Si bien no se corresponde con ningún diagnóstico psiquiátrico, el síndrome de Procusto es muy frecuente, sobre todo en el ámbito laboral, y hace referencia a las personas que menosprecian a aquellos que las superan en talento y habilidades.
El concepto lo utilizó el candidato a presidente Javier Milei en un video que se hizo viral donde descalificaba al economista Roberto Cachanosky. Lo que impulsó el repudio fue que utilizó la palabra “mogólico” como un insulto, lo que provocó la condena de la Asociación de Síndrome de Down de la República Argentina (ASDRA), entre otras manifestaciones. Esta última emitió un comunicado en el que repudió sus palabras y las calificó de “discriminatorias”.
En medio de una catarata de insultos, Milei mencionó que el economista padecía “síndrome de Procusto”. ¿A qué se refería?
El término tiene su origen en un mito griego. Procusto, hijo de Poseidón, regenteaba una pequeña posada. Ofrecía hospedaje a viajeros en su casa en las colinas de Ática. Cuando estos se quedaban dormidos, entraba en su cuarto, los amordazaba y los ataba de pies y manos. Comprobaba si se adaptaban o no a la cama. Al que le sobresalían las piernas o los brazos, se los aserraba para ajustarlos al tamaño del lecho; al que le quedaban cortos, se los estiraba a martillazos.
Finalmente, fue el héroe Teseo quien puso fin a los crímenes de Procusto cuando lo retó a medirse en su propia cama y le dio de probar su propia medicina.
Este mito ha trascendido el tiempo y ha sido objeto de diversas disciplinas (matemática, informática). En psiquiatría se denomina así a la patología por la cual un individuo, tal como hacía el protagonista del mito griego, rechaza a los que sobresalen en su entorno, siente envidia de los que se destacan y menosprecia sus cualidades, porque tiene miedo a verse superado.
Se puede encontrar personas con esta particularidad en diferentes áreas, desde la personal, laboral y empresarial a la política, la deportiva o la educativa. Por ejemplo, los niños sobresalientes a veces pueden sufrir este maltrato por las instituciones educativas que tratan de “bajarlo” de nivel para que sea como todos los demás.
En el trabajo, un “Procusto” no es capaz de optimizar equipos, antepone el prejuicio al rendimiento y prefiere rodearse de mediocres a contar con personas competentes, a las que ve siempre como competidoras.
Los motivos por los cuales una persona desarrolla este problema pueden tener que ver con su historia de aprendizaje, el desarrollo de ideas o creencias con respecto a sí mismo/a, a su autoconcepto, a su autoestima y a lo que representan los demás en una situación conceptualizada como de competencia.
Las características del síndrome de Procusto
Estas son personas con una autovaloración muy débil o frágil. Desprecian a quien sobresale, a quien desempeña con una buena performance o a quien evalúan como bien capacitado para una tarea, porque lo consideran una amenaza. Presentan estas características:
- Son personas con autoestima muy baja que pueden llegar a parecer lo contrario para resguardar su fragilidad en una falsa autoestima.
- Están constantemente evaluándose o comparándose con los demás.
- La tolerancia ante el error o la equivocación es mínima.
- Tienen ideas o creencias de inadecuación.
- Son muy vulnerables emocionalmente. Cualquier situación donde ellos queden en evidencia frente a las capacidades o aciertos de otros, la asumirán como una grave amenaza. Se sienten continuamente frustrados y con la sensación de no tener el control.
- Son resistentes al cambio. Todo aquello que las saque de la zona de confort les genera rechazo y miedo.
El síndrome de Procusto también puede presentarse a nivel personal. En estos casos familia, amigos o parejas van a ser criticados constantemente. Además, el “Procusto” en cuestión puede llegar a evitar a personas que se consideran superiores en algunas características. Por ejemplo, posibles parejas más atractivas o inteligentes que él. Si la pareja sobresale, tenderá a aislarla, abandonarla o disminuir su autoestima de cara a que sus aptitudes también se vean reducidas.
En este caso, tanto la persona con síndrome de Procusto como la víctima se verán afectadas, causando una relación tóxica si es que esta llega a producirse y generando sufrimiento a ambas partes.
Si bien este síndrome no constituye una entidad clínica formal, una terapia psicológica permitirá que la persona pueda trabajar sobre sus creencias, pensamientos y emociones de forma tal de modificar las conductas que le están trayendo problemas en el trabajo y en su vida en general.