La conexión mente-cuerpo o cómo las emociones repercuten en la salud física, y viceversa, es una realidad evidente. Todos hemos experimentado alguna vez que los sentimientos no expresados luego se transforman en una mochila grande, que nos pesa y afecta nuestro bienestar. También hemos comprobado cómo pueden influir en nuestro estado de salud, cuando luego de una discusión nos duele el cuello, las mandíbulas o se nos va el apetito. Pero, ¿por qué reprimimos las emociones?
La doctora Graciela Moreschi, médica psiquiatra (MN 41018), le explicó a Infobae que, “por lo general, las emociones reprimidas son todas las que uno no puede aceptar porque son negativas. Las calla debido a que tiene miedo de quedar mal, teme la reacción del otro, dejar de ser querido, o posee la fantasía que si las expresa ‘destruiría’ a la otra persona. Por ejemplo, con las broncas pasa mucho. Hay una fantasía de que si se expresa el enojo se lastimaría mucho, entonces la persona se lo guarda. Las emociones más reprimidas son la ira, el rechazo, la frustración y la vergüenza”.
Por su parte, Flavio Calvo (MN 66869), doctor en psicología, docente, tallerista y autor, explicó a Infobae que son sentimientos que evitamos expresar o mostrar abiertamente a los demás: “Cuando experimentamos emociones intensas como el enojo, la tristeza o el miedo, a veces las ocultamos y las guardamos en nuestro interior en lugar de expresarlas, compartirlas o procesarlas; y esto puede suceder por muchas razones, tal vez por el miedo al rechazo, la vergüenza o por creer que expresar nuestras emociones es una señal de debilidad. No querer o tener miedo de expresarse, en general, tiene que ver con mandatos sociales o familiares donde se ha prohibido una emoción o su comunicación”.
En tanto, la doctora Verónica Skochko, médica psiquiatra de la UBA (MN 110113), jefa de la división Internación del departamento de Salud Mental y Coordinadora de la Unidad de Medicina Psicosomática del Hospital de Clínicas de la UBA, indicó a Infobae que antes de hablar de las emociones reprimidas habría que entender cómo son la emociones “normales”.
“Todas las emociones tienen dos componentes: el registro psíquico, es decir, ser consciente de la emoción que estoy sintiendo (por ejemplo ‘estoy angustiado’, ‘tengo miedo’, ‘estoy furioso’); y el componente somático, o sea las reacciones físicas secundarias a la emoción (dolor de pecho, nudo en la garganta, temblor, aumento de la temperatura corporal, tensión muscular). Estas reacciones físicas escapan al control consciente. No decidimos hacerlas, ocurren. Juntos, estos componentes, definen las emociones. Lo ‘normal’ es sentir eso, el registro psíquico y la reacción somática”, explicó la médica.
Al tiempo que agregó: “Cuando una emoción se bloquea o se reprime, se refiere al no registro psíquico, quedando solo a la vista la reacción somática, sin aparente explicación o comprensión de la persona que la siente. Esto tiene como resultado la preocupación por su salud física únicamente”. “Todo el espectro de emociones que podemos sentir son plausibles de ser reprimidas. Desde la alegría hasta el miedo y esto es muy subjetivo de cada persona y su historia”, señaló Skochko.
Por qué callamos
Quizás, en muchas oportunidades durante el día, decidimos reprimir lo que sentimos: ya sea por mantener la “paz” del hogar, evitar discusiones laborales o prevenir una ruptura amorosa, por nombrar algunos momentos. Es que existen distintas razones que nos llevan a adoptar esta conducta.
Para Moreschi, hay varias causas: “Lo que lleva a reprimir a una emoción es la idea de quedar descolocado, de pasar vergüenza, de hacer el ridículo, que el otro lo tome a mal, que nos deje de querer o no pertenecer más a determinado círculo”. “También se reprime el amor, porque uno teme ser no correspondido. Sobre todo les ocurre a los jóvenes cuando están enamorados y esto los hace sentir avergonzados. Uno habla en general de lo negativo, pero una pasión muy importante, un sentimiento muy fuerte, también pueden avergonzar”, indicó.
La doctora Skochko explicó que reprimir las emociones tiene que ver con cuestiones prohibitivas o mandatos familiares y/o culturales: “Por ejemplo, ‘no estés triste’, ‘no seas miedoso’, ‘el que se enoja pierde’ o ‘si te enojás te dejo de querer’, aparece en personalidades predispuestas o sensibles a tomar estos mandatos sin cuestionamientos”.
Y sumó otra posibilidad: “También podría responder a una situación particular de la persona en la que el monto de angustia es difícil de ser tolerado o la exigencia del evento no permite dejar de ser funcional en ese momento, se debe ‘cumplir con las expectativas’. Por lo tanto, resulta necesario para el aparato psíquico anular el registro emocional”.
Cuerpo y emociones
Una angustiosa opresión en el pecho ante una situación que nos causa ansiedad, malestares digestivos luego de una pelea, o dolor de cabeza tensional luego de una jornada agotadora de trabajo son las formas en las que, en muchas oportunidades, el cuerpo se “queja”. Pero el origen está en lo que sentimos.
La doctora Skochko explicó que todo el cuerpo puede servir de escenario para la expresión de emociones: “La piel, el aparato digestivo y el respiratorio, el sistema cardiovascular, el nervioso y el inmune”. Aunque aclaró que “no sería correcto hablar de ‘almacenamiento’: las emociones no son ‘acumuladas’, se expresan en su componente somático sin el registro psíquico, siendo invisible la emoción para el sujeto, lo que no le da la oportunidad de la debida elaboración y procesamiento”.
Para Moreschi, toda emoción que es reprimida vuelve hacia uno: “Según el tipo de emoción, será en qué parte del cuerpo se siente. Las broncas, la ira, la decepción y el resentimiento se guardan y, además de hacernos sentir mal y muchas veces enojarnos con nosotros mismos, se transforman, por ejemplo, en dolores crónicos y después en enfermedades”.
“No pienso que un resentimiento se transforme en un cáncer”, aclaró al experta. “En general se repite esto de que las broncas reprimidas pueden producir un cáncer, lo cual a la persona que tiene la enfermedad la hace sentir culpable. Hay una genética y cada cual va a responder de acuerdo a ella y a su talón de Aquiles. Obviamente, si uno está dolorido, resentido, quizás esto se va a manifestar en una enfermedad autoinmune, en dolores, en fibromialgias, gastritis, colitis, úlceras y sobre todo se puede expresar en el sistema gastrointestinal, que es nuestro segundo cerebro”, detalló.
Efectos en la salud mental
Para la doctora Skochko, “los efectos son variables y podemos hablar de un ataque de pánico, donde la emoción no registrada es la angustia y quedan a la vista solo los síntomas físicos típicos que se observan en este cuadro: temblor, dolor de pecho, sudoración, mareo, falta de aire y palpitaciones”.
Y agregó: “También las enfermedades psicosomáticas son el resultado del bloqueo de emociones. pero en estos casos como conductas más estables y arraigadas en la personalidad, lo que genera patologías que requieren tratamiento de los síntomas físicos”. “Son ejemplos de esto el asma psicosomático, los trastornos gastrointestinales funcionales, algunas psoriasis, hipertensión idiopática y arritmias cardíacas funcionales”, señaló Skochko.
Para el doctor Calvo, en tanto, “cuando se reprime una emoción sana (miedo, tristeza, alegría, afecto), en primer lugar surgen lo que se llaman emociones sustitutivas, estas no son sanas y traen consecuencias en las sensaciones físicas y en la conducta. Por otro lado, también empiezan a tener consecuencias sobre la salud física y mental: emoción que no se expresa vuelve a surgir en forma de síntoma. Esto puede llevar a problemas como el aumento del estrés, la ansiedad, la depresión y la disminución de la satisfacción general en la vida”. “Es importante aprender a reconocer y expresar nuestras emociones de manera saludable, ya sea hablando con alguien de confianza o buscando ayuda profesional, si es necesario”, recomendó el especialista.
Para Moreschi, ante ciertas señales, hay que hacer una consulta: “Cuando uno ya está teniendo síntomas físicos, sobre todo gastrointestinales, fibromialgiasy dolores de todo tipo, es importante consultar. También cuando uno siente que no puede tener una buena calidad de vida, porque el resentimiento o las broncas no expresadas están deteriorando los vínculos”.
A su vez, Skochko afirmó que “es indispensable, cuando se trata de rasgos arraigados en la personalidad, el trabajo psicoterapéutico para profundizar el registro emocional psíquico insuficiente de estos pacientes. Esto comienza en el consultorio del médico especialista que trata estos cuadros, quien para mejorar o aliviar estos síntomas orgánicos necesita del trabajo interdisciplinario con el profesional de salud mental”.
Cómo liberarlas las emociones que callamos
Además de la terapia psicológica, trabajar las emociones mediante el movimiento (bailar, yoga), practicar deportes, disciplinas orientales (artes marciales, qi gong, tai chi), caminar meditando, hacer ejercicios de respiración, meditación, mindfulness, estar en contacto con la naturaleza, entre otras actividades, pueden ayudar a liberar las emociones.
Según Moreschi, para lograr este objetivo, los deportes y el arte son excelentes: “Además, hay que aprender a poner palabras a las emociones, poder escribir lo que sentimos, aunque no se las digamos al otro, escribir ya es una liberación”.
Por su parte, Calvo recomendó expresar las emociones de forma asertiva: “Esto significa hacerlo con la duración, dirección e intensidad adecuadas a lo que sucede”.
Incluso, indicó que la actividad física aeróbica, como correr, caminar o andar en bicicleta, ayuda a la liberación de enojos y ansiedades, porque generan endorfinas y serotonina, que son neurotransmisores que fomentan el buen estado de ánimo.
Finalmente, el arte es otro aliado. En la creación artística es posible desconectarse de lo racional y reconectarse con la sabiduría corporal. Incorporar la creatividad a las actividades diarias libera energías sanadoras y nos hace sentir mejor con nosotros mismos. Como dijo Pablo Picasso: “El arte lava del alma el polvo de la vida cotidiana”.
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