Los famosos que hablan de sus enfermedades mentales ayudan a tomar conciencia y a superar los estigmas

En las últimas décadas, las celebridades empezaron a contar de forma pública sus problemas como ansiedad, depresión y adicciones. Esta exposición ayuda a una mayor aceptación de estos padecimientos y contribuye a una mejor prevención

Cada una de las personas reaccionará de manera diferente en función de lo que este personaje represente en su imaginario

Hasta hace relativamente pocos años y de alguna manera persiste en la actualidad, los personajes públicos famosos, como actores o deportistas, estaban obligados, quizás por convenciones sociales o por necesidad del personaje, a demostrar una fortaleza que de alguna manera los alejaba de los problemas de las personas comunes.

En años recientes ha habido un interesante cambio, con muy buena repercusión en la desestigmatización de los temas de salud, mental en particular, al compartir los famosos sus malestares con el público. Por moda, otra forma de publicidad o acto de sinceramiento, el resultado permite a ver en los otros, aún más en personajes relevantes, los propios males y quizás así aceptarlos.

El TOC de David Beckam

Hace unos días una serie documental aparecía en las noticias pero no necesariamente (o quizás sí) en razón de su publicidad. En ella el personaje central revelaba su lucha contra una enfermedad mental, el trastorno obsesivo compulsivo (TOC). La serie, en la cual David Beckham, una persona exitosa en todos los ámbitos que las convenciones sociales definen como tal, revelaba que padecía de una condición a la calificaba de “agotadora.”

El ex futbolista David Beckham reveló que padece un trastorno obsesivo compulsivo que lo lleva a pasar horas limpiando su casa mientras el resto de su familia está en la cama (Mandatory Credit: Sam Navarro-USA TODAY Sports)

Dijo en una parte: “Cuando todo el mundo está en la cama, voy, limpio las velas, enciendo las luces en la configuración correcta, me aseguro de que todo esté ordenado. Odio bajar por la mañana y ver tazas y platos sucios”. Luego afirmó: “Corto la cera de la vela, limpio el vidrio —ese es mi odio favorito— el humo alrededor del interior de una vela”. Terminó diciendo: “Lo sé, es raro”.

Cada una de las personas reaccionará de manera diferente en función de lo que este personaje represente en su imaginario: el futbolista, el modelo, el glamoroso, el empresario exitoso, etc., lo real es que verlo como alguien con padecimientos, ayuda a uno mismo a reconocer los propios con algo más de facilidad.

La realidad es que las enfermedades mentales son muy comunes en todo el mundo. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente una de cada cuatro personas experimentará algún tipo de problema de salud mental en algún momento de su vida. Otras estadísticas son mucho más altas. A pesar de esto, muchas personas aún tienen miedo de hablar abiertamente sobre sus problemas de salud mental, debido al estigma que aún existe en torno a estas enfermedades.

Se trata de formas no solo de estigmatizar sino también de desacreditar a una persona. Es lo que llamamos argumentación “ad hominem”, es decir, aquella dirigida a la persona y no al argumento y es el recurso que se usa cuando alguien se queda sin argumentos

El caso de Beckham no es aislado. En las últimas décadas, ha habido un aumento significativo en el número de famosos y estrellas que se animan a hablar públicamente sobre sus malestares, sobre su salud mental y los problemas que han debido enfrentar con enfermedades como la ansiedad, la depresión o el trastorno bipolar, por ejemplo.

Cuentan cómo esos padecimientos, inclusive, implicaron dificultades en su vida laboral, pública, es decir aquella por la cual los admiramos, o inclusive la sentimental. Hemos hablado en una nota anterior sobre la importancia de avanzar en la desestigmatización de las enfermedades mentales y salir de las épocas en que desde la palabra “loco”, que sigue siendo un estigma, o el nombre de ciertas enfermedades tenían y tienen lamentablemente una connotación peyorativa.

La palabra como arma

Hace años se usaba la palabra histérica que, como su nombre lo indica, radicaba en algo surgido del “hysteron”, útero. La palabra histérica era, evidentemente, algo con que se agredía a mujeres, los hombres no parecían padecer de histeria. También neurótica, hoy por ejemplo, usamos psicópata, narcisista, obsesivo, sin un diagnóstico, sino la palabra como arma.

En los últimos tiempos, personas que demuestran en su presentaciones artísticas roles de éxito, se permiten aclarar que es normal padecer de males y que estos no son solo de unos pocos sino de muchos

Se trata de formas no solo de estigmatizar sino también de desacreditar a una persona. Es lo que llamamos argumentación “ad hominem”, es decir, aquella dirigida a la persona y no al argumento y es el recurso que se usa cuando alguien se queda sin argumentos. Cuando el uso de las palabras empieza a perder ese poder de mancha, de estigma, varias puertas se abren. No es lo mismo acusar a alguien de obsesivo/a si un ídolo reconoce sus pesares por este trastorno. Es decir, esta tendencia creciente es un catalizador para la desestigmatización de las enfermedades mentales y los tratamientos que existen para ayudar a tratarla, lo que ha llevado a una mayor conciencia y aceptación en todo el mundo.

De príncipes y princesas

Desde hace mucho tiempo en la literatura y la filosofía, diferentes autores se han expresado abiertamente sobre sus enfermedades y padecimientos mentales, sin embargo, en la época de la información, donde la fama adquiere mucho más peso que la trascendencia intelectual, esto comienza a adquirir un real interés.

Es diferente decir que Stefan Zweig o Soren Kierkegaard padecían de depresión, a que el príncipe Harry de Inglaterra hable de lo mismo en relación a la muerte de su madre, la princesa Diana. Aun en su connotación de pertenecer a la nobleza, de alguna manera está más cerca y menos intelectualizado que los anteriores.

La actriz Carrie Fisher fue una de las primeras personas famosas en hablar públicamente sus problemas de salud mental

¿Quien no recordará a la encantadora princesa Leia en la trilogía original de Star Wars interpretada por la actriz Carrie Fisher? Ella fue, hasta su muerte en 2016, una de los primeras famosas en hablar abiertamente durante muchos años, sobre sus problemas de salud mental, el trastorno bipolar y su adicción a las drogas. Fue pionera en la lucha contra el estigma de la enfermedad mental, e inspiró a otros a seguir este camino.

Estrellas e influencers

En los últimos tiempos, personas que demuestran en su presentaciones artísticas roles de éxito, se permiten aclarar que es normal padecer de males y que estos no son solo de unos pocos sino de muchos. Estrellas como Demi Lovato, Lady Gaga, Dwayne “The Rock” Johnson, Selena Gómez o Ryan Reynolds, en una larga lista, usan frecuentemente sus plataformas en redes sociales para compartir sus historias personales, sus dificultades, y contar cómo han superado o lo están haciéndolo, sus problemas de salud mental. Hablan abiertamente de terapia, de psicofármacos e insisten en la importancia de buscar ayuda por profesionales certificados. Esto último es un detalle significativo ante el auge de propuestas, en las mismas redes, que pueden ser peligrosas.

Hace años, por el contrario, se expandía como una información carente de certezas, pero con el goce en alguna medida perverso que genera intercambiar rumores: que tal músico o actor consumía drogas, y las adicciones eran un estigma, una culpa, no una enfermedad (Getty Images)

Esta tendencia de las estrellas, los famosos y hoy los “influencers” inclusive, que hablan públicamente sobre su salud mental, tiene un impacto significativo en la percepción de la enfermedad mental en la sociedad en general. A medida que se discuten más abiertamente no solo enfermedades mentales, sino hasta dificultades existenciales, momentos de crisis, duelos etc., la estigmatización se va reduciendo y las personas van comenzado a comprender que estas no son un signo de debilidad ni una elección personal.

Como decía, quizás sea moda de los famosos (tengo la enfermedad de NN, es un planteo que se escucha en la consulta), o inclusive parte del marketing personal, pero el resultado real es que hablamos más libremente de temas que antes eran tabú.

Los famosos con sus confesiones, contribuyen a tomar conciencia no solo de trastornos mentales, también de adicciones al alcohol y drogas (Getty)

Mayor conciencia

Hace años, por el contrario, se expandía como una información carente de certezas, pero con el goce en alguna medida perverso que genera intercambiar rumores: que tal músico o actor consumía drogas, y las adicciones eran un estigma, una culpa, no una enfermedad. “Algo habría hecho” esa persona para padecer esto.

Esta tendencia también ha demostrado facilitar en el mundo el acceso a los servicios de salud mental. Los famosos en muchos casos, actúan de sponsors de ONG dedicadas a la temática especifica, por ejemplo las adiciones comportamentales (sexo, compras, juego). a fármacos o al alcohol, si tomáramos solo el capítulo de las adicciones. Esas organizaciones sin fines de lucro han recibido así un mayor apoyo y donaciones, a medida que la conciencia pública ha aumentado.

Este crecimiento en el interés en la información real de fuentes verificadas y confiables, que la da “el famoso que nos lo está diciendo y recurrió a ellas”, también mostró un incremento en la investigación y desarrollo de tratamientos y terapias para las enfermedades mentales. Al dejar de ser un estigma, desaparece paulatinamente el aspecto mágico en las sombras y la demanda aumenta, ya como consumidores de tratamientos efectivos.

Como decía, quizás sea moda de los famosos (tengo la enfermedad de NN, es un planteo que se escucha en la consulta), o inclusive parte del marketing personal, pero el resultado real es que hablamos más libremente de temas que antes eran tabú (Latin American Post)

Apuntar a la prevención

Otro aspecto notable de esta acción, en especial en países con frecuencia anglosajones, es el mayor enfoque en la prevención de las enfermedades mentales. Las jornadas de concientización, los días o semanas del cerebro o de una enfermedad o espectro de enfermedades han potenciado una mayor conciencia sobre las señales de advertencia tempranas y de la importancia de la prevención.

Hay en nuestro medio una deuda al respecto, en tratar con seriedad y más abiertamente temas que en definitiva son solo humanos, ya que no pertenecen a un ámbito mágico-religioso, y no pueden ser considerados una maldición o estigma.

Si bien hay que hablar de estos temas con cuidado y de manera muy seria e informada, el silencio en los temas de salud mental no es salud: de esto si se debe hablar.

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