Según las cifras de la Asociación de Lucha Contra Bulimia y Anorexia (Aluba), el 70% de las argentinas no está conforme con su cuerpo. Además, el 60% de las mujeres del país quieren adelgazar, y la Argentina es el segundo país del mundo con más casos de trastornos alimenticios.
Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son trastornos mentales graves caracterizados por conductas patológicas que se relacionan con la ingesta de alimentos, y una profunda obsesión por controlar el peso. La causa de este tipo de desórdenes es multifactorial, y puede ir desde cuestiones genéticas o biológicas, hasta socioculturales y familiares.
Y si bien pueden presentarse en todas las edades, sin importar sexo o condición socioeconómica, lo cierto es que son mucho más frecuentes en las mujeres, y ocurren a edades cada vez más tempranas.
Cada 2 de junio se conmemora el Día Mundial de Acción por los Trastornos de Conducta Alimentaria. Infobae aprovechó la ocasión para reiterar de la mano de especialistas en el tema la importancia de una alimentación variada y equilibrada en nutrientes, en la que no se restrinja ningún alimento. Incluso cuando se busca un descenso de peso que, por cierto, siempre deberá ser guiado por un profesional.
Mabel Bello es médica psiquiatra (MN 36440) y directora médica de Aluba, y en diálogo con este medio opinó que “la cultura marca que ser flaca es sinónimo de tener éxito”.
“Las estadísticas en los EEUU marcan que el 90% de las chicas de 13 años está disconforme con su cuerpo y si bien sólo el 10% desarrolla una patología, todas hacen dieta y están preocupadas por su imagen”, destacó la experta, quien resaltó que “en el país y en el mundo, las patologías alimentarias potenciadas por las medidas de aislamiento que impuso la pandemia aumentaron enormemente”.
“Si bien no hay cifras actuales de prevalencia de estos trastornos en el país, los casos parecerían haberse estabilizado un poco respecto del pico post pandemia”, comenzó a plantear un cuadro de situación la médica pediatra especialista en Nutrición y directora de la Revista Actualización en Nutrición de la Sociedad Argentina de Nutrición (SAN), Irina Kovalskys (MN 80.503), ante la consulta de Infobae.
La especialista, quien es docente de la carrera de Nutrición en la Universidad Católica Argentina (UCA), amplió: “El aumento de casos durante la pandemia produjo mayor concientización por parte de la sociedad respecto de la existencia de los trastornos alimentarios, ya que hubo mayor comunicación en los medios y mayor información disponible, lo que facilitó la anticipación en las consultas en los últimos tiempos”.
¿Qué es un trastorno de la conducta alimentaria?
Según la licenciada en Nutrición y especialista en trastornos alimentarios Agustina Murcho (MN 7888), “los TCA son alteraciones de la conducta alimentaria que tienen que ver con cuestiones emocionales. Por lo general, se empiezan a desarrollar a partir de una dieta, una restricción”.
“Ahora, no todas las personas que empiezan una dieta desarrollan un trastorno alimentario”, aclaró y ahondó: “Los TCA son de origen neuropsicológico. Hay un montón de factores que pueden provocarlos. Para reconocerlos yo uso mucho la imagen de un ‘iceberg’, en el que al principio sólo se ve la punta que sale a la superficie, pero el tamaño de ese iceberg, lo que lo sostiene, no se ve. En un trastorno alimentario se ve el síntoma, es decir la conducta que la persona tiene con respecto a los alimentos, una conducta que no es sana. Pero lo que está por debajo son el o los múltiples factores que lo provocan y hacen a la persona más propensa a padecerlo, que pueden ser traumas no resueltos, problemas para relacionarse, dificultad para resolver problemas, puede haber antecedente de abusos, conflictos familiares, bullying, baja autoestima. También puede haber un desorden neurobiológico”.
En opinión de Kovalskys, “la etiología de los trastornos alimentarios es multifactorial, esto quiere decir que hay causas de diferentes orígenes”.
Y enumeró: “Causas biológicas propias de los individuos como la predisposición genética, el sexo (la relación varón mujer es 1:9), factores psicológicos individuales como las personalidades con tendencia a la perfección, los disturbios en la imagen corporal, las personalidades con menor capacidad de frustración, etc., los factores psicosociales y allí podemos nombrar los ambientes con mayor exigencia por la belleza o la imagen corporal, la cultura, la idealización por la delgadez, los individuos que viven en ambientes socialmente privilegiados, etc., y por último los factores conductuales como las dietas extremas, la desnutrición, el deseo de restricción, y las dietas desbalanceadas”.
Cómo reconocer un TCA: señales de alerta para padres
La psicóloga María Laura Santellán (MN 18841) es miembro de la Asociación Argentina de Psicoterapia Cognitiva y profesora de la Facultad de Psicología de la Universidad Abierta Interamericana (UAI), y consultada por este medio consideró que “la edad de comienzo se adelantó, sobre todo en los trastornos que tienen que ver con la restricción alimentaria”.
“Hoy contamos con un diagnóstico más acertado de los trastornos de la alimentación en la infancia; los pediatras por suerte están más adiestrados en detectar estos parámetros anormales de ingesta, como notar en algún infante síntomas de trastorno restrictivo evitativo de alimentos, un desorden que afecta a los niños de diferentes edades que puede llevar a una malnutrición tanto por falta de nutrientes como por la ingesta de alimentos poco saludables”, ahondó Santellán.
Y tras señalar que “puede haber casos de anorexia nerviosa desde muy temprana edad”, sostuvo que “si bien la edad de comienzo típico de un trastorno alimentario son los 12/13 años, los tiempos se están adelantando en cuanto a la edad de inicio y es muy común encontrar niños afectados con este tipo de trastornos”.
Para Bello, en el mundo actual, “ya no se habla sólo de anorexia o bulimia sino de poliadicciones”. “La prevención que hacemos hoy apunta a prevenir un conjunto de conductas autodestructivas que forman parte de ‘un combo’”, destacó la directora médica de Aluba.
Como se dijo, los TCA son multifactoriales. Sin embargo, según Murcho, “empiezan con una dieta de hambre o restrictiva”. “No es que cualquier persona que empieza una dieta desarrollará un desorden de este tipo, pero si el individuo cumple con los factores, empezará a obsesionarse cada vez más, a querer bajar cada vez más y, muchas veces, puede derivar en un TCA”.
“Algunas pautas de alarma para detectar un TCA pueden ser cuando los niños o adolescentes ponen excusas para no comer y dicen ‘ya comí en lo de una amiga’, o si come y enseguida va al baño en forma recurrente, si tiene distorsión de la imagen corporal y vive diciendo que está gordo/a y no es así, si se pasa muchas horas en el gimnasio o si empieza a dejar de comer o restringir ciertos alimentos -enumeró la nutricionista-. Frente a estas actitudes, debemos sentarnos a charlar sin confrontar, ofrecer un espacio de diálogo sin forzar y evitar hacer referencias al cuerpo o al peso”.
El papel de las redes sociales y los estereotipos de belleza
Para Murcho, “es muy difícil para los padres registrar todo lo que consumen o hacen los hijos en las redes sociales, pero lo que se puede hacer es hablar en las casas, tratar de no hacer comentarios relacionados al cuerpo del otro, darle confianza a los hijos para hablar si sienten algún problema con ellos mismos, con su autoestima, no hablar de hacer dietas, no hablar de peso”.
En su opinión, “las redes sociales y también los profesionales que promueven conductas nocivas a sus pacientes y sus seguidores, hacen que se disparen trastornos alimentarios en personas vulnerables. Además las redes sociales y los medios promueven la comparación, muestran permanentemente cuerpos hegemónicos, se comparten dietas, consejos peligrosos, y hacen que quienes tienen baja autoestima, copien estas conductas peligrosas para su salud”.
Sobre esto, Santellán enfatizó que “las personas que padecen este tipo de trastornos presentan altos niveles de insatisfacción con su imagen y el mandato subjetivo no compartido, porque generalmente no es que realmente su cuerpo no se vea bien, sino que comienzan una búsqueda incansable e insalubre por tener ese cuerpo deseado”.
En este punto, para la especialista, “los modelos que se presentan hoy tan fácilmente a nivel de las redes sociales combinado con un fácil acceso a información acerca de dietas se vuelven un cóctel que favorecen relaciones poco saludables con la alimentación”. “Pero sobre todo, lo más nocivo -para ella- es esta ilusión de lo accesible que puede llegar a ser tener un cuerpo tan delgado como los que ven, o tan musculosamente marcados como los modelos explícitos de belleza que consumen”.
Cuáles son los TCA más frecuentes
En este punto, Kovalskys aclaró que “el bajo peso no es el único signo clínico de los trastornos alimentarios”. “En un estudio que hicimos hace muchos años en consultorios pediátricos detectamos que las adolescentes mujeres con exceso de peso mostraron una preocupación exagerada por el peso y el aspecto corporal en comparación con las adolescentes de peso normal en las escalas de un test utilizado para medir sospecha de trastorno alimentario denominado (EDEQ 4, del inglés eating disorder examination 4) -destacó la especialista de la SAN-. Los otros factores de riesgo para desarrollar TCA que se hallaron en pacientes con exceso de peso fueron: el antecedente de una crisis vital, una historia personal de dificultades alimentarias, tener un familiar dietante o tener una madre con obesidad”.
“Es importante destacar que el tratamiento oportuno del sobrepeso en la infancia también es una medida adecuada de prevención de los trastornos alimentarios”, enfatizó.
Dicho esto, es sabido que no sólo existen la anorexia y la bulimia, aunque son los más frecuentes. Hay muchísimos trastornos alimentarios y todos son igual de peligrosos, por lo tanto deben tratarse de manera interdisciplinaria y cuanto antes, mejor. A saber:
- Anorexia nerviosa: distorsión de la imagen corporal, miedo extremo a subir de peso, dietas extremas, ayunos, y a veces vómitos.
- Bulimia nerviosa: atracones frecuentes con métodos compensatorios, como ayunos, laxantes, diuréticos, ejercicio excesivo, vómitos.
- Trastorno por atracón: atracones frecuentes sin método compensatorio.
- Trastorno por Rumiación o M&E: se da cuando la persona mastica y escupe el alimento para no tragarlo, de manera frecuente y sostenida en el tiempo.
- Trastornos por evitación o restricción de la ingesta de alimentos: se da mayormente en niños. Hay fobia a ciertos olores, texturas y sabores. En este caso no tiene que ver con la imagen corporal.
- Vigorexia: obsesión por desarrollar cada vez más masa muscular, sin notarlo en el espejo. Nunca es suficiente, llegando a consumir anabólicos, esteroides, etc, y condicionando su vida.
- Ortorexia: obsesión con la comida 100% saludable, llegando al punto de aislarse y de no poder consumir algo fuera de lo que la persona cree saludable, y si lo hace, le genera un grado de ansiedad y angustia muy grande.
- Diabulimia: combinación entre diabetes y trastorno alimentario. La persona no se aplica la insulina con tal de no recuperar peso, generando las graves consecuencias no sólo del TCA sino de la diabetes. Es el TCA más riesgoso de todos.
- Pregorexia: es el trastorno alimentario que se da en mujeres embarazadas, y es riesgoso tanto para el bebé como para la mamá. Por eso si la persona padece un TCA no se recomienda quedar embarazada hasta que el síntoma disminuya.
- Pica: ingesta de sustancias no comestibles como tierra, arcilla, hielo, etc, sostenido en el tiempo y de manera frecuente.
- Tane, o trastorno alimentario no especificado: predominan los síntomas característicos de un TCA pero no cumplen todos los criterios de ninguno de los trastornos en la categoría diagnóstica de los trastornos de la conducta alimentaria.
- Teria: trastorno evitativo y restrictivo de la ingesta de alimentos. Se da mayormente en niños y no tiene que ver con una distorsión de la imagen corporal.
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