Los seres humanos tienen una necesidad fundamental de pertenecer y conectarse socialmente y las personas que se sienten excluidas suelen experimentar soledad. Para investigar lo que sucede en el cerebro de la gente solitaria, un equipo de investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Estados Unidos, realizó un estudio, publicado en Sage Journal, donde encontró que quienes no estaban solos tenían una forma similar de procesar el mundo que las rodeaba. Sin embargo, descubrieron que los solitarios no solo interpretan las cosas de manera diferente a quienes están acompañadas, sino que incluso las ven de forma distinta entre ellos.
“Encontramos que las personas solitarias son excepcionalmente diferentes a sus compañeros en la forma en que procesan el mundo que los rodea, incluso cuando se tiene en cuenta la cantidad de amigos que tienen”, dijo la autora principal Elisa C. Baek. Su estudio mostró que las respuestas neuronales de las personas solitarias difieren de las de otras personas, lo que sugiere que “ver el mundo de manera diferente a quienes lo rodean puede ser un factor de riesgo para la soledad, incluso si se socializa regularmente”.
“Este enfoque nos permitió probar si las personas que experimentan altos niveles de soledad tienen respuestas neuronales que son diferentes a las de sus compañeros y entre sí, incluso después de controlar su número objetivo de vínculos sociales. En otras palabras, probamos si los individuos solitarios procesan el mundo de manera idiosincrásica, incluso si tienen muchos amigos”, afirmaron en el estudio. Cabe aclarar que la idiosincrasia son los rasgos, temperamento, carácter distintivos y propios de un individuo o de una colectividad, según la define la Real Academia Española.
Cómo se hizo la investigación
Baek y sus colegas Ryan Hyon, Karina López, Meng Du, Mason A. Porter y Carolyn Parkinson llegaron a esta conclusión al comparar las imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI) de 66 estudiantes universitarios de primer año. “Las respuestas neuronales de los individuos solitarios eran diferentes a las de sus pares, particularmente en regiones de la red de modo predeterminado en las que respuestas similares se han asociado con perspectivas compartidas y comprensión subjetiva. Estas relaciones persistieron cuando controlamos las similitudes demográficas, el aislamiento social objetivo y las amistades de los individuos entre sí”, dijeron en el estudio.
Durante cada escaneo, los participantes vieron videos. Después de la exploración, informaron sus sentimientos de conexión social utilizando la Escala de Soledad de UCLA. A principios del año académico, cada participante también había completado una encuesta de redes sociales en la que mencionaron los nombres de cada persona con la que estudiaron, comieron o pasaron el rato durante sus primeros meses como estudiantes.
Para analizar estos datos, Baek y sus colegas dividieron a los participantes en dos grupos: un grupo “solitario” con participantes que obtuvieron puntajes más altos que la mediana en la escala de soledad y un grupo no solitario con participantes que obtuvieron puntajes por debajo de la mediana.
Cuando los investigadores compararon los escaneos de estos participantes, encontraron que la actividad cerebral de los solitarios era muy diferente a la de los participantes “sociales” y otros participantes solitarios. En comparación, la actividad cerebral de los participantes que no estaban solos era similar a la de otros participantes con las mismas características.
Según el estudio, “sentirse comprendido por otras personas es un factor crítico para lograr la conexión social y está asociado con una mayor satisfacción con la vida”. Pero “las personas solitarias procesan el mundo de manera idiosincrásica, lo que puede contribuir a la sensación de incomprensión que a menudo acompaña a la soledad”, explicaron los investigadores.
“Una posibilidad es que las personas solitarias no encuentren valor en las mismas situaciones o escenas que sus compañeros”, escribieron Baek y sus colegas. “Esto puede resultar en un ciclo de retroalimentación en el que las personas solitarias se perciben a sí mismas como diferentes a sus compañeros, lo que a su vez puede generar más desafíos para lograr la conexión social”.
Otra posibilidad es que la soledad en sí misma pueda llevar a las personas a procesar la información de manera diferente, agregaron los investigadores. En cualquier caso, aprender más sobre cómo piensan las personas solitarias y cómo promover la comprensión compartida podría ayudar a identificar nuevos caminos para reducir la soledad, dijo Baek.
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