Quizá una de las emociones que nos da más ilusión y motivación es, sin duda, dejar nuestra vida cotidiana y lanzarnos a la aventura de viajar. Enfrentarse a nuevos lugares, sensaciones, olores, sonidos o sabores hace que obliguemos a nuestro cerebro a usar todas sus capacidades, manteniéndolo activo y sano.
Ya lo decía Mark Twain, escritor estadounidense y viajero empedernido: “Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para los prejuicios, la intolerancia y la estrechez de mente”. Y la ciencia le dio la razón.
El doctor Eduardo Silvestre, médico pediatra, (M.N. 57.969) miembro del Consejo Directivo del Hospital Garrahan y magíster en Psiconeuroinmunología (PNIE) de la Universidad Favaloro, explicó a Infobae: “Mark Twain, en el siglo XIX, describió con increíble precisión aquello que los neurocientíficos del siglo XXI han podido demostrar en sus laboratorios: viajar es un ejercicio que desarrolla potencialidades neurocognitivas y que transforma nuestra forma de ver y sentir las cosas. Viajar modifica nuestro cerebro”.
“Todo aquel que haya viajado, sobre todo a países con culturas diferentes, ha experimentado esa sensación de cambio casi inconsciente que nos hace replantearnos las cosas y verlas de una manera distinta”, agregó.
Por su parte, e doctor Claudio G. Waisburg (MN 98128), médico y neurocientífico, director del Instituto SOMA y ex jefe de Neurología Infantojuvenil de INECO y del Instituto de Neurociencias de la Fundación Favaloro, dijo a Infobae: “El impacto que tiene un viaje en el cerebro humano marca una huella de fuego, fuerte y permanente. Esto significa que la experiencia va a quedar grabada en nuestra corteza cerebral y producirá un aumento de la interconectividad sináptica producto de la motivación y de la transformación”.
Esto ocurre cuando viajamos
Silvestre explicó que la sensación de placer de un viaje genera la liberación de diferentes sustancias en el sistema nervioso, como las endorfinas y los factores de crecimiento nervioso, que son facilitadores de una mayor conexión entre las neuronas y de generación de nuevas células nerviosas. Incorporar nuevas experiencias y desafíos a nuestras vidas es un fuerte estímulo para la plasticidad neuronal y la potencialidad neurocognitiva.
El doctor Claudio G. Waisburg comentó: “La neuroplasticidad es cómo la experiencia modifica nuestra corteza cerebral y eso es el aprendizaje. ¿Qué ocurre cuando viajamos? Nos transformamos, nuestra corteza cerebral cambia con el aprendizaje y los nuevos desafíos, aumenta la capacidad de incorporar conocimiento. Lo nuevo, lo desafiante y lo motivante son las formas con las que el cerebro aprende, recuerda y consolida conocimientos”, expresó el doctor.
“Nuestras neuronas pueden crear nuevas conexiones, incluso se pueden formar neuronas, pero para ello es clave entrenar y estimular nuestro cerebro. Y hay tres elementos clave para hacerlo: enfrentar a nuestro cerebro a la novedad, la variedad y el desafío. Viajar cumple con los tres”, expresó el doctor José Manuel Moltó, Vocal de la Sociedad Española de Neurología.
Adam Galinsky, profesor de la Columbia Business School y autor de numerosos estudios sobre la conexión entre la creatividad y los viajes internacionales, estableció: “Las experiencias en el extranjero aumentan tanto la flexibilidad cognitiva como la profundidad y la integración del pensamiento, la capacidad de establecer conexiones profundas entre formas dispares”.
Beneficios de salir de la zona de confort
“Viajar genera un fenómeno antiestrés, liberación de endorfinas, hasta activa un circuito de recompensa, dopaminérgico, que nos da bienestar. Esto produce cambios contundentes en la interconectividad cerebral y en el aumento del número de sinapsis”, señaló Waisburg, quien explicó a su vez que que el cerebro aprende cuando está motivado. La clave está en involucrarse en los lugares que uno visita. “Si uno trasciende y se implica con la cultura, la gente, los idiomas, no hace más que desafiar una y otra vez al cerebro, que solo aprende cuando está motivado. Salir de las zonas de confort y viajar nos desafía, es algo transformador”, indicó el médico.
Waisburg recomendó, en lo posible, hablar en el idioma del lugar que visitamos, ya que esto también tiene un efecto transformador en el cerebro.
“Hay estudios que demuestran que en niños que tienen una familia con un idioma madre y viven en un país en el que hablan otro idioma, sus funciones ejecutivas son distintas y mejores en muchos aspectos debido a aprender dos idiomas a la vez, es decir, debido al bilingüismo. Esto fue demostrado por Adele Diamond, neuropsicóloga de la Universidad de British Columbia, Canadá, quien publicó varios estudios sobre el tema”, dijo Waisburg.
Más “momentos eureka”
Otros estudios han demostrado que someternos a experiencias nuevas que podamos resolver satisfactoriamente mejora nuestro estado de ánimo, reduce las hormonas del estrés y nos hace más creativos.
“Separarse de un ambiente familiar puede ayudarte a obtener nuevas perspectivas sobre la vida cotidiana. Experimentar otra cultura y llevar una nueva forma de vida es el lugar mágico donde las sinapsis florecen y se multiplican”, dijo Galinsky. Esto aumenta la flexibilidad cognitiva, la capacidad de la mente de saltar de una idea a otra, un componente clave de la creatividad.
Waisburg señaló con respecto a este psicólogo: “Adam Galinsky habla sobre cómo los viajes generan transformación, aumentando creatividad e innovación, basado en estudios que demuestran que el salir de la zona de confort aumenta la audacia, genera bienestar e incrementa “momentos eureka” de creatividad e innovación que muchas veces solo se logran estando en un momento de relajación y bienestar”.
Según estudios de Adam Galinsky y William Maddux viajar y vivir una experiencia y aprendizaje multicultural, mejora la flexibilidad de ideas y con ello la habilidad para resolver problemas, desarrolla el pensamiento lateral, incrementando la capacidad de detectar conexiones y asociar conceptos, favoreciendo la creatividad, tanto durante la experiencia, como al regresar al país de origen)
Galinsky también investigó cómo las experiencias profesionales en diferentes países están relacionadas con la innovación.
Luego de realizar un estudio de los proyectos de los últimos once años de las empresas de diseño de moda más importantes del mundo, encontró que los ejecutivos que habían vivido durante un tiempo en el extranjero y, por lo tanto, habían estado expuestos a otras culturas e idiomas, eran más creativos, disruptivos y audaces al abordar su trabajo.
“El proceso clave y crítico es el compromiso multicultural, la inmersión y la adaptación. Alguien que vive en el extranjero y no se involucra con la cultura local recibirá menos impulso creativo que alguien que sí lo hace”, afirmó Galinsky.
Otro estudio, realizado por un equipo de científicos de la Universidad Rice, la Universidad de Columbia y la Universidad de Carolina del Norte, llegaron a la conclusión que cuando estamos lejos de casa, nos sentimos más cerca de nosotros mismos. Descubrieron que vivir en otros países clarifica el autoconcepto. Nos empuja a realizar un ejercicio de autocrítica y a romper con muchas ideas preconcebidas para tomar conciencia de nuestras fortalezas y debilidades. Como dijo Aldous Huxley: “viajar es descubrir que todos están equivocados acerca de otros países”.
También, cuando emprendemos viajes muy deseados, tal vez a un destino espiritual o a un lugar exótico soñado toda la vida es tan fuerte lo que nos produce que puede hacernos cambiar hasta nuestra forma de ser.
“Los viajes religiosos tienen un doble impacto, desde lo histórico y espiritual, y dejan una impronta muy grande. En todo concepto, el viaje siempre empieza en el momento de planearlo”, agregó Waisburg.
Planificar y dejarse llevar
“Viajar puede ser una gran experiencia siempre y cuando nos preparemos para el desafío”, señaló Silvestre. “Aprovechar al máximo el efecto positivo de viajar implica una programación cognitiva que comienza en el momento mismo de la toma de la decisión; allí se pondrán en juego, en primer lugar, nuestras expectativas: ¿qué buscamos? A partir de nuestra respuesta debemos evaluar lo que podemos. Si existe una relación desproporcionada entre “el querer y el poder” este efecto positivo será nulo o incluso contraproducente. Consejo profesional: imaginar, investigar, prepararse, planificar, plantearse objetivos alcanzables y diseñar estrategias alternativas, siempre es bueno tener un plan B”, sumó Silvestre.
Por otro lado, la sensación de placer es un aprendizaje que se desarrolla con la experimentación. “Abrir todos los sentidos: mirar, explorar, oler, escuchar, sentir, tocar. Tomarse el tiempo necesario para que el viaje no transcurra sino que se interiorice, “que se haga piel”, aconsejó.
“Somos una especie en viaje”, dice la canción de Jorge Drexler. Conocer nuevos amigos, destinos, culturas, historias y aventuras abre nuestra mente, mejora nuestro cerebro y lo pone en movimiento.
“Al andar se hace camino, dice el poeta. Al andar se abren nuevas vías de conexión nerviosa y se estimula la neuroplasticidad, dice el científico. Tomar la frase que más nos guste pero permitámonos experimentar. Eso sí, plantearse metas alcanzables, planificar y dar lugar al placer”, concluyó el doctor Silvestre.
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