El mes de febrero ya comenzó y, en muy pocos días, los más chicos estarán en las aulas para el ciclo lectivo del 2023. Por lo tanto, es tiempo de preparar los útiles y el uniforme, y también de ocuparse de cuestiones médicas para volver a las clases y retomar el ciclo pedagógico. En el ámbito de la salud visual esto es muy importante, ya que la escuela es, en muchas ocasiones, el lugar en el cual se detectan los primeros indicios de miopía en los niños.
¿Qué es la miopía? Es uno de los defectos más frecuentes del ojo humano, que se produce cuando el paciente notifica visión borrosa de los objetos que están lejos, mientras que los que están cerca puede apreciarlos con claridad. Este cuadro se genera cuando la forma del ojo hace que los rayos de luz se refracten incorrectamente, lo que enfoca las imágenes delante de la retina en lugar de sobre la retina.
Esta patología suele aparecer entre los 7 y los 12 años, aunque en algunos casos los síntomas pueden evidenciarse antes.
La doctora Micaela Varela (MN 123761), médica del Servicio de Oftalmopediatría del Hospital Universitario Austral y coordinadora del sector de Oftalmología de los Controles Escolares de esa institución, afirmó: “Cuando los adultos presentan miopía o alteraciones visuales pueden referirlas al oftalmólogo. En el caso de los niños es importante que los adultos estemos atentos a las alteraciones que pueden presentar los niños como manifestación de vicios de refracción ya que pueden pasar desapercibidos”.
Y sumó: “Por lo general, los chicos no refieren que tienen dificultad para ver de lejos, ya sea porque siempre vieron así o porque no lo pueden expresar verbalmente. Sin embargo hay conductas que pueden presentar que nos orientan a los adultos a realizar la consulta médica. Los niños pueden entrecerrar o refregarse los ojos, parpadear con mayor frecuencia, acercarse a los objetos para ver mejor, presentar cefaleas o dificultad en las actividades escolares”.
“La detección temprana de la miopía es fundamental en los niños. No debemos olvidar que los chicos presentan un sistema visual en formación, y las alteraciones en su normal desarrollo pueden llevar a cambios permanentes en su calidad visual”, sugirió Varela.
Cuando un niño no recibe los estímulos necesarios. el ojo no aprende a ver: “Esto es conocido como ambliopía u ojo vago. Es esencial detectar a tiempo estos pacientes y realizar el tratamiento oportuno”, completó la especialista del Hospital Universitario Austral.
Respecto a los controles visuales de rutina, el doctor Rafael Iribarren, miembro del Grupo Argentino de Estudio de Miopía y consultor de Novar, explicó que “es muy importante que los niños cuyos padres sean miopes cumplan con los controles oftalmológicos una vez al año. Y lo mismo con aquellos que no tienen antecedentes familiares, porque el cambio de la vida rural a la urbana hizo que los más pequeños estén mucho tiempo encerrados leyendo con luz artificial, ya sea por exigencias del colegio o por placer”.
“La miopía se puede prevenir hasta 2 años antes si estamos atentos a los primeros síntomas. Por lo general estos tienen que ver con la imposibilidad de leer letras pequeñas en el pizarrón. ¿Por qué? Porque eso es el signo de la falta de agudeza visual, definida como la capacidad para leer signos chicos en un cartel colocado a 3 o 4 metros de distancia de la persona”, agregó Iribarren.
Cabe señalar que, en una minoría de casos, esta patología es genética. Lo más habitual es que se produzca por la combinación de dos factores: leer mucho todo el tiempo y estar en ambientes con luz artificial sin salir al aire libre.
“Es importante detectar los defectos visuales a tiempo ya que al no ser corregidos generan una estimulación visual deficiente durante el crítico período de desarrollo y plasticidad cerebral que ocurre durante los primeros 8 años de vida y falta de estímulo resulta en un ojo que no desarrolla su visión normal durante la infancia (ambliope o perezoso)”, dijo a Infobae la doctora Betty Arteaga (MN 112149), quien es médica oftalmóloga en el Hospital Italiano de Buenos Aires.
En segundo lugar, Arteaga detalló: “Las estadísticas muestran que un 25% de la población estudiantil puede tener problemas visuales no detectados, siendo los más frecuentes la miopía (ver mal de lejos), la hipermetropía (problemas de enfoque), el astigmatismo (ver desdibujado de lejos y cerca), o la ambliopía, comúnmente llamado ‘ojo vago, débil o perezoso’”.
De acuerdo a lo informado por Arteaga, actualmente,165 millones de niños en el mundo tienen miopía, y se estima que esta cifra puede llegar a 275 millones para el año 2050. A su vez, según la profesional, “los niños que usan anteojos recetados tienen un 44% menos de chances de reprobar la cursada escolar”. De ahí, en parte, la importancia de acudir a un control oftalmológico ante cualquier signo de alerta.
Consejos para prevenir la miopía
Como la miopía suele progresar año a año hasta la vida adulta, cuanto más temprano comienza más grave puede llegar a ser. Por ende, la detección temprana de los más chicos es fundamental. Afortunadamente, hoy en día, hay diversas maneras de evitar la progresión, por ejemplo, llevando a los niños dos horas por día al aire libre en plazas, patios, balcones o terrazas.
Otras medidas de prevención pueden ser la lectura y el uso acotado de dispositivos electrónicos, diversificando las tareas de ayuda en la casa. Además, los expertos sugieren que el estudio esté basado en una combinación de lectura, discusión oral y juegos relacionados con la temática a tratar. Si aun así se presenta la miopía en algún chico, entonces se debe hacer la consulta al oftalmólogo para controlar el cuadro, pues hay diversos tratamientos ópticos y con gotas.
Para la doctora Varela, “el confinamiento por la pandemia del COVID, con el encierro y el mayor uso de pantallas, llevó a una mayor progresión de la miopía. Esto se manifiesta en las aulas: los chicos miopes tienen dificultad para ver de lejos y pueden, por lo tanto, tener problemas para ver el pizarrón. El equipo docente es una aliado clave para detectar oportunamente a estos chicos y orientar al control médico”.
Así las cosas, la profesional remarcó que el control escolar anual “es una herramienta fundamental para la prevención en salud visual, ya que permite detectar alteraciones mediante la pesquisa de los pacientes con equipos médicos multidisciplinarios realizando prevención en salud y mejorando la calidad de vida”.
Varela postuló que el mejor tratamiento de la miopía es la prevención. ¿Por qué? Porque más allá de los “factores hereditarios, hay varios hábitos de salud que ayudan a evitar la miopía, como por ejemplo, fomentar actividades al aire libre con exposición a la luz solar natural, mantener una alimentación saludable y un buen manejo del uso de dispositivos electrónicos. Es preciso realizar una evaluación integral con conocimientos médicos dado que la miopía puede ser un signo de otras patologías y debe ser evaluado por un médico formado”.
En ese tono, Arteaga precisó: “Los problemas relacionados con la visión durante los años de crecimiento pueden impactar significativamente en el bienestar de los más chicos. El 80% de la información que recibimos llega a nuestro cerebro a través del sentido de la vista. Cualquier problema no detectado durante la etapa escolar de los niños impacta sustancialmente en su comportamiento en general y en sus logros académicos en particular”.
El rol de la escuela
En muchas oportunidades, el primer llamado de atención lo hace el colegio, que le avisa a los padres que el alumno no ve bien el pizarrón. ¿Cómo se evidencia esto? Puede ser porque el niño lo manifiesta, o en algunos casos, por dificultades en el rendimiento escolar.
Así las cosas, antes del ingreso al nivel primario -entre los 5 y los 6 años- las escuelas solicitan a los padres que presenten un certificado de agudeza visual, que debería repetirse año a año. “El screening previo a primer grado es mandatorio, tanto en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires como en casi todas las provincias. Además, la Ciudad cuenta con un programa llamado ‘Ver qué ves’ que analiza la agudeza visual de 24 mil chicos cada año desde el 2020. Junto con la dilatación bajo pupila, el test de agudeza visual es la mejor herramienta para detectar y tratar a tiempo la miopía en niños”, cerró el doctor Irribarren.
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