La muerte de una influencer vegana rusa conmocionó al mundo. La mujer, de 39 años, llevaba diez años siguiendo una dieta crudívora a base de frutas, brotes de semillas de girasol. Además, desde hace seis años tampoco tomaba agua, la cual reemplazaba por batidos y jugos de frutas y verduras.
Zhanna Samsonova, que tenía más de 10.000 seguidores en Instagram y viajaba por Asia desde hacía 17 años, murió en Malasia luego de contraer una infección similar al cólera, agravada por su alimentación extremadamente restrictiva, según declaró su madre, Vera Samsonova, al periódico ruso Vechernyaya Kazan.
“Este es un típico caso en el que detrás de una ideología alimentaria se esconde un trastorno de la conducta alimentaria (TCA)”, explicó a Infobae la licenciada en psicología María Laura Santellán (MN 18841), supervisora de la Unidad de Trastornos Alimentarios del Hospital Municipal Cabrera y miembro de la Asociación Argentina de Terapia Cognitiva.
“Muchas veces, la intención de seguir dietas que tengan ciertas restricciones por cuestiones ideológicas, ecológicas, religiosas o de otra índole puede funcionar como disparador para un trastorno de la conducta alimentaria. Ahora, esto no quiere decir que todas las personas que sigan ciertas restricciones alimentarias necesariamente tienen un TCA”, continuó.
Con ella coincidió la licenciada en Nutrición Agustina Murcho (MN 7888), especialista en trastornos alimentarios, para quien “lo que esta mujer practicaba no era veganismo; de fondo había un trastorno alimentario”.
Trastornos alimentarios que dañan la salud
Si bien a primera vista, todo indicaría que Samsonova padecía ortorexia, tal el nombre que recibe el trastorno que padecen quienes se obsesionan por la comida sana, lo cierto es que si bien, según Santellán, “el cuadro podría encajar en esa definición”, la ortorexia no forma parte de la clasificación del DSM5, la quinta edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, que sólo incluye teria, anorexia y bulimia nerviosa y desorden por atracones.
De allí que, en su opinión, “su intención (de la influencer) de ser vegana fue el factor disparador, junto con otros factores que predispusieron el cuadro, de una anorexia nerviosa de tipo restrictiva con características diferentes a las típicas, pero su pensamiento y su ideación obsesiva la fue conduciendo a conductas cada vez más restrictivas con el comer”.
La especialista precisó que “cuando hay otros factores que predisponen dentro de la historia biográfica de una persona -como puede llegar a ser cierta carga genética con respecto a los trastornos de la conducta alimentaria, una obesidad previa, como también factores estresantes, o rasgos de personalidad que acompañen- puede suceder que ante el inicio de una restricción alimentaria por las razones antes mencionadas, lo que se esconde detrás es el puntapié inicial para el desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria, como en este caso un trastorno de tipo restrictivo”.
“Muchas veces los trastorno de la conducta alimentaria se enmascaran en formas de comer o seguimientos de determinados tipos de dietas porque todo trastorno alimentario tiene factores que lo desencadenan, factores que los predisponen y factores que lo mantienen -ahondó la psicóloga-. Entonces, como son desórdenes egosintónicos, es decir que la persona no tiene conciencia de enfermedad, puede ocurrir que el pensar estar siguiendo una ideología alimentaria a nivel consciente enmascara una intención dietante que no es del todo consciente”.
Y tras remarcar que “tal vez esta persona no tenía miedo a ganar peso, tener un peso no adecuado o tampoco insatisfacción con su imagen corporal”, Santellán consideró que “seguramente sí estaba en presencia de una intención restrictiva de corte obsesivo en donde cada vez iba restringiendo más la cantidad de alimentos y se le imponía un comer ‘reglado’ en su conciencia que tenía que ver con ir reduciendo el tipo de alimentos que se permitía ingerir, lo cual obviamente fue provocando déficit nutricionales inevitables dada la la cantidad de restricción alimentaria en la que ella incurría”.
En este punto, Murcho aportó que “siempre se debe consultar con un profesional si uno quiere ser vegano, crudivegano o seguir algún tipo de alimentación que deja fuera nutrientes esenciales”. Y agregó: “Los ayunos muy largos generan déficit de nutrientes, claramente como pasó en este caso, y sobre todo cuando hay una deshidratación muy grave claramente el cuerpo se desestabiliza y la persona se empieza a descompensar generando fallas multiorgánicas”.
En este caso, en opinión de la nutricionista, “lo que le pasó a esta mujer es que tuvo cólera y claramente por la desnutrición su cuerpo no pudo funcionar como debe para combatir esa enfermedad y terminó falleciendo”.
El peligro de un mensaje nocivo multiplicado en las redes sociales
“No estamos frente a un caso de veganismo; estamos frente a un caso de trastorno alimentario que quedó enmascarado en una dieta vegana”, insistió Santellán.
Sin embargo, para ella, lo más grave del hecho en cuestión es que “esta mujer tenía un trastorno alimentario que promovía y promulgaba a través de las redes y ese es el gran peligro de que haya personas que tienen un acceso masivo a la población influyendo de manera tan negativa y tan riesgosa”.
En la misma línea, para Murcho, remarcó que la noticia se difundió con un mensaje que puede ser nocivo y confuso. “Esta persona no falleció por ser vegana”, subrayó, al tiempo que reconoció que “muchas veces las personas con TCA dicen ser veganas para justificar socialmente que comen menos, aunque obviamente se sabe que un vegano puede comer todos los nutrientes que su cuerpo necesita”.
“Es importante que se explique bien para no mal informar a la población; lo que llevó a esta mujer a la muerte fue la alimentación super restrictiva, los ayunos muy largos, la inanición y la deshidratación”, consideró.
En tanto Santellán remató: “La realidad es que no estamos ante un caso de muerte por veganismo, sino que hay una enfermedad detrás de esta influencer que falleció, como sucede en tantas anorexias nerviosas que terminan en decesos. Lo más terrible en este hecho es que no haya una legislación que pueda censurar este tipo de mensajes permanentes y sistemáticos que reciben muchos jóvenes y que confunden ideologías alimentarias con verdaderas enfermedades que los pueden matar”.
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