Qué sucede en la mente de un adolescente que puede matar a un amigo, según los expertos

Desde el punto de vista psicológico, existen varios factores y patologías que pueden estar detrás de este hecho, en el que un joven de 13 años confesó haber asesinado a su amigo. La opinión de tres especialista a Infobae

Una de las últimas imágenes de Joaquín. Aquí junto a su amigo, ahora detenido por el crimen

Joaquín Sperani, de 14 años, estaba desaparecido desde el jueves en la ciudad de Laboulaye, Córdoba. Luego de la denuncia de la madre el domingo pasado, un grupo de vecinos encontró el cuerpo del chico en una casa abandonada, a 100 metros de la escuela, mientras ayudaba a la policía en la búsqueda. El autor del crimen, según él mismo habría confesado ante la Justicia de menores, un amigo de la víctima de 13 años. Ante esta realidad, Infobae dialogó con tres expertos para conocer las razones psicológicas que podrían haber desencadenado este desenlace.

La historia generó una profunda conmoción en todo el país. Más aún cuando los padres del adolescente fallecido hablaron con la prensa. “Este chico es un psicópata. Era amigo de toda la vida de Joaquín, hicieron la primaria juntos, cumpleaños. Como familia íbamos al campo de ellos. No había nada que nos llamara la atención”, dijo Mariela Flores, madre del adolescente asesinado.

En tanto, Martín, padre de Joaquín, brindó detalles de la relación del menor con el chico acusado, inimputable por su edad, al describirlo como “uno más de la familia”.

Consultado por Infobae, para conocer las posibles causas que pueden haber desencadenado este hecho, el doctor Enrique De Rosa Alabaster, médico psiquiatra, neurólogo, sexólogo y médico legista, explicó: “Analizar a la mente de un adolescente de 14 años, sobre la base de lo que la madre dice, es un psicópata, es una parcialidad”.

"Más allá de la interacción víctima-victimario, el juego de impulsos, el juego de frustraciones y demás, hay que ver el rol que puede jugar el tema drogas", dijo De Rosa (Freepik)

“Por un lado, no sabemos realmente cuál es la personalidad previa de este chico, si tiene algunos elementos que serán develados en las pericias psicológicas y psiquiátricas, pero, por otro lado, tampoco sabemos las consecuencias alrededor de esto”, señaló De Rosa.

Y agregó: “No sabemos si tiene un tema ligado a una falla del control de los impulsos, una patología que existe en la infancia. Dejando de lado un trastorno de personalidad severo como este, ligado a lo que se llaman trastornos por oposición, yo creo que no hay que pensar primero en la patología sino, como en todo crimen, en las circunstancias. Estas son la interacción de víctima y victimario y hacen que, de alguna manera, lo que da el marco final, el crimen, haya sido una construcción en el tiempo, aunque pueda haber sido desencadenado por un episodio”.

Por su lado, Carmelo Nápoli, médico psiquiatra forense, médico legista y especialista en investigación científica del delito, explicó a Infobae: “Con relación a este caso, ahora puede llamar la atención por estar involucrados menores, el trastorno que tienen este tipo de conflictos disociales -que después en el adulto son los denominados antisociales, los llamados psicópatas- se van larvando desde la infancia. Es decir, van teniendo conductas y características en su manera de pensar y de accionar que pueden llamar la atención. En algunos casos pueden ser leves y en otros casos, más complejos”.

Y agregó: “Son menores que ya demuestran en cierto momento egoísmo, insensibilidad y poco respeto por el sentimiento de los otros. Y además pueden acosar, engañar, timar, causar daño a la propiedad, mentir y no sentirse culpables de lo que hacen. También pueden llegar a matar, por supuesto”.

"Estamos jugando en el borde de una navaja que implica que la violencia está instalada de forma grave en la adolescencia", señaló De Rosa (Getty Images)

“Un caso emblemático en la antigüedad es el que se conoció como el Petiso Orejudo, que ya desde chico manifestaba tener conductas diferentes al resto. John McDonnell en su momento había comentado, en un trabajo muy interesante con relación al comportamiento diferente de menores, que había que tener cuidado con chicos que maltratan a los animales, que prenden fuego y que tienen problemas de maduración, por ejemplo, que se orinan en la cama después de los siete, ocho, nueve años. Esto quería decir, según una investigación que él había hecho muchos años atrás, que estas características podían indicar un comportamiento errático de esos chicos, futuros adolescentes y adultos”, señaló el forense.

Y completó: “El trastorno disocial que está determinado en el nomenclador de trastornos mentales, en el DCM5, en el DCM4, tiene esas características. Es igual que en los adultos, con la única diferencia que se comporta en un chico. Acá se ve que encontraron a un chico más débil, menos fortalecido y lo llevaron engañado, y vaya a saber después cómo lo terminaron matando y por qué causa. Simplemente, quizás como un juego, una prenda, un sacrificio, o una forma de iniciación ante un determinado delito”.

“También pudo ser una forma de mostrar que son diferentes a los demás, y, seguramente, sin tener ningún tipo de remordimiento, como lo van a ver mañana, cuando los puedan interrogar, u hoy cuando le puedan hacer una investigación psicológica y psiquiátrica acerca de su pensamiento, de su forma de decir o de manejarse. El trastorno disocial es, en los menores, el equivalente al trastorno antisocial de los mayores o los denominados psicópatas”, completó Napoli.

Violencia sin freno

Por su parte, De Rosa afirmó: “El episodio, según la autopsia, en el que le habría pegado al menos 10 golpes, no vi en la autopsia con qué instrumento, puños, patadas o con qué elemento. Pero habla de una especie de ensañamiento o una pelea en la que un chico pierde completamente el control de los impulsos y en un rapto de ira actúa de manera desenfrenada”.

"Cuando uno mira desde la mirada de la víctima, se puede comprender lo social" dijo De Rosa ESPAÑA EUROPA MADRID SALUD FLICKR/JULIEN HALER

El psiquiatra destacó de que este hecho llama la atención por sus características, pero que todos los fines de semana se ven videos de salidas de boliches con conflictos o peleas entre grupos de chicos, “como ocurrió con Fernando Báez Sosa, por lo cual la cuestión no parece tener freno y ese es todo un problema”.

“El acceso de ira es intempestivo, no tiene límites, no tiene freno, no tiene razón siquiera y es como si una parte primitiva de nuestro sistema nervioso tomara el control. No hay un freno cortical, no hay un freno racional que nos detenga, esto tiene consecuencias - continuó el experto-. Esta constitución en la cual la impulsividad, la falta de frenos inhibitorios o de considerar al otro como un alguien, sino como un objeto que me bloquea aquello que puedo considerar mío o que, de alguna manera, se pone entre mi persona y mis deseos, termina siendo un obstáculo”.

Es por ese motivo que De Rosa consideró que “lo que ha fallado es la tolerancia a la frustración, y el control de los impulsos. Luego eso se articula, eventualmente, en tal patología, pero en principio uno supone que se han distanciado los trastornos evolutivos, los trastornos generalizados del desarrollo, los TGD, y una psicosis y nos quedaría evaluar la estructura de personalidad y la formación”.

" Vemos la violencia cuando emerge, pero no estamos haciendo colectivamente un trabajo que amerite decir, seriamente, que los niños nos interesan y son lo más importante de nuestra sociedad”, concluyó De Rosa.(Getty)

Por su parte, el doctor Harry Campos Cervera, médico especialista en psiquiatría de la UBA, psicoanalista en función didáctica de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y magister en Psiconeuroinmunoendocrinología de la Universidad Favaloro, expresó a Infobae: “Llama la atención el ensañamiento que se ve en el crimen, fueron 18 golpes. Esto se suele ver en personalidades epileptoides, que tienen epilepsia y realizan un acto en segundo plano, como un sonámbulo o en automático”.

Además, el médico indicó: “Esta violencia sin límite también puede tener que ver con la violencia de los videojuegos. Estos pueden inducir una distorsión entre la virtualidad y la realidad, en las que no existe un límite franco. Esto puede dar lugar a situaciones de extralimitación, por ejemplo: suicidios por juegos de TikTok, los casos de asesinatos en escuelas en EE.UU., entre otros. Esto ocurre, por supuesto, en personalidades vulnerables”.

Por otro lado, el experto señaló: “Los crímenes fraternis, como el caso de Caín y Abel, no son la excepción en la cultura. En este caso estimo que el móvil debe ser muy importante. También es llamativo cómo el criminal siguió con su vida normal sin arrepentimiento. Creo que tiene poca capacidad empática. En general, la persona se termina identificando con el sufrimiento del otro e inhibe la agresividad”.

"Hay que tener cuidado con chicos que maltratan a los animales, que prenden fuego y que tienen problemas de maduración", dijo el doctor Nápoli

Asimismo, De Rosa destacó la posibilidad de un consumo problemático: “Más allá de la interacción víctima-victimario, el juego de impulsos, el juego de frustraciones y demás, entre las cosas que no sabemos, sobre la personalidad y la estructura psíquica del victimario, es el rol que puede jugar el tema drogas. Es decir, no sabemos si es un chico que estaba en una situación de consumo o no, de lo que hoy se llama consumo problemático”.

Por último, como presidente de la Asociación Argentina de Victimología, De Rosa manifestó: “Cuando uno mira desde la mirada de la víctima, se puede comprender lo social, y en este caso la sociedad no ha protegido a ninguno de los dos: ni a la víctima ni al victimario. De alguna manera, también ese chico al que se le dan cantidad de derechos en función de la edad, al mismo tiempo vuelve a ser inimputable y es como si entráramos en un vacío, no solamente legal sino un vacío de protección”.

“Esto pasa todos los días, obviamente, no todos terminan muertos, por fortuna, pero en definitiva estamos jugando en el borde de una navaja que implica que la violencia está instalada de forma grave en la adolescencia. Lo vemos cuando emerge, pero no estamos haciendo colectivamente un trabajo que amerite decir, seriamente, que los niños nos interesan y son lo más importante de nuestra sociedad”, concluyó el experto

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