La pandemia de coronavirus afectó a todo el mundo. Pero la respuesta para hacer frente a esa emergencia de salud pública no fue con equidad. No todo el mundo tuvo acceso a diagnósticos, vacunas o tratamientos a tiempo.
La Asamblea Mundial de la Salud, que integran 194 países y es el órgano de decisión de la Organización Mundial de la Salud (OMS), busca evitar los errores cometidos ante la posibilidad de futuras pandemias. Ya empezó a negociar el “borrador cero” de un tratado mundial sobre pandemias que será jurídicamente vinculante si se aprueba. Es decir, los países que lo suscriban tendrán que cumplirlo, aunque eso no implicará que pierdan soberanía para establecer la política de salud pública nacional.
Los próximos meses se harán negociaciones entre los países sobre qué establecerá el acuerdo concretamente. Se podría aprobar en 2024. En el inicio del borrador ya se reconoce que hubo un “fracaso catastrófico” de la comunidad internacional para actuar con solidaridad y equidad durante la pandemia por el coronavirus.
En los países de altos ingresos, el 73% de la población ha recibido al menos 1 dosis de vacuna. En cambio, en los de bajos ingresos, solo el 32,2% accedió a una dosis hasta ahora en 2023 y tras tres años de pandemia. El borrador del acuerdo -que fue impulsado por el Consejo de la Unión Europea- contiene una serie de medidas para garantizar que la respuesta mundial a la próxima pandemia no sólo sea más sólida sino también más equitativa.
Una de las medidas que se propone es crear nueva Red Mundial de Logística y Cadena de Suministro para Pandemias que garantice una distribución mejor y más justa de insumos, tests, vacunas y tratamientos.
También propone un sistema de “Acceso a Patógenos y Distribución de Beneficios”, por el cual se instará a los países a compartir los nuevos patógenos que se detecten y sus secuencias genómicas “en cuestión de horas” para que se hagan investigaciones.
Otro punto del borrador de 35 páginas señala que los diagnósticos, tratamientos y vacunas desarrollados a partir de los datos de los patógenos deberían compartirse equitativamente. Esto incluye una disposición para que la OMS obtenga el 20% de cualquier producción: el 10% como donación y el resto a precios asequibles para su uso en los países en desarrollo.
Esa medida pretende evitar que haya países que se enfrenten después al obstáculo de no poder acceder a las vacunas o a los tratamientos que se desarrollaron a partir de los datos de los patógenos que ellos mismos aportaron.
El nuevo director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Jarbas Barbosa, se reunió recientemente con representantes de los países de América Latina y el Caribe y hablaron sobre el acuerdo. “Los países de nuestra región deben aprovechar las negociaciones en curso para el nuevo instrumento, ya que se trata de una oportunidad única que tal vez no se repita tan pronto”, dijo el doctor Barbosa a través de un comunicado.
El borrador ya está generando debate. En diálogo con Infobae, Rajat Khosla, director del Instituto Internacional de Salud Global de la Universidad de Naciones Unidas, en Malasia, destacó la relevancia de que se llegue al acuerdo. “Los temas más importantes e invisibles en la respuesta para el COVID-19 fueron los derechos humanos y la equidad. La pandemia expuso las injusticias sociales y sanitarias sufridas por millones de personas alrededor del mundo”, afirmó Khosla.
“Como se ha afirmado en repetidas ocasiones, la pandemia y nuestras respuestas revelaron y exacerbaron injusticias que siempre han estado ahí. Por lo tanto, la equidad y los derechos humanos deberán ser dos problemas principales que el tratado deberá resolver o mitigar para garantizar un enfoque orientado a la justicia frente a futuras pandemias”, sostuvo el experto.
Pero Khosla reconoció que habrá retos para superar. “El cumplimiento y la rendición de cuentas serán los dos retos principales a la hora de elaborar el acuerdo. Y aquí es donde el actual borrador del acuerdo es más débil y algo silencioso”, dijo.
Para el especialista, “si no hay un enfoque significativo para que se cumplan las obligaciones del acuerdo y un mecanismo independiente que garantice la rendición de cuentas, el acuerdo fracasaría lamentablemente a la hora de abordar el tipo de desafíos que la preparación y la respuesta al COVID-19 pusieron de manifiesto o que una futura pandemia podría requerir”.
En tanto, para Francisco Viegas, asesor en política de innovación médica para la campaña de acceso a medicamentos de la organización humanitaria Médicos Sin fronteras, “el acuerdo mundial es esperanzador. Así como en 2003 se llegó a un tratado jurídicamente vinculante para el control del tabaco, consideramos que un acuerdo similar para futuras pandemias podría significar muchos beneficios para la humanidad, especialmente que se garantice el acceso a vacunas, tratamientos y otras tecnologías sanitarias”
Pero Viegas señaló en diálogo con Infobae que el borrador debería ser mejorado. “Tiene un lenguaje débil que no compromete fuertemente a hacer los esfuerzos como más producción global y distribución de vacunas y tratamientos. No queremos que vuelva a ocurrir lo que pasó con el COVID: muchos Estados pusieron financiamiento en investigación y desarrollo, pero después la comercialización y la distribución estuvieron en manos de empresas privadas y se limitó el acceso a gran parte de la población mundial”.
También Viegas consideró que es clave que se compartan los patógenos entre los países para estudiarlos y desarrollar vacunas y tratamientos. Pero eso debe implicar retribución a los países como contrapartida. Otra preocupación para Médicos Sin Fronteras es el concepto de “pandemia” que se define en el borrador.
Allí dice que una “pandemia” es la propagación mundial de un agente patógeno o una variante que infecta a poblaciones humanas con inmunidad limitada o nula mediante una transmisibilidad sostenida y elevada de persona a persona. Debe implicar la sobrecarga de los sistemas sanitarios con una morbilidad grave y una mortalidad elevada, y que cause trastornos sociales y económicos.
“No está claro si el acuerdo puede regir ante la posibilidad de que patógenos ya descriptos como el virus de la enfermedad de ébola o el virus de Marburgo lleguen a producir brotes. Ya existen tecnologías para abordar ébola. Por lo cual, se debería aclarar si las medidas que se proponen en el acuerdo también se aplicarían para patógenos ya descriptos”, comentó Viegas.
Consideró que las negociaciones por el acuerdo dan una “limitada participación” a la sociedad civil. “Eso no permite darle la mayor transparencia y que la sociedad también aporte sus opiniones para hacerle mejoras al borrador”.
Desde el sector farmacéutico hay también señalamientos. “El acuerdo debe basarse en los puntos fuertes del sector privado para la investigación y el desarrollo innovadores, la rápida ampliación de la fabricación y la distribución, que se apoya en un sólido sistema de propiedad intelectual”, declaró Thomas Cueni, director general de la Federación Internacional de Asociaciones de Fabricantes Farmacéuticos, al ser consultado por la agencia Reuters.
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