Hace escasas horas, Ronnie Arias confesó que hace dos meses tuvo un accidente cerebrovascular (ACV). Sin embargo, advirtió que supo de este cuadro semanas más tarde, cuando fue detectado durante un chequeo de rutina. “Tuve un ACV silente”, afirmó el reconocido conductor al referirse a que no presentó ningún síntoma. Infobae dialogó con tres expertos para conocer qué es el también denominado un infarto silencioso y cuáles son los riesgos.
“No tuve ningún síntoma, me enteré cuando me estaba haciendo unos chequeos de rutina”, afirmó el conductor de 61 años en un audio que compartió su compañera Estefi Berardi, quien lo divulgó durante el programa Mañanísima, que conduce Carmen Barbieri en Ciudad Magazine. “Ahora estoy haciendo todos los estudios para ver si fue causado por una obstrucción en la (arteria) carótida o si tiene que ver con algo del corazón”, resaltó Arias al señalar que debió someterse a estudios médicos para determinar la causa.
“Esto se llama ‘infarto silencioso’. No producen síntomas porque pueden ocurrir en áreas del cerebro que no controlan funciones específicas que causan síntomas. Pero el nombre engaña, ya que cuando ocurre aumenta el riesgo que tiene la persona de tener otro ACV, un infarto de corazón o pérdida de memoria”, explicó a Infobae el médico neurólogo, Conrado Estol (MN 65005).
Mientras que Alejandro Andersson (MN 65836), neurólogo y director médico del Instituto de Neurología Buenos Aires (INBA), aseguró a Infobae que “en Argentina ocurre un accidente cerebrovascular cada cuatro minutos, siendo que el 80% son isquémicos y el 20% son hemorrágicos. Es decir que, en el 80% de los casos se tapa una arteria por trombosis o por embolia y en el 20% restante la arteria se rompe. Son aproximadamente 130.000 pacientes por año y claramente es la primera causa de discapacidad”.
En ese sentido, Andersson resaltó que estos cuadros pueden detectarse si “ese paciente se hace un estudio por imagen, principalmente una resonancia magnética, que es un estudio de imagen de buena calidad, con buen límite de resolución, donde se ve la sustancia gris y blanca, y toda la anatomía del cerebro”.
“Cuando hablamos de ACV hablamos de accidentes cerebrovascular, que significa que un hay un evento en las arterias de nuestro cerebro de modo anormal y que, básicamente, cuando es hemorrágico se rompe, generalmente, una arteria y puede ocurrir por un aumento de presión arterial de modo súbito, por hipertensión arterial, o ruptura de alguna malformación arterial en nuestro cerebro, una de las más comunes son aneurismas cerebrales”, destacó en diálogo con Infobae el doctor Matías Baldoncini (MN 135985), médico neurocirujano de la Facultad de Medicina de la UBA y director del Laboratorio de Neuroanatomía Microquirúrgica, UBA.
Y completó: “El otro es accidente cerebrovascular es el isquémico y tiene lugar cuando una arteria se tapa, y eso se puede dar porque se pueden generar un pequeño trombo en el corazón, que es pequeño coágulo, que viaja por la sangre e impactar en una arteria a nivel cerebral”. Anualmente, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), 15 millones de personas en el mundo sufren accidentes cerebrovasculares, de las cuales 5 millones fallecen y 5 millones quedan con algún tipo de discapacidad permanentemente.
Las consecuencias, en ciertos casos, pueden ser graves: las células cerebrales comienzan a morir en cuestión de minutos. Se trata, entonces, de una emergencia médica que requiere atención inmediata. Afortunadamente, la mortalidad por accidente cerebrovascular ha disminuido en comparación y, actualmente, existen tratamientos efectivos que pueden prevenir la discapacidad resultante. Sin embargo, en el caso de Arias, no se presentaron los síntomas característicos de esta enfermedad.
Los riesgos de los AVC silentes
Sobre este punto, Estol afirmó que “el problema es que por ser silenciosos, no se los detecta a menos que el paciente por alguna razón se haga una imagen cerebral (resonancia magnética o tomografía) en las que aparezca el ACV. Por esto es útil hacer controles en clínicas especializadas en enfermedad vascular donde se puede identificar en forma individual el riesgo que cada persona tiene y así seleccionar aquellos en que se justifique hacer una búsqueda más profunda”.
“En esas imágenes se ven claramente las imágenes de los infartos que nunca dieron síntomas. Hay un montón de pacientes que concurren con pequeños infartos, que son como focos chiquitos, de milímetros, pero que muchos son bilaterales y suelen tener que ver, por ejemplo, con una hipertensión arterial de larga data mal manejada, pero que nunca les dio síntomas”, resaltó Andersson.
Al tiempo que señaló que, en caso de que no se detecten en estos estudio, los pacientes pueden ir a la consulta cuando las lesiones ya afectaron parte de su funcionamiento neurológico. “El riesgo de estos cuadros es que, claramente, no hacer nada hasta que se nota, porque cuando se nota ya es tarde”, afirmó el experto.
“Cuando esa cantidad de pequeñas lesiones llega un determinado número, que se traduce en una determinada masa cerebral que se perdió, aparecen los trastornos de la memoria. En este caso, que se llama demencia multi-infarto y que no tiene relación con la enfermedad de Alzheimer, se trata de una enfermedad degenerativa de las neuronas, del cerebro, que parte de los vasos sanguíneos”, afirmó el neurólogo.
Y Estol añadió: “El riesgo es precisamente no enterarse de que ha ocurrido y por lo tanto no hacer la prevención adecuada para que no se repita. Entre todos los factores de riesgo para sufrir un ACV -cigarrillo, exceso de peso, mala nutrición, sedentarismo, hipertensión arterial, colesterol, diabetes- el haber tenido un ACV es el mayor factor de riesgo para que se repita. Y la ocurrencia de varios ACV silenciosos aumentan significativamente el riesgo de demencia (pérdida de la función cognitiva)”.
Al tiempo que Andersson advirtió que “hay pacientes que tienen, por ejemplo, cuadros que se llaman trombofilia, que son alteraciones del sistema de coagulación sanguínea y que se descubren con algunos estudios hematológicos. Son las personas que tienen tendencia, principalmente las mujeres, a formar trombos (NdeR: coágulo sanguíneo) en el cerebro”.
Ante esta realidad, el neurólogo del INBA resaltó que, cuando se detectan estos cuadros, los expertos indican tratamientos similares los establecidos en los ACV sintomáticos. “Primero, tenés que entender cuál es la causa. Entonces, se piensan los factores de riesgo vascular, que son los mismos que mencionan los cardiólogos, como hipertensión arterial, diabetes, tabaquismo y colesterol, entre otros. Que son factores que se pueden corregir, luego se buscan otras causas, como puede ser la trombofilia”.
“Una vez que se tiene el diagnóstico, se define el tratamiento. Incluso, pueden ser cuadros más raros, como son los inmunológicos, degenerativos, hay enfermedades que se acumulan sustancias este anormales, entre otras patologías”, dijo el experto.
“Generalmente, los pacientes que tienen más riesgo de sufrir accidentes cerebrovasculares son las personas obesas, fumadoras, sedentarias, que tienen colesterol alto o triglicéridos altos. También las personas que tienen hipertensión arterial, que es un factor de riesgo asociado a estos accidentes cerebrovasculares”, destacó Baldoncini.
Cómo prevenir un ACV
“Adoptar los hábitos de vida sana que todos deberíamos tener para evitar la enfermedad de las arterias que llevan a tener un ACV o infarto cardíaco”, aseguró Estol sobre cómo prevenir estos cuadros y enumeró: “Estas incluyen controlar el estrés con técnicas de relajación, dormir 7 u 8 horas por noche, evitar el cigarrillo, tomar poco alcohol, hacer una nutrición sana basada fundamentalmente en frutas, vegetales, legumbres, frutos secos, aceite de oliva y pescado, mantener un peso adecuado, hacer ejercicio todos los días, tener la presión arterial normal, arterias sin placas de colesterol y control del azúcar (glucemia que cuando aumenta causa diabetes)”.
Y añadió: “La enfermedad de las arterias es la principal causa de muerte en el planeta pero, a su vez, es 80 a 90% prevenible. Y la clave en la prevención es empezar con hábitos sanos a los 20 o no más a los 30 años cuando las arterias todavía son sanas. Esta es la forma en que la gente podrá cumplir 100 años en un estado de salud física y mental que les permitirá tener una vida independiente y con calidad plena”.
Al tiempo que Baldoncini completó: “Hay que ver cuáles son los factores de riesgo, o sea, disminuir el consumo de grasas de animales, de frituras, llevar una vida activa físicamente, realizar actividades físicas aeróbicas con frecuencia, controlarse la presión arterial y realizar chequeos médicos con frecuencia, además de tratar de evitar el estrés porque, secundariamente, puede generar aumentos de la presión arterial”.
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