Las personas que se han recuperado de un episodio depresivo mayor, en comparación con quienes nunca han experimentado uno, tienden a pasar más tiempo procesando información negativa y menos tiempo procesando información positiva, lo que los pone en riesgo de una recaída, según una investigación publicada por la Asociación Americana de Psicología.
“Nuestros hallazgos sugieren que las personas que tienen antecedentes de depresión pasan más tiempo procesando información negativa, como por ejemplo caras tristes, que información positiva, como caras felices, y que esta diferencia es mayor en comparación con las personas sanas sin antecedentes”, dijo la autora Alainna Wen, médica investigadora, becaria postdoctoral en el Centro de Investigación de Ansiedad y Depresión de la Universidad de California, Los Ángeles, Estados Unidos. “Debido a que los pensamientos y estados de ánimo más negativos y menos positivos son característicos de la depresión, esto podría significar que estas personas corren un mayor riesgo de tener otro episodio depresivo”. La investigación fue publicada en el Journal of Psychopathology and Clinical Science.
La depresión mayor es uno de los trastornos mentales más comunes en los Estados Unidos. En 2020, casi 21 millones de estadounidenses informaron al menos una incidencia de depresión mayor (8,4 % de la población), según el Instituto Nacional de Salud Mental. Definida como un período de al menos dos semanas de estado de ánimo depresivo o pérdida de interés o placer en las actividades diarias, la depresión mayor puede interferir o limitar la capacidad de una persona para llevar a cabo su vida.
La doctora María Teresa Calabrese, endocrinóloga, psiquiatra y psicoanalista especializada en enfermedades psicosomáticas, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), de la Asociación Psicoanalítica Internacional (IPA) y docente de la Universidad de Buenos Aires definió a Infobae la depresión:
“Fundamentalmente es un estado de ánimo triste, decaimiento, desgano hasta para hacer las tareas más habituales, como higienizarse, ordenar la casa, pero acompañado de autorreproches y sentimientos de culpa. También suele tener síntomas clínicos, como dolor de cabeza, dolores diversos musculares, articulares, trastornos digestivos, constipación, ahogo, palpitaciones, y esto es importante porque a veces no se detecta que esto tiene que ver con una depresión, con un cuadro más emocional. Los pacientes entran a circular por diferentes consultorios, haciéndose estudios y les dicen que no le encuentran nada. Bueno, nada visible, pero sí tiene algo el paciente”, expresó la doctora.
A pesar de los tratamientos bien establecidos para la depresión, las tasas de recaída del trastorno depresivo mayor siguen siendo altas, según Wen, líder del estudio. Más del 50% de las personas con un episodio depresivo mayor por primera vez experimentarán episodios posteriores, a menudo con recaídas dentro de los dos años posteriores a la recuperación. Por lo tanto, se necesita más información sobre los factores de riesgo involucrados en el trastorno depresivo mayor para mejorar el tratamiento y prevenir las recaídas.
El doctor Rolando Salinas, jefe de Salud Mental del Hospital Alemán, profesor de Psicología de la Salud en Universidad Católica Argentina, explicó a Infobae que la investigación mencionada es un estudio neurocognitivo relacionado con el procesamiento de la información en forma negativa de los pacientes depresivos. “Cuenta con un antecedente, que se hizo hace algunos años, donde se demostró que el divagar conduce a la mente naturalmente a contenidos negativos, salvo en personas entrenadas (por ejemplo, quienes practican meditación). Esta tendencia natural al pensamiento negativo puede darse como incertidumbre (cuando es hacia el futuro) o en forma de culpa o reproche (cuando está centrado en el pasado)”.
Cómo se realizó el estudio
Los investigadores realizaron un metanálisis de 44 estudios en los que participaron 2081 participantes con antecedentes de trastorno depresivo mayor y 2285 controles sanos. Todos los estudios examinaron los tiempos de respuesta de los participantes a estímulos negativos, positivos o neutrales. En algunos casos, a los participantes se les mostró un rostro humano feliz, triste o neutral y se les pidió que presionaran un botón diferente para cada uno. En otros, los participantes reaccionaron a palabras positivas, negativas o neutrales.
Los participantes sanos como grupo respondieron más rápidamente a los estímulos emocionales y no emocionales que los participantes con antecedentes de depresión, independientemente de si esos estímulos eran positivos, neutrales o negativos. Pero los participantes que previamente tenían un trastorno depresivo mayor pasaron más tiempo procesando estímulos emocionales negativos que estímulos positivos en comparación con los controles.
Si bien los controles sanos mostraron una diferencia significativa en la cantidad de tiempo que dedicaron a procesar estímulos emocionales positivos frente a negativos en comparación con aquellos en remisión de depresión mayor, esa distinción no apareció al comparar el tiempo dedicado a procesar estímulos negativos frente a neutrales o positivos frente a neutrales.
En general, los hallazgos sugieren que las personas con trastorno depresivo mayor recurrente no solo son menos capaces de controlar la información que procesan que las personas sanas, sino que también muestran un mayor sesgo para centrarse en la información negativa sobre la positiva o neutral, según Wen.
“Los hallazgos actuales tienen implicaciones para el tratamiento de la depresión”, dijo Wen. “Enfocarse en reducir el procesamiento de información negativa por sí solo puede no ser suficiente para prevenir la recaída en la depresión. En cambio, los pacientes también pueden beneficiarse de estrategias para aumentar el procesamiento de información positiva”.
Para el doctor Salinas, es aconsejable el entrenamiento de tipo terapia cognitiva conductual, la meditación, el mindfulness para evitar las causas que predisponen a la recaída depresiva. “Lo esencial del tema es que puede haber una tendencia natural a divagar o discurrir en pensamientos negativos, pero hay que tratar de tener la mente en el presente. Como dice Mirtha Legrand, hay que ‘trabajar, trabajar y trabajar’, ocupar la mente en cosas concretas, enfocar en lo que uno hace y en una vida en equilibrio”.
Por su parte, según la postura de la doctora Calabrese, “cuando una persona tiene un episodio de depresión mayor tiene que hacer un tratamiento a la vez que farmacológico, psicológico con orientación psicoanalítica que va a las causas. Estas no son fáciles de rastrear, llevan tiempo. Los psicofármacos actúan más rápido pero tienen un efecto que se llama tolerancia, cada vez se necesita más dosis para producir el mismo efecto. Entonces, cuando el tratamiento farmacológico va disminuyendo su efecto, ahí nos da tiempo para que el tratamiento psicológico comience a actuar, que es más lento pero más duradero”. Otros autores del artículo: Ethan Fischer, BSc y Lira Yoon, médica investigadora, Universidad de Maryland Condado (Baltimore); y David Watson, médico investigador, Universidad de Notre Dame.
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