El trasplante de médula ósea, actualmente conocido como de células progenitoras hematopoyéticas (TCPH), se ha convertido en una solución ante distintas patologías, que van desde afecciones autoinmunes hasta oncológicas. Sin embargo, existe una enfermedad que afecta hasta el 80% de quienes recibieron una donación de este tipo, más aún cuando el donador no está relacionado con el receptor. Denominada como enfermedad de injerto contra huésped (EICH), esta patología, según advierten los expertos, en algunos casos puede ser mortal.
Infobae dialogó con dos expertos de reconocimiento nacional e internacional sobre las características de esta enfermedad. Además, los especialistas detallaron quiénes se encuentran ante un mayor riesgo y cuáles son los tratamientos se aplican para esta patología; la cual afecta hasta un 80% de los trasplantes donde donador y receptor no están emparentados, y hasta el 45% cuando están emparentados. Mientras que en los casos de autotrasplante o cuando el donador es genéticamente idéntico, esta situación no se evidencia.
En la Argentina, los trasplantes de donante no emparentado representan aproximadamente el 9% de todos los trasplantes. En 2021 concretaron 1.160 procedimientos, de los cuales 745 fueron autólogos (del propio paciente), 311 con donante emparentado y 104 con donante no emparentado, según estadísticas del Registro de Células Progenitoras Hematopoyéticas.
“El primer trasplante de médula ósea se realizó en Argentina en 1986 y, cinco años después, se creó el GATMO-TC, una iniciativa de seis unidades de trasplante de la Argentina que vieron la necesidad de unirse con el objetivo de intercambiar experiencias y fomentar el desarrollo del trasplante hematopoyético en Argentina”, indicó a Infobae la médica Ana Lisa Basquiera (MN 155.594), quien se desempeñó como presidenta del Tercer Congreso Argentino de Trasplante Hematopoyético y Terapia Celular.
Al tiempo que el doctor Daniel Couriel, director del Programa de Trasplante y Terapia Celular de la Universidad de Utah (EE.UU.), en diálogo con Infobae, agregó: “Estamos en una fase nueva que infunde mucho optimismo. Hace 20 años los pronósticos en estos pacientes eran muy pesimistas y ahora hay como una luz que cada vez es más grande”.
Qué es la enfermedad de injerto contra huésped
En palabras de Couriel, esta enfermedad es una de las principales complicaciones que se pueden presentar tras un trasplante de médula ósea realizado a través de un donante (relacionado o no) y se trata de una reacción inflamatoria que sucede cuando las células trasplantadas atacan al cuerpo del receptor. “Es una reacción del trasplante de células progenitoras, que usas para curar muchos cánceres y otras enfermedades, contra el paciente que recibió ese trasplante”, señaló el experto.
“El trasplante de células progenitoras (TCPH), en algún momento también llamado trasplante de médula ósea y hoy llamado trasplante de células progenitoras desde la sangre, se usa normalmente para tratar ciertos tipos de cánceres como leucemias o linfomas”, destacó el especialista, quien resaltó que “en los últimos 50 años, el trasplante de células progenitoras hematopoyéticas (TCPH) ha evolucionado significativamente”.
Al tiempo que agregó: “Hoy se usa como tratamiento para fallos medulares, errores innatos del metabolismo, deficiencias inmunes, enfermedades malignas hematológicas y hasta en tumores sólidos. La efectividad del tratamiento se ve reflejada en el crecimiento constante del número de TCPH realizados en todo el mundo”. Pero, como contrapartida, la enfermedad de injerto contra huésped se presenta como un desafío.
“Puede presentarse después de un trasplante de médula ósea en el que las células proceden de un donante (trasplante alogénico), pero no cuando las células son del propio paciente (trasplante autólogo). Sucede cuando las nuevas células trasplantadas (células progenitoras hematopoyéticas) toman al cuerpo del receptor como extraño y atacan sus tejidos y órganos”, agregó.
La Argentina cuenta con el Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas, el cual es elaborado por la Dirección del INCUCAI. En este documento, se centralizan los datos de los candidatos dispuestos a donar células para ser utilizadas en trasplantes, ya que “cientos de personas necesitan un trasplante de médula ósea para recuperar su salud y no cuentan con un donante compatible en su familia”.
“El futuro del trasplante de médula ósea tiene que ver con la reducción de las complicaciones, secuenciar efectivamente el trasplante con tratamientos convencionales y con nuevos tratamientos como la inmunoterapia, y personalizar el trasplante de acuerdo con las características del paciente y la enfermedad que presenta”, señaló en ese tono Basquiera.
Mientras que Couriel, quien ofició como disertante en el simposio “El desafío del tratamiento de los pacientes con EICH resistentes/ refractarios a esteroides” organizado por Novartis Argentina en el marco del Congreso, agregó: “Es muy importante aumentar el conocimiento y la conciencia de la existencia de estos problemas porque son una de las mayores limitantes para un trasplante exitoso y por ende para la cura de muchos”.
En ese sentido Couriel explicó que esta enfermedad surge como consecuencia de que “este tipo de trasplante ‘viene’ con un sistema inmune, que es de aquel que dona la células. Y ese sistema inmune, si bien compatible con el paciente, no es genéticamente idéntico. El paciente está muy inmunosuprimido para rechazar el trasplante entonces el trasplante reacciona contra el paciente”, detalló el experto a Infobae.
Asimismo, el especialista advirtió que existen algunos factores que pueden incrementar el riesgo de que se produzca esta patología, entre los que enumeró cuando el receptor o el donante son de edad avanzada, cuando la donante es mujer y el receptor hombre; cuando la donante es una mujer que ha tenido muchos hijos y cuando hay una disparidad de antígenos leucocitarios humanos (HLA).
“La enfermedad de injerto contra huésped puede presentarse de dos formas: aguda o crónica”, detalló el especialista. Según describió, en el primer caso aparece “en los primeros tres a seis meses después del trasplante, y afecta normalmente la piel, el tracto gastrointestinal alto o bajo y puede afectar el hígado”.
Mientras la presentación crónica “es una enfermedad completamente distinta, aparece usualmente después de los seis meses del trasplante y es como una imitación de otras enfermedades autoinmunes, como por ejemplo la esclerodermia, la esclerosis sistémica o el lupus. Se parece un poco a todas estas enfermedades, pero no es idéntica ninguna”.
“La otra diferencia es que, en la enfermedad aguda, la principal complicación es la mortalidad, mientras que en la crónica, exactamente como ocurre con otras enfermedades autoinmunes, la principal complicación es la morbilidad, es decir, su impacto sobre la calidad de vida del paciente”, detalló el disertante del III Congreso Argentino de Trasplante Hematopoyético y Terapia Celular.
Al tiempo que aclaró que “el autotrasplante no conlleva a este tipo de reacción, el trasplante de donante sí, a menos que el donante, sea un gemelo idéntico, en ese caso -genéticamente- las dos personas son iguales y funciona como si fuese un trasplante autólogo. Pero cuando es un trasplante de un donante no es genéticamente idéntico, es cuando ocurre”.
Además de las diferencias entre las presentaciones agudas y crónicas, Couriel detalló que “la enfermedad de injerto contra huésped aguda ocurre en el 40-45% de los pacientes, esta cifra es menor en pacientes que reciben trasplantes de donantes relacionados, que en general son hermanos, y un poco más frecuente en cuando son donantes, compatibles, no relacionados”.
En tanto, “la enfermedad de injerto contra huésped crónica ocurre muy frecuentemente en los pacientes que tuvieron enfermedad del tipo aguda. El 80% de los pacientes que desarrollan la enfermedad aguda, van a desarrollar la crónica y ocurre más o menos en el 50% de los pacientes”, agregó el experto.
Es por este motivo que la doctora Basquiera precisó: “El futuro del trasplante de médula ósea tiene que ver con la reducción de las complicaciones, secuenciar efectivamente el trasplante con tratamientos convencionales y con nuevos tratamientos como la inmunoterapia, y personalizar el trasplante de acuerdo con las características del paciente y la enfermedad que presenta”.
Cuáles son los tratamientos que se aplican contra esta enfermedad
Según detallaron los expertos, las terapias (como fármacos de profilaxis) que se emplean para la enfermedad de injerto contra huésped se brindan después del trasplante; siendo que, de presentarse, la primera línea de tratamiento es con esteroides a altas dosis, que inhiben el sistema inmunitario.
“En este momento estamos estudiando distintas formas de prevención, pero no hay una convencional -comentó el doctor Couriel-. El tratamiento ha sido siempre el uso corticosteroides como prednisona, y en este momento hay otros tratamientos de segunda línea como el ruxolitinib, el ibrutinib y el belumosudil, aprobados por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos, que se usan cuando los pacientes no responden bien al corticoide”.
El experto, que se desempeña como director del Programa de Trasplante y Terapia Celular de la Universidad de Utah (EE.UU.), profundizó sobre los avances en tratamiento ante esta patología y advirtió: “Estamos en una fase nueva que infunde mucho optimismo. Hace 20 años los pronósticos en estos pacientes eran muy pesimistas y ahora hay como una luz que cada vez es más grande”.
“Ha habido muchísimos avances en el control de esta enfermedad. Pasamos de tener corticosteroides como la forma más activa del tratamiento, a tener los agentes que hoy están aprobados que son mucho más activos de lo que hemos tenido hasta ahora”, resaltó Couriel.
Vale destacar que los más recientes avances terapéuticos en el tratamiento de la enfermedad de injerto contra huésped fueron presentados en la III edición del Congreso Argentino de Trasplante Hematopoyético y Terapia Celular (GATMO-TC), organizado por el Grupo Argentino de Trasplante de Médula Ósea y la Sociedad Argentina de Hematología, que se realizó en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
“Me parece muy importante aumentar el conocimiento y la conciencia de la existencia de estos problemas porque son una de las mayores limitantes para un trasplante exitoso y por ende para la cura de muchos”, resaltó el experto.
Por último, los expertos destacaron quienes pueden ser donantes de médula ósea en la Argentina y advirtieron que “hay que donar sangre e inscribirse en el Registro Nacional de Donantes Voluntarios de CPH”. “Lo pueden hacer todas las personas de 18 a 40 años que gocen de buena salud, pesen más de 50 kilos y no tengan antecedentes de enfermedades cardíacas, hepáticas o infectocontagiosas”, finalizaron.
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