza de máxima intensidad, con o sin síntomas neurológicos.
“La presencia de cualquiera de estos síntomas (con sólo uno es suficiente) es motivo para consultar urgente, no automedicarse y concurrir al hospital. Cuanto antes se acuda al centro de salud y se instaure el tratamiento adecuado, mejores serán los resultados y menores las consecuencias funcionales. ‘Tiempo es cerebro’”, concluyó la doctora Balian.