LatAM-FINGERS, el estudio inspirado en Finlandia que busca prevenir la demencia en Latinoamérica

La argentina Lucía Crivelli, jefa de neuropsicología en Fleni, es parte de este trabajo que apunta a prevenir el deterioro cognitivo. Cómo impulsar a las personas “a participar activamente” en el cuidado de su salud cerebral y por qué afirman que hay un mayor riesgo de esta patología en la región

Fingers Latam busca prevenir el deterioro cognitivo en países latinoamericanos, inspirado en un proyecto finlandés (Getty)

La demencia es, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “un término que engloba varias enfermedades que afectan a la memoria, el pensamiento y la capacidad para realizar actividades cotidianas”. Las cifras relevadas por la entidad sanitaria indican que, actualmente, “más de 55 millones de personas tienen demencia en todo el mundo”, es “la séptima causa de defunción y una de las causas principales de discapacidad y dependencia entre las personas de edad en el mundo entero” y que “cada año, hay casi 10 millones de casos nuevos”.

En relación a esta temática, una de las voces más relevantes en América Latina es la de la argentina Lucía Crivelli, licenciada en psicología, doctora en psicología con orientación en neurociencia cognitiva aplicada, investigadora del CONICET y jefa de Neuropsicología de Fleni. Actualmente, la experta forma parte de LatAM-FINGERS, un estudio inspirado en Finlandia que tiene como fin prevenir el deterioro cognitivo en la región en países latinoamericanos como Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Perú, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay

Recientemente, en el marco del evento “Alzheimer, aprende y actúa 2023: recordar para el futuro”, promovido por la organización Alzheimer México e I.A.P, la argentina expuso sobre factores de riesgo de las demencias que, según el estudio del que participa, pueden abordarse desde cuatro pilares: dieta, ejercicio físico, ejercicios cognitivos y el control de factores de riesgo cardiovasculares. Crivelli, por su parte, sumó un quinto: la socialización.

Para la OMS, existen diversos factores que incrementan la probabilidad de desarrollar demencia. Entre ellos, es importante señalar la edad, siendo más común en individuos de 65 años en adelante. Además, la hipertensión arterial, un nivel elevado de azúcar en la sangre o diabetes, el sobrepeso u obesidad, y el tabaquismo pueden ser aspectos determinantes. El consumo excesivo de alcohol, la falta de actividad física, el aislamiento social y la depresión también contribuyen al aumento del riesgo de esta enfermedad.

Lucía Crivelli, especialista de Fleni, abordó, entre otros temas, los factores de riesgo de demencia y la situación de esta condición en la región

En su ponencia, la experta puntualizó sobre este trabajo en el cual participa: “LatAM-FINGERS es un proyecto inspirador. Se basa en el trabajo FINGERS que se llevó a cabo en Finlandia en el que se reclutaron pacientes con riesgo de demencia y se les brindó un tratamiento multidominio. Es decir: actividad física, nutrición (con la dieta mediterránea como protagonista), ejercicios cognitivos, control de la salud cardiovascular y socialización. Se incentiva al paciente a participar activamente en estas cinco áreas, que emulan a los cinco dedos de la mano, de ahí el nombre Fingers”.

“Lo que se ha observado en Finlandia”, de acuerdo a lo explicado por Crivelli, “es una reducción significativa en la conversión a demencia de esas personas que están en riesgo. Sin esa intervención, un 30% de esos potenciales casos acabaría siendo diagnosticado con demencia. Aunque hay nuevos medicamentos para este cuadro, en la práctica, no hay ninguna droga más efectiva que este tratamiento de FINGERS. Es esencial aplicar todas las intervenciones simultáneamente para lograr un efecto sinérgico, donde el impacto total sea mayor que la suma de las partes. Los participantes deberán cumplir con este plan durante dos años”.

“Decidimos adaptar este método a Latinoamérica -amplió la doctora en psicología-. En América Latina, la población tiene un riesgo más elevado de demencia, lo que significa que hay un mayor margen para reducir conductas riesgosas. Por lo tanto, esperamos obtener resultados aún más significativos que en Finlandia. De todos modos, tuvimos que adaptar las intervenciones, ya que la dieta mediterránea no es tan común en la región y cada país tiene sus particularidades alimenticias. Realizamos un proceso de armonización para que la intervención sea equivalente a la de Finlandia pero adaptada a Latinoamérica”.

La demencia afecta la memoria, el pensamiento y la capacidad de realizar tareas diarias, según la OMS (Freepik)

El foco de Crivelli y sus colegas en Latinoamérica no es casual. ¿Por qué? Así lo detalló la profesional: “El riesgo de demencia por factores de riesgo modificables es más alto en Latinoamérica que en el resto del mundo. En el resto del mundo, el 40% de los casos de demencia se justifican por factores modificables como la se o el sedentarismo, mientras que América Latina el 56% de los casos podrían prevenirse abordando esos factores. Esto nos lleva a tener responsabilidad sobre lo que transmitimos, porque realmente podemos cambiar nuestra vida. Tenemos mucho para mejorar y podemos prevenir muchos casos. Dos tercios de la población con Alzheimer y demencia vive en países pobres, según las estimaciones científicas”.

Bajo esta idea, en el estudio LatAM-FINGERS buscan “demostrar que se puede lograr un cambio en Latinoamérica. Para eso, es crucial que esta iniciativa se traduzca en políticas públicas integrales, pues la reducción del riesgo de demencia comienza en la infancia y continúa después de los 65 años”, señaló Crivelli.

Y postuló: “El nivel educativo está relacionado con el riesgo de padecer demencia. Es muy importante la educación en la vida temprana. Se trata de un factor de riesgo modificable si lo abordamos a tiempo. Necesitamos que los niños tengan más que el primario completo, ya que se podrían reducir en un 11% los casos de demencia si hay primario completo en la región”.

Alimentos ricos en antioxidantes, como frutas y verduras, y ácidos grasos omega 3 son recomendados para prevenir la demencia (Getty)

Según Crivelli, “en los últimos años, se estudiaron factores ambientales y de conducta que pueden modificar la predisposición a la demencia. La buena noticia es que hay factores modificables, como la dieta: la dieta alta en grasas saturadas es mala para la circulación de la sangre y la circulación cerebral. Aquí se combina la dieta mediterránea con la dieta DASH (Enfoques Dietéticos para Detener la Hipertensión). Entonces, lo que se recomienda para prevenir la demencia son alimentos altos en antioxidantes, como las frutas y las verduras, y también ácidos grasos y omega 3, con pescados grasos como el salmón”.

Sobre este último punto, la especialista argentina ejemplificó que la dieta MIND, “que es un acrónimo en inglés de ‘mente’, incluye elementos que benefician a la parte cardiovascular. Aquí se destaca la dieta mediterránea, con muchos frutos secos, pocas harinas refinadas, más carne blanca que roja y en la que se priorizan las hojas verdes oscuras. Esto sirve para la prevención general de la salud cerebral y también actúa sobre el daño cardiovascular y cerebrovascular”.

Con respecto a la escasa actividad física como factor de riesgo de demencia, los datos mostrados por Crivelli son elocuentes: “El riesgo es del 5% en América Latina, mientras que en el resto del mundo es del 2%. Los estudios sostienen que si cambio mi conducta de actividad física después de los 65 años, puedo reducir muchísimo el riesgo. A diferencia de la educación, que se construye desde chico, el deporte sigue teniendo efecto durante la edad adulta. Es decir, que si tengo más de 65 y oxigeno mi cerebro con actividad física, puedo reducir el riesgo de demencia”.

En Finlandia, el proyecto FINGERS redujo significativamente la conversión a demencia en personas en riesgo (Getty)

Otro pilar abordado en LatAM-FINGERS es la importancia de los controles médicos, ya que, por caso, la hipertensión arterial es uno de los signos de riesgo de la demencia vascular. “La enfermedad que está detrás de la demencia puede ser distinta, el Alzheimer concentra muchos casos y también la mencionada demencia vascular, que tiene que ver con isquemias cerebrales (NdeR: escaso flujo sanguineo al cerebro) que no producen síntomas y que van generando en nuestro cerebro y, al final de cuentas, junto a otros factores como el envejecimiento, la demencia vascular”, apuntó la especialista de Fleni.

En tanto, desarrolló que es esencial “cuidar el estado de ánimo, ya que la depresión incrementa notablemente el riesgo de demencia. Por ende, es beneficioso llevar una vida estimulante: salir de casa, estar en contacto con otras personas, buscar actividades recreativas y alimentar el espíritu. Todo esto nos motiva a levantarnos del sillón y aprender cosas nuevas. La estimulación cognitiva se centra en actividades que sean novedosas, estimulantes y desafiantes”.

La incidencia del género en los casos de Alzheimer

Un reciente estudio de la doctora Crivelli y sus colegas publicado en la revista The Lancet Healthy Longevity analizó los factores socioeconómicos que aumentan el riesgo de demencia, identificando además otros factores menos evidentes que impactan particularmente en las mujeres. En el trabajo, también se resaltó la importancia de los roles de género y la urgencia de investigar estos factores subyacentes para obtener datos precisos que impulsen políticas dirigidas a mejorar la salud de las mujeres.

En el estudio, Crivelli y sus colegas plantearon: “Desde la perspectiva del curso de la vida, la demencia es una consecuencia de factores acumulados durante los períodos de vida tempranos, medios y posteriores, en los que los factores genéticos y socioeconómicos pueden interactuar, lo que lleva a un mayor o menor riesgo de demencia”, señalaron.

Las mujeres en América Latina enfrentan mayores riesgos, como sedentarismo, hipertensión y aislamiento social (Getty)

En ese sentido, de acuerdo a los precisado por la experta en su última ponencia, “la prevalencia del Alzheimer en mujeres es mayor que en los hombres, y esto no se debe a factores genéticos: de cada tres casos de Alzheimer, dos corresponden a mujeres. Además, de cada tres casos de esta enfermedad, en dos de ellos, las cuidadoras de los pacientes son mujeres. Es decir, las mujeres no solo padecen la enfermedad sino que también se encargan del cuidado de los pacientes”.

“Las mujeres desempeñamos roles muy distintos a los hombres y estamos expuestas a mayores riesgos. Presentamos una mayor tasa de sedentarismo, hipertensión y aislamiento social, y en general, estamos menos educadas que los hombres. Muchas veces, postergamos nuestra educación en favor de los hombres que salen a trabajar”, dijo la argentina.

Y especificó: “Otro factor de riesgo es el embarazo adolescente. En América Latina, las tasas son altísimas: en algunos lugares, la mitad de los nacimientos son de madres de entre 14 y 19 años. Estas jóvenes no concluyen su educación secundaria, lo que incrementa su riesgo. Además, la violencia de género también es un factor a considerar. El traumatismo craneoencefálico que puede sufrir una mujer víctima de violencia familiar es un riesgo, por ejemplo. En tanto, la tasa de trabajo informal en mujeres es más alta, ya sea porque nos hacemos cargo de los hijos o porque no tuvimos acceso a una educación completa. Podemos marcar una diferencia al dar visibilidad a este tema”.