Los ritmos circadianos son cambios físicos, mentales y conductuales que siguen un ciclo de 24 horas. Estos procesos naturales responden, principalmente, a la luz y la oscuridad, y ocurre en todos los seres vivos, incluidos los animales, las plantas y los microbios. Un ejemplo de ritmo circadiano relacionado con la luz es dormir en la noche y estar despierto en el día.
Los relojes biológicos son los dispositivos de tiempo naturales del cuerpo que regulan el ciclo de los ritmos circadianos. Casi todos los tejidos y los órganos biológicos contienen relojes. El cerebro es el coordinador de todos los relojes del cuerpo y los mantiene sincronizados. ¿De qué manera?
Respondió a Infobae el doctor Diego Golombek, investigador superior del Conicet en la Universidad de San Andrés y en la Universidad Nacional de Quilmes: “Existen numerosos trabajos que demuestran la importancia de un adecuado ciclo de luz y oscuridad para mantener sincronizado el reloj biológico humano. Pero lo novedoso es que esta sincronización repercute en muchos ámbitos de la salud, no solo en el sueño, sino también en el metabolismo, el sistema inmune, el sistema cardiovascular y hasta el estado de ánimo”, explicó.
Y también en el rendimiento intelectual y académico, según demostraron los investigadores de la Universidad de Granada (UGR) y de Bolonia, quienes estudiaron medio millón de resultados de exámenes y, llegaron a la conclusión de que las 13.30 h o sea, al mediodía, es la hora en la que los alumnos se pueden lucir más y lograr las mejores notas. Esto es más evidente aún en los exámenes de STEM (acrónimo inglés para asignaturas de Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).
La investigación publicada en The Economic Journal de la Oxford University Press, demostró que “los estudiantes rinden peor al no ser evaluados en el pico de sus capacidades cognitivas”, que es al mediodía,. Por otro lado, el estudio también señaló que los resultados de los exámenes matutinos (a las 9 de la mañana) son peores porque ahí los “búhos” pueden llegar con cierta privación de sueño.
Golombek explicó: “Todos tenemos un pedacito de cerebro que mide el tiempo y le dice al cuerpo qué hora es. Se lo llama el reloj biológico. Este tiene que ver con variaciones a lo largo del día en funciones fisiológicas, como la presión arterial, la respiración, la secreción de hormonas, y también funciones cognitivas, a qué hora rendimos bien, e incluso funciones motoras. En algunos casos, las funciones pueden ser predichas en sentido global y en otros tienen que ser evaluadas en términos individuales”, señaló el especialista.
“Por ejemplo, las funciones cognitivas y las motoras tienen mucho que ver con no sólo el reloj biológico, sino también con la preferencia de ese reloj biológico para ser más matutino o más vespertino, lo que en la jerga se llama ‘alondras y búhos’. Y uno no es igual alondra o búho a lo largo del desarrollo, sino que los adolescentes son típicos búhos, hacen todo más tarde. Uno podría pensar que la causa de esto son las cuestiones culturales, y es cierto, pero estas se montan sobre la necesidad biológica, sobre el hecho de que el reloj biológico apunta hacia más tarde en adolescentes, con lo cual les resulta natural hacer todo más tarde, duermen menos porque se van a acostar muy tarde y van al colegio muy temprano por la mañana”.
Golombek afirmó que el desempeño cognitivo en general tiende a seguir los valores metabólicos. “O sea, uno podría correlacionar el desempeño cognitivo, por ejemplo, con el pico de temperatura corporal que ocurre por la tarde. Lo mismo pasa con las funciones motoras. De hecho, los récords olímpicos se obtienen por la tarde o hasta por la tardecita, que es cuando la tasa metabólica está mejor”.
En cuanto al desempeño en exámenes académicos, el especialista señaló que va a depender de varios factores. “Más allá de los culturales, sociales, del aprendizaje en sí, va a depender de la edad y del horario del día. Lo primero que podemos decir es que para los adolescentes, el primer horario de la mañana siempre es detrimental (N. del R. del inglés, perjudicial). Están literalmente dormidos porque su reloj biológico así lo indica. Su reloj biológico indica que debían estar durmiendo y despertándose más tarde, entonces se pierden un poco de la luz de la mañana, que también es un despertador, un sincronizador.”
Cómo se hizo el estudio
Los investigadores Alessio Gaggero, de la UGR, y Denni Tommasi, de la Universidad de Bolonia, utilizaron el Sistema de Educación Superior Británico para su estudio. Por ley, los universitarios en Gran Bretaña solo pueden tener un examen diario en horas prefijadas: las nueve de la mañana, las 13.30 y las 16.30. Es un programa informático el que realiza la distribución de exámenes, y profesores y alumnos se enteran a la vez de cuándo y a qué hora es el examen.
Justamente el azar informático fue lo que les interesó porque suprime cualquier condicionamiento humano, como por ejemplo, situar los exámenes difíciles a primera hora.
Analizados esos 503.358 resultados de exámenes de 51.555 alumnos, los investigadores describieron una curva de rendimiento en forma de U invertida. Observaron que la hora del día a la que los universitarios tienen un rendimiento máximo y obtienen mejores notas es las 13:30, comparada con el examen de la mañana (9:00), mientras que las calificaciones vuelven a disminuir cuando la prueba es a las 16:30.
Según Gaggero, existen dos posibles mecanismos que pueden explicar estos hallazgos: los procesos circadianos y la privación del sueño. “Teniendo en cuenta los procesos circadianos, durante los exámenes matutinos los estudiantes rinden peor al no ser evaluados en el pico de sus capacidades cognitivas. En cuanto al segundo mecanismo, los estudiantes rinden peor en los exámenes matutinos como consecuencia de la privación del sueño”, explicó.
Por su lado, Golombek opinó: “En general las pruebas cognitivas tienden a ser mejores por la tarde. Por supuesto, hay que relativizar esto a cómo se hace el experimento, en qué población, en qué condiciones, etc. En este análisis, con técnicas más estadísticas y económicas se encuentra que el rendimiento tiende a ser mejor hacia el mediodía, a las 13.30 h y ahí no más a las 16.30 h de la tarde. Lo que está claro es que por la mañana para los adolescentes el rendimiento siempre es peor, cuanto más temprano por la mañana, peor será para ellos”, señaló el doctor.
“Universalmente debiéramos decir que para los adolescentes a partir del mediodía comienza el pico cognitivo, esto depende también de la exposición a la luz natural, que es la “nafta” del reloj biológico y mejora la alerta y el desempeño”. Golombek también señaló que hay que tener en cuenta la alimentación, que modifica el estado de ánimo, las decisiones y el desempeño cognitivo.
Y dio un ejemplo: “Hay un experimento clásico hecho hace mucho tiempo que dice que los jueces después de comer, después del mediodía, condenan menos y con castigos menores. ¿Por qué? Porque han comido y están de mejor humor. Así que también habría que considerar el horario del almuerzo en este estudio en particular”, afirmó.
En cuanto a otros factores influyentes en el rendimiento de los alumnos, los investigadores dijeron que también pueden afectar la exposición a la luz solar, el tipo de tarea cognitiva y la edad del alumno.
En el caso de la luz, las diferencias en los resultados son más significativas entre los distintos horarios en los exámenes de invierno. Es decir, a días menos luminosos, más se percibe un mejor rendimiento a mediodía.
En relación a la tarea cognitiva, la mejora de rendimiento es más palpable en los exámenes en los que se requirió “inteligencia fluida, es decir, memoria de trabajo, pensamiento lógico, resolución de problemas y razonamiento abstracto”.
Finalmente, los estudiantes menores de 20 años son también los más sensibles a tener diferente rendimiento según la hora, explica Gaggero. La suma de todos los resultados indica que, en los exámenes de invierno, sobre todo y para estudiantes de los primeros cursos de ciencias, tener las pruebas pasado el mediodía les ofrecerá una pequeña ventaja natural que, si han estudiado (esto es clave), les permitirá demostrar todo su conocimiento.
En conclusión
La doctora Hilda Catz, psicóloga UBA, miembro didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina, docente y escritora consideró con respecto al estudio y su conclusión que había que analizarlo en relación al país, del entorno, la sociedad, el lugar de pertenencia y que no se puede generalizar.
“Por ejemplo, el problema que tenemos nosotros en Argentina es que los chicos van a la escuela sin desayunar. El rendimiento está ligado a la buena alimentación. También influye el clima, cuando hace mucho frío, como el lugar donde se realizó el estudio. Habría que hacer una investigación aquí en nuestro país, y en diferentes clases sociales. No se puede extrapolar cómo se trabaja en Londres a Buenos Aires”, expresó.
Catz señaló que entre los factores que pueden incidir en un buen rendimiento escolar están la educación y el trabajo de los docentes. “Con esto, ya tendríamos la mitad de la batalla ganada. Por otro lado, los padres están bastante perdidos y necesitan de apoyo social. Es hora de hacerlo, la mejor hora para validar esas funciones impostergables para pensar en un mañana posible”, destacó.
Por otro lado, Golombek, a modo de conclusión, señaló: “En el caso de los adolescentes tenemos que considerar que el mundo es diferente, comienza más tarde y termina más tarde, con lo cual intentar forzarlos a un mundo académico que comienza muy temprano, sobre todo con lo que tiene que ver con desempeño en tareas cognitivas más complicadas, en matemática, en funciones que requieren otro tipo de pensamiento lógico o exámenes, va a ser perjudicial ir en contra de sus intereses. Así que tendríamos que pensar un poco cómo hacer que la biología, que la cronobiología, vaya un poco en ayuda del desempeño escolar”, concluyó.
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