Las enfermedades que pueden interferir con el desarrollo infantil incluyen la celiaquía, el hipotiroidismo, ciertas condiciones crónicas y la deficiencia de la hormona del crecimiento. Que un niño se detenga en su crecimiento puede ser una señal de estas y otras patologías, lo que demanda intervenciones terapéuticas específicas. Expertos en pediatría subrayan la relevancia de efectuar revisiones periódicas en los niños para monitorear su estatura, ya que esta es un reflejo de su bienestar general.
Con motivo del Día Internacional de la Concientización sobre el Crecimiento Infantil, que se conmemora cada 20 de septiembre, la Asociación Civil Creciendo, advirtió, junto con diferentes especialistas, sobre la importancia de llevar a los niños al pediatra de manera periódica, inclusive cuando están sanos. La organización, que acompaña a niños con trastornos del crecimiento y a sus familias, explicó que la consulta médica permite, entre otros aspectos, supervisar los índices de crecimiento en altura, que es un indicador de salud general. Si en los controles el profesional detecta un problema de crecimiento, podrá diagnosticar precozmente la causa e indicar el tratamiento adecuado.
“Los niños tienen que ir a los controles pediátricos ‘en salud’. Allí, el médico los pesará, medirá su estatura y graficará una curva de crecimiento”, describió la doctora Ana Keselman, pediatra endocrinóloga y médica de planta de la División de Endocrinología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. Y añadió: “El crecimiento es un indicador de salud general. Si se ve alterado, hay que ver qué está sucediendo”.
En algunos casos, el crecimiento de los niños es afectado por la deficiencia de la hormona de crecimiento, lo que puede tratarse con una terapia de reemplazo. Pero existen otras patologías que también alteran la curva de crecimiento infantil.
La doctora Marta Ciaccio, pediatra endocrinóloga y jefa del Servicio de Endocrinología Pediátrica del Hospital Juan P. Garrahan, detalló que en las alteraciones del crecimiento “hay causas nutricionales, como la enfermedad celíaca; también puede deberse a hipotiroidismo o enfermedades crónicas intestinales, renales, respiratorias, cardíacas o hematológicas. Otra razón posible es el retardo de crecimiento intrauterino. Sabemos que del total de niños que nacen con bajo peso para la edad gestacional, entre el 10% y el 15% no recupera la talla genética y puede necesitar un tratamiento”.
El retardo de crecimiento intrauterino, una condición que en Argentina afecta al 7,3% de los niños, es decir 1 cada 14 recién nacidos, consiste en que el bebé deja de crecer durante la gestación. Actualmente, existen métodos de diagnóstico (ecodoppler y ecografías) para identificar esta afección antes del nacimiento.
“La causa más frecuente del retardo de crecimiento intrauterino es un problema placentario, que ocurre cuando, por algún motivo, la placenta no nutre bien al feto. Otras causas están relacionadas con las madres: si están desnutridas, si son madres muy jóvenes o madres niñas. El consumo de cigarrillos, alcohol y otras drogas durante el embarazo, algunas virosis y los embarazos múltiples también son posibles causas”, añadió la doctora Ciaccio.
Por su parte, la doctora Keselman se refirió a otros factores que alteran el crecimiento de los niños, como “la desnutrición primaria, es decir la falta de nutrientes”, y los “trastornos genéticos o cromosómicos como los síndromes de Turner, de Noonan o de Prader-Willi, entre otros. Muchos de estos síndromes presentan una prevalencia superior a la que registra el déficit de hormona de crecimiento”, remarcó.
La medición regular y precisa del peso y la estatura es la mejor herramienta para la detección temprana de los trastornos de crecimiento, lo que a su vez permite un diagnóstico precoz de la enfermedad de base que los genera y la indicación de un tratamiento oportuno.
“Un niño con celiaquía necesita una dieta libre de gluten, en un niño desnutrido hay que evaluar el manejo nutricional. En cambio, si es hipotiroideo, necesitará hormona tiroidea; la terapia con hormona de crecimiento, en cambio, se indica tanto ante la falta de producción de esta hormona por parte del organismo del niño o n iña, como en otras condiciones puntuales”, comentó Keselman.
El Ministerio de Salud de la Nación recomienda que los controles pediátricos deben realizarse con una frecuencia que va cambiando a medida que los niños crecen:
-Los recién nacidos reciben un primer control entre los 7 y los 10 días de vida
-Los bebés de entre 1 y 6 meses deben ser controlados todos los meses
-Entre los 6 meses y el año, los chequeos se realizan cada 2 meses
-Los niños tienen entre 1 y 2 años deben concurrir al pediatra cada 3 meses
-Entre los 2 y los 3 años, cada 6 meses
-A partir de los 3 años, 1 vez por año
Qué signos tener en cuenta para detectar en casa si un niño no crece normalmente
Además de la medición periódica de la estatura por parte del pediatra, hay señales que podrían indicar que un niño o niña tiene un problema de crecimiento, a las que el entorno familiar puede estar atento.
“Si gasta la ropa antes de que le quede pequeña, si es mucho más bajo o baja que los otros nenes o nenas de su edad, si lo confunden con un niño o niña de menor edad, si es más bajo que sus hermanos menores y, cuando pasa el tiempo y el ruedo del pantalón no cambia, es importante consultar al médico”, afirmó Inés Castellano, presidenta de la Asociación Civil Creciendo.
Si bien es habitual la diferencia de estatura entre niños de la misma edad, existen tablas de crecimiento validadas que utilizan los pediatras que establecen cuáles son los parámetros normales, teniendo en cuenta la etapa de la vida, abarcando desde el nacimiento a los 19 años, y también el peso y el género.
De acuerdo con el Manual de Crecimiento elaborado por la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la etapa que va del nacimiento y los tres años, es decir la primera infancia, “se caracteriza por un crecimiento rápido”; mientras que, en la segunda infancia, que llega hasta el comienzo de la edad puberal, “la velocidad de crecimiento se mantiene constante”. Luego, en la etapa de “aceleración o empuje puberal”, ocurren “rápidas transformaciones” que incluyen “crecimiento del esqueleto y de los músculos y de la cantidad y distribución de la grasa”.
“El trastorno en el crecimiento puede presentarse en cualquier momento a lo largo de la vida. Por ejemplo, un niño que crecía normal, a partir de un momento baja la velocidad de crecimiento; si eso se da en forma sostenida durante al menos seis meses, merece una evaluación por parte del pediatra, quien, si es necesario, lo derivará al especialista, es decir a un pediatra endocrinólogo”, explicó Ciaccio.
Es importante detectar los trastornos de crecimiento, no sólo por la necesidad de tratar las patologías que los desencadenan, sino también porque la baja estatura puede traer consecuencias negativas para el niño o el adolescente en el aspecto psicosocial, como dificultades de adaptación que, a su vez, acarrean bajo rendimiento escolar y malestar emocional.
“La desventaja en la altura en comparación con sus pares puede afectar a los niños tanto desde lo emocional como en lo social y durante toda su vida. Nos han llamado personas adultas lamentando no haber hecho un tratamiento a tiempo. En la actualidad, afortunadamente, hay más posibilidad de acceder a un tratamiento”, destacó Castellano.
En los casos en los que la indicación es suplementar con hormona de crecimiento, la medicación debe indicarse cuando se hace el diagnóstico de la deficiencia, en otros síndromes, como el retraso de crecimiento intrauterino o el síndrome de Turner , a partir de los 3 a 4 años y en otros varía de acuerdo al síndrome y estado del paciente. Dependiendo la patología de base, el tratamiento está contemplado por el Plan Médico Obligatorio (PMO).
“Con los tratamientos, nuestro objetivo no es solo la talla final, sino también que durante la infancia tengan una estatura normal y una buena calidad de vida”, concluyó la Ciaccio.