Durante tres años consecutivos, “La Niña”, que provoca menores precipitaciones en la Argentina y la región, generó condiciones de sequía. Y, pese a que desde las Naciones Unidas aseguran que este fenómeno no está directamente relacionado con el cambio climático, advirtieron que “sí agrava la escasez de agua”. Además del impacto que tiene esta situación en los incendios forestales, el ecosistema y la biodiversidad, existe otro punto que puede aparecer en esta ecuación: la transmisión de enfermedades relacionadas con vectores, como es el dengue.
Es posible que pocas personas desconozcan que el vector responsable de transmitir el dengue es el mosquito Aedes aegypti. Incluso, puede resultar una obviedad aclarar que el comportamiento de este insecto es domiciliario o peridomiciliario, es decir que se desarrolla en las casas o los lugares cercanos a ellas, siendo que no “viaja” grandes distancias. Pero existe un aspecto que, aún hoy, es primordial recalcar: los huevos y las larvas de este zancudo necesitan agua para crecer.
En este sentido, para decirlo de un modo más detallado, las hembras, tras obtener sangre luego de picar a una persona, depositan sus huevos en lugares que están muy cerca del agua, a un milímetro por encima de ella. Estos mosquitos, según los expertos, son denominados como “de inundación”, es por eso que, cuando el agua crece, logran desarrollarse en adultos, tras pasar por cuatro estadios. Ahora, cuando el agua no avanza, no crecen. Sin embargo, no siempre estos huevos mueren. Solo esperan. Pero qué puede ocurrir si, tras años de sequía, vuelven las lluvias.
Se termina el fenómeno de La Niña: ¿las lluvias pueden impulsar al dengue?
Durante las últimas horas del jueves 9 de marzo, desde el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), de Argentina, advirtieron que el fenómeno de La Niña había “llegado a su fin”. Según indicaron desde la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, de EEUU, “el sistema océano-atmósfera del Pacífico tropical ha hecho la transición a neutral”. Pero, ¿qué significa esto?
Para poder explicar el impacto que tiene esta situación en el dengue, es importante primero señalar cómo se comportan estos fenómenos climáticos en la Argentina, ya que el SMN advirtió que aún no se verán variaciones. “A pesar del cambio en la temperatura del océano, la atmósfera todavía se mantiene con una circulación acorde a la de La Niña”, indicaron.
“El enfriamiento de la temperatura del agua del mar (TSM) en el océano Pacífico ecuatorial asociado a La Niña se debilitó pero persiste entre 120°O y 160°E”, resaltaron desde el ente nacional, al tiempo que destacaron que “de acuerdo a los modelos dinámicos y estadísticos, en promedio, en el trimestre marzo-abril-mayo 2023 (MAM), hay 94% de probabilidad de tener condiciones neutrales, con lo cual se espera que la Niña continúe su transición a la neutralidad durante el próximo trimestre”.
En palabras del SMN, “el Niño/Oscilación del Sur (ENOS) es un fenómeno natural caracterizado por la fluctuación de las temperaturas del océano en la parte central y oriental del Pacífico ecuatorial, asociada a cambios en la atmósfera”.
Dicho de otro modo, surge de la asociación entre lo que ocurre con la temperatura en una región del océano y cómo se comporta la atmósfera. Este vínculo genera distintos comportamiento en el clima en todo el mundo y en cada región del planeta, y tendrá distintas consecuencias. El ENOS tiene tres fases: El Niño, La Niña y una fase neutra.
Durante la fase de El Niño, en la primavera y el verano se tienden a registrar precipitaciones superiores a las normales en el noreste argentino; mientras que en la fase de La Niña son por debajo de lo normal. “El fenómeno tiene una periodicidad irregular, usualmente ocurre cada dos a siete años”, explicaron desde el SMN. Gracias a que esta etapa más seca se extendió por tanto tiempo es que la sequía se mantuvo y, según la ONU, el cambio climático colaboró en que sea aún más seca.
“Cómo va afectando la sequía en distintos lugares lo analizamos con la CONAE, información del SMN y vamos siguiendo mapas, aunque siempre evaluamos que haya algún desborde hídrico”, indicó a Infobae Juan Manuel Castelli, titular de Subsecretaría de Estrategias Sanitarias del Ministerio de Salud. “Las hembras ponen cientos de huevos y siempre quedan, por eso estamos atentos a los periodos de lluvias”, señaló el funcionario nacional.
En ese sentido, destacó que, por las particularidades del mosquito, no solo se centran en los efectos climáticos, sino que la prevención debe realizarse constantemente, particularmente dentro de los hogares y en las zonas más densamente pobladas. “Es permanente, todo el año. Son acciones dirigidas, pero siempre hacemos seguimiento, más aún cuando tenés una mayor densidad de lluvias”, señaló Castelli. Al tiempo que advirtió que “los meses establecidos como con mayor frecuencia de lluvias son febrero, marzo y abril”, consecuentes con los picos de dengue.
“El cambio climático que genera el calentamiento global es justamente una distribución de eventos extremos, ya sea frías o altas temperaturas, sequías o inundaciones o altas precipitaciones. Aunque son situaciones inestables, se observa que hay regiones que se vuelven más templadas, las cuales se vuelven o más secas o más lluviosas”, explicó Adrián Díaz, investigador del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biológicas y Tecnológicas (IIByT, CONICET-UNC) y Profesor Adjunto en el Instituto de Virología “Dr. J. M. Vanella” de la Universidad Nacional de Córdoba, en diálogo con Infobae.
En ese sentido, el experto destacó que lograron detectar que, “con el pasar del tiempo, las temperaturas en la Patagonia, por ejemplo, se van incrementando y las poblaciones de Aedes se van adaptando a esas a esas temperaturas y esas nuevas regiones. Entonces, ahí aumenta la distribución geográfica del mosquito vector”.
Al respecto, Castelli agregó: “En coordinación con el Ministerio de Ciencia y Tecnología analizamos el ‘avance’ del Aedes, porque se pone vigilancia entomológica para saber cómo va progresando la línea del mosquito hacia el sur. Sabemos que ha ido progresando, se hacen recorridas donde puede haber crías, se colocan trampas para detectar la presencia de huevos y analizamos si puede haber personas que puedan haber contraído dengue tras un viaje, porque el mosquito no se traslada grandes distancia, tiene un radio muy corto”.
Asimismo, al referirse a lo que ocurre dentro del insecto, Díaz se analizó otro efecto que, particularmente, está presente en la región: las olas de calor. En palabras del experto, “luego de que virus ingresa en el mosquito, le lleva un tiempo para que pueda ser transmitido, el cual es conocido como período de incubación extrínseco y está directamente relacionado con la temperatura. ¿Esto qué quiere decir? Que a mayor temperatura, el período de incubación extrínseco es más corto, porque se aceleran las reacciones fisiológicas y metabólicas. El virus se replica más rápido y los ciclos de transmisión son más cortos”.
“Entonces, en el mismo periodo de tiempo, tenemos mayor número del ciclo de transmisión y eso aumenta la replicación viral y por lo tanto aumenta la amplificación del virus en la población. Es por eso que también puede aumentar el número de casos”, agregó el experto.
En tanto, Tomás Orduna (MN 61528), ex jefe del Servicio de Medicina Tropical y Medicina del Viajero en Hospital de Infecciosas F. J. Muñiz y miembro del Comité Científico de la Fundación Mundo Sano, explicó a Infobae: “Existen pequeños cambios climatológicos que pueden modificar las cosas, por eso hacer predicciones epidemiológicas no es correcto. Una ‘friada’ puede detener un brote, porque enlentece el ciclo biológico del mosquito, pero además pueden existir otras razones y por eso es tan complejo explicar qué ocurre con las enfermedades vectoriales. Es multifactorial”.
“Hay que espera que va a pasar y seguir las cuestiones climatológicas, pero no hay que olvidar la información que ya tenemos para prevenir la enfermedad, como el descacharreo y seguir con el alerta entomológica y la vigilancia epidemiológica, para que, ante la sospecha, se pueda intervenir”, concluyó Castelli.
¿Cuál es la situación del dengue en la Argentina?
Según los últimos datos emitidos por el Ministerio de Salud en su Boletín Epidemiológico, desde diciembre del año pasado, se detectaron un total de 1.587 casos de dengue, de los cuales 1.269 no cuentan con antecedentes de viaje. Este número se traduce en que el 80% de los casos reportados son autóctonos. Hasta el momento, existe circulación viral, es decir que existen personas y mosquitos infectados, en 7 jurisdicciones: Buenos Aires, CABA, Córdoba, Jujuy, Salta, Santa Fe y Tucumán.
Pese a estos números, que en algunos momentos registraron incrementos de más del 100%, lo cierto es que la Argentina se encuentra lejos de sus cifras más altas. Según datos del Ministerio de Salud argentino, en 2009 se notificaron 26.923; en 2016 fueron 41.207 y el pico histórico se registró en 2020 (plena época de pandemia por COVID) con 58.435.
Pero, como señaló Orduna, no se pueden realizar predicciones epidemiológicas sobre la enfermedad, ya que su comportamiento es multifactorial, por lo que esencial mantener las medidas de prevención
Seguir leyendo: