Las adversidades en la primera infancia provocarían un desempeño cognitivo deficiente en la adolescencia

Expertos de la Universidad de Cambridge desarrollaron un estudio que demostró que la pobreza, la enfermedad o los conflictos familiares son disparadores de problemas en la salud mental, aunque pueden ser revertidos. Los detalles

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Durante la niñez somos más susceptibles a lo que sucede en el entorno. Por lo tanto, son imprescindibles el amor y la compañía familiar
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La adversidad en la primera infancia tiene efectos a largo plazo en la salud mental de los niños. Sin embargo, si la salud mental mejora con el tiempo, este resultado puede aliviarse. Si bien muchos investigadores y profesionales notaron que los efectos de la adversidad en la vida temprana son probablemente heterogéneos y dinámicos a largo plazo, ha habido poco trabajo empírico que incorpore la amplitud necesaria de resultados, marcos temporales y marcos teóricos y estadísticos apropiados, y necesarios para sondear efectos tan complejos.

Para comprender e intervenir de manera efectiva en las trayectorias de los efectos de la adversidad en la primera infancia era necesario mapear de manera eficiente dicha heterogeneidad. Ahora, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Cambridge, junto con colegas en Nigeria, ha revelado la interacción entre la adversidad en la vida temprana, las dificultades de salud mental y el funcionamiento cognitivo a lo largo de la infancia.

Los resultados, publicados en el Journal of Child Psychology and Psychiatry, muestran que la salud mental infantil influye en la medida en que la adversidad en la vida temprana impacta en el funcionamiento cognitivo posterior.

Cargar con sensaciones negativas de la niñez puede tener repercusiones en la adolescencia y en la adultez (Getty Images)
Cargar con sensaciones negativas de la niñez puede tener repercusiones en la adolescencia y en la adultez (Getty Images)

Hechos como la pobreza, la enfermedad o los conflictos familiares se ha relacionado durante mucho tiempo con problemas de salud mental y un funcionamiento cognitivo más deficiente a medida que los niños crecen. Pero hasta ahora se desconocía cómo estos factores interactúan y evolucionan con el tiempo. Los científicos analizaron datos del Millennium Cohort Study aún en curso, que evaluó a 13.287 niños en una variedad de pruebas a las edades de tres, cinco, siete, once y catorce años. Seleccionaron medidas de adversidad en la vida temprana antes de los tres años, las cuales clasificaron en salud mental y funcionamiento cognitivo, es decir en memoria de trabajo y vocabulario.

El equipo de la Unidad de Cognición y Ciencias del Cerebro de MRC, de la Universidad de Cambridge, utilizó una técnica estadística diseñada para determinar en qué medida la salud mental afecta la relación entre la adversidad en la primera infancia y el funcionamiento cognitivo más adelante.

Descubrieron que la adversidad en la vida temprana se asocia con un rendimiento más bajo en la memoria de trabajo y el vocabulario a través de su impacto en la salud mental durante la infancia. Por ejemplo, una salud mental más deficiente entre los 3 y los 14 años como resultado de la adversidad en la vida temprana representó el 59% de la variación en el desempeño más deficiente de la memoria de trabajo a los 11 años y explicó el 70% del desempeño más deficiente en vocabulario a los 14 años.

La adolescencia no solo es una etapa conflictiva en sí misma, sino también es un momento donde comienzan a aparecer gran parte de las patologías que se van a expresar fuertemente hacia la adultez
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La resiliencia puede tener precio

Los investigadores demostraron que la adversidad a los tres años predecía fuertemente una peor salud mental entre los 3 y los 14 años, con la asociación más fuerte a los tres años, pero debilitándose progresivamente con el tiempo. En otras palabras, los niños que experimentaron adversidades en la vida temprana tenían más probabilidades de experimentar dificultades de salud mental entre los tres y los catorce años, aunque la peor situación se presentó con mayor frecuencia a los tres años que en los años posteriores.

Esto sugiere que la exposición a la adversidad en este momento sensible del desarrollo tiene un impacto negativo a largo plazo en la salud mental. También encontraron que las disminuciones en las dificultades de salud mental con el tiempo se asociaron con mejoras en la memoria de trabajo y el vocabulario. Esto sugiere que si las dificultades conductuales y psicológicas pueden abordarse cuando los niños son pequeños, los efectos de la adversidad de la primera infancia en la cognición posterior podrían aliviarse.

La pandemia tuvo un gran impacto el la salud mental de los niños (Foto:Captura)
La pandemia tuvo un gran impacto el la salud mental de los niños (Foto:Captura)

Este hallazgo tiene implicaciones importantes para los médicos, educadores y padres involucrados en las intervenciones. “Nuestros hallazgos sugieren que la adversidad de este tipo puede conducir a períodos prolongados de mala salud mental, lo que a su vez puede tener efectos duraderos en el rendimiento cognitivo, como la memoria de trabajo y el vocabulario”, afirmó el autor principal, Tochukwu Nweze, del MRC Cognition and Brain de la Unidad de Ciencias de Cambridge.

Y continuó: “Ya sabemos que la salud mental y la cognición deficientes están asociadas con numerosos problemas de comportamiento que afectan la calidad de vida y la satisfacción. Esto refuerza la necesidad de intervenciones tempranas para brindar a los niños los mejores resultados posibles en la vida”.

Los investigadores indicaron que, en un momento de crecientes desafíos de salud mental entre adolescentes y jóvenes, empeorados por los factores de riesgo contemporáneos como conflictos, pandemias y cambio climático, los educadores y los médicos deben centrarse en desarrollar la resiliencia en los niños que han experimentado problemas tempranos.

“De esta manera, podemos esperar romper las dificultades de salud mental autosostenibles que enfrentan las personas que han experimentado adversidades en su primera infancia”, concluyó Nweze. De este trabajo también participaron Michael Ezenwa, Cyriacus Ajaelu y Chukwuemeka Okoye.

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