Una epidemia de dramatismo parece ser la nueva amenaza que viene de las redes sociales. Además de todos los efectos negativos que se le adjudican, según el psicólogo, experto en terapia de trauma Scott Lyons, las redes sociales están creando una legión de adictos al drama, que afectan tanto a usuarios como a medios de comunicación, en una escalada por conseguir su atención.
Este fenómeno se debe a que todo el mundo se ha convertido en actores en un gran drama, utilizando el escenario global como plataforma para representar vidas y obtener reconocimiento a través de los “likes” en las redes sociales, dijo Lyons, quien además es educador y presentador del podcast The Gently Used Human.
Asimismo, afirmó que es más fácil reducir a los adictos al drama a un estereotipo, pero su realidad es más compleja. No son lo que popularmente se conoce como drama queen (no le gusta esta expresión porque tiene sesgos), sino que están tratando de llamar la atención para hacerse notar. No exageran por diversión, sino que el drama es para ellos un mecanismo de supervivencia”. ¿Por qué? Porque así acaparan toda la atención y ocupan un lugar destacado en el mundo. Este afán por el reconocimiento virtual ha generado una especie de adicción al dramatismo, donde ser protagonistas de historias con emoción hacen captar la atención y obtener más “likes” en las redes.
El psicólogo, autor de Addicted to Drama: Healing Dependency on Crisis and Chaos in Yourself and Others (Adictos al drama: sanar la dependencia de las crisis y del caos en ti y en los demás), aseguró que la economía de la atención y las redes sociales son los factores que han fomentado una epidemia del drama. Así, en esta era cada acontecimiento cotidiano, por pequeño que sea, puede convertirse en un gran drama digno de ser compartido. ”Hace 20 o 30 años vivíamos la adicción al drama de forma más íntima, ahora lo hacemos con una exposición masiva”, reflexionó.
Además, el autor consideró que el capitalismo ha generado una economía de la atención. Capturar y mantener la atención del usuario hace que se le pueda vender de todo, a través de publicidades. “Con el fin de capturar y mantener la atención del máximo de personas, se tiene que inducir cierto estrés”, explicó.
Hace 20 años, las noticias necesitaban menos estímulo para captar la atención de alguien. Ahora necesitan más violencia, un lenguaje más intenso, más sexo. “Necesitamos herramientas dramáticas para captar o mantener la atención de la gente”. Y ese estrés es contagioso, explicó el autor.
Sus efectos en la salud mental
Según el psicólogo, esta epidemia de dramatismo hace que la gente viva pendiente de las reacciones de los demás en las redes sociales y el aumento del estrés en las noticias, para acaparar mayor atención, hace que este se incremente aún más, en un efecto de contagio.
Esto hace que la gente viva más en su avatar social que en la vida real. Y lo que sugieren todos los estudios sobre el tema es que cuanto más vivimos como nuestro avatar social, más desconectados estamos de nosotros mismos y esa disonancia acaba desembocando en depresión, explicó el psicólogo. “Las mayores tasas de depresión las vemos en chicas adolescentes, que se vuelcan en sus redes sociales, abusan de filtros y persiguen likes”, argumentó.
Por otro lado, indicó que dentro de 10 años se va a necesitar muchos más estímulos que induzcan al estrés para captar la atención de alguien, porque ante la ausencia de ese estímulo la gente desarrolla el síndrome de abstinencia. Y la forma de combatirlo es buscar o crear más drama. “Porque el estrés y el trauma funcionan como un pegamento social. Nos hace sentir más unidos unos a otros, por eso hacemos lo que se llama vínculo por drama”, advirtió.
Los siete síntomas de los adictos al drama
Según Scott Lyons, las señales de los adictos al drama son:
1. Todo es urgente. Cuando no hay urgencia, los adictos al drama sienten que algo anda mal. Entonces, para reforzarla, crean una vida desbordante de compromisos, proyectos y plazos.
2. Usan un lenguaje exagerado. Es posible que intenten llamar la atención agregando palabras grandilocuentes (“extremadamente malo” versus “malo”). También realizarán gestos dramáticos con sus expresiones faciales.
3. Necesitan ser el centro de atención. Las personas con tendencia al drama rara vez se quedan en un segundo plano o al margen.
4. Vuelven a contar la misma historia emocional a diferentes audiencias: esto les permite desahogarse continuamente. También es común que agreguen variaciones al relato original.
5. Se centran en los elementos negativos o estimulantes de la vida de otras personas.
6. Están preocupados (y atrapados) en su propia historia. Como la estrella de cualquier programa, necesitan la interacción unidireccional de una audiencia, personas cuyo único papel es ser testigos de su drama.
7. Sienten falta de control. Su incapacidad para controlar (o predecir) el mundo exterior los lleva a sentirse abrumados, impotentes y víctimas de la situación.
Cómo actuar
“Ser capaz de identificar los signos de un adicto al drama brindará una mejor idea de cómo manejar la situación”, explicó Scott Lyons. El psicólogo recomendó evitar ser arrastrado por la persona adicta al drama y, en cambio, ser un testigo compasivo de la situación que este personaje relata.
También aconsejó establecer un límite firme pero amable con esas personas. “Estoy pasando por un momento difícil y no puedo hablar ahora, quizá más tarde”, puede ser una respuesta para frenar su avance.
Finalmente, recomendó distanciarse del adicto al drama. Para el psicólogo esto comprende tomar la decisión de devolver la energía y atención a nosotros mismos y dejar de prestar atención a su relato.
Seguir leyendo: