Quizá escuchamos la sirena de una ambulancia y solo eso nos haga venir al cuerpo una sensación de angustia inexplicable, que nos retrotrae al recuerdo de aquella vez que acompañamos a alguien a emergencias. Esta reacción es una huella marcada a fuego en nuestro cerebro emocional que nos hace retroceder a un momento doloroso o traumático del ayer. La mente nos hace reaccionar con intensidad cuando exponemos a situaciones semejantes a aquella que nos infligió dolor. Son “traumas” de otro tiempo aún no resueltos.
Los triggers o desencadenantes emocionales son estímulos o situaciones que producen respuestas emocionales intensas en las personas y están asociados a experiencias pasadas. Pueden variar en cada individuo y están estrechamente relacionados con eventos traumáticos o experiencias negativas en la vida de las personas.
Gabriela Goldstein, psicoanalista y presidenta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), explicó a Infobae: “Lo que “gatilla” el trigger o reacciones emocionales, es singular en cada persona, y en distintos momentos de su vida. Cuando hablamos de triggers, nos referimos a reacciones en el sentido de cierto automatismo, donde no tiene lugar la reflexión, el pensamiento o decisión”, señaló la especialista y agregó que pueden disparar efectos emocionales, reacciones violentas, o psicosomáticas, que pueden ir desde el ataque a la huida, que son las reacciones primitivas ante una agresión.
“Esto significa que lo que dispara estos efectos tiene alguna relación con algo traumático o temido. En algunos casos, en estado de estrés o agotamiento, impiden la posibilidad de recurrir a la palabra, manejar la situación o medirla”, señaló.
Diana Litvinoff, psicoanalista de la Asociación Psicoanalítica Argentina dijo a Infobae: “Cualquier estímulo puede generar una reacción; eso en psicoanálisis se llama transferencia. Todo estímulo puede desencadenar reacciones afectivas de acuerdo a la historia de cada persona, predisposiciones, prejuicios, es una interacción entre el estímulo y la persona. Hay quienes son especialmente sensibles, entonces tienen una falta de protección ante los estímulos y resultan muy vulnerables. En ese caso es conveniente que consulten a un psicoterapeuta”, recomendó.
Por qué se desencadenan
El licenciado Alexis Alderete (MP 85367), psicólogo especialista en trastornos de ansiedad y entrenamiento en habilidades en Fundación Foro, explicó a Infobae:”Las personas atravesamos diversas situaciones durante nuestras vidas, algunas de ellas superan las habilidades de afrontamiento que tienen los sujetos, por ende, quedan como recuerdos traumatizantes que cuando hay algún evento o situación similar, desencadena los mismos procesos emocionales que el trauma vivido”.
Gabriela Goldstein, señaló: “Es parte de la condición humana estar expuesto a la adversidad, o los malestares en la cultura y la vida social, y esto puede sucederle a cualquiera, pero no todos reaccionamos de la misma manera. Algo que gatilla la violencia en una persona, por ejemplo, no le importa a otra”, afirmó la psicoanalista y agregó que también existen disparadores generales, como son por ejemplo, una guerra, un desastre natural o artificial.
Por su parte, Litvinoff declaró en cuanto a las causas de los triggers: “Hay figuras que desencadenan reacciones de autoridad paterna, son las transferencias, como un médico, un presidente, un policía. Hay estímulos que se llaman “dejá vu”, que provocan la sensación de que esa situación ya la hemos vivido con anterioridad. Depende de recuerdos personales”.
Según el licenciado Alderete, las situaciones que pueden iniciar los desencadenantes emocionales son:
- Eventos traumáticos pasados: Situaciones que se asemejan o se relacionan de alguna manera con eventos traumáticos previos pueden actuar como desencadenantes emocionales. Por ejemplo, si alguien ha experimentado un accidente automovilístico, ver o escuchar un choque similar podría desencadenar respuestas emocionales intensas.
- Estímulos sensoriales: olores, sonidos, imágenes o texturas, pueden evocar recuerdos o emociones asociadas con experiencias pasadas. Por ejemplo, el olor de una colonia en especial puede desencadenar recuerdos y emociones vinculadas a una persona o un evento significativo.
- Palabras o frases específicas: pueden tener una carga emocional fuerte debido a experiencias previas. Escuchar o leer estas palabras puede desencadenar respuestas emocionales negativas o traumáticas.
- Fechas o aniversarios: ya sea de eventos traumáticos o días relacionados con experiencias dolorosas, pueden generar respuestas emocionales intensas. Las situaciones traumáticas que más aparecen en las sesiones de terapia son las fechas de la muerte de un familiar, por ejemplo, el día de cumpleaños de la madre fallecida.
Principales síntomas
“Los desencadenantes emocionales pueden ser únicos para cada individuo y variar en intensidad y efecto. Algunas personas pueden ser más sensibles a ciertos desencadenantes que otras”, explicó el licenciado Alderete. Según el especialista, los síntomas de los desencadenantes emocionales pueden incluir:
- Respuestas emocionales intensas: una reacción emocional desproporcionada para la situación que se está viviendo.
- Recuerdos intrusivos o flashbacks: Están asociados con recuerdos vívidos y perturbadores del evento traumático pasado. Pueden surgir de manera espontánea y provocar angustia significativa sin razón aparente y sin que la persona pueda tener un control de los mismos.
- Evitación de algunas situaciones: las personas pueden llegar a evitar situaciones o estímulos que les recuerden el evento traumático pasado o situaciones similares para no enfrentarse a la activación de los desencadenantes emocionales, por ejemplo, no pasar por determinada calle donde le robaron.
Cómo afrontarlos
Los triggers son el síntoma de una realidad psicológica subyacente que debe tratarse. Se los considera el mecanismo indicador de que hay algo por resolver, que impide adaptarse y tener una vida funcional y satisfactoria. Una de las estrategias para su afrontamiento es saber qué los genera porque solo así será posible comprender el origen de la herida.
Para Goldstein gestionarlos es difícil: “Implica un trabajo con uno mismo y con un especialista, para discernir si son conductas que se repiten, o es algo esporádico, que ocurre debido a una situación particular, con carga traumática. El psicoanálisis trabaja en el sentido de entender, entenderse y descubrir las causas de estas reacciones, y si bien en general educar es “un imposible” para Freud, podemos aprender de la experiencia, según el psicoanalista Wilfred Bion, y trabajar interdisciplinariamente para desanudar lo que quedó ligado a reacciones primarias. También la creatividad, el trabajar en algo que nos dé placer y pueda expresar emociones de manera sublimada, es otra posibilidad importante con la que podemos contar”.
La terapia cognitiva conductual será efectiva en caso de que los detonantes emocionales tengan como origen la ansiedad. Con ella, es posible manejar esos pensamientos y creencias disfuncionales, para regular mejor las emociones y conductas.
Algunos consejos del licenciado Alderete para gestionar los desencadenantes emocionales son:
- Autoconciencia: Hay que intentar identificar los desencadenantes emocionales y comprender cómo afectan a la persona, esto se puede desarrollar con la habilidad de observación de los pensamientos o emociones que van surgiendo en diferentes momentos del día. Estar consciente de las propias respuestas emocionales es un primer paso.
- Técnicas de relajación y mindfulness: Hay que aprender y el terapeuta debe enseñar a sus consultantes técnicas de relajación para atravesar las situaciones críticas como la respiración profunda, la meditación o el yoga. Estas prácticas están para ayudar a reducir la ansiedad y el estrés asociados con los desencadenantes emocionales.
- Creación de hábitos diarios: Hay que inculcar en las personas que todos los días puedan tener hábitos saludables para poder usarlos como descarga emocional, hacer ejercicio regularmente, descansar lo suficiente y participar en actividades que resulten placenteras.
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