El uso de insectos como alimento es una idea que se busca introducir en muchos países como una alternativa nutritiva y sustentable a productos tan importantes como la carne. Incluso la agencia de las Naciones Unidas para la alimentación, FAO, impulsa su producción y consumo, ya que está científicamente comprobado que son una fuente saludable de nutrientes. Pero, además de cuestiones prácticas para producirlos a escala, aún habrá que superar barreras culturales, algo en lo cual muchos países, especialmente de Oriente, nos llevan ventaja, ya que los insectos forman parte de su base alimenticia ancestral.
Cucaracha frita, saltamontes con miel, araña negra, gusanos de bambú, larvas cocidas, picudo rojo de la palmera, escarabajos, hormigas rojas, grillos encebollados son manjares en países como Tailandia, Vietnam, Japón, China, pero también en México y Sudáfrica, donde el consumo de insectos no genera un rechazo emocional y son aprovechados sin prejuicios.
Según la FAO, actualmente se consumen más de 1.900 especies de insectos en todo el mundo, ya que no todos son comestibles. Por ejemplo en países de Asia, es muy popular y consumido el picudo rojo de la palmera, en tanto uno de los pueblos que integran la República Democrática de Congo, el Ngandu, aprovecha los nutrientes que le otorga la oruga en los meses de lluvia. Pero también países de Europa y América del Norte, de a poco está incorporando la costumbre. Es así que la Unión Europea está tomando medidas para estandarizar los insectos como fuente de alimento definiendo reglamentos de inocuidad que permitan su venta para el consumo humano.
La Comisión Europea no permite agregar insectos a cualquier alimento. Recientemente autorizó a dos empresas la comercialización de larvas del escarabajo del estiércol y grillos comunes en polvo, que se suman a otros dos insectos permitidos. El reglamento comunitario obliga a informar en el etiquetado si un alimento los contiene para prevenir reacciones alérgicas.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), junto con la Red internacional de sistemas de datos sobre alimentos (Infoods), recoge, compila y difunde datos de composición de alimentos. Teniendo en cuenta que el mundo ya cuenta con 8.000 millones de habitantes y se prevé que ese número continúe aumentando, esta sería una alternativa nutricional saludable y sostenible.
¿En Argentina se pueden comer insectos?
En Argentina, el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) convocó para el próximo lunes 17 de abril al Primer encuentro nacional de la cadena de valor de insectos para consumo humano y animal, que se llevará a cabo por zoom, con inscripción previa, de 13,30 a 18.
En el país los establecimientos de cría de insectos para consumo animal están regulados por Senasa, pero no existe todavía un marco normativo que regule la cría, producción y comercialización de insectos y sus derivados para consumo humano, aunque podría incorporarse en el futuro al CAA, según información oficial difundida a través de la web Argentina.gob.ar.
En 2020, el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) y el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) realizaron un trabajo de investigación con grillos de la especie Gryllus assimilis que detectó un perfil nutricional muy bueno en esos insectos. Los especialistas encontraron que el polvo proveniente de grillos adultos, secado bajo condiciones óptimas, posee un gran contenido proteico, alrededor de un 60% en base seca con un 37% de aminoácidos esenciales.
En base a estos resultados, los expertos del organismo oficial prepararon mezclas con harina de trigo conteniendo un 10% de polvo de grillo para elaborar panificados de gran calidad nutricional. A partir de los datos reológicos hallados, se elaboraron prototipos de panes, muffins y budines, preparados en forma adecuada, similar a los productos tradicionales. El color observado fue semejante al de alimentos que contienen harinas integrales, con olor y sabor agradables.
Gabriela Gallardo, directora del trabajo e investigadora en el INTA, que encabezó el estudio, señaló que “entre estos prototipos, ya hicimos panificados, barras de cereales y logramos elaborar pastas que cuentan con un alto contenido de proteínas, según las normas de rotulado nutricional del Código Alimentario Argentino (CAA)”.
Las ventajas de producir y comer insectos, según la FAO
Por su parte, la FAO difunde conocimientos en torno de esta clase de alimentación y los motivos por los que impulsa la producción y el consumo de insectos que son al menos, cuatro:
1- Son nutritivos
Los insectos comestibles tienen un importante valor nutricional y pueden ser un elemento saludable para incorporar a nuestra dieta. Ofrecen energía, grasa, proteínas y fibra y, según el insecto, pueden ser una buena fuente de micronutrientes, como zinc, calcio y hierro.
Los insectos también pueden ofrecer una fuente alternativa de proteína respecto de las carnes convencionales. Por ejemplo, una comparación entre la carne de vacuno y los gusanos de la harina muestra que, mientras que el contenido de aminoácidos y materias grasas de la carne es mayor que el de los gusanos de la harina, estos últimos contienen valores comparables de minerales, y el contenido vitamínico suele ser más elevado.
2- Son ecológicamente sostenibles
Los insectos comestibles tienen múltiples ventajas para el medio ambiente, ya que la cría de insectos emite mucho menos gases de efecto invernadero que la mayoría de las demás fuentes de proteína animal y requiere sustancialmente menos agua que la cría de ganado. Además, la cantidad de tierra necesaria para criar insectos es significativamente menor que en el caso de la producción animal, y los insectos son muy eficientes a la hora de convertir su propia alimentación en proteínas. Por ejemplo, los grillos necesitan 12 veces menos pienso que el ganado para producir la misma cantidad de proteína.
3- Ofrecen oportunidades económicas
La FAO dijo que, además de ser una fuente de alimentos, los insectos comestibles pueden proporcionar medios de vida e ingresos. Dado que la cría de insectos requiere un espacio mínimo, se puede realizar en zonas tanto rurales como urbanas, por lo que resulta ventajosa en lugares en los que otras actividades agrícolas no lo son. Los insectos comestibles también se transportan fácilmente y suelen ser fáciles de criar sin una capacitación especializada del personal. Por lo tanto, la cría de insectos ofrece oportunidades económicas a quienes tienen un acceso mínimo a la tierra, la formación y otros recursos.
4- Son un recurso infrautilizado para satisfacer a una población mundial cada vez más grande
Teniendo en cuenta que la población mundial sigue creciendo, la producción de alimentos deberá aumentar, lo que inevitablemente ejercerá presión sobre la producción agrícola y sobre los limitados recursos naturales. Ante esto el mundo necesita soluciones innovadoras para satisfacer la demanda de proteína y otras fuentes alimenticias nutritivas, y la cría de insectos ofrece una oportunidad para ayudar a satisfacer esta demanda creciente.
La FAO garantiza que los insectos pueden contribuir a la seguridad alimentaria y nutricional e insta a que la inocuidad e higiene de los alimentos ocupen un lugar destacado en los debates. Los insectos comestibles pueden ayudar a mejorar la nutrición y la seguridad alimentaria, crear nuevas oportunidades de medios de vida y apoyar los sistemas agrícolas sostenibles.
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